
El olor a esencia de canela se esparcía por el pequeño puerto fluvial, en su muelle se atrancaban gráciles lanchas que surcaban el corazón mismo de la amazonia ecuatoriana. El murmullo del rio se mezclaba con las cantarinas voces de los turistas, que invadían las tiendas de artesanías, los restaurantes de comida típica, y la playa de arena blanca que llamaba al regocijo. Los promotores turísticos seguían las pisadas de los visitantes, ofertando paquetes que incluían excursiones a la profundidad de la selva. No era tarea complicada persuadir a los extranjeros, ya que habituados a vivir entre rascacielos de concreto, […]