
LA DELGADA LINEA ROSA 4 La puerta terminaba de cerrarse; el sonido del metal golpeando el suelo retumbó en los oídos de la nerviosa chiquilla. Marco comprendió, con un dejo de ternura, la situación en la que se encontraba su aprendiz de atletismo que ahora se hallaba sin escapatoria. Y se hallaba sin escapatoria por que ahora, a juicio de él, no se iría con las manos vacías; no saldría de aquel lugar sin haberse follado a esa negrita que tanto se lo había insistido. Era muy tarde para arrepentimientos y se lo hizo saber tocando con los nudillos los […]