El pecado y el vicio de la carne.

El macabro y ya casi sexagenario hombre de nombre Ramón se había encargado de mandar a hacer un orificio muy bien camuflado en el techo del baño de las mujeres, precisamente justo arriba de las duchas. Su acalorada idea no era espiar a las viejas que ahí se bañaban a diario, su objetivo ocular era uno solo, y este era el mismo que estaba a punto de observar.

Con su obeso y grasiento cuerpo moreno y traspirado llevaba más de 10 minutos parapetado en su escondite hasta que estando ya casi al borde de la desesperación por fin la vio aparecer. Aunque la chica aun no se desnudaba el impaciente hombre igual sentía como se le iba parando la verga con solo imaginar ese tremendo cuerpazo que sus enrojecidos ojos de gozador ya estaban a punto de por fin poder admirar a sus anchas .

La joven criatura traía puesto solo una delgada camisa blanca que le llegaba hasta la altura de sus hermosas rodillas, el viejo con solo mirárselas caía en cuenta que para arriba de ellas y por debajo de la alba tela del camisón debían existir con toda seguridad unas fenomenales piernas, las cuales daban sujeción permitida al resto de aquella sublime y bien estilizada anatomía que él llevaba meses imaginando desnuda como a la misma vez intentando de adivinar cómo debían ser sus encantos. Y ahora después de haber estudiado de todas las maneras posibles de qué forma podría arreglárselas para verla completamente encuerada, estaba solo a minutos de que eso ocurriera.

El sátiro quien llevaba meses en un desquiciante estado de excitación tuvo que inventar goteras en distintos puntos del techo del antiguo y deteriorado edificio de concreto y de arquitectura colonial, lo que le permitió contratar los servicios de carpintería y albañilería en donde por una muy buena propina los esforzados hombretones le dejaron hecho el escondido cubículo en el cual ahora se encontraba oteando a su presa.

La joven Angi aunque sabiéndose a solas se daba a mirar en todas las direcciones posibles asegurándose de que nadie la viera, esta era una manía que la llevaba haciendo desde que era solo una niña.

Primero se sacó las trabas que llevaba puestas en sus sedosos cabellos oscuros los cuales los manejaba siempre tomados y sin lucirlos, para luego y otra vez mirando en todas direcciones con algo de temor que alguien pudiera verla desnuda procedió a retirarse el camisón desde sus piernas hacia arriba, despejando su bien marcada cintura con caderas bien proporcionadas, y hasta pasarlo por sus negros cabellos ahora enarbolados y dándole el real aspecto de hembra hecha y dispuesta para cometer con ella el delicioso pecado de la carne.

Por su parte el lujurioso hombre no se la podía creer, la mujer que sus ojos veían en esos precisos momentos nada tenían que ver con la pendeja que por tanto tiempo él había imaginado encuerada.

Aquella joven y curvilínea Amazona al desnudo se gastaba una tetas que sin ser grandotas como si se las gastaban otras putas que el ya había visto, ella las tenía del tamaño perfecto para ser bien manoseadas y succionadas al mismo tiempo, eran dos protuberancias de carne redondeadas y bien paraditas coronadas por unos pequeños pezones rosados que daban ganas echárselos a la boca y lamerlos hasta hacerlos desaparecer de las aureolas, a la vez que se asombraba de la nívea claridad y brillantes de su piel.

Desde su posición en las alturas la panorámica que veía el pobre hombre era casi criminal. La joven ninfa sabiéndose a solas se había dado a poner uno de sus pies sobre un escaño de madera ubicado a la orilla de las duchas quedando aquella curvilínea silueta de perfil ante la ardiente mirada de su secreto admirador.

Estando con su muslo ligeramente levantado ahora la bella joven Angi se daba a cortarse las uñitas de sus pies pensando en sus labores diarias, la hembrita ni se imaginaba que de la forma en que estaba inclinada le mostraba todo su redondo trasero empinado a un vejestorio que la espiaba escondido.

El vejete estaba que se infartaba con semejante espectáculo, esa hembra era todo un bombón de mujer, pensaba tragando copiosos cúmulos de babas que se le formaban una y otra vez, preguntándose para el mismo los motivos que habría tenido su familia para haberla enviado a un lugar como aquel, –Pero que desperdicio de mujer por Diossss…!!!! Si era todo un prodigioooo…!!!! Una escultura vivienteeee…!!!!, -se gritaba para sus adentros, pero en el momento en que la joven terminó de cortarse las uñas y enderezó su cuerpo para girarlo y quedar inconscientemente puesta diagonalmente de cara y frente a él, ahí sí que el pobrecito casi se desmaya de la impresión.

La tremenda chiquilla se mostraba ante su perversa mirada en toda su esplendorosa desnudes, por lo que inevitablemente se tuvo que agarrar la verga que estaba que le explotaba en lecherasos.

Aquella criatura de cuerpazo sin igual lo tenían hechizado, sobre todo por aquel atractivo triangulo de sedosos bellitos negros que tenía justo al medio de su escandaloso cuerpo, a la vez que veía y comprobaba que aquella virgen vagina no era muy peluda y tampoco muy depilada sencillamente estaba precisa para volver loco de calentura y de deseos insanos a cualquiera que pudiese admirarla de cerca, y el sexagenario hombre Ramón era el primer mortal del sexo masculino que tenía la dicha de poder mirarla a su antojo.

La joven Angi en esos delirantes momentos para el viejo femeninamente abría la llave de la ducha para ella ponerse abajo del chorro de agua y así en forma totalmente despreocupada se dio a bañar su cuerpo enjabonándolo y enjuagándolo.

El caliente hombretón vio casi en primera fila como las fragantes espumas se deslizaban despaciosamente por la suavidad de aquella blanca y reluciente piel, purificando y limpiando aun mas aquella loable anatomía femenina, mientras que su dueña totalmente ajena a las ardientes emociones del viejo que la espiaba solo se daba a pasar sus delicadas manitas por distintas partes de su cuerpo al mismo tiempo que murmuraba una de las tantas canciones que debía corear a diario.

Luego de varios minutos el excitado y maduro hombre con algo de fastidio veía como esa angelical imagen desnuda después de secar su cuerpo volvía a recoger sus cabellos escondiéndolos de todo el mundo con una gran cantidad de trabas, para luego proceder a ponerse esos feos trapos oscuros que comúnmente usaba de vestimenta con los que tapaba aquellos deliciosos encantos y tesoros que el suertudo viejo bien ahora sabía que ella poseía escondidos.

El facineroso y ardiente admirador de la joven una vez que salió de su escondite caminaba nerviosamente por los fríos pasillos del antiguo edificio sin dejar de pensar en lo que había visto, necesitaba urgentemente una copa de vino para estabilizar su ritmo cardiaco ya que unas insanas ideas de acostarse lo antes posible con aquella tremenda joven de cuerpo perfecto se habían instalado en su mente. Ahora debía pensar en cómo lo podría conseguir.

Con tales ideas en su acalorada conciencia Ramón por fin se encerró en su despacho a pensar en aquel asunto, lo haría con calma y estudiaría todas las posibilidades, ya que tenía muy claro que no sería tarea fácil llegar y solamente doblegarla, si la hembrita desde que había llegado a vivir en sus dominios no hubo un solo día que recurriera a su oficina a pedir consejo alguno.

El solitario edificio en que se sucedían estos extraños acontecimientos estaba ubicado en una perdida y oscura zona boscosa, rodeado de montes y cerros, por lo cual la única forma de llegar a este era por un solitario camino de tierra y barro que después de 2 horas de trayecto en vehículo se podía llegar al poblado más cercano, y de este ultimo 8 horas para llegar a la capital.

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(Semanas más tarde)

El grupo de mujeres había escogido aquel solitario parque en el cual se encontraban para realizar su única salida anual del viejo edificio en el cual voluntariamente se encontraban enclaustradas por amor a Dios, en donde vivían solamente dedicadas a la contemplación del altísimo, a través del recogimiento y la oración.

El verdor y frescor de la gran diversidad de árboles y arbustos se conjugaban agradablemente con el aroma de los distintos tipos de flores y hierbas naturales que adornaban aquel idílico paraíso terrenal ubicado en un extremo de la gran ciudad capital. Las 5 religiosas se mantenían de rodillas leyendo en el pasto con un libro cada una, y muy concentradas en señal de espiritualidad.

Luego de una hora de lectura canónica y en el momento en que ya terminaban su tanda de oraciones, y cuando ya se preparaban para una opípara merienda a base de galletitas y pastelillos, la hermana María Escapulario mientras ordenaba la mesa de madera en donde se llevaría a cabo el santificado ágape, por pura casualidad puso atención en lo que hacía una pareja de enamorados que se encontraban en un lugar no muy alejado de donde estaban ellas.

Mientras sus compañeras de consagración ya tomaban asiento en el modesto mesón de madera quiso mirar un poco más, achicando sus ojillos dentro de su hábito para hacer más nítidas las imágenes, a lo lejos vio a una mujer rubia tirada en el pasto y acompañada de un hombre mucho más viejo que ella.

En un principio no entendía mucho por qué aquella mujer estaba con las piernas abiertas, eso lo encontraba raro. Luego descubrió que el sujeto que estaba recostado a un lado de ella, este tenía metida su mano en la altura de su estómago y que se reía de quizás que cosas, mientras la mujer se mantenía con sus muslos bien separados uno del otro y con cara de como si estuviera muy concentrada en algo, o como si de verdad padeciera de alguna dolencia.

La santa mujer no sabía cómo definirlo, solo notó que más debajo del estómago de aquella extraña mujer y como a la altura media de sus muslos algo se movía rápidamente por la forma en que subía y bajaba parte de su vestido, en ese momento y por la extraña expresión en su rostro de pronto y en forma escandalizada determinó que ellos estaban cometiendo pecado,

–Por la furia del altisimooooooo…!!, -exclamó la veterana religiosa a la vez que dejaba caer de sus manos una bolsa con galletas, llamando la atención de sus otras compañeras.

–Que pasa hermana…? porque pone esa cara de compungida?, -le preguntó una de las religiosas,

–Allá…!! Miren a esa pareja, e… es… es… tán… están haciendo cosas cochinas…!!!, -exclamó entrecortadamente a la vez que apuntaba con el dedo hacia donde estaba la mujer rubia con un viejo de mucha más edad que su compañera, mientras este último la seguía masturbando, según de a poco caían en cuenta.

Las 5 religiosas, todas con sus manos en la boca se quedaron mirando con estupefacción el escandaloso y mundano show que se estaban pegando la pareja de pecadores, ahora los veían besándose asquerosamente, como si estuviesen desesperados uno por el otro, ellas no estaban acostumbrados haber semejantes obscenidades, y cuando iniciaron este viaje a la capital nunca imaginaron que serían victimas en la observación de conductas tan mundanas y despreciables.

Las horrorizadas mujeres seguían viendo como la pareja de amantes continuaban en lo suyo de una forma más apasionada y desvergonzada que antes, el curvilíneo cuerpo de la mujer rubia se movía sugestivamente mientras la masturbaban sin ser consciente de las 5 escrutadoras miradas del grupo de hermanas en la fe.

El viejo que la manoseaba quien ya se había percatado que estaban siendo observados por un grupo de hermanas religiosas por alguna extraña razón quiso hacer más rica la situación y se dedicaba a masturbar mas notoriamente a su joven y hermosa manceba quien ya casi entregada se daba a mover su cintura de atrás y hacia adelante como si de verdad a ella la estuvieran poseyendo, a la vez que se esmeraba en abrir sus muslos al máximo posible, todo esto siendo observado por las horrorizadas religiosas.

–Tenemos que hacer algo por esa pobre mujer, dijo la hermana Trinidad del Rosario, quien estaba dispuesta hasta en ofrecer su propia vida por salvar de la perdición el alma de aquella perdida mujer, así de estricta era la orden a la cual ellas pertenecían.

–Pero y que podríamos hacer nosotras…!!?? Pongan atención en la cara que pone ella… es de lujuria, esa mala mujer disfruta como una endemoniada de cómo le flagelan sus carnes…, -decía la hermana María Escapulario, a la vez que se persignaba…

–Que le están haciendo!?, -les consultó la religiosa más joven del grupo, una verdadera preciosidad que hace muy poco había terminado su noviciado y que ahora estaba convertida en monjita, por las formas que se notaban en su cuerpo por debajo de su hábito se notaba que la exquisita religiosa ya estaba apta para merecer, era la misma que el lujurioso padre Ramón la espiaba a diario mientras ella se duchaba, y que en los actuales momentos con solo haber divisado que a una mujer algunos años mayor que ella le estaban tocando cierta parte prohibida del cuerpo, las extrañas palabras emitidas por sus compañeras espirituales le animaban a poner más atención aun de lo que estaba haciendo la pareja, y sobre todo de lo que le hacían a aquella pobre mujer. En su cristalina (y sin pecado alguno) mente pensaba en esas extrañas palabras y frases emitidas por ellas: “lujuria”; “esa mala mujer disfruta como una endemoniada de cómo le flagelan sus carnes”; “es… tán… están haciendo cosas cochinas…!!!”.

Esas inusuales frases y palabras las escuchaba por primera vez en su vida: –Pero qué tipo de cosas cochinas podrían hacer un hombre y una mujer juntos?. –Flagelación en sus carnes…!?, pero que era eso?, Lujuria…!?, -se preguntaba una y otra vez mientras seguía mirando las aberraciones que hacía la enardecida y desvergonzada pareja, situación que extrañamente a ella le iban formando un nudo de nerviosidad en su estomago que nunca antes en su vida había sentido, era extraña esa sensación se decía para sus adentros, además que le llamaba mucho la atención la forma en que la mujer abría sus muslos y de cómo se movía la mano del hombre por debajo del vestido negro, inconscientemente la joven religiosa abrió sus carnosos y rojos labios carmesí en señal de asombro mientras que sus preciosos ojos de color miel se cristalizaron enmarcados en la alba tela que forraban su exquisito rostro por debajo del negro hábito que escondían las bondades juveniles que a su tierna edad ya recién habían terminado en su desarrollo.

–Hermanas yo creo que deberíamos retirarnos…, -decía otra monja que en esos momentos volteaba su mirada para no ver aquellas atrocidades…

–Ustedes siempre andan apuradas…, además que ya no podremos salir en un año más… yo… yo creo que deberíamos quedarnos a mirar para ver lo que le harán a esa pobre mujer, para después ir a rezar por su alma, -decía la hermana Angelina sin quitar su vidriosa mirada de aquel mundano espectáculo que estaba presenciando y que en forma misteriosa le llamaban mucho la atención a pesar de no tener ni la más mínima idea de cuál era el significado de todo aquello.

La angelical monjita que sin ser ella consciente se gastaba un cuerpazo de escándalo escondido debajo de sus oscuras y beaticas vestimentas, y que ahora movía su cabeza buscando el mejor ángulo para no perder detalles de lo que estaba haciendo aquella caliente pareja, no sabía por qué motivos ella deseaba seguir mirando lo que hacían el hombre con la mujer.

Es necesario hacer notar que la joven religiosa su vida la había dedicado a la obra de Dios, ya que siendo la única hija de un beato matrimonio incognito estuvo desde su más tierna edad internada en un colegio religioso en el cual preparaban a las alumnas para entregar su vida a la Iglesia. Así luego de terminar sus estudios con los conocimientos académicos mínimos en forma automática pasó a internarse ya en forma definitiva en un convento iniciando su noviciado en la más absoluta abstinencia de todo lo que tuviera que ver con los pecados de la carne, y del vicio del hombre mundano, en otras palabras la joven y casi beata hermana Angelina de Sexo y de vicios no sabía nada.

–Pero que cosas está diciendo hermana Ange por Dios!!!, -bufó de pronto y con escándalo una de las monjas más viejas y que era la que andaba a cargo del grupo de religiosas, para luego ordenarle al oído y casi en cuchicheos a otra de las hermanas: –María Escapulario váyase en el acto a la Iglesia en que estamos pernoctando y llévese a la hermana Angelina, mañana mismo nos volvemos al Monasterio, no vaya a ser cosa que con semejante blasfemia ante sus impetuosos ojos de niña la vayan a despertar la comezón de la carne y la hagan caer en las garras del padre Ramón…!!!

Sor María Escapulario a sabiendas de lo que le podría ocurrir a su joven hermana recién llamada al servicio de Dios casi en el acto acató la orden de la monja superiora tomando a la joven de un brazo y sacándola del lugar lo más rápido posible, aquello no era apropiado para los ojos de semejante criatura solo entregada a los ojos y a la obra del señor, se iba diciendo mientras arrastraba a la bella criatura.

La erótica escena al otro lado del parque ya era tan escandalosa que al resto de monjas no le quedó más opción que renunciar a su salida anual y largarse del lugar lo antes posible para seguir los pasos de las hermanas Escapulario y Angelina.

Mientras se alejaban casi corriendo la única que volteaba con su semblante de interrogación y afirmándose el velo para que no se le cayera era la hermana más joven, a quien las monjas más viejas se la tuvieron que llevar casi arrastrándola, para que la consagración de la recién nombrada monjita no se les fuera a ir al traste con tanta lujuria en aquel pecaminoso parque.

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Una vez que ya estuvieron sanas y salvas al interior de su lúgubre y olvidado monasterio después de un viaje de vuelta que duro casi 10 horas de camino y siendo ya casi pasado el medio día, entre las 5 religiosas se daban a comentar y discrepar sobre lo ocurrido en el parque antes de retirarse descansar a sus celdas, siendo la superiora quien daba las órdenes de la discreción en que debían tratar aquel diabólico tema:

–Así que ya saben hermanas nada de lo observado en la capital se comentará dentro de los muros de este santuario, y por nada del mundo se lo deben mencionar a los demás clérigos que aquí residen… y por sobre todo al padre Ramón, les queda claro…!?

–Pero yo quiero saber qué era eso que estaban haciendo ese señor con la mujer?, el rostro de ella era extraño…, -dijo la joven monjita a la misma vez que miraba a la cara al resto de sus hermanas, casi todo el camino de regreso lo había hecho en el más absoluto silencio, pero ella tenía dudas y exigía que le dieran explicaciones: –Era como si de verdad a ella le doliera aquella parte de su cuerpo que le frotaban, pero de pronto se le veía una ligera sonrisa mezclada con preocupación, o un feliz sufrimiento… por favor no entiendo nada… explíquenmelo…!!!

Las 4 monjas ya todas cincuentonas y canosas se quedaron mirando con cara de asustadas por lo que estaban escuchando de los dulces y rojos labios de la joven novicia recién nombrada al servicio del altísimo, a la misma vez que ya tragaban saliva por lo enloquecedor que se estaba tornando todo aquello, hasta que fue la superiora quien se dio a poner paños fríos a la salida conversación:

–Usted no tiene que porque saberlo…!. –le dijo en forma cortante y con autoridad, –Lo que hacían ellos… es… es… obra del demonio, cosas innombrables y no apropiadas para el conocimiento de una joven religiosa como Usted hermana Angelina… eso… eso es todo lo que Usted necesita saber, ahora vaya a la capilla y rece hermana, mediante el ejercicio de la oración es la única forma en que se calmaran esos imprudentes ímpetus de querer saberlo todo, y ya no quiero más preguntas, le queda claro hermana…!?, -terminó diciéndole la superiora quien la miraba fríamente y con sus manos bien agarradas al grueso crucifijo con cadena que colgaba de su cuello.

La más joven de las religiosas ahí reunidas casi se quedó convertida en estatua de sal con la fulminante mirada de la madre superiora en el momento en que terminaba de aclararle la mente y la mandaba a rezar a una de las capillas, cayendo en cuenta que su misión era la obediencia y sumisión al interior de aquellas grises y altas murallas que la separaban de los vicios y abominaciones mundanas, que ella sin ni siquiera poder imaginarlas sabía que no eran cosas de Dios, por lo que simplemente se dio a contestar ahora mirando al suelo y con sus manitas entrelazadas y tapadas por las mangas de su largo y negro hábito:

–Si… si me queda claro hermana superiora…!, -le contestó la joven monjita con un hilillo de voz dándole a entender a su superiora su grado de humildad ante ella.

–Así está bien… y recuerde sor Angelina… recuerde que nuestras principales virtudes son la humildad y la obediencia, así que vaya y rece… rece para que vuelva a su estado normal, y ya no piense mas en esas imprecaciones demoniacas.

Una vez que las 4 monjas vieron entrar a una de las capillas a la más joven de su congregación, se persignaron y se retiraron a sus claustros a rezar por el alma de aquella perdida mujer rubia que habían visto gozando de los placeres y del vicio de la carne en aquel escandaloso parque capitalino.

Lo que no sabían aquellas desprevenidas mujeres era que con su salida anual acababan de dar rienda suelta a los deseos más mundanos, carnales y perversos que se desarrollarían al interior de su santificado lugar de recogimiento espiritual, la situación era una verdadera bomba de tiempo.

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El siniestro padre Ramón, había escuchado desde atrás de un árbol toda la conversación de aquellas 5 mujeres, tomando nota de las acaloradas apreciaciones de la más joven de las hermanas y que era objeto de sus mas inmorales sesiones masturbatorias, el perverso sátiro casi se había vuelto loco de ansiedad calenturienta en los tres días de ausencia de su admirada criatura, pero a sabiendas que ya la tendría encerrada nuevamente por un año entero, poco a poco su alterado estado iba volviendo a la normalidad.

Así que una vez que estuvo seguro que las monjas ya se habían retirado a sus claustros supo que debía mantener en observación a la hermanita Angelina, ya vería la forma en que lograría acostarse con ella hasta dejársela como su personal objeto de deseo sexual cogiéndosela una y otra vez por todo el tiempo que él lo quisiera, con estos depravados pensamientos se fue casi corriendo a la Iglesia principal, ya era hora de confesar a los esforzados creyentes que llegaban de a pie de los distintos puebluchos cercanos al antiguo monasterio.

En su trayecto el obeso y grasiento sacerdote que no se concentraba en su apaciguadora tarea de limpiar almas a través de la confesión notó que unos arbustos se movían misteriosamente solo a unos metros de donde habían estado hablando las hermanas, cayendo en cuenta en el acto de qué y de quien se trataba por lo que se dirigió en forma acelerada al lugar para poner orden en su congregación.

Entre fuertes patadas ciegas sacó de los arbustos a un extraño y flacuchento personaje que estaba vestido con una roída túnica café como las que usan los monjes, el hombre de unos 40 años por lo menos se bajaba la túnica tapándose una verga que la tenía temiblemente bien parada, obviamente el desequilibrado ser se había estado masturbando mirando a las religiosas.

–Anacleto…!, cuantas veces te voy a decir que no te pajees mirando a las hermanas hombre por Dios, si tantas ganas tienes de hacerlo perfectamente lo puedes hacer en tu casucha… o arriba en el campanario.

El delgado y huesudo hombrecillo solo miraba a su mentor con una ligera sonrisilla de idiota, claramente no tenía bien conectados los fusibles de la cabeza, si bien no era un loco de remate Anacleto sufría de severos desordenes mentales, su dificultad para hablar era evidente, solo lo hacía a base de monosílabos y gesticulaciones, aunque la gran mayoría de las cosas que le hablaban las entendía a medias, pero las entendía.

–Entiendo…! –le dijo de pronto el padre Ramón, –Antes no lo hacías tan a menudo, pero desde que llegó a nuestra casa la hermana Angelina te he visto mucho más efusivo, tú también la encuentras hermosa verdad?.

Como única respuesta de Anacleto el padre Ramón obtuvo una serie de gesticulaciones entre enfurecidas y lujuriosas, en donde el insano se agarraba la verga apretándosela y haciendo movimientos de coito.

–Ni lo pienses estúpido… ya te he dicho en varias ocasiones que con ella nooooooooo…!!!!

El clérigo entendía perfectamente que su pupilo estaba pidiéndole a su forma la autorización para cogérsela, o más bien dicho violársela, tal como ya lo había hecho con varias novicias que estuvieron de paso por la antigua abadía, mientras el insano continuaba con una serie de gesticulaciones.

–Te he dicho que Nooooo…!!! Entiéndelo…!!!, en tres meses más tendremos novicias haciendo practica, ahí si quieres te las puedes tirar a todas juntas pero a esta Nooooo… y para que no se te olvide pedazo de mierda ahora verás, y tú tienes la culpa Ehhhhh…!!!

El padre Ramón de entremedio de sus sotanas sacó un grueso cinturón de cuero en donde procedió a darle una severa madriza para que al campanero le quedara bien claro que con la hermana Angelina tenía prohibición absoluta de tocarla, esta ya era la tercera vez que se lo zurraba para frenarlo de sus incontrolables ganas de coger o de masturbarse en que el pobre infeliz se veía atacado de vez en cuando, claro que al pervertido religioso le importaba una verga a quien se cogiera Anacleto, pero si le importaba que no le tocara un solo pelo a la más bellas de sus novicias y recién convertida a monjita.

Una vez que le dio su tanda de fuertes correazos por el lomo le impartió sus órdenes:

–Ahora ve a lavar las escaleras del campanario… una vez que yo termine de confesar te llevaré tus medicamentos.

El asustado seudo sacristán salió corriendo y casi llorando a cumplir con la misión encomendada por su protector antes de que este le siguiera pegando, por el momento a punta de correazos le habían bajado la calentura y hecho entender que tenía prohibido poner sus flacuchentas manos en el poderoso cuerpo de sor Angelina, pero el futuro de los acontecimientos por los últimos sucesos acaecidos ya eran verdaderamente inciertos.

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A los días posteriores de lo ultimo sucedido el macabro religioso (que de religioso no tenía nada) se dio a estudiar las reacciones de tan encomiable criatura que tenía enclaustrada al servicio de Dios en su monasterio, (o convento, o Iglesia, o no sé, la cosa era que en el viejo y alejado edificio en que se sucedían estos hechos habían varios curas y monjas encerrados haciendo penitencia).

Desde su pulpito de donde el padre Ramón se encargaba de dar la buena nueva aquel día domingo este se daba a observarla. La monjita estaba sentada junto a otras monjas, todas feas y rollizas, en un ala lateral de las naves de la Iglesia principal, solo eran unas pocas familias de sectores cercanos las que habían concurrido a la misa.

El fauno y panzón sacerdote la veía pensativa y cuando las demás religiosas cantaban los coros de alabanzas, se percataba que ella ni siquiera lo hacía con las demás, solo se mantenía metida dentro de su hábito con sus rojos labios bien cerrados, por lo que el depravado sacerdote entendía que la hermanita quizás en que tipos de puteadas andaba pensando que no se lograba concentrar, seguramente lo visto en la capital solo hace un par de semanas aun la confundían, señal inequívoca para el pensar que ya su intima y virgen rajadura de carne debía estar comenzándole a punzar de deseos placenteros, decidiendo así que ya era hora de actuar, si era precavido al fin podría lograr derrumbar sus convicciones sin hacerla sospechar en nada malo para terminar cogiéndosela tanto como él lo quería.

Tipo tres de la tarde de ese mismo día el calculador cura tras verificar que todas las hermanas se encontraban dadas a la oración al interior de sus celdas se pudo percatar que sor Angelina no se encontraba al interior de su claustro, rápidamente y al tener claro que esa era una perfecta oportunidad para que las demás monjas no notaran nada raro se dirigió a la sala de oración que estaba junto a la Iglesia principal.

El malévolo hombre apenas ingresó a la vieja edificación que como ya se dijo estaba ubicada en un ala del edificio principal observó que la joven hermana se encontraba tendida en el suelo y con su cara contra el piso, con sus dos brazos extendido se daba a susurrar oraciones que no se alcanzaban a escuchar del todo, por lo que el caliente cura desde su posición solo se daba a observar con sus ojos bien salidos de sus orbitas, a pesar de las oscuras y santurronas vestimentas de la monjita, esa hermosa y redondeada protuberancia que ella tenía levantada un poco más abajo de su cintura: –Tiene un culo exquisitoooo…!!!, –Que apretadito debe tenerlo esta condenada chiquilla, -meditaba recorriéndola e imaginando su cuerpo desnudo según tantas veces ya lo había visto estando escondido en su cubículo secreto.

Pero a sabiendas que esta era la ocasión perfecta para comenzar a corromperla se puso manos a la obra para ver si lograba obtener algo de ella en aquella calurosa tarde de día domingo.

–Hermana Angelina…!, -le habló con autoridad estando de pie a un lado de ella.

La monjita al escuchar esa gruesa voz masculina que tantas veces la había escuchado cuando el buen padre Ramón oficiaba la misa poco a poco fue levantando su mirada hasta que sus caras se quedaron mirando fijamente.

Los negros ojos del maduro sacerdote la miraban en forma penetrante, mientras los de la joven religiosa se daban a estudiarlo, veía esa regordeta cara enmarcada por sus lados de un extraño color verde oscuro, esto debido a la tupida barba del religioso que así se veía, y no era que este no se afeitara sino que eran tan fuertes sus hormonas masculinas que debía afeitarse dos veces al día ya que una vez que lo hacía a las horas ya nuevamente se le estaban asomando los tiesos pelos que porfiadamente le asomaban en forma espesa.

A parte de esto y desde su posición la hermanita lo veía grotescamente panzón ataviado por su negra sotana con capucha, el cordel de esta que se ubicaba a la altura de su supuesta cintura estaba que se cortaba por lo tirante que le quedaba al amarrársela, hasta que ella recordando su posición de religiosa humilde, sumisa y obediente lentamente se fue poniendo de rodillas para quedar mirando al suelo, mientras se daba a responderle:

–Padre Ramón… le pido su perdón por no encontrarme en mi celda en estas horas de oración pero…

–Le entiendo… y es por eso que la estaba buscando…, -le cortó rápidamente el envalentonado hombre.

La monjita encontraba raro eso de que el padrecito la estuviera buscando, ya que ellas por lo general y debido a su estricta disciplina espiritual muy rara vez necesitaban hablar con los sacerdotes de aquella orden.

–Me… me entiendeee…?, -le consultó en respuesta a lo que él le decía, siempre mirando a las ásperas baldosas en las que estaba arrodillada.

–Si hija te entiendo… y te entiendo porque se lo atormentada que debe estar tu alma al haber presenciado hace un par de semanas lo que hacían aquel hombre con aquella mujer en el parque ese día que estuvieron en la capital…, -el seudo religioso le hablaba versificando sus frases para que la hembrita le entrara en confianza.

–Pa… padre Ramón…!, y como lo sabe…!?, si la hermana superiora dijo…

–Yo lo sé todo hija mía…, -le volvió a cortar astutamente, –Así que no temáis y siéntete en confianza para que abordemos y tratemos ese tema que tantas aflicciones le ha traído a tu alma.

–Pero padreee…, y Usted como sabe eso, si yo después de lo ocurrido no le comentado con nadie…

–Recuerda hija mía que una de mis mas grandes virtudes es la observación… con ella he visto en todo este tiempo tu sufrimiento, por lo que me he dado a la oración día y noche para sacarte de tu estado, pero mis esfuerzos se han visto imposibilitados al ver día a día el calvario que estás viviendo…

–De verdad lo ha notado… y a estado orando por mi sufrimiento…?, -la monjita se sorprendía con las palabras de la máxima autoridad de aquel monasterio.

–Claro que si hija… es por eso que me vi en la obligación de venir a buscarte para que juntos nos dediquemos a sacar de tu interior esas fuerzas malignas con las que has luchado tu sola en todo este tiempo…, -al caliente sacerdote hasta se le secaba la garganta al ir inventando todas esas falacias con las cuales pretendía confundirla y corromperla, el viejo cura continuaba: –Es a través de la oración en que he clarificado que mi deber como tu superior es ayudarte… siempre y cuando tu lo quieras claro…, -le dijo finalmente mirando al techo del edificio haciéndose el weon para ver cómo reaccionaba la joven hermanita.

–Si, si padrecito necesito de su ayuda…, -le contestaba inocentemente la joven sor Angelina, –He… he… he… estado muy confundida, sabe?, también he orado mucho para sacar de mi mente lo que ese hombre con esa mujer hacían y no he podido lograrlo, además que mis hermanas no quisieron hablar más del tema…

–Ellas no quieren hablar de ese tema porque han sido víctimas de la envidia hija mía, así que en el más absoluto silencio deberás perdonarlas.

–Envidia?, -le consultó ahora mirándolo en forma extrañada, para luego volver a bajar su vista en señal de humildad y sumisión.

–Si hermana Angelina… envidia…!, porque ellas se han dado cuenta de tu fuerza interna y de la integridad que posees al intentar saber y quizás hacer actos a los cuales ellas han sido incapacitadas para realizar, -las primeras reacciones de la verga del cura ya se lo hacían notar, ya que irremediablemente para el al estar pronunciando tales vilezas a tan casta e inmaculada criatura sencillamente ya se le comenzaba a parar.

–Actos a los cuales ellas han sido incapacitadas para realizar?, pero y qué tipo de actos son esos padrecito, mire que me está confundiendo aun mas.

La monjita ahora ya no sabía que pensar, ella no tenía idea hasta ahora de lo valiente que era ella, porque si el buen padre Ramón lo estaba diciendo era porque así realmente debía ser.

–No vayas tan rápido hija mía, te das cuenta…?, tus ansias por obtener la sabiduría de la carne amenazan con superarte.

A medida que el malintencionado religioso dejaba salir sus salidas palabrotas en forma solapada, al mismo tiempo se le seguía parando la verga, por lo que en forma disimulada se la tenía que esconder debajo de la sotana para que la monjita no sospechara de nada, o al menos por ahora, para él era casi demencial estar diciéndole semejantes blasfemias calenturientas a la semejante y joven religiosa que hasta ese día su corazón era pura bondad, amor al prójimo, y solo entregada a la obra de Dios.

–Sabiduría de la carne?, -la jovencita con hábito de monja lo miraba de soslayo al estar ella pronunciando por primera vez en su vida esas villanías ocultas en palabras tan sencillas.

–Si hija… la sabiduría de la carne…!, a la cual tú has sido elegida para conocer y enriquecerte con ella…

Tras unos segundos de meditar en todo aquello y siempre puesta de rodillas la hermana Ange se daba a darle a conocer lo extraño que era todo eso para ella.

–No se…! no le entiendooo…!!

Y de verdad que la angelical monjita no sabía de qué mierda le hablaba el padre Ramón, pero de lo que si ella estaba segura es que estaba dispuesta a entender y a conocer todo lo que él quisiera explicarle, ese extraño nudo de nerviosismo que se le había formado en el estomago cuando sus castos ojos veían al hombre y a la mujer hacer cosas extrañas, ahora nuevamente se le instalaban al estar en tan inusual conversación con el viejo sacerdote de su monasterio. Por su parte el desvergonzado cura seguía con sus salidas explicaciones para confundirla hasta lograr enviciarla.

–Dime dulce criatura de Dios… de verdad que quieres tener el conocimiento de lo que tus propios ojos vieron allá en el mundo terrenal, y los motivos del porque de tu martirio…!?

–Si querido padrecito, de verdad que deseo adquirir ese conocimiento que Usted dice, como también el porqué de mi sufrimiento…

–Lo que pasa hermana Angelina es que después de Usted haber sido una simple observadora allá en el mundo, su cuerpo a reaccionado a tales visiones… y sencillamente le dieron ganas. –El aprovechador vejestorio le dijo este ultimo poniendo un tono de pesar en su voz, ahora solo era esperar a como se irían dando las cosas.

–Me dieron ganas…!?, -ahora sí que la joven no entendía nada, –Cuáles eran esas ganas de las que le hablaba el buen padre?, -se preguntaba, pero era este mismo quien seguía aclarándole las cosas.

–Si hermana… a Usted le dieron ganas…!, -el lujurioso sacerdote le decía esto último con un semblante serio, pero por dentro estaba que se largaba a reír al mantener aquel tipo de conversación con una joven religiosa perteneciente a una de las más estrictas ordenes existentes dentro de la Iglesia.

–Pero ganas de que…?, -insistía la atractiva monjita que inconscientemente se iba interesando cada vez más por todas esas cosas que le explicaba el padre Ramón.

–No es sencillo para ninguno de los dos abordar tan importantes y complicados detalles hija mía, pero al estar guiado por la divina providencia solamente te puedo adelantar es que yo soy el único que posee los conocimientos y los instrumentos necesarios para poder ayudarte a entender esas extrañas ansias en las que te has visto atormentada en todo este tiempo… Ahora si tu prefieres mantenerte en tal estado…, -el astuto cura hizo como que iba a darse vuelta para marcharse, en eso la joven religiosa lo tomó fuertemente de su sotana impidiendo que este se fuera así como así.

–Padre… padrecito… de verdad que yo no quiero seguir en este limbo… necesito saber eso de las ganas que Usted dice que yo tengo… por favor ayúdeme a salir de este estado,

–Está bien…!, está bien…!!, yo te ayudaré hija mía, pero antes debes prometer ante Dios y ante mí el más absoluto silencio en los temas y acciones que abordaremos antes de iniciar el antiguo ritual con el cual deberé purificarte.

–Un ritual para mi purificación?, -le consultó aun manteniéndolo agarrado de su sotana, esta se la mantenía tirante.

–Si hija mía, con el ritual de purificación es la única forma de que se te quiten las ganas en las cuales te estás viendo asaltada, pero no te preocupes que de a poco iras entendiéndolo todo y para cuando llegue el momento del ritual tu ya estarás preparada para recibirlo.

–Y quien me va a preparar… acaso la hermana sup…

–Nooo…!, -le cortó en forma automática el ya excitado hombre, –Ya te dije que esto debemos manejarlo con mucho cuidado y en el más estricto secreto, ninguna de tus hermanas debe enterarse, solo seré yo quien te va a preparar…

La jovencita pensando rápidamente en las extrañas explicaciones que le daba el padre Ramón recordó la reacción de las demás hermanas el día en que ella quiso saber sobre lo que hacía esa pareja en el parque capitalino, de cómo ellas se negaron a darles las razones y los motivos de porque no debían abordar el espinudo tema, y ahora era el buen padrecito quien si estaba dispuesto a sacarla de sus dudas y que mas encima estaba dispuesto a practicarle un antiguo ritual para sacarla de sus tormentos.

–Lo entiendo…, -le dijo finalmente la monjita quien le encontraba sentido a las palabras del sacerdote, –Y cuándo comenzará la preparación para eso que va a hacerme para que se me quiten las ganas…?

–Para tu suerte hermana Angelina… comenzaremos mañana en la noche…

–Mañana en la noche?, -sorsita Angelina no sabía que pensar, si se suponía que ellas las monjas de su disciplinada orden ya a las 6 de la tarde estaban encerradas y orando hasta el siguiente día.

–Si, será en la noche… y escúchame con atención, tu bien sabes que las demás hermanas se encierran en sus claustros muy temprano, al igual que tu, la única diferencia será que mañana después que terminen sus actividades y se enclaustren, te las deberás de arreglar para salir de tu celda y te dirigirás a mi habitación que es la más alejada del pabellón del segundo piso.

–Será en su habitación…!? Pero porque…!? Si siempre los rituales se hacen al interior de la Iglesia, o al aire libre…

–Inevitablemente debe ser así hija mía… tu preparación debe comenzar al interior de mi habitación ya que para este milenario y ancestral ritual debemos contar con el uso de una cama, -el caliente cura llegaba a traspirar por el inmenso morbo que le causaba estar diciéndole todo ese tipo de cosas a la hermosa monjita, su corazón le latía a mil por hora y su erecta verga ya se mantenía levantándole la sotana la cual el ya no se preocupaba de esconder, por lo que seguía explicándole e intentado confundirla aun mas, –Recuerda hija mía que para que esto resulte se debe mantener en la más estricta reserva, además y dependiendo del empeño que le pongas hay muchas posibilidades que para esa misma noche te tenga lista para dar inicio al ritual.

–Ohhh… mi buen padre Ramón me esforzaré mucho para que eso así sea y Usted me pueda practicar ese solemne ritual que tanto dice para alejarme de mis aflicciones…

–No te preocupes hija mía… con la muy buenota que estas… ejemmm…!! Perdón, es que tengo la garganta seca, -el caliente clérigo estaba muy caliente y ya casi no contralaba sus impulsos y palabras, por lo que casi se le salen los primeros improperios en que este ya quería comenzar a tratarla, pero lo corrigió al instante, –con lo buena y pura que eres del alma no costará mucho trabajo tenerte en las condiciones necesarias para que puedas someterte al acto de sacrificio carnal con lo que culminará tu purificación… así que recuerda… mañana en la noche sin falta.

–No se preocupe que ahí estaré… pero padre… aun no entiendo eso de las ganas que Usted dice que yo tengo…, y nadie tampoco me ha explicado lo que hacían ese hombre con la mujer.

El caliente y degenerado sacerdote no encontraba la forma de ocultar su erección, la chica en vez de apaciguarlo más lo excitaba con sus preguntas y con su carita de inocencia en que lo miraba, hasta que ya entregándose a los hechos se dio a comenzar ahora mismo a lo que ya casi era inminente.

–Está bien hermana Angelina, le explicaré y le adelantaré un poco de eso que Usted quiere saber, pero necesito que se aplique al máximo, y lo que no pueda ver necesito que lo imagine.

–Así será padrecito… así será… ahora explíqueme por favor…, -la monjita se mantenía arrodillada y con sus manitas entrelazadas a la altura de su cintura, su sumisa mirada en todo momento era hacia al suelo tal como lo había aprendido en sus años de formación espiritual.

–Bien, antes que nada quiero que Usted misma me diga y explique detalladamente lo que le hacían a esa mujer que vieron en el parque, y que cosa de todo eso es lo que más la atormenta.

–Ehhhhhhh… es que me da algo de pena decirselooo… es que según las hermanas eso era algo pecaminoso y diabólico, le dijo desde su posición y mirándolo de soslayo.

–Solo dilo hija mía… y no temas a nada, tú estás conmigo ahora…,

–Ehhh… recuerdo que la mujer estaba con sus piernas abiertas, mientras un hombre le sobajeaba cierta parte de su cuerpo, -inconscientemente la bella religiosa se mordió su labio inferior producto de su nerviosidad al estar confiándole al sacerdote lo que ella había visto, no entendía el porqué, pero el caso era que aquella conversación la enervaban los sentidos.

–Que parte de su cuerpo más precisamente era el que le manoseaban a la mujer…!?, -el cura cada vez estaba más salido, y ya quería lanzarse sobre ella para quitarle esas feas ropas y sencillamente proceder a culearsela en el mismo piso de la solitaria sala de oración que estaba llena de imágenes, esculturas y mosaicos religiosos.

–Recuerdo que era como la parte de al medio de su cuerpo, le detallaba la hembra que al decir eso ultimo su extraño nudo en el estomago bajaba peligrosamente a su zona vaginal.

–Indícame con tu dedo índice en tu cuerpo para tenerlo más claro… cual era la zona que le sobajeaban…!?, -el padre Ramón junto con hacerle la pregunta se pasaba un pañuelo por su frente y por su cuello para sacarse el sudor, el hombre estaba excitadísimo.

–Ehhh creo que era aquí…, -la monjita le señalaba con su dedito apuntando a su propia vagina, claro que esta estaba tapada por el hábito.

–Estas segura que era ahí?

–Si padrecito estoy segura que era ahí…

–Ohhhh Dios mío…!!!, esto es más grave de lo que yo pensaba…!!!, es por eso hijo mía que a ti también te han bajado las ganas, así que continua…

–Por la cara que ponía la mujer parecía que sufría, pero también dejaba ver una extraña sonrisa, Usted ha visto alguna vez a una mujer que se ría pero que también sufra al mismo tiempo…!?, pues esa mujer sí que tenía esa cara…

–Si lo entiendo hija mía, y efectivamente hay situaciones en que las mujeres ponen esa cara, por eso mismo ahora te lo explicaré… la cara de esa mujer estaba en esas condiciones porque ella también tenía ganas…

–Tenía ganas? Las mismas ganas que yo tengo…!?, -la monjita recién a estas alturas se daba cuenta que al padrecito se le levantaba la sotana con algo alargado por debajo de esta.

–Si hija mía ella tenía ganas… las mismas ganas que a ti te han atacado en este último tiempo y que de ahora en adelante te atacaran con mas ferocidad. –Mientras le explicaba todo esto al caliente sacerdote poco a poco sus ojos se le iban inyectando en sangre por lo traumático y morboso que era el darse cuenta que la joven y atractiva religiosa le hablaba mirándole la verga tapada con su sotana, pero él debía actuar con naturalidad para no espantarla.

–Ohhh que horror…!!!, pero porque ese hombre le sobaba en esa parte?, -le consultaba sor Angelina sin quitar su cristalina mirada del notorio levantamiento de la sotana del clérigo.

–Es que esta es la parte más difícil de explicar hija mía, y créeme que para mí no es tarea fácil entregarme a tal sacrificio…

–Solo explíquemelo mi buen padre Ramón, así estaré mejor preparada para cuando llegue el momento de que me purifique con el ritual…

–Ponte de pie hija, así lo entenderás mejor, antes de que entremos en detalles más importantes debo enseñarte algo…

–Así está bien?, -la joven ya estaba de pie mirándole desde el interior de su habito.

–Así está perfecto hermana… pero ahora tendrás que ser muy valiente por lo que vas a ver y sentir…

–No se preocupe por eso… podré entregarme a cualquier tipo de sacrificio si soy guiada por Usted mi buen padrecito…

–Pues necesito que toques y sientas esto…!!, le dijo el cura a la misma vez que le agarraba una de sus manitas y se la ponía en la verga.

–Ohhhh…!!!, pero que es esto padre…!!!, -exclamó algo asustada la joven, pero al saberse segura en la compañía del sacerdote en ningún momento pensó en soltarse de ese grueso instrumento que la habían obligado a agarrar.

–Dime… que es lo que sientes…!?. -La pareja estaba muy junta una a la otra, y la joven religiosa ahora se agarraba con sus dos manos a la gruesa herramienta del padre Ramón, mirándola y tanteándola, por lo que luego de tragar saliva se dio a decirle lo que ella estaba sintiendo.

–Es algo duro… y muy largo… es… es… está bien grueso… es como un palo muy endurecido, pero porque lo esconde debajo de sus ropas…!?

–Luego te lo explicaré hija mía…, por ahora solo tócalo a plenitud, apriétalo si así lo quieres, necesito que te familiarices con este santo instrumento… Ohhhhh…!!!

–Padrecito y porque cierra sus ojos y pone esa cara, le duele algo…!?, la joven religiosa se preocupaba por ver la cara congestionada del sacerdote en los momentos en que ella le agarraba inocentemente la verga.

–No te preocupes hija… solo es parte de la iniciación del ritual… por favor sigue recorriéndolo con tus manitas…

La chica sintiéndose autorizada por el buen sacerdote le hizo caso y siguió sintiéndola y tanteándola.

–Ohhh… padrecito… este instrumento esta algo caliente, su calor traspasa la tela de su sotana… y mis manos se humedecen por un extraño líquido que al parecer sale del bendito instrumento.

–Quieres que te lo enseñe al descubierto…!?

–Si es necesario que lo vea descubierto para estar preparada para el ritual creo que si… enséñemelo… quiero verlo…, -la monjita a cada segundo se iba desatando y de verdad que sin ni siquiera ella poder entenderlo ya se sentía conectada por que aquella gruesa dureza que el padre Ramón le estaba enseñando.

–Pues vee…

Los sonoros pasos del grupo de hermanas que se venían acercando sacaron a la pareja de la ardiente plática a la cual estaba entregados, fue el sacerdote quien cuando estuvo a punto de subirse la sotana para dejar al descubierto su verga cayó en cuenta que las demás monjas ya debían estar por ingresar a la sala, así que acomodándose la verga rápidamente le ordenó.

–Sigue orando tal cual como estabas… yo echaré incienso para que las demás hermanas no se den cuenta de lo que estábamos haciendo, y recuerda hija mía, la envidia les corroe el alma a esas pobres mujeres es por eso que no se deben enterar de nada lo que haremos juntos de ahora en adelante, y que es por tu bien.

–No se preocupe padrecito… que yo no se lo diré a nadie…

–Y recuerda, mañana en la noche te podré enseñar esta herramienta que es la principal para llevar a cabo el ritual que te he dicho, así cuando ya estemos encerrados en mi cuarto te seguiré explicando que era lo que deseaban hacer el hombre con la mujer que tú me decías.

–Delo por hecho mi buen padre que ahí estaré para aprender, y para que me muestre ese instrumento que esconde ahí abajo.

–Ahí vienen ponte a orar. –La joven monjita rápidamente se lanzó al suelo con sus brazos extendidos, mientras el sacerdote se perdía por detrás de unas largas cortinas moradas oscuras que se veían al fondo de aquella sala.

Aquella tarde el grupo de hermanas se había encontrado a la joven sor Angelina de bruces en el suelo y con sus manos extendidas en clara señal de estar entregada a la oración, mientras que el padre Ramón se dedicaba a esparcir fragancias de incienso por toda la sala, ellas por su parte se unieron a la oración junto a la más joven de las monjas de aquel perdido monasterio.

El resto de la tarde la joven y atractiva religiosa no pudo entregarse a la oración después de todo lo hablado por el viejo sacerdote. –El padre Ramón era el único que estaba de su parte, -pensaba al interior de su claustro, la jovencita estaba vestida solamente con un delgado camisón de dormir que le llegaba hasta las rodillas y esta vez nuevamente estaba con sus largos cabellos sueltos. La pensativa y confundida hembrita se arrodillaba a los pies de su cama, se extendía en el suelo y aun así no lograba concentrarse, solo pensaba en eso de que a ella le habían dado ganas, e increíblemente ya deseaba que llegase lo más pronto posible la noche siguiente para ella ir a presentarse a la habitación del obeso cura para iniciar la preparación del ancestral ritual que a ella le correspondía según las palabras de este mismo.

Ya al siguiente día las hermanas en general incluyendo a la joven hermanita Angelina se dedicaron a sus tareas diarias en la más completa normalidad: sesiones de oración, remendar ropas donadas para ser repartidas a los más pobres de la comunidad, y a los hogares de huérfanos que dependían del monasterio.

Por su parte la religiosilla que nos confiere estaba de muy buen ánimo, y en sus oraciones matinales pedía porque todo saliera bien esa noche en que ella se iba a someter al secreto ritual en manos del padre Ramón, como también oraba por este mismo para que el altísimo le concediera la sabiduría necesaria para el poder prepararla y guiarla, y por sobre todos para poder sobre llevar el asunto ese de que a ella le habían dado ganas, ya que sabía que el buen padrecito con su ritual le sacarían esas arrebatadores deseos que ella ya creía llevar adentro de su cuerpo, ni mencionar de que otras ansias mas grandes todavía casi la carcomían por ver al descubierto ese robusto instrumento que el padre llevaba bajos sus negras vestimentas y que ella misma había sentido y tanteado con sus manitas por sobre la tela.

Por su parte el buen padre Ramón estuvo gran parte del día tentado a masturbarse, la hermanita lo había dejado muy caliente, y con el solo hecho de ya haber pasado gran parte del día sin que la madre superiora viniese a recriminarle por algo relacionado a lo que él vilmente le había hablado a sor Angelina tenía un solo significado, y ese significado era uno solo, la muy guarrilla no les había ido con el cuento a las demás religiosas, por lo que la presencia de ella con todas esas cositas ricas que se cargaba debajo de su hábito con toda seguridad las tendría a su merced en muy pocas horas.

Ya casi al atardecer del día acordado con el padre Ramón la hermana Angelina temblaba de nerviosismo apoyando su cuerpo contra la gruesa puerta de hierro fundido de su humilde celda, de sopetón le vinieron unos extraños remordimientos de conciencia ya que en los años que llevaba de novicia y el escaso tiempo de monja (solo un par de meses) nunca había contradicho las exigencias de su orden, y ahora estaba solo a minutos de quebrantar una de sus más rigurosas normas, ellas tenían estrictamente prohibido dejar sus celdas desde las 18:00 hasta las 08:00 del día siguiente, pero lo hablado con el buen padrecito solo hace un día había sido todo tan convincente y sin ninguna mala intención de por medio, además que según sus palabras él iba a hacer un tremendo sacrificio para sacarla de su estado, era lo que pensaba la vacilante religiosa, pero con solo recordar que parte de su preparación también ella iba a conocer el venerable instrumento que el padre Ramón guardaba celosamente debajo de su sotana, con solo eso la monjita dio media vuelta con su cuerpo para llevar su manita al asa de la puerta y definitivamente la giró, su suerte ya estaba echada, ella debía asistir a la habitación del buen clérigo.

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El obeso hombre había puesto una buena botella de vino tinto con dos copas en una redonda mesa que estaba ubicada en un rincón de su alcoba, al gozador sacerdote realmente le gustaba pasarlo bien cuando se daba a estos menesteres, también sobre la misma mesa había ubicado varios velones que ya estaban encendidos todo para darle un ambiente más clerical al asunto que ahí se llevaría a cabo, pero al contrario de todo ello el único ambiente que en aquella habitación predominaba era el de la perversión, el muy miserable estaba decidido a esa misma noche cogerse a la mas joven de las monjas que estaban bajo su tutela, y como no iba a desearlo si la hermana Angelina había nacido con un cuerpazo que ya hasta casi hacían revivir de calentura a todas las estatuas de aquel olvidado monasterio.

–Dios bendito…! gracias… muchas gracias…!, -murmuró el muy infame cuando siendo las 18 horas con 40 minutos alguien tocaba a su puerta, y ese alguien ya todos sabemos quién era.

–Hermana Angelina… llega con más de media hora de retraso…, -fue lo primero que le dijo el aprovechador una vez que la joven religiosa estuvo adentro de su habitación con el ya cerrando con llave su puerta sin antes echar una buena mirada con cara de sátiro, asegurándose que por los pasillos del edificio no hubiese andado deambulando algún alma perdida.

–Perdóneme padre…!, pero me vi asaltada por muchas dudas antes de quebrantar una de las más estrictas normas de nuestra orden… Usted sabe que nos…

–Es normal hija mía, esa fue otra obra de Satanás quien intenta por todos los medios impedir el santo ritual del cual tú serás objeto esta noche. –Le dijo a la misma vez que ya servía dos copas llenas de vino tinto y le extendía una a la sorprendida hermanita que nunca antes en su vida había bebido una sola gota de alcohol.

–Mi buen padrecito yo… yo… no bebo… soy religiosa…

–Lo sé hija… lo sé, pero es necesario que lo hagas, esto también es parte del ritual, con el solo hecho que tu ya estés decididamente entregada y que sea conmigo con quien lo llevarás a cabo ya estas perdonada, así que solo bebe.

La monjita pensando en las sabias palabras de su autoridad espiritual le encontró toda la razón del mundo, si era el mismo padrecito quien le había servido la copa de vino, que problemas podría haber con ello. En eso temblando de una extraña emoción al estar en el dormitorio del sacerdote puso atención en la opulencia de la habitación del cura, que contrastaba en un 100% a la humildad de su reducida celda que solo eran 4 paredes y suelo de cemento, y que a parte de un crucifijo de madera lo único que cabía en su claustro era una cama, una silla y un baúl para guardar sus escasas ropas de monja y otros pocos efectos personales que solo eran libros de oraciones y similares.

Mientras le daba los primeros sorbos al vino, la hermana Angelina veía con admiración un tremendo crucifijo de casi dos metros de altura hecho de metales relucientes que estaba ubicado en el muro en que se encontraba arrimada la gran cama del sacerdote, esta también era metálica y de altos pilares dorados en sus 4 puntas, la joven calculaba que ahí perfectamente podrían dormir sin incomodidades unas 5 personas, toda la habitación era alfombrada y de color colcho vino, un cielo alto en donde perfectamente podría alcanzar para otro piso, y fijándose en los gruesos cortinajes que estaba cerrados no dejando ver los grandes ventanales fue cuando otra vez escuchó la áspera voz del sacerdote.

–Te gusta lo que estás viendo…?, -el sacerdote le preguntaba con orgullo al caer en cuenta de cómo la muchacha estaba encandilada con los lujos de su habitación.

–Mi buen padrecito… perdóneme, pero es… esto… esto es muy oneroso, nuestra orden se caracteriza por la humildad y el sacrificio…

–No te preocupes hija mía que así es, -le cortó el ahora fastidiado sacerdote al notar las mamadas con las que le estaba saliendo la atractiva monjita, por lo que siguió intentando de convencerla, –Todo lo que tu vez aquí son bendiciones de nuestro señor, verás… esa cruz que estás viendo fue donada por un ricachón de la comarca, la compró directamente en Europa para donarla a nuestro monasterio, y yo decidí ponerla aquí en mi habitación ya que si la ponía en la Iglesia o en otra parte perdería su valor… tu sabes de la ignorancia de la gente común, no le darían la importancia y el valor que realmente esta tiene…

–Pero entonces a lo mejor se podría haber vendido para darles de comer a los más po…

–Otro día podremos dedicarnos a debatir de este apasionante tema, -le cortó otra vez el muy descarado, para luego seguir: –por ahora solo nos dedicaremos al asunto que nos confiere, te parece?

La obediente hermana Angi otra vez recordaba su posición ante el obeso sacerdote, por lo que solo se dio a bajar su mirada para decirle:

–Perdóneme mi buen padre yo no soy quien para contradecir sus determinaciones, una vez que terminemos con el ritual me daré a la oración para corregir mis indiscretos impulsos que con toda seguridad provienen del mismísimo demonio.

El muy infeliz veía con regocijo como la hembra escondida dentro de ese hábito se humillaba ante él, pensando que hoy en día este era el mayor problema existente en la vida del hombre común, si hasta habían guarrillas que se daban el gusto de mandar en los hogares, situación tan repudiable como reprobable para él y toda su cofradía, lo bueno que este tipo de contrariedades aun no lograba traspasar las barreras de su aislado monasterio donde él era amo y señor.

–Lo sé hija… lo sé… que tal si ya comenzamos con tu preparación… estoy seguro que anoche no pudiste orar nada debido a tus ganas, no es así?

La joven religiosa recordando al instante los motivos por los cuales ella se encontraba en la habitación del clérigo, casi con emoción olvido la suntuosidad desmedida de la alcoba en la cual la tenían metida para entregarse en cuerpo y alma a la preparación del caliente cura, claro que esto último ella no lo sabía y menos aun lo entendía.

–Si, así es, mi buen padre Ramón, las ganas esas que Usted dice que yo tengo ya casi me superan, anoche estuve horas intentando orar y no pude, necesito que hagamos el ritual lo antes posibleeee…!, -ahora la monjita lo miraba directamente a sus pequeños y porcinos ojos negros. Le veía su morena cara mofletuda, y sus pelos canosos enmarañados, con vistosas patillas bajando por cada lado de sus cachetes dándole un aire muy empobrecido de los hombres nobles en los años 1800.

–Entiendo hermana Angi, le puedo decir así verdad?, he escuchado que algunas hermanas así le llaman…

–Ehhhh… si Usted así lo desea… yo no soy quien para oponerme a sus deseos.

“…yo no soy quien para oponerme a sus deseos…”, pero que frase más exquisita se gritó el vejete al instante después de haberla escuchado, la tarea le estaba resultando más fácil de lo que había pensado, aun así sabía que debía irse con cuidado, la hembrita por muy inocente que fuera igual había puesto atención de la desmedida opulencia en que a él le gustaba vivir.

–Bien hermana Angi, entonces como primera parte de iniciación antes del ritual necesito que se saque el velo y descubra sus cabellos…

–Pero padre…!!!, eso… eso no puedo hacerloooo…!!!, –la carita de la monjita era de escandalizada, –Tengo estricta prohibición de quitarme…

–Solo hágalo…!!!, y no se preocupe…, -la interrumpió el sacerdote mientras serenamente se dedicaba a llenar otras dos copas de vino, –Ya le dije que al estar entregada a este ritual todas sus acciones por muy pecaminosas que parezcan estarán perdonadas, vamos quítese el velo y descubra sus cabellos, es necesario…

La joven y casi adolescente religiosa poco a poco llevó sus manos a la parte superior de su cabeza y lentamente fue descubriendo su negra cabellera la cual también liberó de sus trabas quedando con sus desordenadas sedosidades adornando seductoramente su hermosa cara.

El viejo cura con solo tenerla en esas condiciones ya tenía ganas de besarla, al tener a la chica tan cerca de él sin el velo, y con distintos mechones castaños oscuros revoloteando por su rostro caía en cuenta que era más hermosa aun de lo que él veía cuando la espiaba desde el techo de los baños, tenía unos ojos café claros preciosos, una naricita muy bien perfilada y unos labios tan rojos como las frambuesas.

–Así… así está bien?, -le consultó con sus manitas entrelazadas a la altura de su cintura.

–Si… así está bien hermana Angi… ahora acérquese…

La chica nerviosamente se acercó al grotesco cuerpo del obeso sacerdote, este era un verdadero elefante de 1.90 metros por lo menos, contra el 1.68 de la bien proporcionada jovencita.

–En que estábamos ayer?, -le volvió a consultar el ansioso vejete, quien se relamía sus gruesos labios oscuros al estarle mirando su angelical rostro de tan cerca.

–U… Us… Usted me había enseñado un instrumento que guarda bajo su sotana, -le dijo la nerviosa monjita ahora con sus cabellos sueltos y apuntando débilmente hacia la verga del feliz y descarado cura.

–Ahhh claro, ya recuerdo y dime… te gustó lo que tocaste ayer…?. –el miserable ni se arrugó para encender un cigarro delante de la chica, quien no entendía que un hombre de Dios fuera tan entregado a algunos vicios mundanos, aun así le contesto con la verdad.

–No lo sé… pero sentí algo raro, era tan tieso y estaba algo afiebrado…, -la chica poco a poco se iba soltando además que con la segunda copa de vino y al no estar para nada acostumbrada al alcohol su nivel de deshinibimiento iba en franco aumento.

–Dime hija, anoche pensaste en mi herramienta, o sea, intentaste imaginártela…?

–Claro que si padrecito…!, -la respuesta fue en forma enfervorizada por parte de la hembrita, ella entendía muy bien que cuando el clérigo se refería al instrumento o a la herramienta se refería a la misma cosa, por lo que continuó, –El motivo principal del porque no me pude dar a la oración fue por pensar en lo alargada y gruesa que era su herramienta…!

–Entiendo…! entiendo…!!, y es por eso que hice que te acercaras, -le contestaba el facineroso sacerdote tomando aire para lo que ahora estaba dispuesto a realizar, –Así que bebe esta otra copa de vino y ponte de rodillas, la posición en que empezaremos la preparación del ritual es contigo de rodillas y con una actitud de sumisión por tu parte.

Angelina ni se la pensó para beberse la tercera copa de vino al seco, para luego casi arrojarse a los pies del buen padre Ramón.

–Y ahora que viene padrecito?, -le consultó desde abajo.

–Tantea mi sotana y sondea el instrumento que tanto deseas… con este ya en tus manos entenderás muchas cosas hija mía, vamos búscala tu misma.

La chica con algo de temor fue subiendo una de sus manitas para tantear la parte baja de la cintura del grueso religioso quien veía la operación fumando su cigarrillo, estaba feliz con los logros alcanzados, pensó que fue un verdadero acierto haberla dejado en su monasterio cuando la chica llegó solo como una más de las tantas novicias que pasaban por este.

–Ohhh…!, lo encontré padre Ramón, pero ahora siento la herramienta mucho más blanda que anoche…, -la cara de la monjita era de desconcierto, esta manguera que otra vez agarraba por encima de la sotana no tenía nada que ver con la que ella había conocido una noche atrás.

–Solo tantea y sobajéala hija, ya verás que gracias a ti esta va adquirir dimensiones considerables y ya estará en condiciones para que la puedas admirar a plenitud.

Tras unos breves minutos, uno o dos tal vez, la hembrita otra vez se dirigía al sacerdote pero ahora con un dejo de entusiasmo en su voz.

–Si… lo siento padrecito su bendita herramienta crece cada vez más, mire como le levanta la sotana…, -y efectivamente con semejante tratamiento manual la gruesa verga del aprovechador cura había adquirido una erección temible, su sotana se levantaba de tal forma que la joven Angi veía partes de sus flacuchentas y blancas piernas que solamente tenía pelos en algunas partes de ellas.

–Ponte de pie hija, ya es hora de dar el primer paso antes de que te la muestre.

Una vez que Ange se puso de pie el oscuro sacerdote puso sus dos manos en los hombros de ella, dándose a contemplarla con su negro hábito caído hacia tras de sus cabellos mientras la monjita respiraba por su boca ya que sabía que algo le iba a hacer el buen padrecito, este ultimo diciéndose para sus adentros que la atractiva muchacha así tal como estaba parecía una verdadera sacerdotisa hecha para las artes tanto carnales como amatorias, así que ya no esperando mas se dio a decirle:

–Esto… esto es obra de la divina providencia hermana… solo piensa en esoooo…, -y sin más bajó sus manos a su estrecha cintura y le estampó su asquerosa bocota abierta en los cerrados labios de ella comenzando a besarla efusivamente abrazándola y atracándola contra su obeso cuerpo.

La contrariada y joven religiosa recibió el húmedo besuqueo con espanto, solo se quedaba quieta con sus ojos bien abiertos intentando comprender que era lo que estaba pasando, ahora recordaba que eso que le estaba haciendo el padre Ramón era lo mismo que le hacía el hombre del parque a la mujer rubia.

Luego de un rato en que en la clerical habitación solo se escuchaban los chapoteantes labios del cura este se separó de la boca de su víctima para aclararle como era la cosa de ahora en adelante.

–Abre tu boca cuando yo te este besando Angelina… o acaso quieres arder en las llamas del infierno…!? Esto es parte del ritual…!!!

–Ohhh…!!!, no padrecitoooo…!!!, yo no quiero arder en el infierno…!!!

–Entonces abre tu boca…!!!

En el mismo momento en que el asqueroso religioso otra vez se lanzó contra los vírgenes labios de la chica ella abrió su boca casi en el acto sintiendo como la gruesa lengua del padre Ramón invadía con toda potestad la suya.

–Ahora necesito que muevas tu lengua contra la mía… así debe ser hija, recuerda que una de tus virtudes es la de la obediencia…, -le dijo en un momento que otra vez se separaba de sus rojos labios, para luego volver al ataque.

Esta vez la joven monjita con el viejo sacerdote se besaban como si de verdad ellos lo desearan. Por parte del aprovechador clérigo así era, él la deseaba con bravura y ahora que sentía su fresca lengua batirse con la de él sabia que ya una parte de la persona de la chica le pertenecía, pero él la quería entera e iba a dar su vida con tal de lograr poseerla esta misma noche.

Por parte de la asombrada hembrita ella solo correspondía a eso que le hacían porque se lo estaban ordenando, nunca en su vida había escuchado que un hombre con una mujer juntaran sus bocas y lenguas para demostrarse afecto, simplemente ella no tenía ni mierda de idea de lo que estaba haciendo tan comedidamente, pero si puso atención de algo duro que le oprimía el buen padre a la altura de su abdomen, al instante cayó en cuenta de que se trataba del bendito instrumento que si ella quería conocer.

El viejo casi se la estaba devorando, más que besos eran verdaderos tarascones los que le plantaba con ferocidad en su dulce boquita, sus regordetas manos sobajeaban todo lo que podía, y muy peligrosamente se acercaban a las prominentes y redondeadas nalgas de la joven, para luego volver a pasearlas por sus caderas y sentir aquella estrecha cintura, sencillamente la joven hermanita Angelina era una hembra de infarto se decía para sus adentros mientras no se cansaba de comérsela.

–Ahhhhh…!!!, tu boca es tan dulce como la mejor miel del oriente… ya tendré tiempo de seguir probándola, ahora ha llegado el segundo paso de tu preparación, -le dijo una vez que la liberó de su opresión mientras la asustada religiosa intentaba recuperar la respiración. El caliente cura le había arrebatado hasta el último aliento.

–Como Usted diga padrecito…!, -fue lo único que atinó a decir una vez liberada.

–Vuelve a arrodillarte ante mí en señal de sumisión y humildad, -la voz del viejo sacerdote era grave y autoritaria. La joven otra vez estaba de rodillas mirándolo hacia arriba y mirando de reojo la tremenda carpa que se formaba a la altura del apéndice del religioso.

–Que paso viene ahora…?, -le consultó mirándolo alternadamente a él y a la verga aun oculta por la oscura ropa del sacerdote.

–El paso que viene es esteeeee…!!!!, -el descarado cura simplemente abrió su sotana para dejar a la vista de la muchacha una grotesca verga temiblemente bien parada, eran por lo menos 25 centímetros de carne oscura que se bamboleaba orgullosamente ante los atemorizados ojos de la joven monjita, fue el viejo quien rompía el hielo ante tan enloquecedora situación, –Te gusta mi instrumento…!?

La hermana Angi, solo tragaba saliva estudiando ese descomunal falo de carne que hasta ese día desconocía que los hombres tuvieran. Lo que veían sus escépticos ojos claros de la ahora confundida religiosa era un miembro enorme y muy gordo, algo así como una manguera hecha de carne, se decía para sus adentros, esta estaba llena de venas multicolores que pulsaban rápidamente producto de la acelerada presión sanguínea de su dueño, notando que ese descomunal y alargado trozo de carne que nacía desde mas debajo de la peluda panza del padre Ramón también tenía debajo de su base dos bolsas de piel bien arrugadas pero que al parecer tenían dos pelotas del porte de un durazno conservero al interior de ellas, nunca en su vida había visto o imaginado algo parecido, como a la misma vez se sorprendía con esa espesa mata de pelos gruesos entre negros y canosos que abundaba en la base del bendito instrumento que por fin conocía y veía tan cerca de su cara.

–Contéstame hija… te gusta mi instrumento…!?, -el pernicioso cura ya resoplaba como un toro embravecido.

Angelina como una verdadera zombi solo se dio a contestarle sin quitar su vista de aquella preciosidad recién descubierta.

–Creo que siiiii…!, su… su instrumento me llama mucho la atención padrecito…!, es… es… hermosoooo…!!, -le dijo ahora respirando un poco mas aceleradamente.

–Entonces vamos…! tómalo como lo hiciste hace un rato… es todo tuyoooo…!!!

La chica sin pensar en lo bueno ni en lo malo ya solo actuaba guiada por su propia sensualidad y por su instinto de hembra, en forma refleja subió ahora sus dos manitas quedando firmemente asida a la gruesa verga del cura, la pobrecita ni se imaginaba aun lo que le deparaba cuando el clérigo decidiera metérsela.

–Ohhhh… padrecitoooo…!!!, el bendito instrumento late como si tuviera vida propiaaaa…!!!, lo siento en mis manos como pulsa aceleradamenteeee…!!!, -las palabras de Angi le nacían del alma, y como era que no si la monjita había quedado caliente del mismo día que había estado en la capital, solamente que ella no lo sabía.

–Te gustaaa como pulsaaa…!!??

–Me… me… encantaaaa…!!

–Dale un beso…!!!

–Un… un beso…!?, -ahora la monjita lo volvía a mirar hacia arriba.

El padre Ramón acordándose que la monjita era novata en esas lides se dio a enseñarle cómo hacerlo.

–Si… debes fruncir tus labios y estamparle un beso en la punta que es esa parte morada que estás viendo…,

La muchacha entendiendo que eso era parte de su preparación movió sus exquisitos labios rojos como anteponiéndose a lo que iba a realizar, hasta que por fin:

–Muachsss…!, así… así está bien…!?, -le consultó después de su primer ósculo a una verga.

–Siii… pero ahora le darás un beso con lengua…!!!, así lo demanda el ritual hija mía, vamos… hazlo de una vez, yo se que tu puedes hacerlo.

–Con lenguaaa?, no entiendo padre…!!

–Debes abrir tu boca y meterte todo lo que puedas al interior de ella, y una vez que ya no caiga mas debes acariciarla con tu lengua y frotarla con los labios… esa es la forma hija mía… vamos hazlo, que esperas?

La joven entusiasmada con tan tentadora tarea poco a poco fue acercando sus rojos labios al aceitado glande del padre Ramón, lo notaba inmenso y achatado, y la punta de la uretra parecía ser el ojo de un ciclope que la miraba para comérsela, así que aguantando ese fuerte aroma a orina que expelía de aquel aparato carnal ella simplemente fue abriendo su boca lo que más pudo para meterse por primera vez en su vida una verga entre los labios.

El excitado cura desde su posición veía que la joven monjita se acababa de comer todo el glande de verga, es que su aparato era tan robusto y grueso que difícilmente la chica podría ahondar más en la oral tarea, por lo que el hombre rápidamente le empezó a dar instrucciones:

–Así… así está bien hermana… ahora retire sus manos de mi herramienta y aplíquese solamente con los labios y la lenguaaaa…, -esto se lo decía con sus ojos salidos para afuera.

La curvilínea y portentosa monjita hizo caso en el acto, al parecer ya se le había pasado el miedo a lo desconocido, ni siquiera pensaba en sus demás hermanas que a esas horas estaban dadas a la oración mientras ella le practicaba la primera felación de su vida al padre Ramón.

La inexperta mamada que le estaban propinando al obeso y asqueroso cura se le hacía exquisita para este mismo, en varias ocasiones la hermana Angi se la mordía debido a su ignorancia en estas artes, pero el sexagenario sacerdote las aguantaba con estoicismo, ya que veía que la joven poco a poco iba tomando su propia técnica.

La veía de a momentos parar para tomar un poco de aire, lo hacía sin sacarse el trozo de carne de entre medio de sus labios, para luego volver a succionarla metiéndosela cada vez un poco más adentro de la boca.

Por su parte la joven Angelina ahora gracias a sus fuertes y rítmicas succiones y movimientos linguales se la sentía más dura y más recia que antes cuando le rozaba el paladar, la verga ya lograba metérsela hasta un cuarto de su longitud, y esta pasaba a llevar su campanilla por cada empujón que le ponía el sacerdote cuando ella iba en avance, y por cada vez que miraba al cura como queriendo preguntarle si se la estaba chupando bien veía que este solo le sonreía en forma desvergonzada, hasta que escuchó nuevamente el tercer paso de lo que le tocaba hacer,

–Ya déjala… déjala hija… que ahora viene tu tercer paso en la preparación…, -el cura había tenido que casi quitarle su aparato a la chica que con entusiasmo se la había seguido chupando cuando este pretendía sacarla de su boca.

–Ohhhh el tercer paso… ordene padrecito… como cree que lo estoy haciendo, me podrá sacar esas ganas que Usted dice que tengo…!?, -la jovencita religiosa se lo preguntaba aun puesta de rodillas, con varios ríos de líquidos pre seminales adornando su barbilla.

–Vas muy bien hija…! vas muy bien…!!, pero esta prueba que viene ahora es un poco más complicada que las anteriores, pero es crucial para poder llevar a cabo el ritual.

–Yo seré obediente mi buen padrecito… solo continuemos con mi preparación…, -dentro de su inocencia la chica juraba que lo estaba haciendo bien, además que con su nivel de humildad y sumisión según lo ordenaba su orden quedaría muy bien puesta a los ojos del cura.

Por su parte el despreciable hombre continuaba con sus instrucciones con la sola intención de seguir pervirtiéndola.

–Así sea hija mía, bien, ahora que ya te has congraciado oralmente con la herramienta con la que te haré el trabajo…

–Será con el bendito instrumento con lo que me quitara las ganas…!?, -le interrumpió la joven monjita no dejándolo terminar, sus ojos cristalinos ya estaban casi vidriosos.

–Ehhh… no me gusta que me interrumpas…!, -el padre Ramón, buscaba rápidamente en su mente una respuesta convincente que darle a la chica, así que no le quedó más remedio que confirmárselo concluyendo que si la hembrita no se había hecho problemas para mamársela con esta otra nueva idea tampoco deberían haberlos, –Pero ya que lo preguntas debo confiarte que así es… será con esta herramienta con la que trabajaré en el ritual. –El viejo ya estaba con toda su sotana abierta y agitándose la verga delante de ella mientras le decía lo último.

–Pero que me hará con ella, no entiendo…!!!. –Angi estaba cautivada con todas estas nuevas emociones recién descubiertas en su sensualidad, incluso ya casi no le espantaba ver al sacerdote casi desnudo, sus ojos no se cansaban de ver esa tremenda panza peluda y que en su pecho la densidad de pelos canoso se hacían más tupidos y lago plomizos.

–Hermana… ya lo entenderás cuando estemos acostados…! Ahora solo qui…

–Nos acostaremoss…? Pero porque…!?, -le volvió a preguntar Angi al cura, eso de acostarse con él para nada estaba en sus libros, nunca había escuchado de ese tipo de rituales, algo en su mente la estaba asustando y poniéndola en alerta, pero ese extraño nudo en el estomago y que se expandía hacia ciertas partes de su cuerpo la animaban a continuar.

El obeso sacerdote volvió a tomar aire para seguir buscando las palabras necesarias para hacerla caer con ella poniendo de su parte.

–Si hija, debo ponerte en antecedente que nos acostaremos, y será así porque el ritual así lo demanda hija,

La chica pensando ahora seriamente en el asunto, y por muy rica que hubiese encontrado la herramienta que le había enseñado el sacerdote y que hace solo un rato había tenido puesta entre sus labios, creía entender que a pesar de sus palabras eso de acostarse con el no era apropiado.

–Ohhh… mi buen padre no sé si seré capaz de hacer eso… yo nunca…

–No temas hija mía, -ahora era el viejo quien rápidamente no la dejaba terminar, –Recuerda que yo soy la autoridad máxima en este monasterio, y tu orden te exige obediencia y sumisión, ya verás que serás santificada con este bendito instrumento con el que has dado claras muestras de aceptarlo.

La monjita ahora un poco dudosa no sabía si realmente sería capaz de tenderse en la misma cama junto al sacerdote, pero las palabras del aprovechador clérigo aun le sonaban algo coherentes, hasta que otra vez recordando cuáles eran sus virtudes dentro de su orden le dijo:

–Si, es verdad… entonces cual es el paso que viene ahora padre Ramón…?, extrañamente la chica ahora ya no lo trataba de mi buen padrecito, esto era producto de los tremendos nervios que la embargaban.

–El paso que ahora te toca superar hermana es el retirar toda la ropa de tu cuerpo, debes quedar totalmente desnuda ante mi presencia.

–Padreeee…!!, es que no sé si eso sea correcto…!, -la cara de la joven Angelina se desfiguró por lo escandaloso de la prueba que ahora le tocaba realizar.

–Ya te lo dije Angita… tú me debes obediencia porque así lo has jurado antes Dios, vamos yo te ayudaré con esta difícil tarea, ya verás que en poco tiempo te acostumbrarás a estar encuerada ante mi presencia, Jejeje…

El viejo poco a poco iba corriendo la cortina de lo que el realmente deseaba obtener de la incauta monjita.

La ahora si asustada hermana Angelina que en un principio había imaginado estar recostada sobre la gran cama del sacerdote aprendiendo cosas nuevas, ahora con solo verle la cara de depravado que este había puesto cuando le pedía que se quitara la ropa pensó que quizás todos eso de las ganas y del famoso ritual que este decía podrían ser puras patrañas para hacer cosas horrendas con ella, así que rápidamente se puso de pie mientras le decía,

–Padreeee…, yo creo que hasta aquí ya esta bueno, ahora me iré a mi celda y me entregaré a la oración para ped…

El salido sacerdote viendo que su joven hermanita se le quería echar a volar automáticamente se abalanzó sobre su cuerpo para arrojarla sobre la cama y comenzar el mismo a quitarle el hábito, en tanto la asustada monjita solo se dejaba desnudar estando paralizada por el pánico.

–Noooo, pa…dreeee… que haceeee…!?

–No temas dulzura… esto es necesario para iniciar el ritual… y te anticipo que en un principio tu misión será de martirio, pero luego cuando ya lo estemos haciendo firme serás bendecida por el mismísimo espíritu santo… no es una maravilla…!?, -el viejo sacerdote resollaba mientras a puros jaloneos le iba quitando sus oscuras vestimentas, que ella débilmente intentaba sujetar con sus manitas.

Pero el viejo sacerdote era mucho más fuerte que ella, este prácticamente a puros tirones le arrancó el hábito y su ropa interior que no era muy mojigata para ser monja, esta era blanca y del tamaño normal, dejando a la joven religiosa totalmente desnuda, enseguida de debajo de sus almohadas saco dos par de esposas con las cuales rápidamente la dejó inmovilizada con ambos brazos extendidos y sujetos a los fierros centrales del respaldo de la cama,

–Que hace padre Ramón… porque me amarra a la cama…?, – la desnuda muchacha le preguntaba jalando sus brazos y cayendo en cuenta que de ninguna manera podría liberarse, si es que no lo hacía el cura.

–Ya te dije que no debes poner en dudas mis actos hija mía, solo lo hice por tu propia seguridad… el rito es muy peligroso y podrías hacerte daño, pero cuando yo vea que te has entregado a él te liberare para que sucumbas a sus exquisiteces…, -fue en eso cuando su ardiente mirada dio con aquel sedoso triangulo de tiernos pelitos negros y brillosos quedando literalmente hechizado con ellos.

–Acaso… acaso me va a hacer un exorcismo…?

El padre Ramón casi no la escuchaba, por fin la tenía desnuda y tendida en su cama tanto como él lo había soñado desde que la criatura había llegado a su monasterio, sin embargo por ahora solo se daba a devorársela de pies a cabeza, pero que buena estaba la muchacha se decía en forma boquiabierta sin quitar sus porcinos ojos ahora puestos fijamente en sus tetas que si ser grandotas eran del tamaño perfecto para cualquiera, pero lo que si tenía muy bien desarrollado según su análisis era toda la parte de su cuerpo desde su ombliguito y estrecha cintura para abajo, deliraba con esas caderotas muy remarcadas que daban paso a unos muslos fuertes y muy bien formados, la más joven de sus monjas era un verdadero monumento de mujer se gritaba para sus adentros, y cuando por fin se convencía de la suculenta hembra que estaba solo a minutos de cogerse, se dio a contestarle lo que ella le había preguntado.

–A… al… algo parecido hija… algo muy parecidoooo…!, solo que con este ritual te sacaré esas tremendas ganas que llevas dentro…

Junto con decirle lo ultimo el gozador y casi infartado clérigo como un verdadero poseso se lanzó a las piernas de la chica abriéndoselas de par en par y con fuerzas desmedidas, sin importarle el dolor que le causaba a la aterrorizada hermana, para luego de tenerla con ambos muslos abiertos y recogidos ir acercándose a la apretada y virgen vagina para proceder a olerla, el aroma que desprendía la tierna panocha de la joven Angi era para enloquecer a cualquier hombre, la miró bien de cerca y se la olió hasta el cansancio, y una vez que el sentido de su olfato ya estuvo impregnado de aroma a hembra fue cuando le dijo:

–Ahhhh… que rico hueles aquí abajo hija mía, de verdad que huele a hembra caliente y sedienta de verga, jejeje,

La asustada muchacha que no imaginaba lo que le iba a ocurrir igual se dio a preguntar por esa extraña palabra que por primera vez en su vida escuchaba:

–Sedienta de verga…!!?? Padrecitoooo… que es la vergaaa…!!??,

–Pues la verga es el bendito instrumento que entusiasmadamente estuviste mamando solo hace un rato, esta es la vergaaaa…!!!, -le bufó a la misma vez en que rápidamente se retiraba su sotana y se ubicaba ahora totalmente desnudo a la altura de su rostro para comenzar a azotar su endurecido miembro contra su cara. –Mírala bien hija, que en un rato mas te la voy a meter, jajajaja…!!!

Diciendo esto último otra vez se desplazó hacia la parte central de sus muslos para volver a abrírselos, acto seguido abrió su bocota babeante y lentamente se fue acercando a esa atrayente y virgen panocha para comenzar a devorársela a su total antojo.

El padre Ramón lamía y succionaba aquella núbil hendidura como un verdadero endemoniado, estaba fascinado con ese cuerpo de fabula que tantas veces había soñado después de espiarla en los baños, se la chupaba, se la lamía y se la escupía, para luego explorársela con sus gruesos dedos regordetes, todo aquello era más que excitante para el lujurioso cura, y lo que más le calentaba era saber que estaba solo a minutos de ser él quien iba a desvirgar a tan apetitosa hembra creyente que tuvo la mala suerte de caer en su monasterio.

La joven hermana Angelina ahora sentía un poco de aversión por todo lo que le estaban haciendo, pero al saber que ella también le había succionado su cosa al padre Ramón, pensaba que quizás esas lamidas en su parte intima no estaban muy lejos de ser normal para lo que era su preparación, luego una lejana parte de su mente le hacían pensar que eso que le estaban haciendo era una acción de lo mas reprobable para una sor recién nombrada al servicio de Dios, pero lo que no imaginaba la pobre jovencita era que lo peor estaba por venir.

En tanto el perverso cura abría todo lo que pudo su asquerosa boca goteante de babas y se sumía en esa exquisita y joven vagina que se estaba comiendo, Angi por su parte de un momento a otro ya era víctima de un desfalleciente hormigueo en su casto tajito al sentir los gruesos labios del padre Ramón abarcarle toda la extensión de su pequeña fisura carnal y sintiendo como su áspera lengua hurgaba intentando adentrarse al interior de su rendija, fue abriendo ella misma y en forma voluntaria lentamente sus piernas, hasta quedar totalmente abierta de patas.

Los gemidos de la joven religiosa no tardaron en llegar a los oídos del caliente clérigo por lo rico que estaba sintiendo.

El padre Ramón abiertamente le estaba comiendo la zorra, adentraba su lengua lo que más podía, sorbía y saboreaba todo ese exquisito elixir femenino que la concha de la hermana Angelina le iba soltando.

La joven gradualmente se había empezado a menear con suaves movimientos pélvicos, preguntándose a ella misma que era eso tan rico que estaba sintiendo, acaso esas serían sus ganas?, era lo que se preguntaba a la vez que hacía cortos movimientos con sus brazos esposados a la cama, obviamente ella como hembra deseaba llevar sus manos al cuerpo del macho para alentarlo a que siguiera haciéndole cosas, estaba sintiendo muy rico.

La joven y hermosa religiosa seguía con esos siniestros movimientos y meneadas con sus caderas, ahora su acalorada panochita arremetía contra la bocaza del padre Ramón, no quería que esa maravillosa y caliente lengua la abandonara. Pensaba que si la mamada al bendito instrumento le había gustado un montón esto que le hacía ahora el buen padrecito a ella lo encontraba celestial y hasta casi bíblico.

Por su parte el descarado sacerdote sabía que la joven monjita estaba gozando como una verdadera puta, desde ahora se le haría aun más fácil poseerla, así que cuando ya se cansó de chupar, lamer y jugar con su virgen hendidura otra vez le abrió las piernas doblándoselas y haciendo que se quedara con ellas recogidas, para luego empezar a montarse sobre su curvilínea anatomía, la chica sin entender porque el padre Ramón se subía sobre su cuerpo tiraba sus brazos con tal de sujetar su pecho para que no la aplastara, pero era ahí cuando se sabía inmovilizada, ahora el miserable vejete ya estaba sobre ella con claras intenciones de meterle aquella monstruosidad de verga que mantenía más tiesa y parada que nunca.

La joven religiosa que no sabía los motivos del porque ese tremendo animal estaba montado sobre su cuerpo sentía como este paseaba su virilidad por sus labios vaginales expuestos, su mente trabajo a mil, la verga del hombre estaba a la misma altura de su vagina, el mismo le había dicho que se la iba a meter, lo que en un principio no entendió mucho, pero ahora al saber en la posición en que ambos estaban y como este ejercía presión en aquella zona, fue cuando supo que era lo que le iban a meter y por donde, por lo que instintivamente comenzó una frenética lucha para defender su integridad, el pomo de la gruesa herramienta del cura era tan gruesa y redonda como el diámetro de una pelota de tenis calculaba en comparación de su estrecha ranura intima que si esta no se rajaba en el intento el instrumento del padre Ramón jamás entraría, pensaba rápidamente en forma enajenada mientras seguía sintiendo como el obeso hombre se acomodaba sobre sus muslos para hacerle eso, un tremendo pánico se apoderó de su persona con solo imaginarse estar siendo penetrada por semejante herramienta.

Pero el padre Ramón ya estaba caliente al máximo y no iba a dejar pasar esa oportunidad y ya sintiéndose en condiciones sobre su blanco, curvilíneo e inmaculado cuerpo se dio a notificarle de lo que ahora le iba a ocurrir,

–Ahora vas a saber lo que realmente iban a hacer ese hombre con esa mujer que viste en el parque, jajajjaaaa…!!!! Así que no temáis, ya estás en edad de ser gozada por un hombre de verdad…!!!,

–Padrecito…mi buen padre que me va a hacer ahora…!?, no se los motivos pero tengo miedoooo…!!, y que era lo que iban a hacer ese hombre con la mujer…!!??

La chica a pesar de que la tenían desnuda y a punto de desvirgarla aun sentía atracción por lo que hacían el hombre con la mujer del parque.

–Ellos…ellos iban a “culear” hijaaaa… lo mismo que nosotros vamos a hacer ahora, así que solo mantente quietecita que yo hare el trabajo más difícil tu solo debes aguantar…

–Iban a “culear”…!?, pero… pero que es eso…!?

–Es el acto principal del ancestral y milenario ritual que te dije, este debe ser llevado a cabo por un hombre y una mujer, deben hacerlo desnudos y en una cama, o sea, tal cual como ya estamos nosotros…

La enajenante conversación se llevaba con la joven esposada a la cama y con sus muslos abiertos y recogidos como una M con el obeso hombre montado sobre su estilizado cuerpo, mirándola muy cerca de su cara y con su rostro descongestionado por la lujuria.

–Y como se supone que se culea… yo no sé cómo hacerlo…, -seguía consultándole la contrariada jovencita que de apoco le iba perdiendo el miedo a la situación y sintiéndose cada vez más interesada por el enajenante tema.

–Este se lleva a cabo con la inserción de mi verga al interior de tu cuerpo, deberás comértela toda…

–Comérmela toda…!? Pero por donde me la deberé comerrr…!!??

–Sera por aquí…, -le dijo en forma resuelta el asqueroso cura a la misma vez que metía su mano por entre medio de los cuerpos y posaba su cabezón cipote en los apretados labios vaginales de la joven y aun asustada monjita.

–Veo difícil que su instrumento pueda deslizarse por ahí… siento que esa parte de mi cuerpo la tengo muy cerrada y apretada… su… su cosa es muy grandeee…!!! Además… además que no sabré como hacerlo…!!!

–Sera el espíritu divino quien te guiara a cómo hacerlo, el te dirá como moverte cuando ya lo hayas recibido en tus carnes… y una vez que te hayas congraciado con este acto carnal deberás comparecer a diario en esta habitación para que sigamos culeando todo lo que queramos.

La impetuosa mente de la joven Angelina trabajaba a mil imaginando todas esas cosas que le decía el pervertido sacerdote, a la misma vez que increíblemente para todos nosotros su joven panocha ya había comenzado a destilar jugos vaginales preparándose ella sola para la penetración, sin que su misma dueña lo supiera, hasta que ya sin querer darle más vueltas al asunto la inexperta joven ya le daba su autorización al descarado hombre:

–Ohhhh…!! Que así sea…!!! Mi buen padre Ramón… solo hágamelo…!!!, yo serviré de instrumento carnal para llevar a cabo el ritual… creo que me las arreglaré para recibirlo y aprenderé a culear tanto como Usted quiere.

En eso la joven escuchaba al padre Ramón recitar algo raro, era como la oración antes de comenzar el ritual, por lo menos eso era lo que pensaba ella:

–“Bieeeeennnn… ya que ahooooora”… “eres tú mismaaaaaa quien lo está pidieeeendooooo…”, “ha llegadoooooo el momentooooo…” “Para que meta mi saaaaanta vergaaaaaa” “en tu sagrada panochaaaaaaa…”, -el viejo cura ridículamente le decía esto último si como estuviera cantando en forma gregoriana, solo para seguir embaucando a su víctima y hacerle creer esas mamadas del santo ritual y demás falacias con las que se estaba encargando de enguarrecerla.

Una vez que el descarado religioso terminó con su canto gregoriano se acomodó entre medio de esas exquisitas y potentes piernas pensando que ya no había nada que esperar.

Angi esperaba su iniciación con su respiración fuertemente agitada y sus blancos muslos flexionados y abiertos, con el viejo cura encima de ella, quien ya acomodaba su verga en la entrada de su última vez virginal entrada intima.

El padre Ramón afianzó su tranca en el jugoso tajo que le estaban ofreciendo, mientras su dueña aguardaba ansiosa por lo que le iba a suceder, quería que ese robusto trazo de carne se deslizara hacia su interior, fue en eso que el caliente clérigo presionó con su verga para adentrarse al interior del prodigioso cuerpo de la desprevenida y bella monjita.

La cerrada vagina que estaba siendo por primera vez profanada resistió el primer y solido empujón, la verga del sacerdote resbaló y salió expulsada de esa zona virginal, acompañado de un sonoro gemido de dolor por parte de la joven Angelina, aun así ella estaba decidida a recibírsela.

La respiración de la joven religiosa se volvió aun más agitada que antes, sentía como se le tapaban las fosas nasales, a raíz de las alteradas emociones que la atacaban, pero la valiente Angi continuaba quieta con sus piernas bien abiertas y ofreciéndole al buen padrecito su más sagrado tesoro.

Por lo que el excitado padre Ramón otra vez volvía a la carga, nuevamente posó su cabezón instrumento en el pequeño y apretado conducto intimo de la joven hembra, para luego meter sus peludos brazos por debajo de los suaves hombros de ella para afianzársela mejor debido al bestial espolonazo que pensaba mandarle a la dulce criatura,

–Prepárate hija que ahora si lo vas a recibir…

Junto con decirle lo último el sanguinario hombre cerró sus ojos y de un solo empujón logró meter la grotesca punta de su tranca en el interior de la pequeña vagina de la bella monjita, la cabeza de esa descomunal verga había quedado atorada justo en la pared en que se encontraba el sello de garantía y calidad que le certificaban al horrendo cura el estado de pureza y virginidad en que se encontraba la casi ensartada muchacha.

La reacción corporal y síquica de la curvilínea Angelina fue automática, en el acto desaparecieron de su mente todas las ricas sensaciones y hormigueos que había estado sintiendo hasta ese mismo momento:

–Nooooo…!!, por favor padre Ramonnnnn…!! sáquelaaaaa…!!! no me la voy a poderrrrrr…!!! No me la metaaaaaaaaa…! ay…!! ay…!!! ay…!!!!!, -gritaba martirizadamente por cada movimiento que hacía el obeso sacerdote sobre su cuerpo.

–Ya es tarde para arrepentiros hijaaaaa!! te la debo meter todaaaaa…!!! Solo así serás santificadaaaa…!!!, -le decía el sacerdote con sus ojos abiertos como paltos producto de saberse en la misma ante sala del placer desenfrenado.

–Nooo… por favooor…!!! yo no quiero ser santificadaaaa…!!! Snifffs…!!! Snifffs…!!!, -lloraba y le decía desconsoladamente la mortificada monjita.

–Lo siento pero debes ser culeada… así me lo ha mostrado la divina providenciaaaa…!!! ahora solo tienes que aguantar…!!!

–Nooooo… Snifffs… Snifffs…!!! yo no quiero ser culeadaaaa…!!! Snifffs…!!! Snifffs…!!! Sáquemela padre que me dueleeee…!!!!

Mientras Angi lloraba y le pedía al viejo que se la sacara este mismo volvía a empujar hacia adentro.

–Nooooooo…! no lo hagaaa…!! No empuje que me dueeeleee… Ahhhh…!!! me dueleeee…!!!, -gritaba de pavor la desesperada muchacha pensando que literalmente su verdugo quería partirla en dos con su verga, mientras este mismo y que era el buen padre Ramón ejercía presión con fuerzas descomunales contra el cuerpo de la angustiada hembrita, pero la membrana de castidad de la joven doncella resistía y no le daba cabida a esa verga grandota y hedionda que quería colarse por esas tibias carnes.

Por cada a empujón que le asestaba el enloquecido clérigo con su enorme tranca, a la adolorida joven le parecía estarle destrozándola por dentro, pero de pronto sintió que el dolor se hacía cada vez más intenso e insoportable, con sus ojos bañados en lagrimas veía como el viejo cura hacía fuerzas desmesuradas por meter su herramienta lo que más pudiera adentro de su apretada y aun casi virgen conchita que se negaba a recibirlo por completo. Ambos cuerpos sudaban, y el suplicio para Angi ni siquiera comenzaba aun.

El padre Ramón quien estaba decidido en convertirla en su mujer volvió a acomodarse en los abiertos y blancos muslos de la joven religiosa, la miró a sus ojos color miel metiendo sus gruesas y peludas manos regordetas por entremedio de sus sedosos cabellos negros para estamparle un asqueroso beso con lengua que la joven recibió entre sollozos, hasta que ella lo vio separarse de sus labios y cerrar sus ojos como si este viejo asqueroso se concentrara en algo, y fue en ese mismo momento cuando se sintió intensamente invadida por un extraño objeto alargado al interior de su cuerpo. Sor Angelina ya no era virgen.

–Nooooooooooooooooooooooo…!!!!!, -fue el primer desgarrador grito que se sintió por todos los rincones del aislado monasterio.

El siniestro cura había empujado firme y en forma salvaje alojándole su gruesa verga al interior de su cuerpo en toda su extensión, su virgen vagina ya no lo era, se lo había comido todo y los ríos de sangre que manaba desde el interior de su vagina así lo confirmaban,

–Ahhhhhhhhhhhhyyyyyyyyyyyy…!!!! Saqueloooooo…!!! Buahhhhhhhh!!!! Buaaahhhhhh…!!!! Ayyyyyyyyyyy…!!!! Ayyyyyyyyyy…!!!!, -gritaba le recién desvirgada chica por cada empujón que le ponía el sacerdote intentando adentrarse aun mas al interior de su cuerpo.

La hermanita Angelina lloraba con su carita desencajada por el inmenso dolor que le causaba el sentir su rajadura intima abierta y ensartada por una verga que según ella y como la sentía le llegaba hasta la misma altura de su cintura.

La cara del padre Ramón era la de un autentico depravado sexual, solo se daba a mirarla con degeneramiento mientras ahora la mantenía ensartada, en tanto la carita de la joven Angi era solo de dolor y pavor al mismo tiempo.

El obeso viejo no se movía, solo se mantenía teniéndola bien clavada hasta el fondo de sus entrañas, a la vez que sentía como las tibias carnes interiores de la joven monjita le apretaban deliciosamente su verga,

–Ahhh… por fin te la has comido hijaaaaa…!!!, Ahora eres miaaaa…!!! solo miaaaa…!!! –le gritaba mirándola a sus claros ojos y a la misma vez que empujaba su verga mas para adentro a la adolorida muchacha.

Por su parte la hermana Angelina solo lo escuchaba y dejaba hacer, su cuerpo era como el de una muñeca inflable, que podían hacer con ella lo que quisieran, y eso era lo que estaba haciendo el obeso y peludo sacerdote quien ahora le arremetía con lentos movimientos de mete y saca con ella resistiendo los inmensos dolores vaginales que esto le causaba, aun así la chica sentía como los gelatinosos jadeos de sacerdote cada vez se iban haciendo mas rápidos.

El padre Ramón ya aserruchaba con mas fuerzas, le clavaba la verga y se la ensartaba sin piedad, los gemidos del dolor que emitía la recién desflorada doncella rápidamente se transformaron en gritos, la religiosa gritaba de la misma forma en que la estuvieran torturando, y la verdad era que si la estaban torturando ya que sentía que la punta superior de su vagina () en cualquier momento se iba a rajar al mantenerse dolorosamente distendida y estirada al soportar el grosor de la verga que la taladraba libremente en su interior.

Pero la femenina sensualidad de la hembra ya daba los primeros signos del porque la hembrita se encontraba en tal delirante y acalorada situación, recordemos que ella misma se había calentado con el solo ver a una pareja magreándose en un parque. Ahora su mente solo se concentraba en imaginar los acelerados ingresos que hacía la verga del cura hacia el interior de su cuerpo, su concentración solo se centraba en la fricción que hacía el bendito instrumento al deslizarse por su estrecha ranura imaginándolo largo grueso y nudoso.

Con estos escandalosos pensamientos el curvilíneo cuerpo de la joven monjita recibía las primeras oleadas de placer puro, que por cada estocada que le daba el padre Ramón en el interior de su panocha esas ricas sensaciones se ramificaban hacia todas sus articulaciones, recorriendo todos los rincones de su exquisita y delineada figura, ahora ella misma alentada por unas extrañas emociones intentaba con su vagina apretar y comprimir la verga de buen padrecito, como si se la estuviera sorbiendo con su panocha para que se le metiera mas para adentro.

La monjita lentamente fue subiendo sus muslos flexionados, para abrirlos más todavía y de un momento a otro ya se estaba meneando sincronizadamente tal como lo hacía su violador.

–Shhhhhh… Ahhhhh…!!!!, -fue el primer y exquisito gemido de autentico placer que emitió la bella Angelina al saberse participe de tan exquisito y milenario ritual, –Ahhhhhhhh!!… Ohhhh…!!! Ahhh…!!!, -continuaba gimiendo por cada una de las clavadas que le asestaba el grotesco sacerdote las cuales combinaba con una serie de movimientos circulares con su cintura pero siempre empujando hacia adentro, obviamente el muy miserable se la quería agrandar para el metérsela en forma mas cómoda.

–Así…! así hermanaaa…!!!, comenzó a bufar el padre Ramón cuando cayó en cuenta que la bella Angi ya se meneaba junto con él, por lo que seguía animándola: –Así muéveteeeee… muévete todo lo que quierassss…!!!!, veo que ya te acostúmbrate a la vergaaaa…!!!! Así…!!!! Así…!!! Que luego nos comenzaremos a mover más fuerteeeee…!!!! Ohhhh…!!!! Ahhhhhh…!!!! Que delicia de hembra que eresssss…!!!!, -le decía el depravado cura mientras estiraba una de las manos al velador y procedía a liberar las manitas de la chica de las esposas.

Angi rápidamente al sentirse liberada y por autentico instinto de hembra necesitada de macho se abrazó férreamente a las anchas espaldas del obeso y peludo hombre, entregándose en cuerpo y alma a la culeada que le estaban pegando, la cama de fierro rechinaba al ritmo de los jadeos, meciéndose de arriba y hacia abajo al mismo vaivén de los movimientos de los amantes.

En el sagrado ambiente de la eclesiástica habitación ahora todo era suspiros y sonidos de cuerpos que se frotaban y chocaban uno contra el otro, a la misma vez que el fuerte aroma a sexo mezclado con el de coño y a verga lentamente la iban impregnando todo.

El padre Ramón seguía penetrándola con todas sus fuerzas, y el dolor ya había desaparecido del cuerpo de Angi, a estas alturas su vagina estaba hecha agua a la misma vez que se comía en toda su extensión la gruesa verga del excitado sacerdote quien se mantenía aserruchándola firme, y así estuvieron por largos minutos, lo que sentía la joven religiosa en esos momentos era algo totalmente nuevo para ella, eran oleadas de ricos escalofríos que la recorrían entera animándola a seguir expuesta y completamente abierta para que el sacerdote le hiciera todo lo que el quisiera.

El buen Padre Ramón se la estuvo culiando por un buen rato, la cogida ya iba como para más de una hora por lo menos con la monjita moviéndose al mismo ritmo con que le empujaban la verga para adentro.

Estando la hermana Angelina cogiendo abajo del cuerpo del cura con sus ojos cerrados y con sus cejas fruncidas como si estuviese enojada sentía que mientras ella más firme empujara contra la verga más rico y delicioso era el placer que le otorgaba su sistema nervioso.

En eso estaba la recién desflorada monjita cuando sintió una sensación de como si se le fuera a parar el corazón pero la sensaciones se multiplicaban a mil de cómo había estado sintiendo, como una verdadera poseída empezó a menear su cuerpo en forma acelerada jadeando y gimiendo como una vulgar puta, mientras que el buen padre babeaba de gusto y calentura, la hermana Angelina ya culeaba como una verdadera mujer y él era el causante de ello y quien le había enseñado, así que sin aguantarse más el asqueroso hombre volvió a juntar su bocota de depredador junto a los rojos labios de la hembrita quien lo recibió con un exquisito beso con lengua.

Ambos amantes no se daban cuenta de la forma salvaje en que estaban cogiendo, el sacerdote como pudo la giró en la cama para quedar con ella montada sobre su redonda y prominente panza peluda, para luego dedicarse a alabarla:

–Lo ves hijaaaaaa…!? Yo sabía que te iba a encantar la vergaaaa…!!!, -la monjita casi no lo escuchaba solo estaba concentrada en moverse y refregarse bien refregada la verga del viejo en su ensangrentada hendidura,

–Ohhhh…!!! Si…!!! Si padrecitoooo…!!! su vergaaaa…!!! la siento a la misma altura de mi ombligooooo…!!!!, -mientras le decía lo anterior sus tetas saltaban exquisitamente al mismo ritmo en que la monjita hacía sus movimientos copulatorios, su pelvis se movía desquiciantemente de atrás para adelante en tanto se comía la verga, combinando estos movimientos con firmes subidas y bajadas de caderas para luego hacer unas diabólicas ondulaciones como si de verdad quisiera despacharse al pobre hombre para el otro mundo.

El salido sacerdote comenzó a darle unas fuertes estocadas hacia arriba, ensartándola con ferocidad…

–Ohhhhh…!!!!, –Ahhhhhh…!!!, -gesticulaba inconscientemente la ensartada hembra con sus dos manitas apoyadas en la peluda panza del hombre.

–Te gusta zorraaaaa…???!!! Te gusta este ritual…???!!!

–Siiiiiii…!!! es muy… ri cooooooo…!!! Su bendita herramienta me pone como loca padre Ramonnnnnn…!!!!, -le confirmaba la transpirada monjita sin dejar de menearse, y menos de ponerse a pensar porque ahora el cura la trataba de zorra.

–Jajajajaja…!!!!, yo sabía que te iba a gustar hija mía… desde hoy eres mi hembraaaa…!!! Y deberás venir todas las noches para que hagamos esto mismo… lo harás hermana Angelinaaaa…!?

–Si…! Si lo haré mi buen padrecito…!!! Usted me culea muy ricoooooo…!!!, es así como se le dice a esto no…!? yo vendré todas las noches a acostarme con Ustedddd…!!! Ohhhhhh…!!! auchhhhh…!!! que ricoooo es culear…!!!, -le decía la caliente religiosa sin ni siquiera saber lo que estaba diciendo.

–Así es hija mía…!!!, así es…!!! culear es el verbo…!!!

Tras la ardiente conversación en que en ningún momento dejaron de moverse el padre Ramón la atrajo hacia él abrazándola con sus peludos brazos, a la vez que le daba sendas chupadas a las duras tetas que se gastaba la joven sor Angelina, ella ya lo disfrutaba todo, su mente estaba en blanco, solo sentía oleadas de placer por todo lo que le hacía el buen padrecito, premiándolo con exquisitos movimientos coitales sobre aquella grandiosa verga que se la tenían ensartada en lo más recóndito de su espléndida anatomía.

Pero el perverso cura deseaba poseerla en forma completa, así que sacando fuerzas de contención para no correrse se la desclavó dándole un fuerte empujón en donde la joven Angi quedo tirada a un lado de la gran cama del sacerdote, por un momento no entendía nada pero fue el mismo padre Ramón quien le aclaraba la situación,

–Bien hija, ya superaste la primera parte del ritual, así que ahora viene la parte culmine en donde si quedaras totalmente santificada.

Angi lo veía puesto de rodillas en la cama y masajeándose la verga mientras este la hablaba.

–Mi buen padrecito… y en qué consiste la parte culmine del sacro ritual…!?, -la imagen de la bella joven desnuda y recién cogida en la cama era para el recuerdo, el vejete también así lo veía, pero el ya estaba que se corría por lo que ahora pensaba hacerle.

–Ya lo entenderás Angelina, por lo pronto debes ponerte en 4 patas…!

–En 4 patas…!?, -la monjita ahora sí que no entendía nada, ella no tenía patas.

–Si putaaaaa…!!!, en 4 patas, debes sostener tu cuerpo con tus brazos y tus piernas, tal cual como lo hacen las perras…

La mente de la joven rápidamente le indicó cual era la posición solicitada, y atraída por ese soez vocabulario que el cura empezaba a ocupar cuando se dirigía a ella, poco a poco la iban cautivando, ni siquiera sabía que era una puta, pero le gustaba que el hombre la llamara de esa forma, así que moviendo todas sus curvas de un momento a otro ya estuvo tal como le habían ordenado.

–Así… así está bien…?, -le consultó mirándole con todos sus cabellos enarbolados y en la perruna posición.

–Exacto, ahora solo debes esperar que yo me encargo…

El padre Ramón avanzó de rodillas hacia ella hasta ubicarse justo detrás del redondo trasero, con sus manos temblorosas se dio a posarlas una en cada nalga de la nerviosa joven para proceder a abrírselas y estudiar su cerrado orificio posterior que era tan rosado como el pétalo de una rosa cuando recién se abre del capullo, así que ya sin pensársela mas se lanzó a lamerle el culo como si este estuviese hecho de manjar.

Angelina sentía muy rico, la sensación de la lengua del padre Ramón en su esfínter casi la enloquecieron, ni siquiera su mente le permitió pensar en lo asqueroso que era eso que le hacía el aprovechador sacerdote en su orificio posterior que ella habitualmente ocupaba para otra cosa, solo se daba a reconocer que le encantaba sentir la lengua y boca del clérigo chapotear en su redondo trasero, pero cuando notó que el viejo se acomodaba con verga en mano en la misma entrada de su orificio y que este sin darle tiempo de reacción ya empujaba con ella intentando perforarla por este otro nuevo reducto, otra vez cayó en pánico:

–Nooooo!!!, noooo!!, noooo!, por favor padrecito eso Nooooo…!!! Otra vez Nooooo…!!!!, -le decía con su vocecita muy asustada y mirándolo hacia atrás de su cuerpo.

Pero el sacerdote no le tuvo compasión, una vez que acomodó la verga en el cerrado orificio posterior de la hermana Angelina, y no escuchando sus suplicas se afianzó con sus dos manazas a las suaves caderas de la chica y simplemente empujó con brutalidad enterrándose por completo en el culo de la bella monjita.

Angelina recibió el salvaje apuntalamiento de carne con un ahogado grito de tortuoso dolor, sus ojos se abrieron como platos como no creyendo que se la acababan de envainar por el trasero, al mismo tiempo que sus manitas empuñaban fuertemente las colchas de la cama del sacerdote, quedándose estática y con su boquita completamente abierta simulando gritar de dolor, con la única diferencia que su grito fue ahogado por el demencial laceramiento anal que estaba sintiendo, simplemente creía que el cura en cualquier momento le reventaría el culo.

El traspirado sacerdote al saber de tenerla firmemente enculada simplemente comenzó a meter y sacar su verga solo hasta la mitad de su extensión, se la metía con rabia y con fuerzas desmedidas, su cara se descongestionaba por cada clavada que le ponía, mientras que ahora a sus oídos llegaban los primeros gemidos y sollozos de dolor por parte de su bella víctima:

–Ayyyyyyy…!!! Ohhhhhhh…!!!! Padre Ramonnnnn…!!!, no tan fuerte por favor…!!!! que me va a partir por el culoooooooooo…!!!!! –le gritaba en forma desfalleciente la nuevamente adolorida monjita.

Pero el depravado cura que estaba bañado en sudor solo seguía enculandola como un poseído, –Plafff…!!! Plafff…!!!! Plaffff…!!!!!, -retumbaban las redondas y antojables nalgotas da la joven hermana Angelina ante el enardecido ataque del caliente religioso.

La monjita ahora aguantaba el brutal enculamiento mordiendo una de las almohadas con sus ojos fuertemente cerrados. Ante cada bestial clavada de verga del lujurioso padre, de sus rojos labios de azúcar se manifestaban grandilocuentes alaridos que más parecían de placer que de dolor, así lo confirmaba también su respiración agitada y excitada, el intenso dolor anal y el saberse puesta en cuatro patas le hacían sentirse más mujer, más hembra y más perra que como una verdadera religiosa tal como lo era ella.

El padre Ramón se la estaba culeando como un verdadero enloquecido, miraba ese portentoso y tremendo cuerpazo que la monjita habitualmente escondía debajo de sus oscuras ropas, le miraba ese glorioso par de nalgotas que le sorbían sus 25 centímetros de verga casi en su totalidad,

–Ayyyyyy…! mi buen y venerable padrecitooooo…!!! me dueleeee…!!! pero me gustaaaaa…!!! que es esto Dios mioooooo…???!!! , -le gritaba mirándolo hacia atrás y con espanto.

–Este es el exquisito placer de carne zorra inmunda…!!!!, y tu estas destinada para ello…!!!!, has sido llamada para el sacrificio y el vicio de la carneeeee…!!!!, -Todo esto se lo decía el insolente hombre apuntalándola una y otra vez reciamente, –Por eso mismo tomaaaa…!!!!, -le gritó empujando su verga con mas bestialidad que antes.

–Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy…!!!!, -fue el fuerte alarido que pegó la bella Angelina ahora bramando con su cara mirando hacia el techo cuando el viejo le mandó el feroz enculamiento ultimo, a la misma vez que girando su cara hacia atrás también le preguntaba por eso que él le decía: –De verdad…!!?? De verdad que yo he sido llamada para cumplir con tan sacrificada tarea…!!??

–Así es putaaaa…!!! y no te extrañes por las palabras que ocupo, todo es parte del ritual…!!!! Tomaaaa…!!!! Toma inmunda perra asquerosaaaaaa…!!!! Desde hoy estas destinada a ser una viciosaaaaaaa…!!!!!

–Ahhhh…!!!! Ohhhhh…!!!! que rico padrecitooooo…!!!! Siento que el bendito instrumento me llena por completoooo…!!!! Eso… eso… también es parte del vicio al cual fui llamadaaa…!!??

–Siiiii…!!! este es el verdadero vicioooo hijaaaa…!!!, y como ya te dije tú has sido llamada para congraciarte con este mismo, también con la lujuria, y con todo lo que tenga que ver con los placeres mundanos…!!!!!

La hermosa monjita de pelos sedosamente negros y blanca piel gozaba como una verdadera fulana, estaba casi enloquecida de calentura al escuchar ese lenguaje soez y vulgar con que la trataba el miserable cura mientras la seguía enculando fieramente, sin mencionar que en su mente aun retumbaban las palabrotas del sacerdote en donde le notificaba que ella había sido llamada para congraciarse con el verdadero vicio de la carne y los placeres mundanos.

Las estocadas que le daban por el culo a la enviciada hermana Angelina cada vez eran más recias y profundas y ellas las sentía muy ricas y placenteras, sensaciones que la obligaban a retorcerse de gusto intentando de atornillar con su trasero a aquella gruesa verga que tan deliciosamente la perforaba.

El escultural cuerpo de la monjita ya no podía aguantar más de tanto placer que le estaban otorgando, por su parte el padre Ramón al notar de lo bien que se lo estaba pasando la tierna chiquilla la tomó violentamente de sus cabellos de la frente jalándoselos fuertemente hacia atrás, para luego comenzar a darle más duro por el culo, mientras que con su otra mano la levantaba y…

–Plaffffff…! Plaffffff…!! Plaffffff…!!! Plaffffff…!!!! Plaffffff…!!!!! Plaffffff…!!!!!! Plaffffff…!!!!!!, -las fuertes nalgadas de ida vuelta mientras la tenían agarrada de los cabellos fueron de menos a más, las firmes carnes de su trasero vibraban ante las lacerantes firmes palmadas que el viejo cura le ponía sin misericordia.

–Toma…!!! toma maldita zorraaaa…!!! esto se merecen las viciosas como tú que se calientan apenas ven algo guarro, jajajaja… Tomaaaa…!!!!, -El Padre Ramón soltándole de sus cabellos posó esa mano férreamente en una de sus caderas para sujetarla y con la otra siguió nalgueándola a su total antojo.

–Plaffffff…! Plaffffff…!! Plaffffff…!!! Plaffffff…!!!! Plaffffff…!!!!! Plaffffff…!!!!!! Plaffffff…!!!!!!, -seguían retumbando en la habitación otra serie de sonoros y aun mas fuertes palmetazos en las tiernas carnes prietas de la atractiva monjita.

Esto fue demasiado para la pobre hermana Angelina, simplemente la joven sor se llegó a mear de tanto placer al sentir como le flagelaban sus carnes de una forma tan humillante y bestial…

–Ayyy padrecitoooo… siento algo raroooo…!!! Ohhhh que esto por Diosssss…!!! Ohhhhh que ricoooooo…!!! Ohhhh…!!! Ahhhhhh…!!!!, -hasta que la joven explotó con todas sus energías reprimidas en los años de abstinencia sexual en un enloquecedor y fenomenal orgasmo, –Ayyyyyy que me meooooo…!!! Ayyyy padreeeeee… que me meooooooo…!!!! Asiiiiiiii…!!!! Deme más durooooo…!!!! Pégueme más fuerteeeee…!!!! Padrecitoooooo…!!!! Ya no aguanto masssss…!!!! Me meoooooo…!!!! Me meoooooooooooo…!!!!!

Mientras el sacerdote ahora agarrado firmemente a sus dos caderas clavándole sus uñas en la suave piel de aquella parte de su cuerpo y seguía metiéndosela bestialmente por el ano, desde su vagina salían fuertes chorros de líquidos vaginales producto del celestial orgasmo anal en que la joven estaba inmersa, y ella al no tener experiencia pensaba que se estaba meando, aunque por la cantidad que le salían igual parecía que esto así fuera.

Por su parte el desvergonzado cura que aun aguantaba sus fuerzas la desclavó de una, Angelina sintió su orificio posterior vacío en el mismo momento en que se le llenó de aire para luego proceder a cerrase apretadamente como por obra de magia, su cuerpo estaba electrizado, aun se sentía dependiente de aquella monstruosa verga que la había convertido en mujer, ahora con cara de viciosa se puso de espaldas sobre la cama del sacerdote y abrió sus muslos todo lo que pudo, para demandar lo que a ella le correspondía, su nuevo instinto de hembra le decía que el cura también debía sentir algo parecido a lo de ella y que este aun no lo hacía.

El lujurioso sacerdote quien estaba tan conectado con la joven hembra solo se daba a mirarla, la carita de la joven sor en aquellos momentos era el de una verdadera viciosa, así que ya no aguantando más se abalanzó sobre su cuerpo y comenzó a besarla frenética y asquerosamente, le metía su inmunda lengua en su inmaculada boquita de azúcar.

La monjita recibía sus babas y batía su lengüita con la de él para de a momentos dedicarse a lamerle los grasientos cachetes de su cara verdosa con puntas de pelos gruesos que la pinchaban, su fuerte sabor a viejo la tenían cautivada y quería todo lo de él.

Por su parte el excitado padre Ramón ya estaba que se corría con tanta pasión por parte de la joven hermanita, sentía que su tranca ya estaba nuevamente en su máxima erección, así que estando totalmente enardecido recorría con sus peludas y grotescas manos el suave y curvilíneo cuerpazo de la hermana Angelina, que a puros gemidos parecía estar rogando por que la ensartaran nuevamente, sin esperar nada mas el viejo sacerdote se montó nuevamente a su desesperado cuerpo sediento de verga y ubicó su gruesa tranca en el recién estrenado reducto de amor de la nena, poco a poco se la fue metiendo mientras le decía a sus perfumados oídos,

–Que apretadita que tienes la concha monjita caliente… esto es lo que querías…!?

–Mmmmmm…, -gimió Angi al ir sintiendo como otra vez se la ensartaban por delante, imaginaba que el buen padrecito jamás acabaría de meterle la verga, y le encantaba sentirlo así, sus jadeos no demoraron en hacerse presente en aquella cama.

–Jejeje… que hermanita más rica es a la que me estoy culeando, -le decía mientras empujaba profundo sobre el acalorado cuerpo de la joven el cual también jadeaba en forma exquisita, –Lo ves putita como a terminado por encantarte la verga…!? Te mueves bien rico a la hora culear… eres una verdadera viciocillaaaa… jejejee…!!!

Luego de decirle lo ultimo el padre Ramón empezó con los rudos movimientos de mete y saca, ya estaba casi por llegar al tan ansiado orgasmo…

–Ahhhhh…!!! Padre Ramonnnnn…!!! Masssss…!!! Masssss…!!! Deme masssssssss…!!!!, -le rogaba la monjita quien se movía totalmente aferrada de las anchas y peludas espaldas de su amante.

–Pues tomaaaa…!!!! Tomaaaaa…!!!! -Le decía el salido sacerdote apuntalándola con bestialidad, –Toma perraaaaa calienteeee…!!!!

La panochita de la joven religiosa nuevamente chorreaba cuantiosas cantidades de líquidos vaginales, la verga del venerable padre entraba y salía sin ningún impedimento de la resbalosa entrada intima de la joven quien también empujaba sus caderas hacia adelante en busca de verga, el viejo prácticamente la estaba matando de placer, hasta que las tibiezas de sus carnes le ganaron al empeñoso aguante del aprovechador sacerdote,

–Ohhhh…!!! que rico estoy sintiendo zorraaaaaaaaa…!!!!! te lo voy a darrr…!!!!!

La joven Angelina inmediatamente acertó en que el buen padre Ramón algo tenía para darle, por lo que ella en el acto se puso a exigir lo que le correspondía:

–Demelooooooo…!!!! lo quieroooooooo…!!!! demeloooo todoooooooo…!!!!

La joven monjita y el viejo cura se pusieron a culear rápidamente, con sus respiraciones totalmente agitadas y entre mezcladas, –Ah…! Ohhh…! Ha…! Si…!!! Ah…! Diosss…!!! Ha…!! Uffff…!!! Ah…!! Mmmm…!!! Ha…!! Ricooo…!!! Ah…!!! Putitaaa…!!!! Ha…!!! Siiiii…!!!! Ah…!!! Mmmm…!!! Ha…!!!! -Se decían entre ellos mientras se daban como desesperados, hasta que el lujurioso cura sintió como si algo al interior de la apretada concha le estuviese succionando la verga:

–Arrrrrggggggggggggg…!!! Me corroooooooo…!!! Es increíble cómo me sorbes la vergaaaa…!!!! Tomaaaaaa zorraaaaaaaa…!!!!, Aahhhhhhh…!!!! que rico me la comes…!!!!! Arrrrrggggggggggggg…!!! Mmmmmmfsssss…!!!!!

La joven Angelina en los mismos momentos en que el cura le daba aviso que se corría sentía en su vagina como la gruesa herramienta de este se inflamaba y como esta aumentaba de volumen, para luego sentir por primera vez en su vida como una inmensa vergota escupía con fuerzas y rápidamente varias inyecciones de cuantiosas cantidades de un líquido espeso y caliente al interior de su cuerpo.

Por lo anterior la monjita nuevamente no se aguantó más y volvió a mearse de una verdadera y genuina calentura, a la misma vez que solo meneaba muy despacito su cintura para que aquel grueso falo al cual ella estaba bañando con sus calientes líquidos y que tan exquisitamente la estaba fertilizando (claro que esto ella ni se lo imaginaba, porque sencillamente no lo entendía) no se le saliera ningún centímetro de su interior. Solo sintió que su cuerpo se desintegraba, y mordiéndose su labio inferior gozó deleitosamente morbosa de su propio orgasmo atenazada con piernas y brazos al cuerpo de su macho, hasta que sintió que este dejó de hacer fuerzas con su verga. Ambos se quedaron pegados y tendidos en la cama por unos buenos minutos.

Al rato de lo sucedido el padre Ramón una vez que la desclavo limpiándose su verga con el negro hábito de la monjita se vio atacado por un profundo sueño que lo sacó del combate, mientras la hermana Angelina ahora ya más recuperada y al estar con la mente fría se vestía viéndose asaltada por un verdadero vendaval de dudas y señales contradictorias.

Eran casi las 4 de la mañana cuando ella cruzaba el frío pasillo de donde dormían las demás monjas, iba llegando a su celda con su negro hábito mal trecho y manchado de un extraño liquido viscoso, con ella hedionda a verga y a semen.

Desde atrás de uno de los pilares y desde las sombras dos figuras veían en las condiciones en que la monjita volvía a su claustro.

–Te lo dije Anacleto… tarde o temprano esta guarrilla se iba a aparecer, mañana investigaremos en donde estuvo metida todas estas horas, y si es así como yo lo pienso te aseguro que tu obtendrás eso que quieres de ella, jejejeje… -reía el bajo y gordo padre el Cayetano, un asqueroso cura que mantenía afeitado el centro de su cabeza y que los pelos restantes que la circundaban eran tan tiesos y negros como el crin de los caballos. Con su fea cara llena de verrugas miraba como la hembrita ya entraba a su celda mientras le daba unas palmaditas en las huesudas espaldas del infeliz de Anacleto.

La pareja de pervertidos había llegado a la misma hora de todas las noches para espiar a sor Angelina cuando ella solo en camisa de dormir oraba en el suelo y con su trasero bien levantado, pero al ver que no se encontraba en su celda en vez de dar aviso decidieron esperar para ver qué era lo que pasaba.

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