
Estaba sentado, tomándome una copa, cuando me la presentaron. No comprendí, en un primer momento, la razón por la que me afectó tanto su presencia. Sonia era una mujer atractiva pero soy un perro viejo que no se alborota fácilmente con un escote sugerente, por eso me resultó tan extraño que, al darle un cortés beso en la mejilla, todo mi ser reaccionara de esa forma. Era como si el reloj de mi vida, hubiera dado marcha atrás y volviera a ser un adolescente. Creo que incluso permanecí con la boca abierta mientras ella seguía saludando a mis amigos. […]