
Tanto sexo la había dejado agotada y por ello, María tardó un rato largo en despertar. Cuando al final abrió los ojos, sus primeras palabras resultaron ser la confirmación que nuestra relación había cambiado porque mirándome con una devoción a la cual no estaba acostumbrado, esa ratita de biblioteca nos insinuó si podría mudarse a vivir con nosotros. ― ¿Es eso lo que quieres? ― respondí mirándola a los ojos. Sin poder sostener mi mirada, la menuda y frágil rubia contestó: ―Siento que este es mi lugar. Dando por sentado que era así, Simona se sacó ambos pechos y directamente […]