
I. Año 1368 Congli era un pueblo apacible, rodeado por un auténtico mar de hierba que llegaba hasta las rodillas y, más en la distancia, una extensa cordillera cortaba el horizonte, de altísimos picos bañados en nieve. Su principal atractivo era el mercado instalado en las proximidades del río; la Ruta de la Seda acrecentaba el comercio a pasos agigantados, atrayendo cada año más familias para que se asentaran. En las afueras de la villa principal, en una parcela alejada, destacaba el único árbol de gingko en las inmediaciones. Era notablemente enorme y alfombraba la hierba con sus peculiares hojas […]