
Desperté de repente. En un momento, negrura y vacío absolutos. Al segundo siguiente, mis ojos estaban abiertos, asombrados, y mi boca se abría jadeando, como un pez que boquea fuera del agua. Estaba mirando hacia arriba, a través de un cristal de plástico transparente y, cuando traté de moverme, me di cuenta de que estaba confinado dentro de una caja acolchada, lo bastante grande para contenerme. Una escasa luz mortecina iluminaba aquel sarcófago de plástico y metal. ¿Dónde demonios estaba? En un primer momento, me invadió el terror. Ni siquiera recordaba mi nombre. ¿Qué hacía allí? ¿Quién era? ¿Qué estaba […]