
Capítulo 7. Eran casi las diez, cuando ese par de inconscientes se despertaron todavía con las secuelas de su falta de sentido común. Asumiendo que iban a tener dolor de cabeza, las dejé dormir y por eso cuando al final consiguieron levantarse, llevaba dos horas trasteando por esa isla. Desde el amanecer, me había puesto a trabajar esperando que esa rutina consiguiera hacerme olvidar que era el noveno día que llevábamos varados en ese inhóspito lugar, desgraciadamente no lo conseguí y mientras daba de comer a los cerdos, no pude dejar de pensar en nuestro futuro. «Estamos jodidos», mascullé mirando […]