_Cuídate mamá…regresa pronto…
Un beso en la mejilla y un abrazo cariñoso, fueron la despedida. Mamá viajaba, iba a una pasantía por unos días, y yo quedaba al cuidado de mi tío. Me que
dé allí,  mirándola, hasta que su silueta se confundió con la de otros tantos pasajeros que abordaban el avión.
Quedarme a solas con Martin  y poder dormir en sus brazos era mi gran sueño, había fantaseado tantas noches con que amaneciera a mi lado y ahora con el viaje de mi madre, al fin tendríamos esa oportunidad, pero extrañamente en lugar de estar feliz  algo revoloteaba en mi interior, la espina de la culpa punzaba y me dolía alegrarme de su partida.
No puedo engañarme, aunque sé que estas confesiones quizá no caben en un relato erótico, debo reconocer que a mas de mi loco enamoramiento, había momentos en que tomaba conciencia de que aquella extraña relación con mi tío era una aberración, un sueño del que mas temprano que tarde tenia que despertar, pero que podía hacer? si mis sentimientos me arrasaban y bastaba una sola de sus miradas para que olvidara todo.
Caminamos sin decir nada, como si estuviéramos ausentes;  el tenía la mirada perdida y las manos en los bolsillos, pateaba cada piedrecilla que encontraba como si le recriminara algo a la vida; callada y distante seguía su paso desalentado, y de rato en rato buscaba su mirada, pero lo único que encontraba era tristeza en cada uno de sus gestos.
En casa las cosas no fueron diferentes, teníamos toda el espacio para nosotros solos, sin embargo ninguno intentaba un acercamiento; al contrario Martín parecía rehuirme. Mientras preparábamos algo de comer, recordaba cuantas veces en ese mismo lugar, a hurtadillas pegaba su cuerpo al mío, como si le bastara un pequeño roce para despertar al deseo, otras tantas veces nos arriesgábamos a ser descubiertos, por tan solo el premio de un beso, pero esa noche en que podíamos ser dueños del mundo, tontamente actuábamos como dos extraños.
Cenamos juntos, sin hablar, sé que Martin estaba tan confundido como yo, y aquella copa de licor que bebió de golpe, era la clara muestra de que algo le atormentaba.
Sí, las últimas palabras de mamá en el aeropuerto habían calado profundo  
_Martin, por favor cuida de Dianita, sé que la ves como a una hija,  por eso  la dejo contigo, no sabes lo bueno que es tener en quien confiar…gracias hermanito.
Confiaba en él, en su hermano menor, en su propia sangre, y confiaba en mí, la niña de sus ojos…pero tan solo éramos un par de farsantes que escondidos tras de una máscara vivian una doble vida.
Más que nunca comprendía a mi tío,  se cómo se sentía, se lo difícil que era mirarme como a una sobrina cuando su cuerpo le reclamaba tomarme como mujer, sí, entendía el martirio de no saber qué hacer, porque por primera vez me sentí sucia y avergonzada; sin resistir más, coloqué los platos en la alacena, y me encerré en mi habitación.
Tirada en mi cama pensaba en lo injusta que era la vida con nosotros,  porqué tenía que amarle de esa forma, prqué tenía que haber puesto mis ojos en alguien de mi familia, porque confundía mis sentimientos de manera tan dramática, pero no había más respuesta que mis propios lamentos.  Abrazada a mi almohada quería matar la necesidad nociva de tocarle, intentaba verle de manera diferente, pero el recuerdo de su cuerpo envuelto en el mío, de mis pechos aplastados por su tórax, de su pelvis adherida a mi pubis, de su sexo guarecido en el mío, no hacían sino provocarme estremecimientos, y unas ganas enormes de volver a estar en sus brazos.
Que perversa me sentí cuando olvidando aquel ataque de moralidad,  deslicé mi mano entre mis muslos buscando placer, aquel placer al que me había acostumbrado en sus carnes. Su imagen se mezcló en mis pensamientos y mis pechos respondieron al instante; haciendo a un lado las braguitas ejecuté un movimiento rápido de izquierda a derecha sobre mi clítoris en búsqueda de un orgasmo, no tenía ganas de caricias ni preludios, la puta conciencia andaba a flor de piel y me conformaba con sentir esa fuerte corriente deslizándose por mi coño, esa felicidad intensa que relaja el cuerpo y el alma, para ver si así controlaba, la necesidad animal de correr a buscarle.
En esos momentos escuché sus pasos en el pasillo, acercándose, el ruido de la manija de mi puerta, se confundía con el chapotear de dos dedos en mi coño,  di un salto en la cama y automáticamente me levanté a abrir, me hubiera bastado  que pasara su brazo por encima de mi hombro o me besara el rostro para que mi sonrisa floreciera; la calidez de su mano en mi cintura, hubiera sido suficiente para que yo olvidara nuestro parentesco, pero sus pasos retrocediendo, me dejaron con la mano extendida hacia el aldabón y la sonrisa marchita.
Traté de dormir, pero estaba demasiado inquieta para lograrlo, era doloroso que nuestra complicidad terminara en aquella frialdad. Dejándome llevar por mis impulsos y mi calentura, salí de mi habitación.
Bajé las escalares y desde ahí pude verle en el recibidor, continué despacio,  sin voltear a mirarle, estaba consciente de que a pesar de las medias luces, la batica blanca que usaba resaltaba en la semioscuridad, aunque no mas que mis tetitas, vibrando ligeramente a cada paso que daba; la tela algodonada se amoldaba a mi caderas dejando ver mi silueta juvenil, y su transparencia revelaba el divino triángulo entre en mis muslos, apenas cubierto por una tanguita también blanca.
Pasé sin decir nada, calcinándome con aquella mirada cargada de fuego, aquella con la que sin necesidad de tocarme hacia erectar mis pezones… giró un poco su cuerpo, como si no quisiera perder detalle de la  curva de mi trasero, o como si tuviera una lucha interna por detenerse o ir tras de mí.
Crucé a la cocina, hice un poco de ruido en los trastes, y me serví un vaso de agua, me quedé en la mesa unos minutos, como si esperara que entrara, de rato en rato volteaba a la puerta ansiando  que lo que sentía por mi, fuera más fuerte que cualquier duda y me abrazara, pero contrario a lo que esperaba, no dijo nada, ni tampoco se acercó.
El dolor de su indiferencia se transformó en rabia, quien se creía para ignorarme de esa forma, no lo merecía, no después de lo que vivimos. Dejé caer mi rostro sobre la mesa,  y una vez más me abofeteó el recuerdo de sus besos… de su sudor en mi espalda,….de su olor impregnado en mi cuerpo…de su semen resbalando por mis ingles….de sus palabras dulces…
Allí estaba dejándome llevar nuevamente por mis instintos, pero de qué me servía pensar en eso, sino tan solo para alborotar mi hambre, azoté el vaso contra el lavadero y cruzando el umbral de la cocina caminé descalza por la vereda que conduce al patio, hasta una pequeña área de descanso, aquel era mi sitio favorito cuando estaba triste; acomodé una colchoneta en el césped acurrucándome como cuando era niña, llenándome del aroma de los lirios sembrados por sus manos; protegida por un lienzo de estrellas en las que sin poder evitar buscaba sus ojos.
No sé exactamente cuánto tiempo pasó, pero creo que me dormí  ligeramente, un breve roce en mi mejilla me hizo voltear, y tenía a Martin  inclinado junto a mí.
_Ya nena es tarde y hace frio, sube a tu habitación.
_Iré luego respondí, apartando bruscamente su mano de mi rostro, quería mostrarle que ahora era yo la que rechazaba su compañía.
_Tranquila, deja de protestar y  hazme caso, mira como estas helada, te vas a resfriar chiquita
_Ya dije que voy luego.!!! Que parte de eso no entiendes???
_Que subas ahora, niñita caprichosa!!
Le miré retadora e ignorándole me di vuelta, pero él me agarro del brazo con fuerza
_Que subas y punto, ya es hora de que aprendas a obedecer!!
_Quien te crees?, no eres más que… mi “tío”
_ok, solo soy tu tío, y si quieres que te trate como a una mocosa para que entiendas,  es lo que haré, y sin decir más, estalló fuertemente su mano en mi trasero, haciéndome espabilar.
Le miré con rabia, apartándolo de mí, tan solo para hacerme acreedora del segundo y del tercer azote.
Que le pasaba a mi tío, jamás había actuado así conmigo, estaba fuera de sí, como si gozara humillándome, sin embargo esa actitud recia me confundía, me hacía sentir algo distinto,  algo  que me provocó un estremecimiento, como si en lugar de molestarme me causara….agrado? No…no podía ser…
Volví a envalentonarme y cayó un nuevo azote…esa fogosidad extraña en mi cola, esa mirada intensa con la que me latigueaba, sus palabras cortantes, y la impresión de sentirme indefensa, me desconcertaba… no podía creerlo, yo…. disfrutaba de ese trato?
Volví a refutar, como si tuviera la secreta intención de provocarle, de alterarle para recibir más azotes, no puedo explicar, pero me estaba causando morbo descubrir que bajo ese manto de dulzura con el que siempre fui consentida había un hombre imponente capaz de dominar mi rebeldía y diablos!! me gustaba…me  gustaba demasiado
Se acercó amenazante y como un animalito asustado, lentamente me incorporé y di el primer paso dispuesta a obedecer
_Ahora te sientas y te quedas allí hasta que yo te diga!!, y cuando se me dé la gana te ordenaré ir directo a tu habitación o quieres más azotes para que te demuestre que conmigo no haces lo que te da la gana!!
Temblé, no sé si  atemorizada, sorprendida, o excitada,  jamás mi tío me había lastimado, siempre era tierno, pero ahora…
_Siéntate!! Porque no sabes lo que soy capaz de hacerte!! No quieras despertar a un Martín que no conoces.
Sus palabras ya no tenían aquel dejo de dulzura, eran fuertes y autoritarias, sus gestos dominantes, pero insólitamente y sin deducir como… estaba…estaba… mojando mis bragas….
 _Estúpido!!!  Deja de lastimarme!
No sé si le insulte por orgullo o por provocarle aun más, pero de un  jalón me puso sobre sus rodillas, y el estallido de otro par de chirlazos me hizo retorcer, golpeé sus muslos defendiéndome,  pero el dolorcito de los  azotes  poco a poco me fue aquietando, eso y la terrible sensación de humedad que recorría mi entrepierna.
Era delicioso, el choque de su palma estrellándose en mi trasero, el ardor del azote, el estremecimiento en  la vulva, el palpitar en mi sexo, no cabe duda estaba húmeda de deseo, de ganas, de hambre…Sus ansias de someterme parecían no agotarse e inesperadamente levantó mi bata dejando al aire la redondez de mis glúteos que parecían cuartearse con el frio de la noche y el ardor de sus manotazos; apreté los puños, y estalló un nuevo golpe, pero esta vez suave como si fuera una caricia.
_Así mijita…tranquila …ya mamita…ya….susurraba mientras palmoteaba suavemente, apretando mis muslos,  mimando mi cola lacerada por su propia saña, masajeando tiernamente como si quisiera aplicar un bálsamo que curara las huellas de sus azotes. Mi cuerpo totalmente relajado dejaba que me sobajeara por donde quisiera y me abría, me abría al placer.
 Creí morir cuando inclinándose, sus labios rozaron mis peñascos, soplaba sobre ellos erizándolos y su lengua vagabundeó por las ronchas que embellecían mis carnes; lamia refrescándome con su saliva mientras su pija endurecida punzaba contra mi cuerpo.
Subía…bajaba… apretando mis nalgas y esta vez su pulgar se orilló en mi canal navegando en mis aguas, como un peregrino que disfruta siguiendo la ruta del mar
Emitió un suave gemido al sentirme tan húmeda, y queriendo disimular mi calentura apreté mis piernas impidiéndole el paso. Otro chirlazo cayó sobre mis glúteos, y luego una suave caricia separando mis nalgas, su  pulgar  volvió a caminar por mi línea, haciendo un recorrido desde mi vulva hasta bordear la parte  externa de mi culito que se tensaba ante sus intentos de introducirse.
_Te lo voy a abrir putita…claro que te lo voy a abrir, así acabaremos con tus malcriadeces…
Con lametazos en la parte baja de mi espalda me relajaba mientras exploraba   alrededor del orificio intentando abrirlo,  ya no había forma de ocultar mi excitación, y entre gemido y gemido  con suavidad separé mis muslos.
Fácilmente agarró el hilo de mi tanga, y lo deslizó hacia los tobillos, y con un rápido juego de pies yo misma lo dejé caer; su pulgar se zambulló en mi coño, una y otra vez, haciendo círculos en el, entrando, saliendo y deslizándose hacia adelante de forma que separaba mis labios y terminaba en mi botoncito hinchado, allí se detuvo varios segundos, cercándolo con su pulgar y su índice, amasándolo, apretándolo, estirándolo una , dos, diez veces..;empecé a gemir más intensamente y a apretar mi pubis contra su muslos, a punto de alcanzar lo que me hacía falta
_No te corras nena…aun no…aguanta un poco….
Metió su otra mano por dentro de la bata acariciando mis senos,  y a medida que me engañaba dando placer a mis pezones, su dedo se hundió en mi culito, ingresó despacio y mi esfínter lejos de rechazarlo se acomodaba al invasor, su pulgar ingresaba con vehemencia mientras su dedo medio devoraba mi coño, estaba siendo ensartada por dos vías y yo no creía que se podía tener tanto placer, sus movimientos continuos me provocaban espasmos que parecían correr desde mi vulva hacia atrás, y sin poder controlarme grité mientras mis líquidos chorreaba por su mano.
Me di vuelta y le abracé fuerte, luego nos besamos con necesidad, mis labios se perdían en los suyos, chupándonos, explorándonos, comiéndonos, penetrándonos con nuestras lenguas, y ahogándonos con nuestras ansias, dejé caer mi cuello hacia atrás, obligando a que sus labios descendieran a mis pechos, lamia mis pezones dando suaves mordiscos y abriendo su boca se amamantó de mis senos.
Me incorporé un poco, ensalivaba su cuello mientras me restregaba contra su paquete, lo tenía duro, punzante, tanto que se me antojaba engullirlo,  baje fácilmente sus pantalones y dando un brinco termine de rodillas frente a él, me adueñé de su pieza, aquella pieza que conocía el sendero de mi boca, que gustaba de aquel camino ensalivado por donde entraba y salía a su antojo.
Mi cabello caía sobre mi rostro mientras yo me comía por completo su miembro, tomándolo de la base le decía  que yo era su puta, y me entendía demonios que me entendía, se engarrotaba tomando un bello color rojizo y de su orificio brotaban lagrimas de placer.
El sonido de un chirlazo acompañó un quejido, mi mano volvió a estrellarse con fuerza contra su trasero, haciendo que su pelvis se echara hacia el frente llenándome a tope , uno…dos..tres azotes, ayudaban a acelerar sus movimientos, y el sonido de mis succiones se mezclaba con sus gemidos.
Me agarró de los cabellos, mientras embestía con furia mi boca, tan solo unos cuantos choques mas, y sentí aquellos latidos que anuncian una buena corrida, ya presentía su lava caliente, pero se apartó de mi unos segundos apretando su base como si quisiera cortar su erupción,  luego sin dejar de besarnos terminé recostada en la mesita de jardín con los muslos separados, buscando nuevamente sus ojos en las estrellas mientras Martin inclinado, insertaba su lengua en mi coño, llevándome  al infinito.
Lamia…cielos!!! Cómo lamia, jugueteaba en mis labios recorría mi clítoris, se deslizaba por mi pubis y volvía a bajar; con su índice y su pulgar separaba mi entrada, y su rugosa lengua luchaba por penetrarme profundo. Dándome una nalgada me hizo dar vuelta, quedando con los pies asentados sobre el césped, y el torso recostado sobre la mesilla; se inclinó, y ubicándose entre mis muslos abiertos, volvió a premiarme con su lengua con aquella lengua que quería llenarse de mis más íntimos sabores.
La sentí hurgoneando en mi culito, abrazando completamente el anillo que poco a poco empezaba a dilatar  permitiendo que se sumergiera en aquella divina  profundidad; lamia cada espacio y succionaba cada pliegue al punto que deseaba sentir mucho más que su lengua.
Dejando caer un hilo de saliva en mi orificio me atacó con su índice, lo desplayó suave sintonizando con mi esfínter, lo movía internamente abriéndose paso hasta lograr introducirlo completo, serpenteando entraba y salía, lo oscilaba agrandando la entrada y casi sin notarlo su dedo medio también resbaló. Era delicioso sentir como sus dos dedos se abrían en el interior reclamando más espacio y ansié enormemente sentir más…
Su pene se hundió en mi coño, dándome unas cuantas arremetidas, y  sin querer correrse ahí  punzó contra mi cola, el impacto del primer choque, dolió un poco, me asustaba la sensación de desgarre a medida que su pieza me desvirgara,  pero estaba tan cachonda que me abría dándole paso; retrocedió y volvió  a meter su glande, una..dos..tres veces…
_Ahhhh… ahhhh…
_Duele mucho chiquita?
_Ahhh… poquito, respondí  tratando de ser complaciente, aunque de hecho ardía pero era soportable
No teníamos ningún lubricante a la mano, pero mis líquidos eran abundantes, además disponíamos de nuestra saliva con la que se embadurnó para seguir intentando.
Volvió a ingresar la punta y me encontró un poco  más dilatada, la metió un par de veces sin profundizar demasiado
 _Ahhh sigue tío…sigue… aguanto  un poco mas…
Ante mi pedido  la desplazaba al interior deteniéndose cuando notaba que mi cuerpo se resistía; llenándome de besos  me relajaba, y la metía cada vez mas profundo…
Procuraba ser considerado ante cualquier gesto de incomodidad
_Duele chiquita…si quieres lo dejamos para otro día..
_Sigue…ahhh…sigue….despacito….
Permanecimos varios minutos en los avances, hasta que al fin logró introducirla completa, el ano se había dilatado y sentía claramente como mis paredes ahorcaban su pene, estaba atrancada, con todo adentro y él sin querer lastimarme permanecía inmóvil.
Sus dedos volvieron a mi clítoris, a mí amado capuchón, lo estiraba y jugueteaba excitándome al máximo, y poco a poco empecé un movimiento suave de cadera, de modo que su pene empezaba a entrar y salir…
Martín jadeaba siguiendo mi ritmo, con suaves acometidas que relajaban mi recto, el dolor disminuía notablemente y esa sensación de tensión en mi cola empezaba a gustarme
_Así…sigue…mmm dame un poco mas….
_Si amor te doy lo que quieras, pero avísame si te duele o  si quieres que pare chiquita… ahhhh….ahhhh
Su vientre chocaba contra mis nalgas, y su pene desaparecía en mi cola, nada quedaba por meter, entraba y salía más deprisa con una ligereza que no hubiera soñado
Era sorprendente la forma en que tan solo con un poco de relajación, aquel enorme  ariete había profundizado en mi coñito, sus movimientos se aceleraban, y mis gritos de placer también. Entraba y salía y yo totalmente encendida, me hacia  atrás para recibir con más fuerza los embates. No paraba de cogerme, fustigándome con furia, y de tan solo recordar por donde me estaba dando, mi coño se encharcaba aun más. Me daba sin miedo, sin contemplaciones, como se le debe  dar a una mujer que sabe gozar del sexo, mi cuerpo se acoplaba perfecto a su cogida y lejos de sentir dolor gozaba como nunca imaginé. Las paredes estrechas de mi culito, ajustaban bien rico dándome una sensación de hormigeo, de llenura, de querer morir siendo culiada…
_Que rico..que rico…que ajustadito lo tienes….ahhh me provoca corrermeeee!!!
_Yaaaaa, yaaaaaaaaa, bramé descontrolada, ese es mi grito de guerra, de triunfo, de lograr la banderola de máximo de placer
_Puta madre!!! Dianita, me vuelves pendejo….
 No resistí tanto, unos fuertes latidos en mi vulva me hicieron correr, y unos extraños palpitaciones en mi cola alargaron intensamente  mi orgasmo.
Martin continuó, no sé cómo pudo resistir tanta presión sin venirse, me agarró de las caderas montándome con fuerza, me apercolló unos segundos más, y abatido se quedó enganchado en mi, mientras verdaderos chorros de nata alimentaban  mi culito.
Definitivamente, el sexo anal es  algo increíble, la implicación psicológica de romper con las prohibiciones, de estar por encima de una falsa moral, de conocer mi cuerpo y gozar de los placeres que algunas por temor se reprimen, la satisfacción de sentirme mujer a plenitud, y sobre todo,  el estar consciente que es una práctica que me lleva a límites de excitación insospechados en los que  disfruto de las más intensas corridas, hacen que lo considere, un acto especial de mi repertorio sexual.
Después de aquellos deliciosos orgasmos, Martin me abrazo con fuerza,  tomada en brazos entramos a la casa, y terminamos en mi habitación.
Su cuerpo desnudo pegado al mío, su respiración sobre mi cuello, nuestros rostros iluminados de felicidad, sí, mi sueño se había hecho realidad…mi sueño de amanecer juntos.
En la madrugada, sentí un cosquilleo entre mis muslos…
_Jajaja que haces  Martin?
_Que??? ya olvidaste lo que es sexo oral? Pues esta es la forma como te despertaré siempre…
_Mmmm significa que todas las noches dormirás conmigo?
_No se chiquita si podremos dormir juntos todas las noches…pero ten por seguro que muero porque así sea.
_Al menos, es un buen comienzo no?
_Si mi amor y ruego que también tengamos un buen final, un final  juntos….Te amo nena.
Sonreí, no hacía falta que respondiera, él sabía que le amaba profundamente.
Los rayos del sol colándose por las cortinas nos descubrieron abrazados y felices, soñando con que nada pudiera alejarnos….
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *