
ENCAJANDO PIEZAS: Me desperté tarde la mañana del domingo, gracias a que Mario, tan dulce y solícito como siempre, me trajo el desayuno a la cama, que si no, yo hubiera seguido gustosa durmiendo a pierna suelta, pues seguía muy cansada por el intenso sábado que había vivido. Mientras comía, Mario se tumbó a mi lado en el colchón y se puso a contarme cómo le habían ido las cosas en el trabajo durante los días que había estado fuera. Yo le escuchaba sólo a medias, pues mi mente estaba puesta en los fabulosos sucesos que habían azotado mi vida […]