
LA FABRICA 30 Con un gesto tan amable como elocuente en cuanto a su significado, el hombre me hizo seña de que me inclinase sobre el mostrador; vacilé durante unos segundos, pero finalmente lo hice, quedando con mis pechos prácticamente sobre el cristal. ¿Qué otra opción tenía? Mientras lo hacía, ojeé de soslayo el objeto que sostenía en sus manos y me invadió un acceso de terror que me hizo temblar de la cabeza a los pies. “Tranquila – dijo Rocío mientras me acariciaba un brazo en lo que constituía un falso intento por serenarme -. Se ve grande, sí, […]