
Abrazada a tío Sergio me cayó la realidad del enorme cambio que había tenido mi vida. La inocente niña de una villa perdida en un lugar de la tierra, tenía ahora un mundo que por mucho tiempo fue algo que no creía poder alcanzar algún día. O sea que me sentía la niña más afortunada del planeta. Y lo que más le daba más fundamento a mi felicidad era el hecho de que mi deseo de hacer lo que sentía como mis propias decisiones, era que me apoyaba una de las personas más importantes de mi vida…, mi propia madre. […]