
Lo habíamos contratado hacía 11 meses. Se llamaba Benjamín pero más allá de un carácter infantiloide, nada más hacía referencia a su nombre. Era hijo único, así que no era el más joven de una estirpe. Medía cerca de 1,90 y pesaba más de 100 kg, así que no era pequeño. Y, a pesar de ser el último en llegar a la empresa, se había convertido en una pieza muy importante para nuestros últimos proyectos. Cris y yo nos asociamos hace 12 años hartos de trabajar como negros para que otros se llevaran el mérito y, sobre todo, el […]