
-¿Me estás escuchando? – preguntó Nerea insistentemente desde el sofá de al lado. -Siii… – respondí por inercia mientras mis pensamientos fluían en otra dirección. Me hubiese gustado contestarle que francamente, me importaba una mierda lo que me estaba contando. Llevaba más de una hora relatándome con todo lujo de detalles las guarradas que había puesto en práctica la noche del sábado anterior, cuando desapareció con un idiota que había conocido en la discoteca. -Ya… Sigues dándole vueltas a esa atracción fatal que sientes por tu hermano, ¿no? Se te ve a leguas… Suspiré arrepentida. Nunca debí habérselo contado y […]