Detroit por la noche

El Ángel Escarlata tenía trabajo esa noche. La misteriosa ausencia del otro ángel dejaba la dejaba como única protectora en la oscura noche. Su objetivo era claro, una extraña furgoneta que no cesaba de dar vueltas por la zona sin un aparente destino concreto. La figura encapuchada de pelo rojizo la seguía atentamente, oculta entre las sombras de los callejones. Pese a que iba a pie, ello no era impedimento para seguir al vehículo que circulaba a una sospechosamente reducida velocidad, como si buscara algo. De pronto ocurrió.

Un par de chicas que volvían de una fiesta aparecieron por la esquina, cruzándose con la furgoneta. Eran jóvenes y atractivas, justo lo que los ocupantes del vehículo buscaban, porque no se hicieron esperar. La furgoneta detuvo su avance y de ella salieron cuatro individuos encapuchados que rápidamente agarraron a ambas chicas, tapándoles la boca con la mano para impedir que gritaran.

El Ángel Escarlata salió de su escondite, recorriendo a toda prisa la veintena de metros que la separaban de la furgoneta. Uno de los individuos, al verla, dejó a la chica que estaba sujetando y se dirigió a interceptar a la oscura figura que se le acercaba. Su mirada cambió del temor a la sorpresa. Aquella femenina figura que se acercaba a toda velocidad no era la que, con temor, había creído en un inicio. Su melena, en lugar de oscura, era pelirroja, y no se apreciaba la inseparable katana que acompañaba siempre a Shadow Angel. No, no se trataba de la temible ninja. Ello le dio una falsa sensación de seguridad, disponiéndose a agarrar a la encapuchada figura para incorporarla a la lista de presas de esa noche. Con tres chicas capturadas, su jefe seguro que les recompensaría gratamente.

El individuo, se llevó una desagradable sorpresa. La misteriosa figura eludió con facilidad su agarre, y con una rápida llave le retorció el brazo contra su espalda, el tipo, con un grito de sorpresa, se vio de bruces al suelo. Los otros tres, al ver a su compañero en apuros, dejaron a las chicas y se encararon hacia la recién aparecida figura.

El Ángel Escarlata examinó atentamente a los tres que se le acercaban, aunque no llevaban armas de fuego, tampoco iban desarmados. Uno esgrimía una barra de hierro, otro se acomodaba sendos puños americanos provistos de púas en sus nudillos mientras el otro sacaba una cadena del interior de la furgoneta. La chica encapuchada no se dejó intimidar. Sacó de su cinturón dos porras extensibles y se encaró hacia los tres individuos.

Aquellos tipos no eran unos novatos en la lucha callejera, pero las ágiles defensas de la chica y su habilidad en el krav maga se impusieron. Los tres delincuentes se vieron pronto en el suelo y apaleados. El grito de auxilio de una de las chicas al ver que el primer individuo se acercaba a ellas, captó la atención del Ángel Escarlata. Sin dejar de prestar atención a los otros tres, se acercó hasta las chicas. El otro individuo, cuya intención era tomar a una de las chicas como rehenes, al ver como la encapuchada se dirigía hacia él, cesó en su intento y corrió hacia la furgoneta, a la que los otros tres ya estaban subiendo. Ángel Escarlata contempló como los cuatro subían y la furgoneta desaparecía rauda del lugar. Al parecer, no les apetecía volver a enfrentarse a la chica que tan fácilmente los había derrotado.

Ángel Escarlata, al ver alejarse la furgoneta, suspiró aliviada y, sacando una navaja de su cinturón, cortó las ataduras que sujetaban a ambas chicas. Antes de que las chicas pudieran darle las gracias, la misteriosa defensora, desapareció entre las sombras de un callejón al ver acercarse la luz de un coche patrulla.

Mientras se dirigía a su casa, la misma pregunta de siempre inquietaba al Ángel Escarlata. ¿Dónde estaba Shadow Angel? No podía creer que su admirada heroína estuviera impasible ante el aumento de jóvenes secuestradas en las últimas semanas.

El día siguiente. Universidad de Detroit

Como acostumbraba, después de pasar un buen rato en el gimnasio, Mikoto Amy, entró alegre al bar de la facultad. Hacía semanas que había dejado atrás su actuación como Shadow Angel y a decir verdad no la echaba de menos. Gracias a ello, había recuperado su vida personal. Hacía planes con sus amigos, con su novio, y sobretodo, tenía más tiempo para sus estudios. En los últimos exámenes sus notas se habían resentido un poco. Gracias a su cese como heroína, ahora podía mejorar su rendimiento académico sin tener que renunciar a divertirse con sus compañeros de clase o a salir con Tom.

Aunque no era la primera vez que la chica hacía una pausa en su actividad como heroína, sí que estaba convencida que esta vez lo dejaría para siempre. La ciudad tampoco parecía haberse sumido en el caos pese a la ausencia de su heroína favorita. Aunque por alguna extraña razón, la prensa seguía atribuyendo a Shadow Angel diversos golpes contra el crimen. Pero Amy ya no prestaba atención a ese tipo de noticias.

Precisamente por estar desconectada de las noticias y de las redes sociales, no fue hasta entrar en el bar de la facultad que se enteró de algo que le heló la sangre. En casi todas las pantallas de móvil se reproducía lo mismo.

Al parecer, durante esa noche, alguien había subido a las redes sociales un vídeo de Shadow Angel. Un vídeo en el que la chica no salía precisamente en su mejor momento. La ninja aparecía completamente desnuda, salvo por su máscara, tumbada en una cama, totalmente entregada a un individuo obeso y poco agraciado. Amy cuando vio aquello se quiso morir. Notó como los colores le subían a la cara, una arcada casi la hace vomitar allí en medio.

Saber que la mayoría de sus compañeros de clase la habían visto no sólo desnuda, sino gozando en manos de aquél rechoncho individuo la mataba por dentro. Le daba igual que, gracias a la máscara, no pudieran identificar a Mikoto Amy como la chica del vídeo. Saber que su cuerpo, sus gemidos, los lametones de ese tipo, estaban en boca de todos casi hizo que rompiera a llorar. Aquello no podía estar pasando.

Justo cuando se dispuso a salir del bar la interceptó Claire. La pelirroja parecía no haber pasado una buena noche, las ojeras y el cansancio eran visibles en su rostro. Claire cogió a la japonesa del brazo y la volvió a llevar adentro, sentándose con ella a la espera que vinieran el resto de sus amigos. Amy intentó mantener la compostura para no levantar sospechas.

-¿Todo bien? No te he visto hoy en el gimnasio, además no haces buena cara.- Preguntó preocupada por su amiga, buscando un tema de conversación que no fuera el vídeo.

Claire respondió con una sonrisa que todo iba sobre ruedas, que no se preocupara, mientras con la mano hacía un gesto a Tom y al resto del grupo que acababan de aparecer por la puerta.

Amy dio un tierno beso a su novio pero a parte de eso, estaba totalmente apática. Evidentemente, todos hablaron del famoso vídeo. Tom aseguraba no haberlo visto y afirmaba no tener ganas tampoco de visualizarlo, encontrándolo de muy mal gusto por parte de quien fuera que lo hubiera subido. Mark y Rubén, afirmaron haberlo visto pero estaban convencidos que no era más que un montaje, seguros de que la chica que aparecía no era la auténtica Shadow Angel sino una chica que aparentaba serlo. Aquello le mereció a Rubén una severa reprimenda por parte de Elsa, que consideraba que no debía ver ese tipo de cosas. Claire, que antes de entrar en el bar desconocía ese vídeo, no quiso saber nada al respecto. Furiosa, afirmó sin dudar que se trataba de una burda broma de mal gusto para mancillar el prestigio y el honor de la heroína.

Aquello alivió un poco a Amy, las dos únicas personas que podían reconocer su cuerpo, no habían visto el vídeo. Entonces Mark llamó la atención de Claire sobre un aspecto del vídeo.

-Oye Claire, para ser un vídeo falso, ¿no crees que es algo extraña la frase que aparece al final?- Dijo el chico acercándole la pantalla de su teléfono.

La curiosidad pudo también con Amy, que acercó la mirada al teléfono de Mark. El chico únicamente mostró los últimos segundos del vídeo, una pantalla oscura con un mensaje concreto “Shadow Angel, si no quieres que se publiquen más vídeos, asegúrate de estar esta medianoche a la fuente de Edison en Circus Park”. Aquello dejó a Amy con un nudo en el estómago, ¿que pretendían? Ella tenía claro quien era el que había subido ese vídeo, y aquello no le gustaba en absoluto. Lo que no entendía era porque había esperado hasta ese momento para publicarlo. ¿Por qué precisamente ahora, que Shadow Angel no actuaba? Las palabras de Claire la sacaron de su ensimismamiento.

-Pues qué cosa más absurda y patética. Alguien se vale de un montaje para conseguir una cita con la heroína? ¡Ja! Qué iluso si cree que Shadow Angel va a plegarse a esa absurda petición.

Amy pasó el resto del día al borde de un ataque de ansiedad. No sabía si acudir a la cita o no. Por un lado tenía miedo a que publicaran más vídeos, era plenamente consciente de qué tipo de vídeos tenía ese maldito individuo calvo que había logrado eludir a la policía. Por otro lado, ella únicamente quería dejar atrás a Shadow Angel, ¿qué mas daba que salieran más vídeos? Con la máscara puesta nadie la reconocería. Pero, ¿y si esos vídeos iban ganando popularidad? ¿Y sí Tom o Claire, por pura curiosidad echaban un ojo a alguno de ellos? Con que tan solo vieran cierto tatuaje no les sería muy difícil atar cabos. Por primera vez en mucho tiempo, la chica no sabía en absoluto como proceder. ¿Qué querría ese individuo? No era difícil imaginárselo.

Afortunadamente para ella, a lo largo del día, ese vídeo fue eliminado de las distintas redes sociales. Aunque tampoco la tranquilizó del todo, con toda seguridad casi todo el mundo lo tendría ya descargado o se encontraría disponible en cualquier página pornográfica. “Muy bien Amy, Shadow Angel se ha convertido en un icono sexual” pensó cabizbaja la chica mientras se dirigía a su apartamento después de las clases.

Esa medianoche. Grand Circus Park

El Ángel Escarlata estaba furioso, no iba a dejar que nadie mancillara el buen nombre de Shadow Angel. Fuera quien fuera quien había colgado ese vídeo y con independencia de sus intenciones, esta noche se llevaría una buena sorpresa. Faltaba casi media hora para la medianoche, pero el Ángel Escarlata ya estaba enfrente la fuente de Edison.

A esa hora no había casi nadie en el parque. El Ángel Escarlata estaba convencido que había hecho una buena elección anticipándose, así vería a la misteriosa persona cuando se acercara, lo que le daría tiempo a reaccionar en caso que fuera una trampa para capturarla. Pero pasaban los minutos y nadie parecía acercarse. De repente algo llamó su atención.

En el lado opuesto de la gran fuente, vio a un individuo meter sus manos en el agua. Con cautela, el Ángel Escarlata se acercó poco a poco, tensa y con todos los instintos alerta. ¿Sería él? Para su decepción, al cabo de unos segundos, el individuo se alejó de la fuente y se dirigió hacia la estación de autobús. Falsa alarma, al parecer únicamente había venido a refrescarse un poco mientras esperaba el último transporte.

¿Falsa alarma? ¿O no? El Ángel Escarlata vio algo flotando en el agua, un pequeño barquito de papel. Con curiosidad, lo agarró. Había algo escrito, nerviosa, desenvolvió el papel revelando una dirección en otro punto de la ciudad. Raudo, el Ángel Escarlata fue a interceptar el tipo que había dejado la nota, pero la suerte parecía no sonreírle esta vez. Al individuo no se lo veía por ningún sitio. Frustrada, abandonó el lugar para dirigirse al lugar escrito en el papel.

Una hora más tarde. Grand Circus Park.

Shadow Angel llevaba un buen rato esperando, escondida en la copa de un árbol, observando la fuente sin que nadie hubiera hecho acto de presencia. Finalmente, pese a todo, Mikoto Amy había decidido enfundarse de nuevo en su traje oscuro, y con todas sus armas y accesorios dirigirse al lugar de la cita. Pero no lo hizo a la hora en punto. La ninja estaba convencida que aquello era una trampa, así que decidió acercarse pasada media hora de la medianoche. Sí, que la esperaran un poco, de esta forma podía acercarse sigilosamente, sin ser vista y observar atentamente quién aguardaba su llegada.

Para su decepción, cuando llegó, no se atisbaba a nadie en los alrededores, escondiéndose entre las sombras, decidió trepar a un árbol cercano des de dónde podía divisar toda la fuente. Esperando, paciente, alguien hiciera acto de presencia. Pero pasaron los minutos y nadie se acercaba.

Siendo casi la una de la noche, decidió que aquello no era más que una pérdida de tiempo. Por el motivo que fuera, ese maldito individuo había decidido cancelar el encuentro. O tal vez aquello no era sino una broma de mal gusto para ponerla aún más nerviosa. Frustrada, se dirigió de nuevo a su apartamento, asegurándose de que nadie la seguía. Frustrada e inquieta, había perdido el tiempo y no tenía forma de evitar que mañana apareciera otro video en las redes. Por primera vez en semanas, esa noche no logró conciliar el sueño.

Esa misma noche, a la misma hora. Zona industrial abandonada de Detroit.

El Ángel Escarlata sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo, tal vez había actuado de forma demasiado impulsiva, tal vez no debería haberse internado tan a la ligera en esa zona sin luces, llena de callejones y edificios abandonados donde cualquiera podría emboscarla. Pero ya era tarde para dar media vuelta, solo esperaba que su sigilo y su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo fueran suficientes para sacarla de cualquier aprieto. Hasta ahora, sus habilidades habían sido más que suficientes para sortear cualquier encuentro, claro que, hasta ahora, nunca había tenido tantas dudas acerca de si debería habérselo pensado dos veces antes de actuar. Afortunadamente, la suerte no la había abandonado del todo, el sonido de alguien tropezando con una lata vacía le advirtió a tiempo de la emboscada.

Cinco individuos salieron de varias esquinas, afortunadamente, ese sonido había dado al Ángel Escarlata los segundos suficientes para que pudiera sacar sus defensas extensibles. Antes de que los cinco pudieran atacarla a la vez, se dirigió hacia el primero. El Ángel Escarlata no combatía mal, nada mal, los cinco individuos pronto se dieron cuenta de que solos hubieran sido incapaces de derrotarla. Sí, el Ángel Escarlata habría salido victorioso de esa situación de no haber sido porque la trampa estaba muy bien planeada.

Cuando el Ángel Escarlata vio aparecer a otros cinco tipos, supo que la pelea estaba sentenciada para ella si no hacía algo. Demasiados enemigos, tenía que salir de allí cuanto antes, intentó ir por el único callejón libre de enemigos pero lo encontró bloqueado por una verja. Demasiado alta para poder saltarla. Desesperada, al ver aparecer a los diez tipos por el callejón, intentando acorralarla, escapó hacia la única vía posible, la ventana rota de una nave industrial destartalada. Allí, el Ángel Escarlata contaba distraer a susenemigos y atacarlos uno por uno. Si conseguía dividirlos, seguiría teniendo ventaja. Lo que no contaba, era con que precisamente ellos esperaban que hiciera ese movimiento.

Justo cuando aterrizó en el polvoriento suelo de la nave, una descarga eléctrica la dejó totalmente paralizada. Allí dentro había varios tipos esperándola con pistolas táser. Cualquier otra opción de escapatoria que hubiera elegido, habría dado de lleno con una bien preparada emboscada. Lo habían planeado demasiado bien, la emboscada estaba preparada para capturar una presa mucho mayor que la que tenían.

Las últimas palabras que el Ángel Escarlata escuchó antes de perder el conocimiento fueron “Jefe, creo que no es ella”

El día siguiente.

Aquel día, Mikoto Amy no llegó a la Universidad hasta casi mediodía. Nada más levantarse, había abierto su ordenador. Sus peores temores se vieron confirmados, otro vídeo inundaba las redes sociales. En él se veía a Shadow Angel, tomándose una ducha con dos individuos, Amy no pudo terminar el vídeo, furiosa, lanzó el portátil contra la pared justo cuando vio en el vídeo como se la chupaba a ambos tipos simultáneamente. ¿Qué pretendía con ello el Calvo? Desesperada, se volvió a enterrar en la cama entre sollozos.

No fue hasta que, después de una ducha, decidió que tenía que ir a clase. Su ausencia podría levantar sospechas. Lo que no sabía era como podría mirar a la cara a sus compañeros de clase sabiendo que todos la habrían contemplado desnuda por segunda vez. Que muchos creyeran que era un montaje, o que no la pudieran reconocer, no era ningún consuelo para Amy.Ella sabía perfectamente que el vídeo era auténtico y eso era suficiente. Sólo imploraba que sus amigos íntimos hubieran tenido la decencia de no mirarlo.

No fue hasta la hora de comer, que Amy se percató de algo.

-¿Dónde está Claire?- Preguntó extrañada ante la ausencia de la pelirroja.

-Ni idea, no la hemos visto en todo el día.- Respondió Rubén

-Al faltar también tu, pensábamos que estaríais juntas.- Añadió Elsa.- ¿Todo bien? No es propio de ti llegar tarde.

Amy no respondió, tampoco sabía muy bien que decir. Tampoco le preocupaba en exceso la ausencia de Claire, su mente tenía otras preocupaciones. Aunque nadie dijo nada sobre la aparición del vídeo, estaba segura que los chicos lo habían visto. Seguro que no se atrevían a comentarlo por miedo a una nueva reprimenda de Elsa, la chica había demostrado tener su carácter. La incertidumbre sobre si Tom lo habría visto o no, la carcomía por dentro, pero no se atrevía a preguntar. En la mesa de al lado, en cambio, no se hablaba de otra cosa. Amy captó una frase que puso su cuerpo en tensión.

-Lo más extraño de todo es ese mensaje que aparece al final. ¿No crees?- Decía un chico

  • “¿Te creías muy lista mandando a una aficionada a hacer tu trabajo? Te hacía más valiente. ¿Pensabas que al ver que no eres tu, la dejaríamos ir de rositas? Si quieres volver a verla con vida, asegúrate de estar a medianoche en ese callejón, sí, ya sabes cual. Y esa vez nada de mandar a otra subordinada” Todo esto es muy extraño.- Respondió otro chico después de leer en voz alta el mensaje.

Amy lo escuchó atentamente sin comprender nada. Ella había ido personalmente al encuentro, y nadie había acudido. No entendía a que venía ese nuevo mensaje. “Salvo que, al llegar yo tarde, me confundieran con otra inocente chica que tuviera la desgracia de estar allí” pensó Amy al cabo de un rato.

Durante el resto del día, no pudo quitarse de la cabeza a la pobre chica que involuntariamente, se habría visto involucrada en ello. La japonesa no podía dejar de sentirse culpable en parte, su exceso de cautela en llegar varios minutos tarde, habían provocado que se llevaran a una inocente. ¿Pero, cómo podía Amy haber previsto aquello? Había días en que todo salía mal.

Medianoche.

Shadow Angel sabía perfectamente a qué lugar dirigirse, el callejón dónde meses antes le habían tendido una emboscada que había provocado que ella se viera prisionera de una red de prostitución. Amy tenía muy claro quién estaba detrás de todo ello. Cuando llegó, había una furgoneta aparcada en el callejón y dos individuos fuera. Después de examinar los alrededores y cerciorarse que no había nadie más, descendió al callejón y, con la katana desenvainada, se dirigió a los dos individuos.

Shadow Angel era tan sigilosa que los dos tipos no se percataron que la tenían encima hasta que uno de ellos vio la afilada hoja de la espada presionar su cuello.

-¿Y la chica?- Exigió Amy, que seguía sin entender nada, ¿de verdad esos dos tipos incompetentes pensaban capturarla?

-Tranquila, tranquila.- Dijo el otro individuo levantando las manos.- Nosotros no la tenemos, sólo somos unos mandados, nos dijeron que teníamos que venir aquí y recogerte. Nada más.

-¿Y porqué se supone que iba a venir con vosotros, y adónde pensabais llevarme?- Respondió la ninja apretando el filo de la hoja contra el hombre.

-No… no lo sabemos… de verdad.- Aquel individuo parecía francamente asustado.- No sabemos nada, únicamente que si no te entregas, la otra chica morirá.

-Créenos, únicamente nos dijeron que teníamos que esperar aquí, las instrucciones nos las darán sólo cuando mostremos mediante vídeo que estás indefensa y asegurada.

-¿Y cómo vais a lograr eso?- Preguntó la ninja con curiosidad.

-Fácil.- Dijo el otro tipo señalando un frasco de cristal junto a un trapo al lado de la furgoneta, en el que hasta ahora Amy no había reparado.- Sólo tienes que abrir ese frasco y aspirar lo que hay dentro.

A la heroína no le costó mucho hacerse el efecto de lo que podría contener ese frasco. Lo que no tenía claro era si iba a hacerlo, presionó su acero contra el cuello del individuo.

-¡Basta, por favor!- Imploró.- Por mucho daño que nos hagas, no lograrás nada, ni tan siquiera llevamos armas.

-No tenemos ni idea de donde puede estar esa chica, puedes torturarnos si quieres, pero lo único que vas a conseguir es que la maten.- Dijo el otro tipo.

-¿Como sé que esa chica, sea quien sea, está sana y salva? ¿Por qué debería quedar indefensa ante vosotros?

El individuo que no estaba amenazado por la afilada hoja de la katana, poco a poco, sin hacer ningún movimiento brusco, sacó una pequeña tablet de su bolsillo, la encendió, escribió algo y se la mostró a la ninja.

Lo que Amy vio en ella, la dejó completamente paralizada. Un vídeo mostraba un televisor emitiendo los noticieros de la noche a fin de que heroína no tuviera duda de que la imagen se emitía en directo. La cámarase desplazó al cabo de unos instantes, mostrando una chica desnuda, esposada a una silla. La chica parecía estar bien, pero fue su rostro, lo que hizo entrar en shock a Shadow Angel. “!¿Claire?! en que maldito momento se ha visto involucrada en eso” pensó la chica con tristeza.

Nunca se hubiera imaginado que la rehén pudiera ser su mejor amiga, además era la segunda vez que se veía en una situación así. Que hubieran capturado a Claire, no podía ser casualidad, pero no le encontraba ninguna explicación lógica. Quién los dirigía, no conocía la identidad que se ocultaba detrás de Shadow Angel. De eso estaba totalmente convencida.

-Al parecer, esa chica acudió a la cita de ayer disfrazada como su fueras tu.- Dijo uno de los dos individuos.

Entonces Amy, lo vio todo más claro. El porque la prensa seguía atribuyendo a Shadow Angel diversos golpes contra el crimen, el porque la pelirroja acudía a clase completamente somnolienta, su afición por las clases de defensa personal de los últimos meses… Sin que Amy lo supiera, Claire estaba intentando imitar a Shadow Angel. Aquella revelación, la dejó completamente sorprendida, incapaz de reaccionar, ni tan siquiera de trazar un plan que no implicara entregarse indefensa, nada.

Su mente era incapaz de quitarse la imagen de Claire, desnuda e indefensa, Amy se sentía culpable por ello. Culpable y responsable de su situación. Como había podido pasarle desapercibida que su mejor amiga intentaba imitar a su tan adorada heroína.

-Acércame ese frasco.- Dijo con voz derrotista mientras envainaba su katana.

-Debemos quitarte tu arma, cinturón, guantes y botas. Aunque también puedes ponérnoslo fácil.- Dijo el tipo mientras le tendía el frasco y el trapo.

-No me hago ilusiones al respecto.- Dijo Amy con una mueca burlona, sabía que le sucedería una vez quedara inconsciente. Pese a ello, su mente era incapaz de encontrar una salida a esa encrucijada. “Ya fui capturada por ese maldito proxeneta calvo y logré escapar una vez. Seguro que encuentras una salida de nuevo, Amy” pensó la heroína intentando autoconvencerse.

Asombrados, ambos individuos contemplaron como la ninja se despojaba del arma que hasta hacía unos segundos les amenazaba, poco a poco se desprendía de su cinturón y sus guantes, hasta quedar descalza. Al ver que la chica se disponía a abrir el frasco, uno de ellos la interrumpió.

-Mejor siéntate en el suelo primero. No querrás abrirte los sesos.

Amy no había caído en ello. Sin decir palabra pero con una mueca totalmente derrotista en el rostro, se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la pared. Desenroscó el tapón, sólo oler el vapor que emanaba del frasco se mareó ligeramente. Vertió un poco de líquido en el trapo, no demasiado, tal vez pudiera engañarlos fingiéndose inconsciente. Acercó el paño a su nariz, haciendo dos pequeñas inspiraciones, notando un extraño hormigueo en la nariz que le bajaba por la tráquea. Intentó estornudar, pero en lugar de ello le salió un bostezo. La cabeza le daba vueltas. Intentó fingir que caía inconsciente aunque no fue necesario, su mente pronto se oscureció.

Los dos individuos contemplaron como el brazo de la ninja caía inerte a su lado y el pañuelo caía en el cemento del callejón. Una duda atravesó su mente “¿estaría fingiendo?” aunque no lo parecía. Decidieron cerciorarse, aquello podría ser incluso entretenido.

Indeterminadas horas después

Amy abrió los ojos, la cabeza le dolía y le daba mil vueltas, su vista estaba borrosa pero poco a poco parecía recuperarse. Veía varias siluetas a su alrededor aunque le costaba orientarse. ¿Dónde estaba? Poco a poco fue recuperando sus últimos recuerdos.

-Hola Bella Durmiente. Parece que el cloroformo te hizo demasiado efecto.- Dijo un individuo mientras poco a poco se le acercaba.

Amy no sabía su nombre pero lo conocía perfectamente. Recordaba perfectamente esa cabeza calva, el origen de esa cicatriz que le cruzaba el rostro. Aunque su vista se iba definiendo, había algo raro en todo ello, su dolor de cabeza no cesaba y lo veía todo distorsionado. Tardó unos segundos en percatarse que no se trataba de ningún efecto del cloroformo, simplemente colgaba boca abajo, atada a una viga del techo de una habitación sin ventanas. Ahora entendía el mareo y porque lo veía todo inverso.

Mientras el Calvo se acercaba, la heroína observó su alrededor. Por alguna extraña razón, se sorprendió ver que aún conservaba su máscara y su uniforme. La estancia dónde estaba era una habitación amplia y fría, en algunas paredes había manchas de humedad, el suelo estaba sucio y el único mobiliario era una mesa en un rincón, en la que había varios objetos que ella no pudo identificar.

Pero lo que rápidamente captó su atención fue una extraña estructura en forma de X firmemente sujeta a la pared. En ella estaba esposada una desnuda Claire. La pelirroja le lanzaba una extraña mirada que transmitía decepción y deseo a partes iguales. Por la forma en que la chica se contorsionaba y jadeaba, Amy dedujo que estaba bajo el efecto de alguna sustancia. La piel de Claire tenía un singular brillo bajo la luz de los fluorescentes, un brillo que el simple sudor no daba. Entonces Amy recordó lo que, meses atrás, esa misma banda había usado con ella para excitarla ante determinado cliente. También recordó lo que le sucedió una noche de navidad.

-¿Qué le has hecho maldito?- Grito Amy dirigiendo un escupitajo a la cara del Calvo.

El individuo no pudo evitar una carcajada al ver como el escupitajo, en lugar de dirigirse hacia él, salió débil y se adhirió al largo y sedoso pelo de la chica que rozaba el suelo.

-Patética.- Dijo el individuo, contemplando como la ninja intentaba liberarse inútilmente.- Y pensar que hace unos meses tu solita casi acabas con todo mi negocio.

-En cuanto a tu amiga, no le hemos hecho nada… Nada que no te hiciéramos a ti en su momento- Añadió con una sonrisa al ver que la chica finalmente cesaba en sus intentos. Su cuerpo aún estaba demasiado aturdido para conseguir desatarse sus pies.

-Por cierto, ¿quién es ella? es una especie de aprendiz tuya? Entrenáis juntas? Jugáis a ver quién es más fuerte, a ver quién de las dos consigue dominar a la otra?

-¡Basta! La habéis untado con ese viscoso afrodisíaco ¿Verdad?- Dijo desafiante la ninja.- Ese maldito aceite que de alguna forma conseguís de algún gremlin. ¿Me equivoco?

El Calvo se sorprendió ante la deducción de la heroína, aunque instantes después una sonrisa afloró en su rostro.

-Vaya vaya, ¿y como sabes tu eso? Acaso… ¿te topaste con alguna de esas criaturitas? Cuenta… cuéntanos… ¿qué hicieron contigo?- Dijo divertido el tipo mientras acercaba su mano a la pelvis de la chica, acariciando su pubis a través del flexible traje de malla mientras poco a poco, presionaba sus dedos hacia dentro de su vagina.

Amy lamentó haber pronunciado sus últimas palabras. Una mueca de sorpresa interrumpió sus pensamientos al notar como a través de su tejido, los dedos del tipo penetraban fácilmente en su vagina. Aquello reveló a la ninja que bajo su uniforme, no llevaba ropa interior. “¿Qué me habrán hecho mientras estaba inconsciente?” Pensó.

La rabia de apoderó de la ninja, que intentó golpear con sus brazos al Calvo. Pero entre el mareo por estar boca abajo y el efecto aún del cloroformo sobre su cuerpo, el golpe fue débil, demasiado débil para hacerle daño. Ahora la chica comprendía porque no se habían molestado en sujetarle las manos. Aquello divirtió aún más al Calvo, que retiró su mano del cuerpo de la ninja.

-Chicas, tengo algún asunto que atender, os dejo solas. Portaros bien.- Dijo él mientras abandonaba la habitación y cerraba la puerta. Sí, aquello podría ser divertido, muy divertido.

Se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada y caminó un rato por un estrecho pasillo hasta un pequeño despacho. Tenía asuntos que tratar con su socio, gracias al cual había podido reflotar su “negocio”. Sabía perfectamente que Shadow Angel no tardaría en librarse de sus ataduras, pero contaba con ello. De hecho, un televisor de alta definición en el despacho emitía a través de una cámara todo lo que sucedía en esa amplia celda. Sí, a él siempre le había gustado más mirar. La acción, la dejaba para sus clientes, quienes pagaban auténticas fortunas para hacer lo que desearan con “sus chicas”.

En la celda

Amy tardó aún varios minutos en recuperar su flexibilidad, y entonces no le fue difícil librarse de sus ataduras. Pese a su atractiva figura, la ninja tenía un cuerpo atlético y fuerte. Era perfectamente capaz de doblarse sobre su barriga y conseguir que sus manos tocaran sus atados pies. Algo que sólo quién tenía años de duro entrenamiento a sus espaldas podría lograr. Una vez libre, su preocupación inmediata fue liberar a Claire.

Buscó en la habitación cualquier objeto que pudiera servirle para liberar a su amiga de las esposas. Salvo un grifo con un cubo lleno de agua, en la habitación no había otra cosa que una mesa llena de diversos juguetes sexuales, pinzas, cables, una pequeña batería y… ¿un juego de llaves?

Extrañada, Amy decidió probar con las llaves, que, pese a no servir con la cerradura de la puerta, encajaban perfectamente en las esposas que sujetaban a Claire. No fue hasta que liberó a su amiga, que la ninja se percató que tal vez, había actuado de forma demasiado impulsiva.

Claire, de la misma forma que Amy meses atrás, se encontraba bajo el pleno efecto del afrodisíaco. La pelirroja llevaba horas esposada a esa estructura en forma de X sin que nadie aliviara su deseo sexual. Y ahora, libre, se abalanzó sobre la única persona que podía satisfacer su intenso deseo.

Varias cosas pasaban por la mente de Claire. El afrodisíaco, había convertido la intensa admiración que sentía hacia Shadow Angel en un intenso deseo de dominarla y hacerla suya. Por otro lado, al ver como su ídolo había sido fácilmente capturada, le producía una severa decepción. Decepción que deseaba canalizar enfrentándose a Shadow Angel, deseaba que la venciera con facilidad, que demostrara que era la imbatible luchadora que Claire tanto admiraba. Aunque otro rincón de la mente de Claire deseaba otra cosa, ser ella quien venciera a su adorada heroína, demostrarle que no era la mejor, quería preguntarle que se sentía al ser derrotada por una chica cualquiera. Quería ver como le imploraba que no le quitara la máscara, quería que se sometiera a ella.

Amy aún aturdida, reaccionó con rapidez ante la embestida de Claire. Intentó razonar con ella pero era imposible. Ella había sentido en su propia piel el intenso deseo que ahora controlaba a Claire. Amy también sabía que su habilidad era muy superior a la de su amiga. La japonesa llevaba años de entrenamiento en artes marciales. Claire tan solo unos meses. Perolo último que deseaba era hacer daño a su amiga, y eso limitaba muchos de sus movimientos de ninjutsu.

Así que se centró únicamente en aquellos movimientos que le permitieran inmovilizar a Claire sin lesionarla. La ninja tenía otro inconveniente, el mareo por estar tanto tiempo boca abajo aún no había desaparecido del todo, sus músculos aún hormigueaban por el efecto del cloroformo. Eso la ponía casi al mismo nivel que Claire.

La pelirroja por otro lado, no se contenía en su lucha. Su deseo de vencer y hacer lo que quisiera con su admirada heroína la llenaba de una sorprendente energía. Sus movimientos eran mucho más rápidos y fuertes de lo que Amy esperaba. Sus golpes contundentes. Shadow Angel sólo se defendía, Claire no cesaba en atacar.

Mikoto Amy estaba sorprendida por el ímpetu de su amiga. A medida que la adrenalina se apoderaba de ella, desaparecía el efecto del cloroformo, pero aún así, tenía que reconocer que el estilo de lucha de Claire era francamente bueno. La aceitosa piel de Claire tampoco ayudaba para nada a Amy. Todas las veces que había intentado sujetarla, la pelirroja se había escurrido de su agarre, como un pez recién capturado. Las manos de Amy pronto quedaron también pringadas por el dichoso aceite. La japonesa pronto se dio cuenta que la única alternativa para finalizar la lucha pasaba por dejar inconsciente a su rival.

Clarie atacó con furia a la heroína, movimiento que la ninja esperaba y reaccionó en consecuencia. La pelirroja vio como el antebrazo de la ninja la sujetaba fuertemente del cuello. Sabía que en cuestión de segundos la dejaría inconsciente e intentó un movimiento desesperado. Claire levantó sus piernas e impulsó todo su peso hacia atrás, intentando desequilibrar a la ninja.

Amy, que esperaba algo así, dio un pequeño paso hacia atrás para contrarrestar el movimiento de Claire. Pero, para su sorpresa, el resultado no fue el esperado. Shadow Angel no llevaba sus confiables botas tácticas, cuya adherencia al suelo no tenía parangón en el mercado. Ahora luchaba con sus pies desnudos. Desnudos y sudados por el estrés de la lucha, sudor que sentenció la pelea. El pie, en lugar de adherirse firmemente en el suelo, patinó ligeramente en las polvorientas baldosas del suelo. Con una mueca de desesperación, la ninja no pudo hacer nada para evitar caer de espalda contra el suelo, con su amiga firmemente sujeta encima suyo. Cuando su espalda golpeó el suelo, su agarre sobre el cuello de Claire se debilitó, permitiendo a la chica escapar con facilidad de él.

Claire no desaprovechó la oportunidad. Su habilidad no era comparable a la de la ninja, pero la pelirroja sabía perfectamente como incapacitar a su rival.

A Amy se le escapó un grito cuando notó dos rápidos y contundentes puntos de presión en sus brazos, seguidos de un intenso dolor muscular. Situada encima suyo, Claire sonreía. Shadow Angel intentó apartar a su enemiga pero sus brazos no le respondían, tenía los músculos completamente agarrotados y era incapaz de ejercer ningún tipo de fuerza con ellos.

Claire no era dueña de si misma, mientras calmaba su intenso deseo frotándose con los muslos de la ninja, con varios manotazos apartó los débiles brazos de la heroína, sujetándolos firmemente por encima de su cabeza con una mano, mientras con la otra intentaba arrebatar la parte superior de su oscuro uniforme. A medida que la suave piel de la japonesa se iba revelando, Claire dirigió su rostro hacia la fina barriga de la heroína. Hundiendo su cabeza en ella, mordisqueando bruscamente su piel, succionando su ombligo, mientras con ambas manos terminaba de quitarle esa pieza de ropa.

Amy observó como la mirada de Claire cambiaba al desvelarse, antes de lo previsto, sus firmes y hermosos pechos. La pelirroja le dirigió una mirada lasciva y traviesa.

-¿Ya no usas ropa interior? Vas de heroína cuando en el fondo no eres más que una furcia.

Amy no respondió a ello, sabía que Claire no iba a escuchar ninguna excusa. Tampoco es que hubiera podido articular muchas palabras porque al cabo de unos instantes volvió a gritar de dolor. La pelirroja le estaba pellizcando fuertemente los pezones.

-¿Te gusta eso? Porque a mi me encanta escucharte gritar.- Dijo para acto seguido dirigir su bonita boca a los endurecidos y doloridos pezones de la ninja.

Las suaves succiones de Claire calmaron el dolor que sentía, pero al cabo de poco volvió a gritar. Había dejado de succionar para morder con pasión uno de sus pezones, como si fuera una golosina. Amy intentó implorarle que parara pero la mirada de la pelirroja no dejaba lugar a dudas, disfrutaba enormemente con ello y no iba a parar.

La heroína decidió usar el único recurso del que disponía, sus piernas. Con varios rodillazos consiguió quitarse a su amiga de encima. Se incorporó, no sin dificultad, intentando recuperar el aliento. Aún le dolían los brazos pero tal vez, si lograba mantener la suficiente distancia con su adversaria, pudiera recuperarse.

Claire no le concedió ni un segundo de tregua. Saltó como una furia encima de la semidesnuda ninja, derribándola de nuevo contra el suelo. Esta vez, Amy tumbada boca abajo y Claire encima suyo. Cuando la ninja intentó incorporarse, la pelirroja tiró fuertemente de sus mallas, revelando con facilidad el lindo trasero de su heroína favorita. Amy soltó otro chillido al notar los fuertes dientes de Claire morder su trasero como si intentara devorar una manzana. La chica estaba frenética y sería muy capaz de hacerle daño de verdad si Amy no le daba lo que quería.

-¡Basta! por favor.- Le imploró. Aquellas palabras sonaron como música a los oídos de Claire.

-¿Te rindes?- Preguntó Claire con una mueca lasciva en su rostro.

-Si… me has ganado… me rindo.- Jadeó la heroína pensando que, si dedicaba unos minutos a calmar el deseo sexual de Claire, la actitud de su amiga mejoraría.

Claire insistió en ello.

-¿Admites que soy mejor que tú? ¿Que no eres más que una sucia ramera?- Le preguntó contemplando la sucia piel cubierta de polvo y mugre de la ninja.

-Eres superior a mí, no puedo vencerte. No soy más que una putita que juega a ser la heroína pero que en el fondo quiere ser derrotada.- Las palabras salieron solas de la boca de Shadow Angel.- ¿Por qué crees que no llevaba ropa interior?

Por alguna razón, ahora que Claire había dejado de morderla y hacerle daño, la situación de verse dominada por su amiga, que hubiera logrado derrotarla en una pelea, estaba excitando a Amy. La japonesa quería creer que era porque su cuerpo había absorbido parte del aceite afrodisíaco que impregnaba la piel de su amiga.

Quería creer eso, porque la otra explicación, implicaba que había más verdad en las palabras que acababa de pronunciar de la que la heroína estaba dispuesta a admitir.

-Muy bien, putita derrotada. Ahora dime, ¿qué va a pasar contigo? ¿qué voy a hacer?- Inquirió la pelirroja mientras no cesaba de frotar su entrepierna por el cuerpo de Shadow Angel.

-Lo que quieras, puedes hacer lo que desees conmigo. Sabes que no puedo oponerme a nada.- Respondió la ninja con un tono sincero y excitado mientras notaba como los húmedos labios vaginales de Claire recorrían su muslo.

Claire se levantó y acercó su pie desnudo a la boca de Amy, deleitándose al ver como la heroína, sin necesidad de que le dijera nada, abría la boca y empezaba a lamer, uno por uno, los bonitos dedos de su pie. Su sensación de victoria era casi total.

-¿Todo lo que yo quiera?- Insistió Claire.

-Todo, puedes hacer con mi cuerpo absolutamente todo cuanto gustes. Soy tu prisionera.- Respondió Shadow Angel.

Aquellas palabras cambiaron la perspectiva de Claire. Pese a su total excitación, ya no deseaba un orgasmo rápido, no. Ahora deseaba recrearse en el momento, someter a su admirada heroína de todas las formas imaginables. Mientras agarraba a la ninja por el pelo, resistió la tentación de quitarle la máscara, la última pieza de ropa que le quedaba. Ya habría tiempo para eso, ahora deseaba someter a la heroína, no a la chica que había detrás de la máscara.

Sin apartar la mirada de la mesa con los diversos “juguetes”, Claire se levantó y tirándola del pelo, obligó a Shadow Angel a incorporarse de rodillas, obligándola a desplazarse hacia la cruz en forma de X.

Amy, entre aturdida y excitada, no hizo nada para evitar que Claire la esposara en la misma estructura dónde minutos antes se encontraba indefensa la pelirroja. Por unos instantes la ninja se olvidó dónde estaba, y se dejó hacer, como si aquello no fuera más que un juego erótico entre ella y su amiga en la tranquilidad de su apartamento. Pronto se dio cuenta de que, tal vez, debería haberse resistido un poco más.

Claire contempló a su admirada heroína completamente indefensa, a su plena merced. Contemplando su cuerpo desnudo, cubierto de polvo y suciedad, recordó a alguien, aunque apartó esa idea de su mente. La voz no era la misma, además, Claire estaba demasiado excitada como para pensar demasiado. El ansia le podía, quería hacer suya a Shadow Angel. Antes de dirigirse a la mesa, reparó en el cubo de agua. Lo levantó y arrojó de golpe el agua por encima de la cabeza de la derrotada chica.

La heroína no pudo evitar un chillido al notar el contacto de la fría agua sobre su cuerpo. Claire, contempló encantada como el agua desplazaba la suciedad de su cuerpo, como el frío líquido endurecía los pezones de la esposada chica y erizaba toda su piel. Sin tanta suciedad, Shadow Angel volvía a parecerse a la heroína a la que tanto admiraba, y que ahora mismo tanto deseaba someter.

La pelirroja se dirigió a la mesa, había un montón de objetos sexuales, dedicó unos segundos a escoger con cuál empezaría. Y al final, se decantó por el menos obvio.

Amy había intentado liberarse de las esposas sin éxito alguno, y agotada, había cerrado los ojos durante unos segundos, intentando pensar en cómo podría salir de esa situación. Un repentino dolor en los pezones le hizo abrir los ojos repentinamente. Sorprendida, vio como Claire había colocado una pinza conectada a un cable en cada uno de sus pezones. Antes de que la ninja pudiera protestar, la pelirroja le insertó un grueso consolador de goma en la boca.

Al ver lo que su amiga pretendía hacer, entre lágrimas y gemidos intentó implorarle que se detuviera. Completamente impotente, vio como ella, ajena a sus súplicas, conectaba los cables a una pequeña batería. El cuerpo de Amy se estremeció de dolor. La descarga era de poco voltaje, insuficiente para dejarla inconsciente o causarle lesiones, pero suficientemente potente para hacer que el dolor recorriera cada rincón de su cuerpo.

Claire contempló como su admirada heroína se contorsionaba, como imploraba con los ojos que se detuviera. Ella nunca se había considerado una sádica, pero el hecho de haber derrotado a su tan admirada heroína, el hecho que Shadow Angel se hubiera sometido a su merced, había despertado en ella cierta pasión por verla sufrir. Quería ver como Shadow Angel le suplicaba, le imploraba. Nada le causaba tanto placer como sentirse superior a la heroína, saber que ella no podría impedir nada de lo que quisiera hacerle. Saber que únicamente le podría rogar, suplicar e implorar que se detuviera. Sí, la excitación que eso le provocaba, convertía a Claire en una persona muy distinta a la que era.

Pasados unos segundos, que para Amy parecieron horas. Claire desconectó los cables, para, justo después de ver como la heroína la miraba aliviada, volverlos a conectar. Aquello la divertía. La ninja mordió con fuerza el grueso consolador mientras el dolor recorría de nuevo su cuerpo, para instantes después, detenerse

Y Shadow Angel imploró, suplicó de mil formas distintas a su victoriosa y sonriente amiga. Había sido derrotada varias veces, pero nunca pensó que llegaría a humillarse tanto ante una compañera de clase. No eran las descargas lo que más le dolía, sino saberse a merced de alguien a quién conocía, haber sido derrotada por una chica normal y corriente.

Claire contemplaba divertida como la heroína intentaba expresarse, balbuceando, con el grueso objeto de goma en su boca. Entendía perfectamente las palabras de la ninja, pero le gustaba actuar como si no la entendiera, deleitándose al ver como la cautiva repetía, una y otra vez, humillantes palabras.

En un momento dado, debido al exceso de saliva acumulado en su boca, el consolador resbaló y cayó al suelo.

Claire contempló a la derrotada heroína, resbalando saliva por la comisura de los labios, implorando que se detuviera, que haría cualquier cosa que le pidiera. La pelirroja decidió dejar a la ninja que se terminara de humillar sola durante unos instantes más. Finalmente, decidió que había sido suficiente y retiró las pinzas.

-Gra…gracias.- gimió Amy al ver como su amiga alejaba finalmente esa maldita batería.

-¿Qué pasa?- Dijo Claire burlona.- ¿No me dijiste que podía hacer contigo lo que deseara? ¿No habrás cambiado de repente de parecer, verdad?

-N…no.- respondió Amy, notando como Claire acercaba las manos a su entrepierna.- Soy tuya… toda tuya… hazme cualquier cosa.

-¿Incluso conectarte de nuevo esos cablecitos?- Respondió Claire con una sonrisa cruel en el rostro.

Amy suplicó de nuevo, implorando que le hiciera cualquier cosa menos eso. La pelirroja, ciertamente se había cansado de ello, pero le gustaba ver como se había asustado la heroína ante la perspectiva de una nueva descarga. Mientras la escuchaba suplicar, con sus manos recorría suavemente el cuerpo de su cautiva. Una sonrisa afloró en la cara de la pelirroja al notar la entrepierna de la heroína humedecida.

-Tanto suplicar… ¿y resulta que te ha gustado y todo?

Amy no respondió, demasiado humillada se sentía para articular palabra. No entendía lo que le ocurría a su cuerpo. Cierto era que, pese al dolor de las descargas, su libido se había estimulado. Se había excitado mientras Claire la torturaba. Un sonoro bofetón por parte de Claire la devolvió a la realidad.

-¡Responde, puta! ¿Por qué me suplicabas que parara, si en cambio tu cuerpo dice otra cosa?

Amy ni siquiera comprendía porque su cuerpo la había traicionado de esa forma, aún así, sus palabras salieron solas.

-Porque en el fondo, del dolor al placer sólo hay un pequeño paso. Me gusta sentirme dominada, saberme totalmente a merced de quién me ha derrotado. Me gusta ver como mi cuerpo es objeto de deseo de mi vencedor.

Aquellas palabras encendieron a Claire en sobremanera. La tenía totalmente derrotada y humillada. La pelirroja ya poco podía hacer para resistir el intenso placer que aquello le producía, todo su cuerpo le imploraba un orgasmo. Se dirigió a la mesa, seleccionando un grueso consolador doble. Sí, quería derretirse de placer mientras penetraba a Shadow Angel.

Amy no pudo evitar un gemido al notar como su amiga la penetraba con el grueso juguete. Claire nunca había gozado tanto, había derrotado a Shadow Angel en combate, la había sometido y ahora la estaba penetrando dándose un intenso placer. Sus manos recorrían la húmeda piel de la ninja, masajeando sus doloridos pechos, sus labios llenaban a la japonesa de chupetones y pequeños mordiscos. Aquello no parecía importunar a la heroína, que no cesaba de jadear de placer.

Mientras ambas féminas se fundían en un intenso clímax, Claire se fijó por primera vez en un pequeño detalle. Un diminuto tatuaje que Shadow Angel llevaba en el pubis. Retirando el consolador, acarició el tatuaje con la mano, contemplándolo detenidamente. Una detallada huella de gato. Ella sólo conocía una persona que llevara un tautaje así, aquello no podía ser casualidad.

Mikoto Amy se dio cuenta demasiado tarde de lo que copaba la atención de su amiga. Agotada por el clímax y la pelea, no se dio cuenta de las intenciones de la pelirroja hasta que se vio despojada de repente de su máscara, revelando su rostro desesperado.

Claire arrojó la máscara al suelo mientras, sorprendida contemplaba el rostro de su amiga. El cuerpo de Amy temblaba de nervios, tantos meses ocultando su identidad a sus amigos, y no habían servido para nada. Claire con las manos en su rostro la contemplaba sorprendida, balbuceando cosas inconexas. Cuando, desesperada, trató de localizar las llaves de las esposas para liberar a su amiga, la puerta de la sala se abrió. El Calvo entró junto con otros tres tipos que, rápidamente sujetaron a una Claire aún en shock.

-Creo, chicas, que ya os habéis divertido suficiente. Y veo que sobran las presentaciones.- Dijo divertido mientras contemplaba, alternativamente, a ambas chicas.

-¿Qué vas a hacer con nosotras?- Inquirió Amy mientras contemplaba como Claire se debatía, inútilmente, de los tres tipos que, sujetándola fuertemente, la estaban esposando.

-¿Tu que crees?- Respondió divertido.

-Me tienes a mí, a ella suéltala, no tiene nada que ver con eso.- Respondió Amy mientras los otros tipos amordazaba a una desesperada Claire, evitando que gritara.

-A ti ya te tuve una vez, y la cosa no acabó muy bien. ¿Por qué esta vez tendría que ser diferente?- Dijo pensativo el Calvo.- Tu amiga en cambio, parece más manejable.

-Suéltala y trabajaré para ti, voluntariamente, sin trucos. Conoces mi identidad, ¿no te basta con eso?

El Calvo meditó unos segundos. Francamente ahora tenía una posición mucho más fuerte frente a la heroína, y eso que ella aún no lo había visto todo. Por otro lado, su última experiencia lo hacía ser precavido ante la perspectiva de tenerla encerrada. Pese a su bonito cuerpo, y su indefensa situación, sabía muy bien de lo que era capaz la ninja. Se acarició la cicatriz de su rostro. No, esta vez no iba a correr riesgos.

-Tu amiga se queda, será garantía de tu buen comportamiento.- Dijo mientras contemplaba a una sollozante Claire.

La pelirroja, una vez su clímax había disipado momentáneamente los efectos del afrodisíaco, se daba cuenta de lo desesperada de la situación en que estaban. Lamentaba enormemente su comportamiento minutos antes, y sollozaba. Lloraba ante la impotencia de no poder hacer nada, de ver como su amiga, y admirada heroína se entregaba a ese asqueroso individuo. Y todo porque ella se lo había puesto en bandeja.

Amy callaba. Su mente intentaba desesperadamente buscar una salida a esa situación, pero por mucho que se esforzaba, no encontraba ninguna.

-Admítelo, no puedes ganar siempre.- Dijo el Calvo con una sonrisa.

No, esta vez no había salida. Si al menos pudiera salvar a Claire… Al ver cómo se la llevaban, Amy hizo una propuesta desesperada al Calvo.

El tipo, frotándose la cabeza, meditó unos instantes al respecto. No, encerrarla no le parecía una buena opción. Sabía que la ninja, tarde o temprano terminaría encontrando una salida. No deseaba para nada tenerla retenida en su base de operaciones. Era una chica demasiado peligrosa y esta vez no quería riesgos, había demasiado en juego. Por otro lado, la inesperada propuesta que le hacía la chica era francamente interesante y no podía pasarla por alto… Tal vez con el aliciente adecuado podría sacar de Shadow Angel mucho más jugo del esperado…

Amy vio como el Calvo, sin decir palabra, abandonaba la habitación, dejándola sola en sus pensamientos. Pese a todo lo que había sucedido, Claire seguía siendo su amiga. Sabía, por experiencia propia, que su comportamiento había sido causado exclusivamente por el afrodisíaco, o al menos eso quería creer.Pese a todo, haría cualquier cosa para sacarla de allí, incluso lo que ella misma había propuesto al Calvo.

Al cabo de unos minutos, el Calvo volvió a entrar, llevando una tablet consigo.

-He hablado con mi socio. Pese a que él parece tener cierto interés personal y otras ideas para tí, finalmente lo he convencido. Atenta a lo que vas a ver ahora, son imágenes de cuando estabas inconsciente.

Los ojos de Amy se abrieron como platos al ver lo que habían hecho con ella mientras estaba bajo los efectos del cloroformo. Con la máscara puesta, sin la máscara, mostrando su rostro y su cuerpo con todo detalle… Se veía en las más humillantes situaciones. Las lágrimas surcaban sus mejillas.

-¿Lo ves? Ahora imagínate que esto saliera a la luz. Un desliz tuyo, y eso terminará inmediatamente, no solo en todos los periódicos, sino también ante el consulado japonés y a tu familia. ¿Cómo crees que se lo van a tomar tus padres cuando vean a su “innocente” hijita en esas no tan inocentes situaciones?- Dijo divertido, sabiendo que la tenía completamente en sus manos.- ¿Sabes? Ser alguien famoso no siempre es positivo. Además, piensa también en tu amiguita.

Mikoto Amy asintió a todo lo que le dijo el Calvo. Como si tuviera otra opción, asintió también a la contrapropuesta que le hizo. El tipo desapareció, volviendo minutos después con un frasco de cloroformo.

-Venga, ya sabes como funciona eso.- Dijo mientras le acercaba el cloroformo al rostro.

La chica tan solo tardó unos instantes en quedar completamente inconsciente, las esposas impidieron que se viera de bruces contra el suelo.

Horas después.

-Venga chica, despierta.- Un par de bofetones sobresaltaron a Amy. Aturdida observó su alrededor. Estaba en el asiento del copiloto de un coche deportivo, circulando en pleno centro de la ciudad.

Afortunadamente, aún faltaban un par de horas para el amanecer y no había demasiados transeúntes por la calle. Aún así, Amy intentó cubrir su desnudez, le avergonzaba la perspectiva que alguien pudiera verla.

-No te hagas la recatada ahora.- Dijo el Calvo mientras conducía.- Dime, ¿dónde te dejo?

Amy tardó varios segundos en responder. Finalmente, le dijo una ubicación, no demasiado lejos, pero tampoco demasiado cerca de su bloque de apartamentos. El tipo detuvo el coche.

-Al menos dame algo de ropa par cubrirme.- Imploró la chica antes de bajar.

-¿Qué pasa, ahora vas de chica tímida? ¿Después de lo que tu y tu amiga hicisteis? No, así luces bien.

-Necesito mi garfio, sin él no puedo llegar a mi piso.- Suplicó, aunque inmediatamente lamentó haberlo hecho. Lo único que había conseguido era divertir más aún a ese despreciable individuo.

-¿Y qué, acaso es mi problema? No no, así vas bien, eres una chica espabilada, seguro que encuentras una manera… Aunque así “vestida”… seguro que no tienes dificultada para encontrar un alma caritativa que te acoja en su casa por una noche.- Respondió divertido.

Amy se percató de que aquella conversación no llevaba a ningún sitio y, haciendo de tripas corazón, se dispuso a salir del coche aprovechando que la zona se veía desierta. Antes de salir, el Calvo la detuvo, entregándole un teléfono móvil.

-Tenlo siempre a mano.- Le dijo.- Lo usaremos para darte las indicaciones. Y recuerda, de ti, y sólo de ti, depende el bienestar de tu amiga.

Y acto seguido el coche arrancó, dejando a la japonesa, temblando de nervios en la oscura y fría calle. Totalmente desnuda y sosteniendo en sus manos el teléfono que le habían entregado, pensando si realmente habría alguna forma de revertir la situación en la que se había metido.

Ocultándose entre las sombras, intentó evadir, sin demasiado éxito, a la gente que se encontraba en la calle. Escapando de una pandilla que intentó alcanzarla, se vio de bruces contra un indigente al que le alegró la vista. Evitando unos chicos que pretendían hacerle fotos con sus teléfonos, se adentró en un callejón, tropezando torpemente con un borracho tumbado. Pese a todo, finalmente, logró llegar a su edificio. Forzar la puerta de entrada no fue difícil. Asunto distinto era la puerta de su apartamento.

Para evitar riesgos, Shadow Angel nunca salía con las llaves del piso, aprovechaba su garfio para entrar y salir por la ventana a través de la azotea. Desnuda como estaba, llamar a un vecino o usar el teléfono para avisar a un cerrajero no era ninguna opción. Sólo le quedaba una alternativa, que implicaba poner su cuerpo al límite.

Usando el ascensor, llegó hacia la azotea. Se encaramó y, por unos segundos miró hacia abajo. Su ventana estaba justo debajo, pero un paso en falso y vería su joven cuerpo estrellarse contra el asfalto de la calle. Sujetando el teléfono con la boca y conteniendo la respiración, se descolgó por la azotea, sujetándose con sus manos a la cornisa, sus pies volaban sin encontrar asidero. Su ventana estaba demasiado lejos para apoyarse en ella. Contó hacia tres y se desprendió. Su cuerpo descendió en caída libre durante unos segundos. Sus reflejos y entrenados músculos, pese al agotamiento, le salvaron la vida. Logró sujetarse a tiempo a su ventana, deteniendo con una brusca sacudida su caída libre. Había logrado llegar sana y salva a su apartamento.

Pese a que su cuerpo estaba sucio, lleno de mordiscos, chupetones y moratones, Mikoto Amy se tumbó en la cama sin pasar por la ducha. Mientras pensaba en Claire, no podía evitar que las lágrimas brotaran nuevamente de sus ojos. Pasó el resto de la noche, y todo el día siguiente, en vela, pensando en su situación. Tan sólo fue capaz de encontrar una posible salida, una en lo que se lo jugaría todo, y aún así no estaba enteramente convencida que pudiera funcionar. Pero debía intentarlo.

CONTINUARA

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