Viernes por la mañana. Universidad de Detroit

El tema del día en la universidad y en todo Detroit fue que por fin la prensa había publicado una fotografía del misterioso justiciero conocido como Shadow Angel. La foto había salido publicada en el periódico de la mañana y mostraba al misterioso personaje borroso y de espaldas. Pese a la poca calidad de la fotografía (tomada por una cámara de seguridad) se apreciaban unas curvas femeninas en su silueta. Mientras Amy comía con sus amigos, no hablaban de otra cosa.

– A mi me parece un ninja de esos. ¿Eso que lleva en la espalda no es una katana?- Dijo Mark intrigado.- Oye Amy, ¿no será una paisana tuya?

– Ja ja ja muy gracioso Mark. Qué pasa, ¿que todos los japoneses somos ninjas o es que no puede haber ninjas occidentales? ¿Has visto alguna vez un japonés haciendo de ninja en una pelicula de ninjas? No verdad? Todos son actores occidentales.- Replicó la japonesa un poco alarmada. Por suerte al menos Mark no había insinuado que la máscara de Shadow Angel podía esconder la identidad de Mikoto Amy

El grupo estalló en una carcajada al escuchar la divertida respuesta de Amy. La verdad es que les gustaba pinchar a la japonesa con todo tipo de tópicos asiáticos. A Amy no le molestaba y se reía de sus bromas tanto o más que sus compañeros.

Viernes por la noche. Zona industrial de Detroit

Una ágil figura de oscura ropa y rostro tapado por una máscara patrullaba ágilmente por una zona de almacenes abandonados, refugio habitual de malhechores y delincuentes. Un ruido en un callejón captó su atención. Sigilosamente Shadow Angel se dirigió hasta allí.

La ninja subió hasta el tejado de un almacén abandonado y oculta entre las sombras contempló la triste escena que sucedía en el callejón, alumbrado por una farola.

Siete pandilleros estaban apaleando a un pobre chico más joven que la heroína. Tendría poco más de 18 años y con su complexión flaca y baja estatura no era rival para los siete fornidos villanos. Uno lo tenía sujetado por la espalda mientras los otros seis, entre risas, se turnaban para pegarle puñetazos y patadas.

Los pandilleros no vieron lo que se les venía encima. Sin hacer ningún ruido una oscura figura saltó sobre ellos y con ágiles patadas y golpes de manos y codos derribó a los siete maleantes sin casi esfuerzo. Cuando vio a los pandilleros derrotados en el suelo, el chico aliviado miró a su salvadora, lágrimas de agradecimiento surcaban sus mejillas. Su pesadilla había terminado.

– Shadow Angel! Sabía que me rescatarías, no se como puedo agradecértelo.- Dijo el chico mientras se dirigió a la heroína y le dio un fuerte abrazo.

– No! Espera! Eso aún no ha terminado.- Protestó la ninja al verse inmobilizada por el agradecido abrazo de su rescatado. Pero ya era demasiado tarde, los siete pandilleros se habían levantado.

Uno de los pandilleros cogió un cubo de basura y golpeó con él a la heroína, para sorpresa del chico que aún la abrazaba. Shadow Angel cayó al suelo e inmediatamente cinco pandilleros saltaron encima suyo y empezaron a golpearla y a patearla ante la aterrorizada mirada del chico al que acababa de salvar.

En la pelea, los matones arrebataron a Shadow Angel su cinturón donde tenía sus gadgets y le quitaron su katana, la heroína des del suelo poco pudo hacer para evitarlo. Los cinco pandilleros disfrutaban propinando a Shadow Angel la paliza de su vida saboreando su victoria sobre la heroína. Pero la ninja tenía una habilidad de combate muy superior a los cinco pandilleros. Con un ágil juego de piernas la heroína derribó a dos de ellos y con un salto ágil se puso en pie, con un solo movimiento paró un puñetazo dirigido a su cara y retorció el brazo del sorprendido villano, empujándolo contra otro de los pandilleros cayendo los dos al suelo tras un sonoro cabezazo. El quinto pandillero sorprendido poco pudo hacer para evitar que Shadow Angel con un rápido golpe en su nuca lo dejara fuera de combate.

En menos de diez segundos la hábil ninja había dado un vuelco a la situación pasando de estar al suelo recibiendo una paliza a tener a sus cinco atacantes a sus pies fuera de combate. Un grito de alerta la hizo girarse rápidamente.

“Mierda” pensó la heroína. Los otros dos pandilleros, que no habían intervenido en la refriega sujetaban al chico amenazándolo con sendos cuchillos, uno apuntando al cuello del joven y otro a su pecho. Estaban a una distancia de cinco metros de la ninja, demasiado lejos para que Shadow Angel pudiera llegar a ellos antes que uno de ellos hiriera al rehén con su cuchillo.

– Quédate quietecita o le hacemos un segundo ombligo a tu amiguete.- Dijo el que parecía ser el líder de la banda mientras movía el cuchillo sobre la barriga del indefenso chico.

Shadow Angel se quedó quieta pero tensa y en posición defensiva, meditando sus opciones. Si no hubiera perdido su cinturón, no le hubiera sido difícil dejar a esos dos fuera de combate con un par de dardos tranquilizantes. Sin ninguno de sus gadgets a mano solo podía depender de sus habilidades físicas y ella sabía que no podía asegurar al cien por cien que el chico al que retenían saliera ileso.

No, en la situación actual no podía hacer nada, debería hacer ver que se rendía y esperar un mejor momento para liberar al chico. Shadow Angel levantó sus manos en señal de rendición. Los cinco pandilleros que había tumbado en el suelo poco a poco se iban levantando y la sujetaron firmemente por los brazos y las piernas. Aquello cada vez tenía peor pinta para la joven heroína.

Mientras los otros cinco la sujetaban fuertemente, la ninja vio como el que parecía el líder rodeaba el cuello del muchacho con alambre de espino, provocándole pequeñas heridas y anudaba una cuerda al improvisado collar espinoso. El chico, aterrorizado parecía una burda representación de un perro sujetado con collar y correa, salvo que en este caso el collar provocaba dolor al muchacho. “¿Qué pretende este sádico?” pensó la heroína manteniendo una mirada desafiante.

– No hagas daño al muchacho o te juro que te romperé el cuello. Me has visto luchar y sabes de lo que soy capaz.- Dijo Shadow Angel al líder.

– No te preocupes, ese muchacho no va a sufrir ningún daño, a no ser que me vea obligado a ello debido a un mal comportamiento tuyo.- Dijo el líder con una sonrisa en la cara.- Como ves, tengo a tu admirador atado como un perro, si tiro de la cuerda, las púas del alambre penetrarán en su cuello y se hará mucho daño, pudiendo incluso perforarse una arteria vital.

– ¿Qué quieres?- Dijo la ninja, aún firmemente sujetada.

– Ahora, ese chico que tanto te admira se va acercar hasta ti. Como soy una persona generosa, voy a hacer realidad el que estoy seguro que es su fantasía. El chico te va a desnudar, y tu como una buena chica vas a dejar que te quite la ropa. El menor gesto de resistencia por tu parte y voy a tirar fuertemente de esta cuerda y no respondo del daño que el collar pueda hacer a tu admirador.- Dijo el líder con una sonrisa victoriosa.

– Maldito! Me las pagarás.- Masculló Shadow Angel. La ninja sabía que no tenía opción debía seguir el juego del pandillero hasta que encontrara su oportunidad. En la situación actual era imposible vencer a la banda sin poner en peligro la vida del muchacho, algo que la heroína ni se planteaba.

“Todo por culpa de ese maldito abrazo de agradecimiento” pensó la ninja mientras notaba que los cinco pandilleros que la sujetaban aflojaban su presión. El chico, con lágrimas en los ojos se acercaba lentamente a su heroína, la que hasta hacía unos instantes era su salvadora y por culpa de su imprudencia había quedado a merced de esa banda. El líder de la banda, observaba atentamente con la cuerda bien sujeta. En sus ojos mostraba una determinación que Shadow Angel, no dudó en ningún instante que no dudaría en tirar de la cuerda aunque con ello matara al chico, al menor signo de resistencia por parte de ella.

– Lo… lo siento mucho… de verdad.- Dijo el chico entre sollozos cuando estuvo enfrente de la heroína.

– No te preocupes, todo saldrá bien, ya lo verás.- Dijo Shadow Angel para tranquilizarle, los pinchazos en el cuello al ponerle el collar no parecían graves a ojos de la ninja.

– Ahora haz lo que te han dicho, ya encontraremos una oportunidad para luchar.- Le susurró la ninja mientras le tendía las manos para facilitar que el chico le pudiera quitar los guantes.

Con manos temblorosas, el chico desabrochó los guantes de la ninja y se los quitó, recogiéndolos inmediatamente uno de los pandilleros. Luego el chico se arrodilló y lentamente empezó a desabrochar los cordones de las botas de la ninja mientras la miraba como implorando que hiciera algo para salvarlo de esa situación.

La heroína observaba impotente como el joven le quitaba sus botas con lentitud, como si quisiera darle tiempo para que ella hiciera algo. Pero ¿qué podía hacer Shadow Angel? Cualquier movimiento por parte de ella pondría en peligro la vida del chico y era un riesgo que ella no estaba dispuesta a asumir. Sus pies descalzos finalmente tocaron el frío asfalto del callejón.

Lentamente el chico subió sus manos y agarró la parte inferior de su máscara. Shadow Angel estuvo a punto de dar un grito de súplica cuando sonó la voz autoritaria del líder de la banda.

– No, la máscara no se la quites.- dijo para alivio de Shadow Angel.- No queremos follarnos a una putita cualquiera, quedemos gozar de la misteriosa heroína de la que todo el mundo habla. Esa máscara es lo único que la diferencia de una zorra barata.

Shadow Angel no sabía como tomarse esas palabras. Por un lado estaba aliviada porque no tenían interés en conocer su identidad. Ni siquiera sospechaban que tras la máscara pudiera haber una persona conocida y mucho menos imaginaban que pudiera ocultar una miembro de la familia real japonesa. Pero por otro lado, las palabras del líder eran toda una carta de intenciones sobre lo que sucedería a la heroína si no encontraba una forma de revertir esa situación de impotencia en que se encontraba.

El chico entonces dirigió sus manos hasta la base de la camiseta. Con lágrimas en los ojos parecía implorar a la heroína que hiciera algo, como si el chico quisiera evitar la humillación de la heroína por la que tanta admiración sentía. Shadow Angel, resignada, alzó los brazos para facilitar que el chico le quitara su oscura camiseta de manga larga y tela flexible. La heroína sintió la mirada lasciva que dirigían todos los pandilleros hacia su barriga desnuda y como miraban su escote y su top deportivo como si fuera una golosina. La ninja se fijó que el muchacho tampoco pudo resistir fijar su mirada en su generoso escote.

El chico se dirigió hacia las mallas oscuras de la ninja, antes de tocar la resistente ropa, no pudo evitar detener su mano en la barriga plana de la ninja, acariciando su fina piel. Una mirada de Shadow Angel lo hizo reaccionar y empezó a bajar la prenda. Los villanos situados detrás de ella no pudieron evitar una exclamación al ver como debajo de esas oscuras mallas la ninja llevaba un tanga negro, revelando a los pandilleros sus redondos y firmes glúteos antes de lo que ellos esperaban. El chico una vez retirada la prenda, se detuvo unos segundos a contemplar la hermosa figura de la heroína en ropa interior. Pese al dolor que le causaban las púas del collar, no podía evitar sentirse excitado al estar desnudando a su admirada heroína, su fantasía hecha realidad, aunque en unas circunstancias diferentes a la que él había soñado en sus fantasías.

– Eh! No te entretengas! Todos queremos disfrutar del espectáculo! Aún veo ropa por quitar.- Dijo el jefe de la banda que con un tirón de la cuerda devolvió al chico a la realidad.

El chico dirigió sus manos hacia el top de la heroína. Amy ya no veía en sus ojos esa mirada de lástima que había visto al principio sino otra mirada distinta, de deseo al ver como los redondos y firmes pechos de la ninja iba apareciendo a medida que levantaba su top.

Los pandilleros aplaudieron y silbaron cuando el chico retiró el top del cuerpo de Amy. Estaban rebosantes de excitación al ver como la chica que hacía unos instantes les había pegado una paliza ahora poco a poco se iba mostrando tal como vino al mundo.

Finalmente el chico, sin que nadie le dijera nada, bajó el tanga de Shadow Angel. El líder de la banda no pudo evitar una exclamación al ver su depilado pubis marcado con un tatuaje de una huella de gatito.

– Vaya vaya, sabía que estabas hecha toda una perrita. ¿El tanga, el chochito depilado y ese atrevido tatuaje forman parte del uniforme oficial de una heroína?- Preguntó burlón.

Amy no dijo nada. El hecho que vieran su cuerpo desnudo y su tatuaje la llenó de vergüenza. El contacto del aire frío de la noche con su piel desnuda le causó un estremecimiento que le puso la piel de gallina, para mayor deleite de todos los que la observaban. El chico aunque estuviera prisionero no podía evitar sentirse excitado ante la visión de su rescatadora completamente desnuda y a merced de la banda, dirigió sus manos hacia los senos de la chica pero el líder tiró de la cuerda y lo apartó.

– Quieto, no es tu turno.- Dijo con voz autoritaria mientras pasaba la cuerda a otro pandillero y se acercaba hacia la desnuda ninja, que con sus manos intentaba cubrirse lo mejor que podía.

“Muy bien Amy, ahora que estás completamente desnuda, ¿cómo te lo harás para salir de esta?” Pensó la chica.

El líder de la banda se detuvo a su lado y acercó su nariz a su cuello, como oliendo una presa. Sin llegar a tocarla dijo.

– Eres toda una perrita, ¿y sabes qué hacen las perritas? Buscan comida en los contenedores.- dijo mientras señalaba un contenedor cercano.- Quiero que como la guarra que eres vayas a cuatro patas hasta ese contenedor, te metas dentro y salgas con cualquier trozo de comida que encuentres.

Los pandilleros estallaron en carcajadas al oír la propuesta de su líder.

– Como te niegues, tu fan número uno lo va a pasar realmente mal.- dijo el líder mientras señalaba al chico al que un pandillero mantenía sujeto mientras con un cuchillo iba señalando partes de su cuerpo.

Amy pensó primero en negarse. No iba a humillarse de esa forma, estaba segura que el líder se marcaba un farol, necesitaban al chico vivo o se acabaría la fiesta con su prisionera, pero luego una idea pasó por su mente. “¡El contenedor!” seguro que allí dentro habría alguna cosa que pudiera usar contra esos matones, su maestro le había enseñado como convertir cualquier objeto corriente en un arma. Estaba segura que allí dentro encontraría un palo, una botella de cristal… cualquier cosa que le sirviera de arma.

Con la mirada fija en el líder, Shadow Angel se puso de rodillas y a cuatro patas se dirigió hacia el cercano contenedor mientras los varones la seguían con la mirada y marcaban cada paso que daba la chica con una palmada de manos.

Shadow Angel tuvo que hacer un gran esfuerzo para no llorar al verse humillada de esa forma, dando a esos matones precisamente lo que deseaban, un buen espectáculo. Tragándose su vergüenza llegó hasta el contenedor, un fétido hedor le llegaba desde dentro. La ninja evitando respirar, levantó la tapa y se metió dentro.

Los pandilleros no creían lo que acababan de ver. Shadow Angel, la heroína que durante unos meses había sido el temor de cualquier delincuente de Detroit se acababa de arrastrar desnuda ante ellos y se había metido en un contenedor de basura. Los pandilleros daban palmadas a su líder en señal de respeto por la brillante idea que había tenido.

Dentro del contenedor, Shadow Angel buscó y buscó, decepcionada no encontró ninguna botella, ni un palo, ni ningún objeto contundente que pudiera usar como arma, estaba a punto de darse por vencida cuando sus manos palparon un objeto duro. “Bingo” pensó mientras cogía un trozo de cristal roto acabado en punta y lo metía en su puño. “Seguro que esos depravados estarán más concentrados mirando mis senos que en pensar que esconde mi puño cerrado” pensó. Salió del contenedor sin haber cogido ningún trozo de comida “qué os jodan, os vais a llevar una sorpresa” pensó.

Asombrados, los pandilleros vieron como Shadow Angel volvía a emerger del contenedor. Su líder fue el único que se fijó en que no llevaba en su boca ningún trozo de comida.

– ¿Qué perrita, no has encontrado nada para comer?- Dijo burlón.

– Nada de nada, en ese contenedor solo habían cartones y bolsas de plástico.- Respondió la ninja mientras se acercaba a la banda y con un rápido gesto, casi imperceptible, lanzó el trozo de cristal hacía el cuello del rufián que sujetaba la correa del chico.

– Ahora! Huye!- Gritó mientras empezó a golpear al malhechor que tenía más cerca.

Aún desnuda, Shadow Angel era una luchadora difícil de vencer, los seis pandilleros se lanzaron encima suyo, intentando agarrarla, pero la ninja eludía todos sus intentos y golpes. Parecía que la heroína tuviera un millar de piernas y de manos. Pateaba y golpeaba a un ritmo frenético. Shadow Angel había recuperado el control de la situación hasta que un grito de dolor del chico la frenó en seco.

El pandillero que sujetaba la cuerda no estaba muerto como la ninja pensó, aunque de su cuello brotaba abundante sangre. El trozo de cristal no tenía suficiente punta o suficiente filo para llegar a cortar la arteria del villano, que con una mano sujetaba su cuello y con la otra tiraba de la cuerda ahogando al chico con el collar de púas. Un puñetazo de uno de los pandilleros en su barriga la dejó sin aliento y la derribó al suelo. Inmediatamente notó como el resto ponía sus botas encima suyo, inmovilizándola.

– ¡Esa zorra casi me corta el cuello!.- Gritaba el pandillero mientras sujetaba la cuerda.- Acabad con ella!

El líder de la banda se acercó a su compañero.

– Es sólo una herida superficial. Ja! buen lanzamiento perrita, casi te sales con la tuya. Lástima que ese trozo de cristal no estuviera más afilado.- Dijo el líder mientras sellaba la herida del otro con cinta aislante.- No te preocupes, sobrevivirás. Sujeta a ese mocoso que parece ser lo único que frena a nuestra perrita.

El líder de la banda se acercó a Shadow Angel que seguía en el suelo inmovilizada por los otros pandilleros.

– Vaya vaya, nuestra perrita nos ha intentado morder. Perrita mala.- Dijo mientras le propinaba una patada que volvía a dejar a la ninja sin aliento.

– A las perritas que no se portan bien, hay que castigarlas.- Dijo mientras le daba otra patada. Esta vez la heroína gritó de dolor.

– Para… por favor… me vas a matar.- Dijo ella entre balbuceos.

– Y tu casi intentas matar a mi amigo. Habrá que enseñarte modales perrita.- Dijo mientras le propinaba otra patada.

– Me… portaré… bien… lo prometo.- Dijo la dolorida heroína mientras intentaba coger aire.

– ¿Y qué hacen las perritas para demostrar que se portan bien?- Dijo el líder mientras apretaba su bota contra la cabeza de la ninja.

– ¿Guau… guau?- Derrotada, la heroína intentó imitar el ladrido de un perro.

Aquello provocó una carcajada en todos los pandilleros.

– Ja ja ja! No, pero es un buen comienzo.- Dijo el líder intentando aguantarse la risa.- Una buena perrita lame los pies de su amo! Así que ya estás limpiándome las botas con tu lengua.

Shadow Angel se sentía derrotada completamente, demasiado débil para luchar. Con sus ladridos había entregado su dignidad a la banda y ahora pagaría el precio. Sin pensarlo dos veces empezó a lamer las botas del odioso líder. Cualquier cosa con tal de evitar que la siguiera pateando como un saco.

– Bien bien perrita.- Dijo el líder satisfecho.- Vayamos a un lugar más tranquilo.

La pandilla condujo al chico, aún atado con la correa y a Shadow Angel, que se arrastraba a cuatro patas, hasta un cercano almacén abandonado. Mientras la ninja iba gateando, los pandilleros se turnaban para propinarle cachetadas y puntadas de pie en su trasero.

– Espabila perrita! Ven chucho!- Iban diciendo a modo de burla.

Shadow Angel entró en el almacén, un amplio espacio con algunas sillas y cajas tiradas. El pandillero herido se recostó entre unas cajas, mientras otro con la cuerda ataba al chico por el cuello a una biga del techo.

Amy vió como uno de los pandilleros cogía una fregona y con un cuchillo recortaba el palo de la fregona y se acercó a ella.

– Sujetadla fuerte.- dijo mientras se acercaba a la indefensa heroína con la fregona.

Cuatro villanos sujetaron firmemente a Shadow Angel por los brazos y las piernas. La heroína empezó a temblar de miedo ante lo que pretendía hacer el otro con esa fregona. Empezó a llorar cuando notó que le introducía el palo por el culo.

– Por favor… eso no… no me hagáis daño.- Suplicó la ninja entre sollozos, ante la divertida mirada de los otros dos.

– Ya está, la perrita ya tiene su colita.- Dijo divertido el pandillero que había introducido la fregona por su ano. Los otros estallaron en carcajadas y soltaron a la derrotada ninja.

Amy quedó temblando en el suelo unos segundos, el palo de la fregona en su ano le hacía daño, pero parecía que no iba a más, por un momento se había temido lo peor. “Tranquilizate, no les des lo que quieren, solo quieren humillarme, de momento no pretenden hacerme daño” se intentó tranquilizar la ninja mientras dirigía una mano a su culo para palpar la fregona.

– No no no, ¿qué pasa, no te gusta tu colita? Perrita!.- dijo el líder de la banda.- Ni se te ocurra quitártela o tendremos que metertela más profundamente, y entonces sí que vas a llorar de verdad. Eres nuestra perrita y como tal vas a llevar esa cola.

Amy obedientemente retiró su mano de su culo, y se quedó tumbada en el suelo aguantando el dolor y la humillación.

– ¿No está contenta la perrita con su colita nueva?- Preguntó burlón el pandillero que le había colocado la fregona.

– S..sí.- susurró Amy.

– No te hemos oído!- Gritó el líder.

– S.. sí… gracias por darle una cola a esa perrita.- Dijo Shadow Angel más alto.

Los pandilleros estallaron en carcajadas al escuchar su divertida respuesta. Con un simple “Sí” bien alto habrían tenido suficiente.

– ¿Y cómo agradecen las cosas las perritas?- Preguntó divertido otro pandillero.

-!Guau!… ¡Guau!… ¡Guau!.- Shadow Angel imitaba el ladrido de un perro mientras sacaba la lengua y movía su culito, haciendo balancear los flecos de la fregona.

Los pandilleros no salían de su asombro, la formidable Shadow Angel se estaba comportando delante de ellos como su mascota. A modo de burla uno a uno los pandilleros la acariciaron como si de un animal se tratara. Unos le palpaban la cabeza como si fuera un perrito, otro le masajeó la espalda, otro le tocaba el culito y apretaba el palo de la fregona. Shadow Angel seguía ladrando, sacando la lengua y moviendo el culo cuando se acercó el líder.

– Carai! Hueles como un auténtico perro mojado.- Dijo divertido al notar el hedor a basura que desprendía la ninja.

– Y todo eso lo hace por tí! Mira como se arrastra como una perra solo para evitar que te hagamos daño.- Añadió dirigiéndose al chaval que estaba atado por el cuello.

– Ven perrita! Acércate a él.- Dijo el líder señalando al chico. Shadow Angel a cuatro patas se dirigió hacia el muchacho, su boca quedó a la altura de sus genitales.

– Mira por dónde, la altura perfecta.- Se burló un pandillero.

– Mira perrita ese chico tiene heridas en el cuello. ¿Sabes por qué son? Son porque la perrita no se ha portado bien con nosotros y ha intentado hacernos daño. Qué le vas a decir al pobrecito?

– Lo… siento… antes me porté mal… ahora soy una perra buena.- Shadow Angel dió su respuesta casi sin pensar. Debajo de la máscara notaba sus mejillas ardiendo de la vergüenza que estaba pasando y las notaba húmedas por sus lágrimas de humillación.

– Porque no tienes un gesto de agradecimiento con el pobrecito? Que vea que la perrita ahora se va a portar bien.- Dijo el líder.

Amy empezó a lamer los zapatos del chico pero la voz del líder la detuvo.

– No no no, eso ya lo hemos visto… Seguro que el chico quiere algo un poco más… intenso!- Dijo mientras señalaba la entrepierna del muchacho.

Amy obediente se puso de rodillas, desabrochó los pantalones del chico, y le bajó la bragueta. Sus calzoncillos no disimulaban la erección del chico. Aún prisionero de aquella banda, con un alambre de espinos en su cuello y herido, el chico se sentía excitado al ver humillada a su heroína de esa forma.

Amy le bajo los calzoncillos y dudó un segundo. Aunque con anterioridad había tenido experiencias sexuales con hombres, nunca había practicado sexo oral con un varón. “No debe ser muy difícil, no morder con los dientes, solamente juego de labios y de lengua” pensó antes de meterse el pene del chico en la boca.

El chico, colgado de la biga, no pudo reprimir un gemido de placer al notar como su ídolo introducía su pene en su boca, era como en sus fantasías eróticas donde se imaginaba seduciendo a la heroína y llevándola a su casa. El olor a basura que desprendía Shadow Angel, lo devolvió a la realidad, no, aquella no era la Shadow Angel de sus sueños, aquella era una perrita y las perritas necesitan caricias. La Shadow Angel de sus sueños no olía a basura, la perrita sí. El chico cogió con sus manos la cabeza de Shadow Angel y la apretó contra sus genitales. La heroína sorprendida, casi se ahoga al notar entrar de golpe todo el pene del chico en su boca. Intentó protestar pero pensó que dada su situación era mejor no decir nada así que siguió chupando.

Pasados unos minutos el chico estalló de placer y se corrió en toda la boca de la ninja. Satisfecho vio como su leche se derramaba por la boca de la heroína, o mejor dicho, por la boca de la perrita. Shadow Angel hizo un ademán de escupir, pero otra vez la voz autoritaria del líder la detuvo.

– No! A las perritas les gusta la leche verdad?- Shadow Angel no tuvo ninguna duda sobre lo que tenía que hacer para tener a esa banda contenta, así que con un gesto de desprecio se tragó el semen del chaval.

A un gesto del líder de la banda, cuatro pandilleros sujetaron fuertemente a la ninja.

– ¿Qué te parece chico? ¿La perrita se ha portado bien contigo verdad? ¿Sabes que les gusta a las perritas? Que les hagan regalos.- El chico iba asintiendo mientras el líder le quitaba el collar del cuello y lo dejaba libre.

– Creo que ya no necesitaremos más ese collar. Además creo que ya te estaba haciendo daño.- Dijo el líder mientras se dirigía a una de las cajas.

El chico ya se había subido los pantalones y estaba limpiándose con agua sus heridas del cuello cuando apareció el líder llevando unas cadenas.

– ¿Sabes que les encanta a las perritas? Tener un collar nuevo. Venga pónselo.- Dijo el líder mientras le entregaba las cadenas al chico.

Shadow Angel sabía que ese era el momento que había estado esperando, era ahora o nunca. El chico estaba libre y no corría peligro, así que intentó liberarse de los pandilleros que la sujetaban. Pero para su sorpresa la agarraban más fuertemente de lo que ella imaginaba y sus intentos fueron en vano. Sus músculos no podían vencer la fuerza de los pandilleros, motivados por la excitación que sentían al ver como se comportaba la heroína. No estaban dispuestos a dejar que ella se escapara de ninguna manera. El trozo de fregona insertado en su culito la debilitaba, haciendo que tampoco contara con sus fuerzas al cien por cien. El chico se le acercaba con las cadenas.

– Aprovecha! Ahora! Huye y no te preocupes por mí ya encontraré la manera de escapar!- Le dijo Amy. Pero el chico no parecía hacerle caso, seguía acercándose a ella con una sonrisa en la cara.

El chico estuvo frente a frente con su admirada heroína, libre del alambre en su cuello, podía admirarla con más calma. Sin prisa desenrolló las cadenas, Amy vio que había cinco argollas. El chico cogió la argolla más grande y la ajustó firmemente en el cuello de la ninja, dejando el espacio justo para que no le privara la respiración. Un pandillero acercó al chico uno de los brazos de la heroína y él le colocó una argolla en la muñeca, luego lo mismo con la otra muñeca. Los pandilleros arrodillaron a Shadow Angel contra el suelo y el chico le colocó las dos argollas restantes en sus tobillos. Acto seguido los pandilleros dejaron de sujetar a la heroína y se alejaron unos pasos.

Al sentirse libre de los pandilleros el primer impulso de Amy fue levantarse rápidamente, pero un tirón en el cuello le impidió estar de pie. Escuchó a sus espaldas la risa de los pandilleros y “¿la del muchacho?”. Un escalofrío recorrió su cuerpo, nerviosa intentó ponerse de pie y tas vanos intentos comprendió el porque no podía.

La cadena que unía la argolla de su cuello con la de los pies apenas tenía más de un metro de longitud, la cadena que unía sus tobillos medía menos de medio metro, y la cadena que sujetaba sus muñecas debía medir medio metro, la cadena de sus muñecas además pasaba entre los eslabones de la cadena que unía la argolla de su cuello con las de sus tobillos. Aquellas cadenas estaban diseñadas para limitar al máximo los movimientos de la persona esposada. Tras varios intentos intentando moverse, se dio cuenta que las cadenas tenían la longitud justa para permitirle andar a cuatro patas pero impedían que la heroína se pudiera poner en pie y limitaban al máximo los movimientos de sus manos y sus pies. En su situación actual era imposible defenderse, no podía pegar patadas y sus brazos apenas podían moverse unos centímetros.

Amy comprendió que aquellas cadenas no solamente estaban diseñadas para evitar que la víctima pudiera defenderse sino que la obligaban a estar arrodillada o a cuatro patas. Una posición que era de lo más humillante para la ninja con sangre real, a la que habían inculcado un sentido del honor y el orgullo muy estricto. Ni cuando estuvo en manos de Felina se había sentido tan indefensa, tan humillada, tan poca cosa. Gracias a la máscara, los pandilleros no veían sus lágrimas surcar su cara, aunque lo debían imaginar.

– ¿No te gusta tu nuevo regalo?- Dijo el líder burlón.- Ahora te vas a sentir como la perrita que realmente eres, vas a descubrir tu verdadera naturaleza.- Todos los presentes, incluido el chico estallaron en carcajadas. Amy no entendía nada.

– ¿Sorprendida?- Dijo el líder de la banda.- Verás, aquí el chico que es un poco tímido nos vino un día y… Mejor te cuenta él la historia que se le dará mejor!-

El joven tomó la palabra.

– Tú no te acordarás, pero hace unas semanas capturaste una banda de atracadores. Esos atracadores iban detrás mío, al saltar sobre ellos debiste pensar que yo había huído, pero no. Al verte caer tan ágilmente sobre ellos me escondí debajo de una furgoneta y observé. Y te vi luchando, tu sola contra esos cinco, tu oscura ropa no ocultaba tus formas femeninas. Observando tu esbelta figura luchar contra ellos me sorprendí pensando en que prefería que ellos te derrotaran, quería ver como te superaban en número y te vencían. Y luego yo saldría escondido y con un palo les pegaría y te salvaría en el último momento, tu estarías aturdida, quizá herida, y te llevaría a mi casa y te curaría tus heridas, te dejaría descansar, te daría comida, agua… Y tu me agradecerías la ayuda y me darías un beso, nos acurrucaríamos en nuestra cama, nos abrazaríamos y exploraríamos nuestros cuerpos. Pero no, tú resultaste ser demasiado hábil y esos matones no eran rival para tí y los derrotaste en un abrir y cerrar de ojos y los dejaste atados a una farola. Y yo me volví decepcionado a casa. Pensándolo bien, aunque hubiera sucedido tal como yo imaginaba, seguramente en mi casa no habrías hecho ni el menor gesto de intimar conmigo. Tú tienes un cuerpo de diosa, en cambio yo, a mis 19 años soy el más bajito y flacucho de mi curso.

– ¡Espera un momento!- Lo interrumpió Shadow Angel desesperada.- ¿Has montado todo eso porque un día te salvé de unos atracadores y no pudiste meterme mano? Estabas allí escondido y ni siquiera tuviste el valor de salir y darme las gracias!

– Ya te dije que el chico es un poco tímido.- dijo el líder.- pero déjalo continuar, ahora viene la mejor parte.

– Seguramente eres una de esas zorras que van provocando pero son unas arrogantes que se creen superiores a los demás.- Dijo el chico ante la mirada de ira de Amy.- Día tras día, pensaba en esa noche y en lo que podría haber sido, acudías en todos mis sueños y estabas presente en mis fantasías eróticas. Un día, mi hermano mayor me sorprendió masturbándome y se lo conté todo. Entonces él tuvo una idea, conocía unos chicos un poco chungos.- dijo señalando los siete pandilleros.- y después de hablar con ellos ideamos un plan. Te tenderíamos una trampa y te haríamos bajar de tu pedestal. Haríamos que la diosa bajase a la tierra, que sufriera la humillación y la derrota que no sufriste ese día. Quería borrar esa mirada arrogante de tu rostro. Esa sonrisa de superioridad con la que derrotaste esos atracadores. Ya no quería una fantasía romántica contigo, quería dominarte, humillarte, verte reducida a la perra que realmente eres por dentro.

– Eres un malnacido.- Exclamó Shadow Angel entre sollozos.- Me he rendido a esos hijos de puta… he dejado que me desnudaras… me he arrastrado por la basura… he actuado como un perro… te la he chupado… He hecho todo eso, y más que habría hecho, solo para protegerte, para evitar que te hicieran daño. Y tú… tú por dentro… lo estabas pasando en grande viéndome degradada de esa forma.

– Quieres que te diga la verdad? Sí, lo he gozado en grande. Al principio tenía mis dudas, estaba convencido que no saldría bien la jugada, que escaparías y me dejarías tirado antes de tener que humillarte. Yo no sabía si sería del todo convincente en mi papel de rehén. Aunque ese alambre de espinos hiriéndome el cuello de verdad le dio toda la credibilidad a la escena. Y sabes qué te digo? Que estoy convencida que tú has disfrutado humillándote de esa forma, nadie tiene ese sentido del deber como para humillarse tanto para salvar a alguien que no conoce de nada. Estoy seguro que en tu interior disfrutabas cada vez que te hacíamos arrastrar por el suelo, con cada ladrido que dabas, seguro que gozaste cuando ese palo entró en tu ano.

– No es verdad, lo hice para protegerte.- Sollozó Shadow Angel. Aunque no era del todo verdad. Desde su encuentro con Felina, Amy había descubierto que estar indefensa a merced de un enemigo la excitaba. Alguna que otra vez había fantaseado, en la comodidad de su cama, con un villano que la derrotaba. ¿Qué haría un delincuente con una derrotada heroína? Amy se imaginaba todo tipo de situaciones estimulantes. Y sí, para qué negarlo, una parte dentro de ella había disfrutado actuando como un perrito, desde la comodidad del anonimato que garantizaba su máscara. Qué podrían decir? Que Shadow Angel se había comportado como una puta? Quién era Shadow Angel? El día siguiente Mikoto Amy seguiría siendo una tímida estudiante y nadie sospecharía nada.

– Bueno chico, basta de cháchara, hemos venido aquí a disfrutar.- El líder interrumpió los pensamientos de Amy, se acercó a la indefensa heroína y se dispuso a penetrarla.

– Venga perrita, ladra para nosotros!- Dijo el líder mientras azotaba el culo de la ninja. Amy no tenía muchas opciones así que empezó a ladrar par acontentar a la banda.

– Chicos la perrita está húmeda! El chico tenía razón!- Dijo el líder para mayor vergüenza de Shadow Angel mientras con pausados movimientos empezó a penetrarla.

Shadow Angel al principio intentó luchar contra las cadenas, al cabo de unos minutos aceptó que no podía escapar y adoptó una postura más sumisa, dejándose hacer. El líder la penetraba suavemente, sin prisa, disfrutando el momento. No todos los días uno podía gozar de la vagina de la heroína de la que hablan todos los periódicos. El cabo de unos minutos, Amy notó que el líder estaba a punto de correrse.

– Dentro no… por favor.- Dijo suplicando, para mayor divertimiento de la banda.

– Ja ja ja! Qué os parece chicos? La perrita no quiere que nos corramos dentro. Elige qué prefieres, me corro dentro tuyo o en tu preciosa cara, sobre tu preciada máscara?-

– En mi cara… por favor… correos en mi cara.- dijo la derrotada heroína en un sollozo.

Segundos después, la heroína notó como el líder se corría en su cara, impregnando su máscara con sus fluidos. A pesar de la tela, la chica sentía como el caliente y espeso líquido resbalaba por su rostro.

– Ahora le toca el turno al chico, pero no os preocupéis, todos tendréis vuestro momento.- Dijo el líder subiéndose los pantalones.

Después del chico la penetró uno de los pandilleros.

– Un huesito duro para la perrita que se porta bien.- Dijo otro mientras le metía su polla en la boca. El primer impulso de Shadow Angel fue mordérsela, pero se dio cuenta que tenía las de perder, así que tragándose su orgullo empezó a succionar el miembro erecto de su enemigo. Cuando terminó de correrse en su boca, sin dar tiempo a Amy de escupir, otro pandillero metió su pene en la boca, y así mientras uno se la metía por la boca, otro la penetraba vaginalmente. Aunque Amy nunca lo reconocería ni a si misma, de alguna forma, sentirse ultrajada de esa manera, la excitaba. Notar el palo de la fregona metido en su trasero contribuía a aumentar el estímulo que los miembros de los bandidos causaban en sus vagina.

Al cabo de unas horas, todos la habían penetrado varias veces y la máscara y la boca de Shadow Angel chorreaba semen por doquier. Aunque le avergonzaba admitirlo, la ninja había tenído varios orgasmos mientras era penetrada por los villanos. Los hombres parecían contentos y exhaustos, habían cumplido con creces sus fantasías. La heroína se acurrucó y no hizo ningún sonido, deseando que se fueran y la dejaran allí, que se olvidaran de ella.

– Esto ha sido mucho mejor de lo que nunca llegué a pensar.- Dijo el líder, rompiendo el silencio, mientras daba una palmada al chico. Todos los varones asintieron.

– ¿Qué hacemos con ella?- Dijo el chico señalando la derrotada heroína.

– No te preocupes por ella. Nunca más verá la luz del sol.- Shadow Angel levantó la mirada asustada al escuchar esas palabras.- Llamaré a un amigo que tiene un burdel clandestino para que venga a recogerla. Su carrera como heroína ha terminado, ahora será una más de las putitas de Detroit. No va a causarnos problemas, y además sacaremos un dinerito.

Amy al escuchar aquello se rompió a llorar. Su situación era mucho peor de lo que ella llegó a imaginar. No tenía escapatoria, las cadenas le impedían huir o luchar, estaba completamente a merced de esa banda, y pretendían venderla como un trozo de carne.

Impotente, recordó que su maestro un día le había dicho que un ninja siempre tenía una última salida. Su maestro le había indicado que en una situación así, siempre podría morderse la lengua y en escasos segundos se desangraría casi sin dolor. “Es una salida honrosa si estás a punto de perder tu honor” le había dicho. Pero Amy no se atrevía, era joven, no quería morir, quería vivir, tenía toda la vida por delante. Y mucho peor, no quería morir de esta forma, desnuda, sucia, y esposada en un almacén abandonado. Así que Amy, tragándose las lágrimas hizo lo único que en su desesperada situación podía hacer.

– Por… favor… eso no… no me vendáis. Haré cualquier cosa que me pidáis, seré vuestra perrita sumisa, pedidme algo, lo que sea, seré vuestra esclava. Os prometo que olvidaré esto y nunca más volveréis a saber de mí. Pero por favor… no me hagáis esto.- Imploró con ojos llorones al líder.

– ¿No te has degradado y humillado suficiente por hoy, perrita?- Dijo el chico con una sonrisa.

– Me habéis derrotado… me habéis humillado como nadie lo ha hecho… he sido vuestra perrita buena… habéis tenido vuestra diversión y vuestra victoria… ¿por qué me queréis hacer eso? Os juro que no contaré nada de eso a nadie, no os buscaré… no os perseguiré… lo prometo.- Sollozó Shadow Angel.

– Me gustaría creerte perrita.- Respondió el líder.- Y sinceramente, me encantaría tenerte como mascota, estoy seguro que serías una perrita obediente. Pero sabes la cantidad de dinero que nos va a pagar mi amigo por tí? No solo por tu cuerpo, envidiable como pocos. ¿Sabes lo que estará dispuesto a pagar cualquier cliente por follarse a la heroína de Detroit? Piénsalo de esta forma, vas a conocer a la alta sociedad, todos los millonarios harán cola para tenerte. Serás la perrita más famosa de la ciudad.

Amy empezó a temblar de miedo al darse cuenta de lo impotente y desesperada que era su situación. Shadow Angel estaba derrotada. Su última súplica, su último intento desesperado, no había tenido ningún efecto en los crueles pandilleros. En retrospectiva pensó que debería haber luchado más, que no debería haberse rendido cuando el líder empezó a patearla, que dentro del almacén debería haberse resistido con más fuerza para evitar que la encadenaran. Ahora en la situación actual, no podía hacer nada, estaba indefensa y completamente a merced de la banda. Se empezó a hacer la idea de que sería vendida como prostituta.

– Estáis muy equivocados.- Dijo una voz desde una de las bigas del techo.- NO es una perrita, es una gatita y por cierto ya tiene dueño

“¿Felina?”Pensó Amy mientras la ágil ladrona, con su característica máscara de gato y su ropa táctica descendía ágilmente por la biga.

Totalmente sorprendidos y sin ningún rehén, el chico y la pandilla no eran rivales para una luchadora con la habilidad de Felina. La ladrona con su látigo cruzó la cara de todos los hombres, los golpeó y pateó con furia hasta que quedaron inconscientes en el suelo, y aún así siguió golpeándolos con el látigo.

– Malditos cerdos.- Masculló la ladrona mientras uno a uno, haciendo muestra de una fuerza poco común en una chica, los levantó en brazos y los fue tirando uno por uno al contenedor en el que hacía unas horas habían hecho meter a la ninja. Cuando todos los pandilleros, chico incluido, estuvieron en el contenedor, Felina lo cerró con una cadena y un candado.

– Aquí os vais a sentir como en casa.- Dijo antes de dirigirse a Shadow Angel.

– Pobrecita, mira lo que te han hecho. No sabes la suerte que has tenido. Pasaba por aquí camino de dar un golpe cuando escuché alguien ladrar dentro de ese almacén y me acerqué a curiosear.- Le dijo mientras retiraba la fregona del culito de la ninja y acariciaba a la derrotada heroína, que rompió en sollozos.

– Tranquila, tranquila, ya estás a salvo, deja que te cuide.

Felina le quitó la máscara a la ninja, le vendó los ojos y la llevó a su guarida. Una vez allí, le quitó los grilletes, la metió en una amplia bañera, la enjabonó y limpió su cuerpo mientras la tranquilizaba con sus palabras.

Shadow Angel, se dejaba hacer, Felina era su rival y ahora tenía una oportunidad perfecta si quería derrotarla y llevarla a la justicia, seguramente el vídeo que le había hecho semanas antes estaría por aquí cerca. Pero la ninja estaba demasiado asustada y demasiado débil como para plantearse si quiera luchar. Felina lo sabía y gozaba con la sensación de control que tenía sobre la joven heroína.

Cuando Felina terminó de limpiar a Amy, la cogió en brazos y la depositó en una amplia y cómoda cama. Ambas chicas se abrazaron y no tardaron en dormirse.

Cuando Amy se despertó el sol se filtraba por una claraboya del techo. La habitación no tenía ninguna ventana que permitiera a la ninja llegar a sospechar donde estaba, y a través de la claraboya únicamente se veía el cielo, nada que pudiera orientarla. A un lado de la cama, la joven vio su traje de ninja, con todos sus accesorios y su katana limpio y perfectamente doblado. Amy no sabía que pensar de todo aquello. Poco a poco se vistió, cuando terminó, Felina entró en la habitación con una bandeja con dos tazas de leche y unas tostadas con mantequilla.

– ¿Ya te encuentras mejor?- Preguntó Felina, que en ningún momento se había retirado su característica máscara en forma de gato. La ladrona vestía solo un camisón.

– Si, me duele un poco la cabeza y me siento como si me hubiera atropellado un camión, pero ya se me pasó el susto.- Respondió la ninja.

– No te preocupes, tuviste mucha suerte que te encontrara. Ahora estás a salvo, descansa unos días y ya verás como en menos de lo que esperas volverás a tener ganas de patrullar las calles. Un desliz lo tiene cualquiera.- La tranquilizó Felina.

– Muchas gracias… la verdad, no se porqué has hecho esto por mí… y no se cómo podré agradecértelo.- Le dijo Amy confundida. Felina no pudo ocultar una sonrisa, esperaba llegar a este punto.

– En cuanto al porque… Porque eres mi gatita, llevas mi marca y como te dije en nuestro último encuentro, tu cuerpo y tu mente me pertenecen, sigo guardando tus vídeos y siempre tendrás el recuerdo que fui yo la primera en vencerte. Y además te vencí yo sola.

– En cuanto a darme las gracias…- Añadió Felina con un maullido.- Conozco el sentido del honor que impera en vuestro país, el bushido y todas esas cosas que os inculcan de pequeños, seguro que tu familia fue muy estricta en ese sentido. Sabes que te he librado de una buena y me debes algo más que tu vida, estás en deuda conmigo. Así que me debes un favor, no se ni cuando, ni como ni qué será, pero un día acudiré a tí y te pediré que hagas algo por mí, algo a lo que no podrás negarte. Hasta ese día y hasta que cumplas con lo que te pida, estarás en deuda conmigo.

Amy asintió. Felina tenía razón, tenía una deuda de honor con ella. Por poco que le gustara, debía admitir que Felina la había rescatado de una situación de la que ella misma no hubiera podido salir. Así que estaba en sus manos, cuando Felina se lo quisiera, debía hacer cualquier cosa que le pidiera. Desde pequeña le habían inculcado que los favores generan una deuda que no se salda hasta que se devuelve a la persona un favor equivalente.

Cuando Amy terminó el desayuno que Felina le había preparado, se sentía mucho mejor. Notaba como la energía volvía a recorrer su cuerpo. Lo sucedido la noche pasada solo era un vago recuerdo en la mente de la japonesa, una pesadilla que olvidar. Felina volvió a vendar los ojos de Shadow Angel y la llevó fuera de su guarida, a un lugar apartado y se despidió de ella con un beso en los labios.

El lunes siguiente. Gimnasio de la universidad de Detroit

Como era habitual, Amy había empezado el día con un duro entrenamiento en el gimnasio. En el vestuario, como casi cada día, se encontró con Claire.

– Mira que intento seguirte el ritmo Amy, no se como te lo haces pero tienes un fondo y una energía inacabable.- Dijo admirada la pelirroja mientras se cambiaba de ropa.

– Es solo fuerza de voluntad y perseverancia en el entrenamiento.- Respondió la japonesa “y haber recibido durante años un duro entrenamiento a manos del mejor maestro ninja también ayuda” pensó para si misma mientras se quitaba la ropa y se dirigía a la ducha.

– ¡Amy! ¿Pero que te ha pasado?- Exclamó Claire preocupada al ver diversos moratones en el cuerpo de la asiática.

– ¿Eso? Verás, el viernes tuve un susto. Te lo cuento a tí porque eres mi amiga, pero por favor no lo vayas contando por ahí.- Dijo Amy.- Fue al atardecer, salí de mi apartamento para comprar unas cosas y me atacaron una banda de ladrones, intenté defenderme pero entre todos me golpearon fuerte. Por suerte alguien acudió en mi ayuda y pude escapar con solo estas magulladuras.

– Vaya! Qué miedo.- respondió Claire.- Suerte que todo quedara en un susto. A saber que hubieran hecho esos tipos con mi princesita. Por cierto, quién te salvó fue esa misteriosa Shadow Angel?

– Puede ser, no le vi la cara, estaba muy asustada.- Respondió Amy aliviada al ver que Claire estaba convencida que ella no era la misteriosa heroína.

– No te preocupes, ya pasó todo. Mi princesita es fuerte pero no invencible.- Claire abrazó a Amy y le dio un tierno beso en la frente, para reconfortarla.

– Como me entere que alguien se vuelve a meter contigo te juro que me las pagará.- Añadió la pelirroja mientras hacía fuerza con los brazos y adoptaba una postura agresiva. Aquello hizo sonreír a Amy.

Con amigos así, podía enfrentarse a cualquier adversidad que se le planteara. Shadow Angel pronto volvería a patrullar la ciudad, para proteger a los inocentes, a gente como Claire y sus amigos. Amy no se iba a rendir ante ningún revés.

CONTINUARA…

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