
El destino nos tiene reservadas muchas sorpresas. A veces son malas, otras pésimas y por desgracia, solo en pocas ocasiones, te sorprende con una campanada que te cambia la vida de un modo favorable. Curiosamente, un buen día, una mala noticia se convirtió en pésima pero al cabo de los días, esa desgracia se convirtió en lo mejor que me ha ocurrido jamás. Para explicaros de que hablo, os tengo que contar las consecuencias de una petición de auxilio por parte de un buen amigo. Todavía recuerdo que estaba en el despacho cuando Laura, mi secretaria, me avisó que […]