Detroit, viernes por la noche

En las últimas semanas, varios hechos habían obligado a Mikoto Amy a dejar de lado su investigación sobre Felina. Alguien estaba eliminando a los principales policías y políticos de la ciudad, ya habían sido asesinados dos concejales y tres agentes de policía. El único vínculo entre ellos es que se trataba de personas íntegras y comprometidas en la lucha contra el crimen y la corrupción. Pese a las medidas de seguridad adoptadas por la policía tras los dos primeros crímenes, no se habían podido evitar los siguientes. La causa de la muerte, en todos los casos era la misma, un corte en el cuello con un arma afilada.

Shadow Angel esperaba paciente en una de las azoteas de la ciudad. Desde allí divisaba la mayor parte del centro de la ciudad, esperando que el misterioso asesino se dejase ver. Por el modus operandi, la heroína estaba segura que se trataba de un solo individuo, eso sí, alguien con una habilidad sorprendente. Suficientemente hábil como para eludir a la policía durante esas semanas y aún así asesinar a varias personas.

Amy no tenía ninguna pista sobre el misterioso asesino. Su intuición le decía que sus habilidades eran similares a las de la ninja, de forma que su modo de moverse también sería similar. La chica estaba convencida que si esperaba pacientemente, oteando des de un punto elevado, tarde o temprano daría con el criminal.

Aquella noche la heroína estaba de suerte. Por un instante, su entrenada vista captó un rápido movimiento en una azotea cercana. Usando una cuerda con un garfio la ninja se dispuso a interceptar a la misteriosa figura.

Acero Negro no recordaba su nombre de nacimiento. Tampoco lo necesitaba para nada. Su maestro lo había adoptado de pequeño, huérfano de una guerra, le había enseñado a sobrevivir, y sobretodo, le había mostrado todos los caminos del arte del sigilo y el asesinato. Sólo al finalizar su entrenamiento y convertirse en un mortal asesino se había dignado a darle un nombre: Acero Negro.

Su maestro le había dado sus habilidades, convirtiéndolo en uno de los más letales asesinos del mundo. Los grandes jefes del crimen pagaban auténticas fortunas para que eliminara a sus rivales. Y en Detroit, llevaba unas semanas obteniendo un buen beneficio por sus asesinatos. Desconocía la identidad de su contratista, tampoco le importaba. Pagaba bien, para él era irrelevante que sus víctimas fueran criminales o personas honradas. Acero Negro cumplía cualquier contrato sin objeciones.

Su objetivo aquella noche parecía sencillo, hasta que por el rabillo del ojo notó como una figura aterrizaba, sigilosamente a su espalda. Acero Negro se dio la vuelta y la examinó. Por su silueta parecía una joven atlética, un traje de malla oscuro y flexible cubría su piel y una máscara negra cubría su rostro. Acero Negro dedujo que no debía tener más de 25 años. No se dejó engañar por la apariencia bonita de la recién aparecida. Su cinturón, con múltiples artilugios y la forma en que sujetaba una katana desenvainada, le indicaron que esa chica podía darle problemas. Con toda seguridad se trataba de esa misteriosa heroína sobre la que le había advertido el contratista. Aquello pintaba interesante.

– ¿Quién eres?- Preguntó Shadow Angel.

Ante la ninja había una oscura figura cubierta de pies a cabeza por un traje reforzado con placas de kevlar. Parecía totalmente una versión masculina de la heroína. Su rostro iba cubierto con un casco oscuro con visera. No parecía llevar armas de fuego pero en su traje se adivinaban empuñaduras de múltiples armas blancas.

Acero Negro, desenvainó dos espadas cortas cuya hoja estaba ennegrecida para evitar que el reflejo de la luz pudiera delatar su presencia. Sin mediar palabra, se lanzó contra la ninja.

Aquel ataque repentino sorprendió a Amy, que rápidamente recuperó la compostura y se enfrentó a su rival. La mayor longitud de hoja de la katana de la ninja compensaba el hecho que su rival blandiera dos armas blancas. Shadow Angel nunca había matado a nadie, pero enseguida comprendió que aquella pelea sería a muerte, ella no tendría reparo en acabar con la vida de su adversario si era necesario. Había sido entrenada para ello.

Shadow Angel blandía veloz su katana, desviando las cuchilladas de las armas de su rival. Pese a todo, la ninja no conseguía vencer la defensa de su enemigo. Las rápidas y ágiles fintas de la heroína no surtían el efecto esperado, su katana siempre era detenida por una de las dos armas de su rival. En un par de veces, su resistente tejido había protegido su piel de las afiladas hojas de Acero Negro. De no ser por su ropa protectora, ese par de errores le podrían haber salido muy caros.

La ninja no se dejó amedrentar, en varias ocasiones, forzando su agilidad al máximo, consiguió vencer la defensa del rival pero su katana se encontró con las resistentes protecciones de kevlar de su rival. Intentó cambiar de táctica, recurriendo a otros trucos pero ni sus dardos tranquilizantes ni sus shuriken eran de utilidad ante un enemigo tan fuertemente protegido. La pelea parecía estar en un punto muerto. Ninguno de los dos contendientes parecía poder vencer a su adversario.

Entonces ocurrió, con un seguido de rápidas y fuertes cuchilladas, Acero Negro trabó con sus dos armas la hoja de la katana y la arrancó de las manos de la ninja, dejándola desarmada. Shadow Angel no pudo evitar un chillido de desesperación al ver como su arma se desprendía de sus manos. Nunca nadie la había desarmado. Ella se consideraba una espadachina sin par, y ahora por primera vez, había sido vencida en su propio terreno.

Desesperada la heroína desenvainó un jitte que tenía como arma secundaria. Era un arma sin capacidad letal, meramente defensiva, pensada para desarmar a un oponente. Pese a ser la primera vez que Shadow Angel recurría a esa arma en un combate real, la pelea seguía equilibrada. Varias veces las afiladas hojas de Acero Negro pasaron a escasos milímetros de su rostro, pero la ninja gracias a su habilidad con el jitte consiguió evitar que la rozaran. Sus ágiles piruetas la salvaron de quedar acorralada en una esquina. Pese a ello, Amy no se engañaba, su postura era puramente defensiva, a este paso, era cuestión de tiempo que el misterioso asesino superara su defensa. En un intento a la desesperada, mientras desviaba ambas espadas con su arma, su mano izquierda agarró una a bomba de humo de su cinturón. Tenía claro que esta batalla la tenía perdida. Acero Negro la superaba en fuerza, agilidad… todo. Solo quería crear una distracción y poder escapar, ya encontraría una mejor ocasión para enfrentarse a ese rival.

Antes de que la ninja pudiera lanzar la granada, una fuerte patada de Acero Negro en su estómago la dejó sin aliento, la granada rodó por el suelo, inofensiva. La ninja cayó de rodillas ante el fuerte e inesperado golpe, intentando coger aire. Su rival no le dió ni una oportunidad. Con sus espadas fue golpeando, divertido, a la ninja. La resistente ropa de Shadow Angel protegía su piel de las heridas mortales que le hubieran causado las armas de su rival pero su cuerpo notaba con dolor cada uno de sus golpes. Acero Negro contaba con ello, no pretendía matarla, solamente demostrar su superioridad.

La ninja intentó desviar las cuchilladas de su enemigo con un par de cuchillos arrojadizos que había sacado de su cinturón, pero Acero Negro sin demasiada dificultad consiguió arrebatárselos, arrojándolos al suelo.

Shadow Angel notaba como cada vez resistía menos las embestidas de su rival. No sabía qué era lo que le causaba más dolor, si los golpes que recibía o verse completamente indefensa, derrotada por un enemigo superior a ella. La heroína se vio de bruces al suelo mientras Acero Negro, con clara muestra de superioridad, ponía su bota encima de su cabeza, apretando lentamente.

– Por favor… basta… Me rindo.- Imploró la derrotada heroína.

Shadow Angel suspiró aliviada cuando notó como la presión de la bota sobre su cabeza aflojaba, aunque otra sensación la sorprendió. Tirando fuertemente de su pelo, Acero Negro la obligó a incorporarse. Amy se dejó hacer sin oponer resistencia, pero al ver hacia dónde la llevaba, no pudo evitar un chillido de desesperación.

El asesino, agarrando ahora a la heroína por el cuello, la puso de puntillas sobre la cornisa. Amy no podía ver la expresión de su enemigo, pero en su fuero interno, estaba convencida que él sonreía, que disfrutaba con ese momento. Poco a poco la ninja se quedaba sin aire. Las intenciones de su rival no podían ser más claras. Iba a arrojarla por la azotea como su fuera un fardo.

Con sus últimas fuerzas, Shadow Angel intentó librarse del agarre de su enemigo, intentó patearlo, retorcerle la muñeca, sin resultado alguno. Escuchar la divertida risa de Acero Negro fue decisivo para ella. Su enemigo iba a matarla y no había nada que ella pudiera hacer para evitarlo, estaba completamente impotente. Su único recurso, era la cuerda con el garfio que Acero Negro le acababa de arrebatar junto con su cinturón. Por primera vez en su carrera como heroína, Shadow Angel tuvo la certeza que iba a morir. Era solo cuestión de segundos que la dejara caer.

Acero Negro meditó durante unos instantes. Había derrotado a la heroína de Detroit con mayor facilidad de la que esperaba. Shadow Angel intentaba implorarle clemencia con sus últimas bocanadas de aire. El villano se detuvo entonces a contemplar con detalle, el bonito cuerpo que se insinuaba a través del oscuro traje de la derrotada heroína. Aunque en un principio había pensado en eliminarla sin miramientos, al final cambió de idea. Aquello podía ser más divertido de lo que imaginaba.

Shadow Angel, entre sollozos, vio como su enemigo tiraba fuertemente de ella, hacia la azotea, viéndose de bruces contra el suelo. Mientras la ninja tosía, recuperando aire, Acero Negro se puso enfrente a ella, desabrochándose el cinturón. Tirando nuevamente de su pelo, la obligó a ponerse de rodillas, mientras se sacaba su grueso y endurecido pene de la bragueta.

No hizo falta que le dijera nada, la ninja comprendió enseguida lo que quería. Había sido totalmente derrotada y a cambio de su vida, si enemigo le exigía una recompensa. Sin vacilar, la heroína se introdujo el miembro de su enemigo en la boca y empezó a succionar.

Acero Negro no pudo reprimir un gemido al notar como Shadow Angel envolvía su miembro con sus labios y jugaba con él con la lengua. Aquello era mucho mejor de lo esperado. La heroína se la estaba chupando sin necesidad siquiera de que él tuviera que darle ninguna orden. La tenía completamente a su merced.

Shadow Angel hizo gala de toda su habilidad para satisfacer los deseos sexuales de su victorioso enemigo. Se metía entero su endurecido miembro en su boca, jugaba con su glande con su lengua y sus labios. Los gemidos de Acero Negro le indicaban que iba por el buen camino. Su rival no tardó en correrse en su boca, inundándola con su cálido semen.

Acero Negro sonreía a través de su casco al ver como su fluido chorreaba por los labios de Shadow Angel. La heroína ni tan siquiera lo intentó escupir, con un gesto vio como ella engullía lo que quedaba en su boca. Aquello volvió a excitar al asesino.

La pesadilla estaba lejos de terminar para la heroína. Empujándola con el pie, Acero Negro volvió a tumbarla contra el suelo, colocándose encima de ella. Apartando las débiles manos de la chica de un manotazo, empezó a quitar el traje de la derrotada ninja.

Shadow Angel no opuso ninguna resistencia al notar como su enemigo con sus manos retiraba cada una de las prendas de su uniforme. Sencillamente se dejó hacer. Totalmente desarmada, ninguna oportunidad tenía contra alguien que la había vencido sin dificultad en una pelea limpia. Sólo con que le perdonara la vida, se sentiría satisfecha.

Sin prisa, Acero Negro fue revelando la hermosa piel de su vencida enemiga. Se sentía como un niño abriendo un regalo de navidad, arrojando a un rincón las prendas que retiraba. Finalmente, con una sonrisa en el rostro le arrebató el sujetador y su tanga. Únicamente dejó la máscara cubriendo el rostro de la chica. El villano se detuvo unos segundos a contemplar el hermoso y desnudo cuerpo de la heroína. Su pene volvía a estar erecto.

Haciendo una bola con la ropa interior de la ninja, se la metió en la boca bruscamente. Shadow Angel primero se asustó, pensando que iba a asfixiarla, luego se relajó, al ver que sólo pretendía humillarla y dejó de oponer resistencia mientras la amordazaba con su propia ropa.

Acero Negro tumbó a la desnuda ninja boca arriba, disfrutando de la vista que ofrecía su hermoso cuerpo, y allí, sobre el frío cemento de la azotea, empezó a penetrarla vaginalmente.

Shadow Angel continuó sin ofrecer resistencia. Dejando penetrarse por su enemigo, había sido vencida en un combate limpio y su rival se estaba tomando el premio por su victoria. Era la primera vez que un enemigo la vencía en una pelea limpia y en igualdad de condiciones. Por alguna extraña razón, sentir como el victorioso rival usaba su cuerpo a placer, pese a haber estado hacía unos minutos al borde de la muerte, la excitaba. Tal vez fuera la adrenalina que aún recorría su cuerpo, o la tensión acumulada minutos antes al borde de la muerte, o tal vez simplemente fuera porque en el fondo, sentía cierta atracción fetichista por verse dominada. La ninja terminó por agradecer la ropa interior en su boca. Al menos de esta forma su enemigo no sentiría sus gemidos de placer mientras la penetraba sin prisa.

Pese a su intento por disimularla, la excitación de la chica no había pasado desapercibida a su atento enemigo. Acero Negro sonreía para sus adentros, aquella heroína parecía estar gozando siendo violada por quién la había vencido. Nunca había disfrutado tanto de una victoria.

Al notar que su miembro entraba y salía sin esfuerzo de la húmeda vagina de la ninja, Acero Negro intensificó sus embestidas. Sonrió al ver como la chica empezaba a acompañar su penetración con un movimiento de sus caderas. Acero Negro descubrió que su trabajo podía ser también sumamente placentero.

Sujetando las manos de la heroína por encima de su cabeza y apretando su cuerpo contra el suyo, el asesino seguía penetrando a la ninja. Amy notó como se endurecían sus pezones ante el contacto con las frías placas de kevlar del pectoral de su enemigo. El frío suelo de la azotea, le ponía la piel de gallina. Sentir su poderoso cuerpo encima del suyo la excitaba cada vez más. Pese a que la mordaza ahogaba sus gemidos, sus ojos reflectaban perfectamente el placer que sentía la chica. Acero Negro a través de su casco lo apreciaba claramente. Había derrotado físicamente a Shadow Angel y ahora, poco a poco, estaba derrotando su mente.

Amy llegó al orgasmo primero, su enemigo percibió como el líquido femenino fluía por su vagina. Aquello lo excitó aún más. No tardaría en correrse.

La ninja notó como su enemigo estaba a punto de alcanzar un orgasmo y se dio cuenta que no tardaría demasiado en correrse dentro suyo. Intentó implorar que se detuviera pero de su boca solamente salieron gemidos de súplica. Acero Negro comprendió la súplica en los ojos y los gemidos de su heroína. No estaba en sus planes correrse dentro de la chica, aunque el hecho que se lo implorara con la mirada le divertía. No hacía sino demostrar el control que él tenía sobre la derrotada heroína.

Retirando su miembro de la vagina, Acero Negro se corrió encima del desnudo cuerpo de Shadow Angel. La chica notó cómo gran cantidad de caliente semen resbalaba por su barriga, sus pechos y su pubis. Shadow Angel estaba completamente derrotada. Ni siquiera intentó defenderse cuando su enemigo le quitó la máscara. Shadow Angel cubrió su rostro con sus manos, intentando evitar que la reconociera, pero para su sorpresa y humillación contempló que la única intención de Acero Negro era limpiarse los restos de fluido de su pene con su preciada máscara. El villano no tenía ningún interés en conocer la identidad de la heroína. La sabía completamente derrotada y no suponía ningún peligro para él.

La ninja suspiró aliviada, su pesadilla parecía haber terminado. Aunque Acero Negro pensaba otra cosa. Agarrando a Shadow Angel por el pelo, arrastrándola casi a rastras hasta la escalera de incendios del edificio. Por un momento Amy tuvo pánico, pánico a que pese a todo, su enemigo fuera a arrojarla por la azotea. Suspiró aliviada, aún con su ropa interior dentro de la boca, al ver que sólo pretendía llevarla por la escalera. La chica hizo un suspiro de agradecimiento y, obediente, bajó las escaleras detrás de él.

A la ninja, le dolía todo el cuerpo por los golpes de la pelea, las piernas le temblaban por la tensión, los nervios y el miedo y casi no la sostenían. Para su mayor comodidad, optó por ponerse a gatas y bajar las escaleras a cuatro patas. Aquello sorprendió gratamente a Acero Negro, que soltó una carcajada triunfal al ver a la heroína adoptar de forma voluntaria tan humillante postura.

Amy con lágrimas de vergüenza surcando sus mejillas fue gateando escaleras abajo. Ya nada le importaba, sólo quería que la dejara en paz, que se fuera, pero que no la matara. Ni siquiera protestó cuando, ya en la calle, el villano se paró frente a un cubo de basura, levantó la tapa, la cogió en brazos y la metió de cabeza en él.

Acero Negro contempló la escena durante unos segundos. La mitad del cuerpo desnudo de la chica estaba dentro del cubo de basura, sobresaliendo del mismo únicamente su lindo trasero y sus bonitas piernas. La visión del hermoso culo de la ninja, en tan humillante situación lo volvió a excitar. Ahora quería hacer suyo ese culito que no había pasado desapercibido a su atención mientras luchaba contra ella.

El sexo anal no era desconocido para Amy, pero no por ello fue menos humillante cuando notó el miembro de su enemigo penetrar lentamente en su trasero. La ninja casi prefirió tener la cabeza dentro del cubo de basura, así el villano no vería como las lágrimas de impotencia y humillación surcaban sus mejillas.

Acero Negro se sorprendió al notar la facilidad con la que su pene erecto entraba dentro el culo de la chica. Saber que ella ya había experimentado el sexo anal lo excitó aún más. Nunca había disfrutado tanto de una victoria.

Shadow Angel, totalmente vencida, ni siquiera intentó resistir, dejó que su enemigo la llenara analmente con todo su semen. Había sido derrotada y estaba pagando el precio de la derrota.

Acero Negro gimió sonoramente de placer al correrse dentro del blanco y suave trasero de la ninja, no pudo evitar darle una sonora palmada, enrojeciendo la pálida piel de la chica. Había vencido en combate a la heroína de Detroit y ahora él la había tomado de todas las formas posibles. La heroína no volvería a causarle problemas. Se terminó de limpiar el semen con la máscara de la heroína con una sonrisa permanente en su cara, ocultada por su resistente casco.

Shadow Angel notaba como el semen resbalaba por su trasero, aquel villano la había derrotado en cuerpo y alma, la había humillado de todas las formas posibles. La chica no se atrevió a moverse del cubo de basura, temerosa de llamar la atención nuevamente de su enemigo.

Acero Negro, como punto final a su victoria, agarró la máscara de la heroína y la colocó entre las nalgas desnudas de la chica. Acto seguido colocó la tapa del cubo de basura encima suyo y antes de alejarse contemplo divertido la escena.

Las piernas y el trasero desnudo de la heroína asomaban fuera del cubo de basura, con la máscara colgando de su redondeado culo. Contempló como su semen resbalaba por la suave y sucia piel de la chica y bajaba por sus piernas. Satisfecho, abandonó el callejón. Tenía trabajo que hacer. Volvió a subir a la azotea para dirigirse a su objetivo, parándose unos instantes a contemplar los restos del traje y las armas de la ninja esparcidos por el suelo. Decidió recogerlos y arrojarlos por la cornisa, en dirección al cubo de basura donde seguía la chica.

Si aquella hermosa y derrotada japonesa era lo mejor que podía oponerse a él, su trabajo en Detroit iba a resultar mucho más fácil de lo que esperaba, pensó antes de encaminarse a su objetivo. Ya había perdido demasiado tiempo.

Amy notó como los pasos de Acero Negro se alejaban, pero ni así se atrevió a moverse. Estaba completamente derrotada y temía que el villano volviera sobre sus pasos si la escuchaba salir del cubo de basura. Y allí permaneció, durante varios minutos, o tal vez fueron horas. No se movió cuando escuchó como caían diversos objetos cerca suyo. Ni tan siquiera se levantó la mirada cuando, al cabo de un rato, escuchó varios pasos acercándose a su espalda. Dejándose vencer por el agotamiento, el miedo y la humillación.

Varias horas después

Amy se despertó en su apartamento con un sobresalto. La luz del mediodía penetraba, reconfortante, por la ventana. Afortunadamente todo había sido una pesadilla. Cuando salió de la cama se dio cuenta de que algo estaba mal, muy mal.

No solo estaba completamente desnuda sino que aquella no era su habitación, rápidamente miró por la ventana y confirmó que estaba en otro punto de la ciudad completamente distinto dónde vivía.

Al escuchar la puerta de la habitación abrirse, la chica se cubrió rápidamente con la sábana y se acurrucó en un rincón, asustada.

– Buenos días, no tengas miedo. Estás entre amigos. Mi compañero y yo te encontramos inconsciente en aquél callejón.- Dijo una voz amable.

Amy miró su interlocutora entre aliviada y sorprendida. Jill, la agente con quien se había cruzado en una aventura anterior, asomaba por la puerta con una taza de café y varios bollos recién hechos.

– Come, necesitas recuperar fuerzas.- Dijo la agente de policía mientras se sentaba en la cama y contemplaba, preocupada, a la japonesa. Casi podía leer sus pensamientos.

– Tu situación no ha trascendido al cuerpo, tu identidad está a salvo. Mi compañero Chris y yo mantendremos tu secreto, te debo mucho.- Añadió al notar la mirada intrigada de Amy.- Mientras estabas inconsciente te ha examinado un médico de confianza, no tienes lesiones graves. Sólo pequeños cortes, magulladuras y…

Pero la policía decidió callar, no quería dar más detalles a la asustada chica. Suficiente había sufrido ya.

Amy, más calmada, se sentó en la cama y empezó a engullir con hambre el desayuno que le había preparado Jill. Al cabo de un rato, se atrevió a contar a la policía qué había ocurrido.

– Tuviste mucha suerte, es un asesino nato. Únicamente sabemos que se hace llamar Acero Negro y es el sicario más caro del país. Al parecer, consume algún tipo de droga que lo hace inmune al dolor y al cansancio. Sea quien sea que lo haya contratado debe ser alguien importante. Y parece dispuesto a terminar con todos los policías, jueces y políticos honestos de esta ciudad.- Añadió Jill.

La policía retiró la bandeja del desayuno y trajo a Amy un chándal recién planchado.

– Aunque no tengamos la misma talla, creo que te irá bien. En el cajón tienes ropa interior. He limpiado tu piel con una toalla húmeda, pero puedes darte una ducha si quieres.

Mientras Amy se vestía, Jill le contó la poca información que tenían del caso. Llevaban semanas detrás de Acero Negro y siempre se les escurría. Habían reforzado la seguridad de todos los posibles objetivos, pero aún así seguía cometiendo asesinatos. Al parecer, Shadow Angel era la única que había conseguido dar con él, aunque con un resultado desafortunado.

– Aquí tienes toda la información que disponemos de Acero Negro.- Dijo Jill mientras le tendía una carpeta.- Si colaboramos estoy segura que daremos con él y lograremos detener sus crímenes.

– Sigue mi consejo, olvídate de él. Nadie puede pararlo.- Respondió Amy.

La respuesta derrotista de la japonesa dejó a Jill con la boca abierta.

– No puedes rendirte ahora, estoy segura que entre todos…

– Olvídalo, no voy a volver a enfrentarme a él. No quiero volver a pasar por aquello.- La cortó Amy mientras se dirigía a la puerta.- Debo irme, gracias por todo.

– Te olvidas eso.- Dijo Jill mientras le tendía sus armas y su uniforme.- Lo recogimos en ese callejón. Me ocupé personalmente de lavar tu ropa.

– Ya no lo necesito.- Replicó la ninja mientras abandonaba el piso.

– Espera! No puedes rendirte, eres Shadow Angel. Te he visto enfrentarte sola y desnuda contra decenas de criminales armados con una sonrisa en los labios. Te he visto sobreponerte de una situación mucho peor que esta. ¡Te necesitamos!- Pero la heroína ya no la escuchaba, lentamente cogió el ascensor y se marchó.

Jill se quedó en la puerta unos instantes, confusa y asustada. ¿Que podría hacer la policía contra alguien que tenía aterrorizada a la mejor heroína de Detroit?

Dos semanas después. Universidad de Detroit

La noticia del día era que la policía se veía incapaz de acabar con los asesinatos de diversas personalidades. En los últimos días dos fiscales habían sido asesinados.

Amy se encontraba en la cafetería de la facultad con sus amigos. Al haber abandonado su actividad como heroína, ahora disponía de más tiempo con ellos. Aunque todos sus amigos la notaban algo apática, como si algo se hubiera apagado dentro de Amy. La japonesa por su parte, no extrañaba en absoluto su actividad como heroína. La ciudad ya encontraría otro salvador. Demasiado había arriesgado ella ya. Una conversación en una mesa contigua la devolvió a la realidad.

– Lo que no entiendo es como Shadow Angel no le para los pies a ese misterioso asesino- Dijo un chico.

– A lo mejor ya lo intentó y se la ha cargado- Respondió otro.

– ¿Qué dices? Estoy seguro que Shadow Angel lo derrotaría en un santiamén. Además, si le hubiera pasado algo, habría salido en la prensa, ¿No?- Respondió el primero.

– No lo sé, quizás no se atreve con ese tipo. Aquí dice que todos los indicios apuntan a que su siguiente víctima será el comisario Baskerville.- Dijo el segundo chico mientras señalaba una noticia.

Claire, molesta por los comentarios, se levantó, y se dirigió a la otra mesa. Mientras la pelirroja defendía a su heroína favorita, Amy arrebató el periódico a los sorprendidos chicos mientras leía la noticia. Al parecer, Acero Negro estaba tan seguro de sus habilidades que había dejado un mensaje escrito en la pared de la comisaría “Baskerville, no verás el sol de mañana”.

– Lo siento chicos, debo irme.- Dijo Amy, despidiéndose de sus sorprendidos amigos sin dar más explicaciones. Tenía tan solo unas horas para prepararse física y mentalmente para lo que se disponía a hacer.

Horas después. Al caer la noche.

Jill amartilló su arma cuando escuchó el timbre de la puerta. Acababa de terminar su servicio y no esperaba visitas. Con cautela, observó por la mirilla, sin ver a nadie. Asustada, decidió dar el todo por el todo. Rápidamente abrió la puerta con el arma a punto, no había nadie en el rellano. Un ruido a su espalda la hizo girar rápidamente y por poco dispara su arma.

Ante ella, estaba Mikoto Amy, vistiendo ropa deportiva.

– Creo que la última vez me dejé algo en tu piso- Dijo la ninja ante la sorprendida policía.- Espero no haberte asustado, únicamente quería poner a prueba mis habilidades. Temía que después de dos semanas estuvieran algo atrofiadas.

Jill le tendió la caja donde había guardado su katana, sus accesorios y su uniforme.

– Deberías reforzar tus ventanas.- Dijo Shadow Angel mientras se terminaba de colocar la máscara y se acomodaba sus artilugios.

– Me alegra tenerte de vuelta.- Dijo Jill. Aunque hablaba al vacío, en un instante la heroína había salido de su apartamento tan silenciosamente como había entrado.

Amy notaba como la furia recorría sus venas. Ya no se sentía apresada por el miedo. Había estado dos semanas asustada, intentando dominar sin éxito sus pesadillas. Reviviendo cada noche esa pelea en la azotea. En sus pesadillas se había visto morir de mil formas diferentes. Se levantaba sudada, temblando de miedo, incapaz de volverse a dormir. Ni toda la meditación y autocontrol aprendidos de su maestro hizo efecto alguno.

Sorprendentemente, por primera vez en quince días, esa noche no había miedo en su mirada. Tal vez fuera por la imagen que había contemplado en el periódico de esa mañana. Junto a la fotografía de la pintada en la comisaría, acompañaba la noticia otra foto, en ella se veía al comisario Baskerville, vistiendo ropa de calle, junto con su mujer embarazada. Tal vez fue la forma en que miraban a la cámara, felices, o tal vez la certeza de saber que la policía sería incapaz de detener a Acero Negro lo que hizo reaccionar a Amy. Shadow Angel no iba a permitir que Acero Negro hiciera daño a esa familia.

La heroína había estado desaparecida durante varios días, pero Mikoto Amy no había estado ociosa del todo. Mientras las pesadillas acechaban sus sueños, no había cesado de pensar en cómo podría vencer a alguien que la superaba en su propio terreno, era lo único que en cierto modo calmaba su atormentada mente. Temerosa de dormir sola, las noches que no podía pasar con Tom, las pasaba en la biblioteca. Entre otros estudiantes encontraba la seguridad que no sentía estando sola en su apartamento. Rodeada de gente era la única forma que tenía de poder conciliar mínimamente el sueño.

Por casualidad, en la biblioteca había dado con un antiguo tratado de esgrima español que había leído por curiosidad. Aquello despertó en ella ciertos recuerdos cuando estuvo estudiando una temporada en una prestigiosa Universidad de Madrid. Allí tuvo contacto con un profesor que le enseñó otro estilo de esgrima, muy diferente al suyo. Amy siempre lo había considerado un sistema demasiado estático y defensivo y nunca lo había puesto en práctica en un combate real. Ella prefería la rapidez y agilidad que le había enseñado su sensei.

Ahora en cambio, mientras acudía a toda velocidad al domicilio del Comisario, creía haber encontrado la forma de derrotar a Acero Negro. Su enemigo conocía demasiado bien su kendo y su ninjutsu, si quería vencerlo debería usar otra técnica.

La residencia del Comisario se encontraba al lado de Brush Park. Una placa en la verja del patio indicó a Shadow Angel que había llegado al sitio correcto: “Residencia Baskerville” otra pequeña placa hizo sonreír a la ninja “cuidado con el perro”.

Ágilmente, la ninja saltó al amplio jardín y examinó su entorno. La residencia tenía tres pisos de ladrillo rojo, construida a finales del s. XIX, de estilo francés con elementos italianos. Pero no era la bonita arquitectura del edificio lo que examinaba Shadow Angel. Su entrenada vista localizó varias cámaras de seguridad, y a través de las ventanas se veían varios agentes de policía patrullando el interior. Acero Negro parecía sentirse sobradamente seguro como para advertir previamente a su víctima.

Amy se escondió entre unos arbustos, esperando su oportunidad, tarde o temprano su enemigo se dejaría ver. A través de un alto ventanal de la planta baja, la ninja observó al comisario Barkerville, con su mujer cenando en un amplio salón. Un pequeño caniche descansaba en la falda del comisario. “Así que ese es el famoso perro” pensó Amy permitiéndose una pequeña sonrisa.

Horas después, Acero Negro, entró en el jardín con facilidad. Neutralizar las cámaras de vigilancia era juego de niños para él. Los policías que custodiaban la residencia serían presa fácil de su sigilo y sus afiladas hojas. Caminaba tan confiado que no se percató que lo interceptaba una figura oscura hasta que la tuvo justo enfrente.

“Si quieres llegar a ellos, esta vez tendrás que pasar por encima de mi cadáver” masculló Shadow Angel mientras notaba como el miedo abandonaba definitivamente su cuerpo, ocupando en su lugar una férrea determinación. Cualquier duda que podría haber tenido en relación a ese encuentro, se había esfumado de su mente.

-¿Tu de nuevo? No tuviste suficiente la última vez y ahora quieres más?- Acero Negro contempló divertido a la heroína mientras se frotaba su entrepierna, completamente confiado.

Sin mediar palabra, Shadow Angel desenvainó su katana. El firme agarre de la ninja sorprendió a Acero Negro, que la imaginaba más asustada.El asesino, se llevó otra sorpresa, la chica lugar de adoptar la ágil guardia que había caracterizado su anterior encuentro, ahora adoptaba una postura más perfilada. Sujetando su arma con una sola mano y apuntando directamente su cabeza con la punta.

Acero Negro desenvainó sus armas, ya la había vencido una vez, volvería a hacerlo de nuevo. Esta vez se aseguraría que la heroína nunca más volviera a ponerse en su camino. Sujetando con fuerza sus armas, el villano arremetió contra la ninja.

Esta vez Shadow Angel en lugar de responder a la fuerza de su rival con más fuerza, adoptó otra técnica distinta. Cada vez que notaba que Acero Negro sujetaba su katana, la ninja dejaba caer ligeramente la punta de su arma, consiguiendo librarla de la sujeción de su rival. Aquello frustraba a Acero Negro, cada vez que intentaba sujetar el arma de la ninja, se encontraba con que se le escurría, volviendo a tener la maldita punta de la katana apuntando su rostro. Cada vez que una de sus hojas parecía a punto de golpear a la heroína, ella con un pequeño pero ágil movimiento se apartaba de la trayectoria de sus armas, siempre con esa maldita katana apuntando de nuevo a su rostro.

Esa nueva técnica frustraba a Acero Negro, acostumbrado a otro tipo de esgrima. No entendía como la primera vez había vencido a Shadow Angel tan fácilmente y ahora le costaba tanto a él, con dos armas, controlar la hoja de su enemiga. No lo comprendía y aquello le enfurecía.

Amy notó como su rival intensificaba la fuerza de sus acometidas, entrando de lleno en el juego de la ninja. La chica desviaba todas las estocadas de su rival y evitaba que sus dos espadas cortas trabasen su hoja. Con esa nueva técnica, aprovechaba mucho mejor la mayor longitud de su arma para contrarrestar la ventaja que a su rival le daba esgrimir dos armas. En múltiples ocasiones el asesino había acometido contra ella infructuosamente. En cambio la ninjaaún no había lanzado ninguna estocada contra el villano, esperaba su oportunidad.

Acero Negro al final lo comprendió, la chica le tenía miedo y por eso no se atrevía a acometerle. Su postura meramente defensiva no era sino fruto del pavor que ella sentía hacia él. Estaba convencido que ella se sentía completamente en inferioridad de condiciones, y tras esa dura faceta, la heroína estaba completamente aterrada. Sí, aterrada por lo que le sucedería cuando la venciera. Acero Negro se incorporó confiado. Por un momento creía haber perdido el control de la pelea pero ahora se volvía a sentir dueño de la situación. La ninja sólo se defendía, pero no lo atacaba. Estaba convencido que la única estrategia de la heroína se basaba en ganar tiempo a la espera que los vigilantes de la casa acudieran en su ayuda. “Qué ilusa”, pensó, no iba a darle ese tiempo. Ansioso, acometió con más fuerza.

Por fin llegó la oportunidad que Shadow Angel había estado esperando. Su rival se había lanzado con mucha fuerza, demasiada fuerza, ejerciendo demasiada presión sobre la hoja de su katana. Amy sólo tuvo que levantar ligeramente su guarda, deslizando con facilidad la punta de su hoja por debajo de las armas de Acero Negro, liberando la mortífera punta de su arma. Una fracción de segundo después, la katana de Shadow Angel apuntaba directamente al cuello de Acero Negro. El villano se percató demasiado tarde de la trampa que le había tendido la chica. Intentó apartar la punta de la katana pero sus armas teníanque recorrer un arco demasiado amplio. A la ninja le bastó solo con dar un pequeño paso.

La afilada katana penetró en el cuello de Acero Negro, justo por el punto de unión entre el casco y las placas de kevlar del villano, su punto más vulnerable. La punta penetró, cortando la arteria, sin encontrar resistencia.

Un segundo después, el cuerpo de Acero Negro se desplomaba al suelo. Aquella era la primera vez que Amy acababa con la vida de un enemigo. “Técnicamente es la segunda” pensó la ninja contemplando el cuerpo sin vida de su rival. Curiosamente no sentía remordimiento alguno. Acero Negro no se habría detenido en su objetivo y no habría tenido reparo en eliminarla a ella también. Ahora no podría hacer daño a nadie.

Los últimos segundos de la pelea habían sido captados por el ángulo de una cámara que Acero Negro no había inutilizado, advirtiendo a los vigilantes de la mansión, que raudos acudían hacia el lugar justo cuando el asesino se desplomaba, inerte, en el suelo. Amy contempló el cuerpo de su enemigo por un último momento antes de perderse entre las sombras de la noche.

El día siguiente. Universidad de Detroit

Las imágenes de la pelea en la residencia del comisario Baskerville copaban las pantallas de todos los noticieros. En el bar de la facultad, no se hablaba de otra cosa. Incluso Amy no tuvo reparos en admitir ante sus amigos que la pelea entre Shadow Angel y Acero Negro, aunque fueran solo unos segundos, era algo digno de ver.

– Lo veis, espada en mano Shadow Angel es imbatible.- Dijo Claire orgullosa al grupo de chicos del día anterior.

Terminadas las clases, Amy se dirigió a su apartamento, rodeada de sentimientos contradictorios. Por un lado, estaba contenta por haber logrado sobreponerse a sus miedos y salvar la vida del comisario. Pero por otro lado, aún sentía cierto temor ante la perspectiva de volver a enfundarse en su uniforme. Acero Negro le había hecho ver lo mucho que arriesgaba en cada una de sus salidas. Por primera vez se había dado cuenta que cada noche en que Shadow Angel saliera, podría ser la última. Hasta ahora la suerte en cierto modo la había sonreído siempre, pero no quería tentar más al destino. Recordó lo que hacía casi una eternidad para ella, le había dicho a una derrotada Estrella Polar. “En ese mundo los errores se pagan caros” pensó entrando en su amplio apartamento.

Amy contempló por última vez su uniforme y sus artilugios, volviéndolos a guardar, convencida que nunca más los volvería a usar. A partir de ahora, dejaría a la policía hacer su trabajo. Demasiado había hecho para la ciudad. Demasiado había arriesgado ya. Shadow Angel dejaría de aparecer. Por primera vez en dos semanas, esa noche las pesadillas no atormentaron su mente y Amy pudo conciliar un sueño reparador.

Epílogo. Varias semanas después

Alguien estaba furioso, muy furioso. Había pagado una auténtica fortuna a Acero Negro para que despejara la ciudad de los policías, jueces y fiscales más competentes, y había sido un auténtico fiasco. Esa maldita entrometida, esa maldita Shadow Angel, lo había arruinado todo. Se suponía que el misterioso asesino le iba a dejar la ciudad a punto de caramelo para que él pudiera reprender sus actividades sin que nadie le molestara. En cambio, desde hacía unas semanas volvía a tener a la policía casi encima.

Y no sólo a la policía, justo hoy, esa odiada ninja había vuelto a interferir en sus negocios. Aunque al parecer uno de sus hombres dudaba que se tratara de la misma persona. Según afirmaba, la chica que los había atacado lucía una melena pelirroja, aún así, él estaba convencido que se trataba de la misma entrometida. “Por mucho que te tiñas el pelo, a mi no me engañas Shadow Angel” pensó furioso.

En un ataque de ira, estuvo a punto de estrellar su puño contra la pantalla de su ordenador, pero se detuvo en el último momento. Frotándose su calva cabeza con su mano, se sentó frente al monitor y empezó a subir un vídeo a las redes sociales. Si Acero Negro había sido incapaz de detener a la heroína, tal vez esto le pararía los pies.Ya empezaba a ser hora que la gente viera otra faceta de su querida heroína, una faceta no tan angelical.

CONTINUARA

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