
Lord Onsnorth, el soberano nigromante de Drakenwald, releyó aquel pesado tomo prohibido de nuevo. El abominable libro pareció susurrar bajo sus dedos, las páginas decrépitas deslizándose con vida propia, gimiendo y musitando sus secretos malditos. La conquista de Grendopolán marchaba a la perfección. Las Fortalezas del Norte, baluartes de defensa frente a los invasores, guardadas por las sacerdotisas-guerreras de la Sagrada Orden de la Llama Eterna, estaban siendo conquistadas una por una por sus ejércitos. En pocas semanas, se abriría el camino hacia el corazón del Reino enemigo. Pero la preocupación persistía en su interior. Conocía bien las leyendas. El […]