
Las cosas fueron bastante parecidas en los días que siguieron. Diariamente yo debía atender a Loana en el parque y diariamente ella me instalaba el consolador y el culote para recordarme quién era ella y quién era yo… El corazón me iba latiendo más fuerte en la medida en que se acercaba el fin de semana… ¿Reclamaría nuevamente Loana mi presencia en su finca? ¿Tendría alguna tarea para asignarme ahora que el trabajo sobre el conductismo ya estaba hecho y presentado? La realidad fue que al llegar el viernes no ocurrió nada distinto al resto de los días y […]