HACERLE EL AMOR A UNA DIOSA HECHA MUJER

El amor es hermoso, en especial cuando se entrega sin esperar que la respuesta a sus deseos sea inmediata.

Nada se compara con la dulce espera, de que se produzca el milagro de sentirse en el séptimo cielo, en brazos del ser que más adoras.

Me encontraba parado ante la puerta de los aposentos de la mujer más bella y hermosa que habían visto mis ojos y solo ansiaba que saliera para rendirle culto a su belleza y servirle en lo que me fuera posible, para su contento.

Se abrió la puerta y una sonrisa dibujada en su rostro fue su saludo.

Inicio su sexy caminar, con un movimiento de caderas que realmente parecía una bailarina de ballet dando su vuelta triunfal en aquella gran sala.

Su vestimenta era para hacerla lucir como la sensualidad en persona.

Una falda blanca de piel larga que solo dejaba ver sus gruesas pantorrillas, su falda se ceñía a su cuerpo, dejando a la imaginación un colosal trasero cuyas nalgas se dibujaban perfectamente en la piel que las cubría, mostrando unas sublimes  curvas que mostraban toda la voluptuosidad y sensualidad de un verdadero culo de ensueño para cualquier feliz mortal que tuviera la suerte de palparlo y acariciarlo.

Sus largas piernas solo se podían imaginar  y eran un espectáculo cuando estas se marcaban con toda grandeza en su falda al compás de unos pasos largos y seguros que le daban una elegancia soberbia al caminar.

Su blusa era blanca de vuelos anchos, adornada de bellos encajes adornados de flores de diferentes colores pastel, donde resaltaba un busto redondo y esplendido que se antojaba para verlo y soñar con esas divinas lolas que se mostraban orgullosas a pesar de estar presas por algo que  las hacia sobresaltar como queriendo escapar de su férreo carcelero.

Su color de piel es blanco con un ligero tinte a rosa, que al brillo de los rayos del sol se muestre un rasgo más de su increíble belleza, un pelo rubio que adorna su rostro y que se desborda sobre sus mejillas, haciendo que su cara angelical y todo su cuerpo tenga el porte de una verdadera Reyna.

Como un loco, no daba crédito, que estuviera al servicio de aquella diosa hecha mujer y que fuera el único mortal de mi género, que tuviera la dicha de estar tan cerca de ese monumento de mujer.

Voltio su vista hacia mí y con una risa que salía de su boca me dijo… toma y me lanzo una fotografía y remato con sarcasmo… para que tengas una buena noche, pero no te vayas a morir.

Tenía una pequeña dedicatoria…para ti, Claudia.

Algo que no pasaba desapercibido y que era parte innata de su personalidad es que tenía  una sensualidad extremadamente provocadora, al saberse  que tenía un cuerpo seductor y le gustaba lucirlo y me encontró como su víctima favorita para torturarme haciendo que mis deseos y mis ansias , alcanzaran un alto grado de pasión y ardor por ella.

Buscaba todas las formas de mantenerme en un estado de morbosidad y lujuria durante todas las horas que estaba a su servicio.

Viéndome de reojo, observo mi semblante y al hacer contacto con mis ojos,  dejo caer algo al suelo y se inclinó para recogerlo, exponiendo en su total dimensión su majestuoso trasero.

Tal visión me dejo extasiado y una enorme erección se comenzó a mostrar en el medio de mi entrepierna, y no la podía ocultar de ninguna forma.

Con una mirada picaresca dibujada en el rostro, se me acerco y me dijo…

Solo te di una foto de mi cara y mira cómo te has puesto y que tal si me tuvieras.

Y regreso por donde había entrado.

Me quede apostado nuevamente ante su puerta, esperando su llamado para saber con qué nueva tortura se aparecería en el futuro.

No paso mucho tiempo cuando escuche su voz llamándome para decirme…

Héctor, me duele la espalda y todo el cuerpo creo que necesito algo para relajarme.

¿Qué sabes tú de masajes, puedes darme uno?

Yo no creía lo que escuchaba y una respuesta llena de entusiasmo salió de mi boca.

¡Claro que si mi Reyna! , iré a buscar el aceite y las cremas.

Regrese con lo necesario, pero también agregue  una botella de la más rica miel que pude encontrar.

¿Aquí estoy Reyna mía, si quiere podemos empezar?

¿Héctor, quieres ayudarme a bajar el cierre de la falda?

Con la mano temblorosa, producto del miedo a cometer un error, procedí lentamente a realizar mi labor.

El cierre llego hasta su final y solo observe a Claudia que hacia enormes esfuerzos por bajar la falda, la cual  se aferraba de una manera muy obstinada por no desprenderse de aquel colosal trasero y que después de fuertes tirones cedió quedando ante mi vista unas preciosas nalgas que sin duda eran unas  de las mayores delicias que hombre alguno soñaría tener como su fantasía cumbre en su vida.

Estaban cubiertas por una seda brillante y al darse vuelta hacia mí, sentí que la tortura estaba llegando a volverse insoportable, porque era casi imposible mantener el control y no lanzarme sobre ella como un poseído o un devoto fiel, cuando tiene ante si a su diosa en carne y hueso

Su larga blusa me impedía una total visión y lentamente comenzó a desabotonarla uno por uno,

Al llegar al último se desprendió de la prenda y fue en ese momento que casi pierdo la cabeza por completo, ya que todo su cuerpo quedo ante mí vista solamente cubierto por una ropa interior tan exquisita y delicada de un color blanco satinado brillante que la hacía lucir extremadamente sexy y elegante.

Sus piernas eran grandiosas y perfectas, largas y gruesas y parecían dos hermosas columnas del más  fino mármol

Sus senos eran de un tamaño y un volumen que le quitaban el aliento a cualquiera y su vista me hacían sentir un deseo enorme como si con ellos pudiera calmar mi sed y  deseo por esa mujer.

Nuevamente su pícara sonrisa se reflejó en su rostro, al saberse la dueña y señora de aquella pobre alma, que su único aliento de vida, era suspirar por ella.

Busco con su vista la mesa donde recibiría el masaje y se extendió sobre ella acomodando su cara en una posición que le permitía obtener el mayor descanso y comodidad y al hacerlo también hizo una advertencia final…

Solo podrás masajear mi espalda, mis piernas mi estómago y mi cuello, ni se te ocurra tocar otra parte de mi cuerpo, podrás usar todas tus habilidades de cualquier tipo, pero no te atrevas a desobedecerme, sobre mi última advertencia.

¿Pero Claudia, Reyna mía, conozco una técnica especial con miel puedo usarla?

Has lo que quieras, pero has un buen trabajo, para quitarme esta molestia en el cuerpo.

Haciendo caso a su orden, inicie un trabajo de frotaciones  ligeras en sus piernas, su piel era tierna y delicada,  me parecía estar en la gloria tocando y acariciando ese monumento de mujer.

Recorría a todo su largo  esas deliciosas y bellas piernas y me esmeraba porque mi labor no me traicionara al asomar cualquier acto que estuviera fuera de mí accionar.

Lentamente pero con mucho control recorrí todo su cuerpo al que tenía derecho de tocar y ella de vez en cuando entre abría los ojos como vigilándome y al mismo tiempo para observar mi cara de deseo que se transpiraba a través de mi rostro.

Su sonrisa siempre estuvo en su boca y de vez en cuando su lengua humedecía sus labios como saboreando su victoria y conquista del que en ese momento era su víctima favorita.

En un momento cerro completamente sus ojos, y como que las frotaciones y caricias le provocaron un estado de completa calma y ante esa sensación en su cuerpo se sintió más relajada, un ligero sueño invadió su cuerpo,

Un sepulcral silencio invadía la habitación y solo se escuchaba la fuerte respiración de alguien que ha entrado en un proceso de sueño.

Con más libertad al no tener sus ojos sobre mí, busque la miel  y la derrame sobre su  toda su anatomía que estaba ante mí Incluso sobre su ropa interior que ese momento me impedía tener una visión completa de todo su cuerpo.

Esparcí la miel de una forma delicada y solo la llame para que se diera la vuelta para poder continuar con mi labor.

Se giró y mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, un bestial y voluptuoso trasero se dejaba ver en toda su majestuosidad.

 Ahora era el momento de la verdad, si era capaz de controlar mi estado de locura y deseo por aquella diosa hecha mujer.

Volví hacer la misma operación anterior, y estaba lista para iniciar mi faena de calentamiento.

Me maraville ante la hermosura de su espalda y me dedique a sobarla y acariciarla en pequeños círculos, desplegaba mis manos sobre su cuello y acariciaba con mis dedos los lóbulos de sus orejas.

Seguidamente baje hasta sus piernas y tuve que separarlas para introducir mis dedos y mis manos en ese delicioso pasaje que se forma en de la unión de sus piernas y su pelvis y masajee  casi rozando, la gruta desconocida que me llevaría un día a conocer el mundo de mis mayores locuras y mis mayores sueños.

En ese momento escuche una fuerte respiración y supe que algo estaba pasando en el cuerpo de esa mujer.

Tome uno de sus pies y  acaricie sus planta, y en una forma de lo más amorosa empecé a devorar y chupar cada gota de miel que había en ellos, estaba totalmente concentrado en mi accionar cuando de repente escucho…

¡Que rico Héctor, sigue así por favor!

La orden se escuchó y había que obedecerla a más no poder.

Mis labios y mi lengua recorrieron sus rodillas y cada una fueron limpiadas de ese néctar que las cubría,

Sus deliciosos muslos quedaron para el final de esa posición,

 Y me desvié hasta su espalda, en la que utilizaría otra técnica que la iba a sorprender aún más.

Mi lengua y mis labios no se cansaban de repartir besos y mordiscos por doquier y en un momento mis mejillas se apretaron contra su piel en suaves caricias en la que todo mi rostro se apegaba a su  espalda, para restregarse por toda su piel.

En un momento llegue hasta sus caderas y me acorde de su advertencia.

Baje a sus muslos y a estos lo puedo asegurar que casi me los devore totalmente y mis labios y mi lengua tenían un solo objetivo, la piel de su entrepierna, puedo decir que la tenía abierta de par en par y mi lengua se daba el mayor de los gustos en ese lugar,

Nuevamente se escuchó su voz.

¡Héctor, aquí por favor!

Bajándose ella misma la sexi braga que cubría sus nalgas en más de la mitad.

En ese momento casi caigo fulminado por un infarto, el causante de todos mis sueños y desvelos se mostraba en todo su esplendor.

Sus glúteos eran de una textura y suavidad que daban ganas de apretarlos y acariciarlos y lo urgente que hice fue buscar nuevamente la botella de miel y derramar una buena cantidad sobre ellos.

Mi lengua la sentía como si estuviera en un profundo éxtasis, al degustar cada rincón de ese divino trasero, la miel casi se escurría por el apretado canal que formaban sus nalgas y tuve que entre abrirlo para que la miel llegara a todos los rincones más íntimos de esa mujer.

No pude desaprovechar ese momento y hundí mi cara para que mi lengua alcanzara  su círculo anal, y acariciarlo con mi punta,  tratando de introducirme con ella, hasta donde pudiera alcanzar.

En ese momento sentí como arqueaba su  espalda y pelvis para facilitarme la labor que estaba ejecutando.

Esta vez la sonrisa apareció en mi boca y quise averiguar si mis suposiciones estaban en lo correcto.

Introduje  mi dedo mayor y acaricie el centro de ese círculo y hacia pequeños intentos de entrar y solo se escuchaba una fuerte respiración, que me indicaba lo placentero que la hacían sentir mis atrevidas caricias.

Restregué nuevamente mi rostro por todo su trasero y nuevamente un prolongado lamento salió de su boca…huuummmmmmm

No me quise detener y nuevamente hundí mi rostro en el canal de sus nalgas, y con la ayuda de mis manos,  baje aún más sus bragas y mi lengua busco llegar hasta tocar los labios mayores de su concha  por lo que  mi lengua en un tenaz intento, logro llegar hasta conseguirlo.

Al primer roce mi Reyna, abrió aún más sus piernas lo que permitió que mi lengua jugara con mayor movilidad y profundidad en aquel delicioso y dulce túnel que al solo probarlo me estaba convirtiendo, en un total demente y perturbado, a causa de mis ansias y deseos que estuvieron  acumulados por tanto tiempo.

Sus gemidos iban en aumento y con más libertad, le desabroche el sostén y le pedí tiernamente que se girara y como una obediente gatita obedeció.

Descubrí mis lolas y su tamaño y redondez eran para perderse en ellas y solo las miraba y acariciaba, como no pudiendo creer que por fin serian mías y que en ellas encontraría el sustento que mi alma necesitaba para seguir soñando y suspirando en este plano terrenal.

Mis labios las mordisquearon con voracidad y mis manos las tomaban, apretaban y trataban de abarcarlas en su totalidad pero era inútil su volumen las hacían lucir grandiosas fue cuando mi lengua quiso saborear los pitones de sus aureolas que comenzaban a exponerse en su total belleza.

La punta de sus pezones era algo digno de verse, lucían erguidos y sobre todo muy orgullosos del efecto que causaban en mi persona.

Mi desesperación por ellas crecía a cada momento y mi rostro se acomodó en medio de ellas como  buscando un refugio donde calmar el ardor y deseo  que estaba sintiendo por esa mujer, en ese momento.

Pero en vez de calmarme, mis deseos subieron en intensidad  y fui a buscar directamente a la única que me podría saciar la pasión que sentía todo mi cuerpo y espíritu.

La vi media desnuda solo una tenue mata de vellos asomaban apenas a la vista, se miraba hinchada y enorme su triangulo era perfecto no cabía duda esa vagina era la razón de mi vida y mis mayores sueños y tenía que ser mía para sentirme completo.

Baje completamente su seda y me maraville ante la preciosidad y divinidad de la concha más seductora que hacía que mi vista no se apartara de ella, como tratando de dibujarla y guardarla en el lugar más exclusivo de mi cerebro.

Como el más dichoso espectador sobre la tierra, la contemple de pies a cabeza y en ese instante me di cuenta, que este era el momento para el cual me había preparado toda la vida, para poner en practica toda mi experiencia y todos mis recursos que tenía,

 Ahora era el día que se sabría la verdad, mi hombría estaba en juego y tenía que dar el todo por el todo, para que ese momento lo recordara toda la vida o se riera de mí de ahí en adelante.

Me acerque lentamente y bese su ombligo y poco a poco fui recorriendo su pelvis con mis labios y mis manos acompañaban la acción, acariciando y rozando cada lugar que mis labios besaban y también se anticipaban a palpar todos los lugares que próximamente serian degustados y acariciados, para causar el mayor deleite en esa divina mujer

El punto final de reunión estaba a la vista y mis dedos fueron los primeros en incursionar y buscaron los labios mayores de su entrada que se vislumbraba hermosa a mas no poder para luego separar  delicadamente unos labios que protegían a un pequeño botón, que se mostraba como una deliciosa cereza que estaba lista  esperando que un hambriento y sediento la chupara y mordiera e hiciera todo con ella.

Tome lo último que quedaba de la miel y la vertí sobre aquel solitario botón y me prepare para lo que siempre había deseado desde que la conocí por primera vez.

Delicadamente me acerque a ella y  suavemente coloque mi lengua  sobre aquella cereza y mi lengua comenzó a saborear un néctar tan delicioso que era una mezcla de lo más dulce con un sabor que me era inconfundible como ser la esencia misma de la mujer que es la Reyna de mi corazón.

El gusto y aroma que sentía, era como si estuviera degustando y saboreando el mejor banquete al que me hubieran invitado en toda mi vida.

Mi lengua actuaba como un lento remolino que giraba y giraba y después de vez en cuando, mis labios se unían para dar delicados mordiscos que hacían que mi Reyna abriera su boca para decirme en una forma suave y amorosa…

¿Papito lindo que haces conmigo?

Más rápido amor, más fuerte, así, así cariño.

Mi lengua era incansable, su momento había llegado y estaba preparada para arrancarle el orgasmo a como diera lugar, así tuviera que dar la vida en lograr su objetivo.

Las manos de mi Reyna empezaron por acariciarme el pelo y ante los giros de mi lengua, sentí como en una forma delicada pero firme me empezaba  a apretar contra su vulva y unos deliciosos sonidos anunciando sus momentos de mayor placer, se escucharon en toda la habitación.

¡Papito mío, mi amor,  Dios que placer así cariño, así mi amor!

¡Así, así!      sssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

 

Quiso apartarme de ella pero me negué a hacerlo y continúe con lo que estaba haciendo pero esta vez de forma muy lenta y suave.

Su primer orgasmo ya era una realidad, pero aún faltaba más.

Esta vez mi dedo mayor de mi mano izquierda sabía cuál era su misión y suavemente penetro esa gruta hasta sentir como las paredes lo recibían con una bienvenida de abrazos y caricias y una sensación de calidez lo rodeaba por doquier.

Estuve en ese juego amoroso, por más de diez minutos seguidamente mi mano derecha se apodero de mis tetas y dio inicio al segundo round.

Me agarro la mano, y ella misma la conducía a los lugares donde ella sentía más placer, seguí en esa deliciosa tarea por un rato más, esperando escuchar de nuevo su respiración y sus quejidos y decidí que tenía que cambiar de estrategia

Mi mano derecha se coló debajo de sus nalgas y localizo ese pequeño círculo y con su dedo índice dio principio a unas caricias circulares alrededor de él, levanto una pierna para facilitar la caricia y su pierna se abrió de tal forma que sus cantos de placer se volvieron a escuchar.

¡Héctor, Héctor, papito mío, me estas matando cariño, no pares por favor!

En el momento perfecto, mi dedo comenzó a incursionar en esa nueva senda y esta vez su reacción fue el doble de la anterior, trataba de incorporarse pero era vencida por las grandes olas de placer que recorrían su cuerpo en todas las direcciones.

El eco de sus lamentos, eran en mayor grado, lo único que esto quería decir, es que lo estaba gozando en cada rincón de su cuerpo y un nuevo orgasmo era inminente en cualquier momento.

¡Héctor mi vida, papito mío como me haces gozar!

Era ese el momento que esperaba y la penetración por los dos lados fue el momento final,

¡Así, así, papito mío,  mi  amorrrrr!

¡Mas, mas mas  sssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

Temiendo  una tercera vez se colocó en posición fetal y la deje descansar.

Pasaron unos minutos, pero hay que decirlo, tenía los huevos todo hinchado y necesitaba depositar mi simiente dentro de esa Diosa, porque solo de esa manera podría saciar mi pasión y ardor que recorría todo mi cuerpo en ese momento, mi necesidad por esa mujer sentía que nunca podría ser saciada, pero era necesario descargarme aunque sea por ese momento.

Me acerque a ella y viendo el estado en que me encontraba se levantó de la mesa y me llevo hasta su cama, me empujo sobre ella y  caí de espaldas y como una tigresa se lanzó sobre mi

Dándome una enorme variedad de besos como si con ellos me diera las gracias y a su vez me demostraba que su corazón y su alma eran totalmente míos.

No se cansaba de besarme, pero de repente comenzó a bajar por todo mi pecho y se fue a buscar el objeto de sus deseos y empezó a jugar con él.

Me daba ligeros lengüetazos en la punta de mi glande y hacia círculos con su lengua para después besar mis huevos y subir su legua y labios saboreando todos sus contornos para luego erguirlo y tragarlo como si lo quisiera hacer desaparecer dentro de ella.

Su accionar duro minutos y en varias ocasiones estuve a punto de explotar y le rogué que me dejara hacerlo dentro de ella.

Se montó sobre mí y ella misma coloco la cabeza de mi glande en su entrada  y en una sola sentada estaba dentro de ella.

Se movía muy lento y yo en mi lujuria y ardor solo hacia palpitar mi verga dentro de ella y nuevamente acercaba sus labios para besarme y también acercaba mis tetas para que las besara.

 Tomaba mis manos para que se las acariciara y con un trabajo de pelvis en una perfecta sincronía con su esfínter, el placer que  estaba sintiendo era como si estuviera en la gloria o el mismo cielo.

No soportaba más, mi ansiedad y deseo estaba llegando a su límite,

El amor y la necesidad que sentía por mi Reyna  me hicieron anunciarle que mi clímax estaba próximo.

¡Claudia mi Reyna ya no puedo más, te adoro mi amor, tengo que explotar dentro de ti!

Mi Reyna me vio a los ojos adivinando lo que sentía en ese momento y aligero su movimiento en toda lo que ella podía hacerlo yo me aferre a ella y en un momento glorioso sentí como mi esperma salía a chorros dentro de ella, al mismo tiempo que ella me abrazaba como si en ello le fuera la vida, y solo pude sentir sus espasmos que me anunciaban que ella también me había acompañado en el profundo éxtasis que nos había unido para siempre desde ese día

                ELLA ERA MI DIOSA, ERA MI AMOR, ERA MI VIDA, NO NECESITABA MAS

EL MAÑANA YA NO IMPORTABA, MI FELICIDAD ESTABA ASEGURADA

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