
Llevaba cuatro meses en casa del jefe disfrutando de sus hijas y beneficiándome a dos de sus empleadas, cuando una llamada que recibí en mi móvil me hizo temer que todo lo que había conseguido hasta ese momento iba a desaparecer. ―¿Don Fernando Jiménez?― escuché que preguntaban con marcado acento cubano al otro lado del […]