
Mientras la bombeaba no podía parar de mirar fijo hacia su apetitoso ano, comencé de nuevo a tratar de lubricar aquel hoyo, de modo que con sus fluidos o saliva mía me inicié en la tarea de abrirle paso a mi dedo pulgar para que entrara en el recto de Leticia, ella lo notó y seguramente iba a protestar de no ser porque la callaba con fuertes embestidas que le hacían caer rendida. Quizás jamás se lo esperó, o quizás si, pero lo cierto es que, minutos después, cuando lo creí conveniente, saqué mi verga de su vagina y de […]