
Elke, la noruega. Aspiro con fruición el aire de Madrid, antes de meterme en el portal del inmueble. Regreso de correr diez kilómetros y el frío casi congela el sudor sobre mi rostro. Hace tanto que hasta yo lo noto. Pero estoy contento de estar de nuevo aquí. Le mando un mensaje a Dena. “Estoy ahí en ½ hora. Quítatelo todo.” Mis maletas están en medio del vestidor, donde las solté anoche, antes de meternos los tres en la cama. Tengo que acabar el vestidor y así poder dejar la poca ropa que he traído. Tengo que renovar vestuario, […]