
Capítulo 15 La severidad del castigo que se habían auto infligido quedó de manifiesto cuando al entrar en el avión observé las dificultades que tenían mis niñas para aposentar sus traseros en los asientos. ―Creo que hay unos cuantos culos adoloridos― comenté muerto de risa al ver el cuidado de las cuatro al sentarse. La más perjudicada parecía Isabel, la cual después de cinco minutos en el avión permanecía de pie en mitad del pasillo. ―Eso te ocurre por puta― dije despelotado desde mi asiento mientras acariciaba su apetitoso trasero por debajo de su falda. Mi […]