El viaje a la playa.

Hacía ya unos días que mi marido puso rumbo a la playa con los niños. Por suerte él pudo disfrutar de sus vacaciones antes que yo, aunque posteriormente coincidiríamos quince días juntos. Este año habíamos alquilado un apartamento en primera línea de playa. Esta última semana, sin los niños, sola en casa, se me había hecho eterna, y máxime cuando tuve turno de guardia el sábado hasta tarde. He de decir que soy enfermera y trabajo en un hospital de mi ciudad. No veía llegar la hora en que disfrutar bronceándome tumbada en la sombrilla, y de bañarme en el mar junto a mi familia.
Así que allí estaba yo, conduciendo el mercedes de mi esposo rumbo a mi destino. Dadas las circunstancias mi marido se había desplazado con mi monovolumen, pues era más práctico para cargar con todas las maletas y cachibaches de los niños. Normalmente era el vehículo que yo conducía en la ciudad para llevar y traer a los niños del cole, o la compra del supermercado. En cambio mi marido, se desplazaba todos los días hasta el despacho de abogados en el que trabaja, en el nuevo mercedes que habíamos comprado. Esta vez prefirió que fuese yo quien se desplazase hasta la playa en su coche.
.-“Viajarás más segura yendo tu sola” me dijo cuando planeamos el viaje.
Para los que no me conocen decir que me llamo Sara, y tengo treinta y un años. Llevo un tiempo casada con mi esposo, el cual ha sido el único hombre en mi vida hasta el momento. Podéis saber más sobre mí, y ver algunas fotos si consultáis mi blog, cosa que agradecería muchísimo: http://saragozaxxx.blogspot.com.es/
Como decía, era mediodía, y llevaba un tiempo conduciendo por una nacional en la que apenas circulaban coches, cuando una luz roja se encendió en el salpicadero del coche. Al parecer se había encendido un testigo en el cuadro de mandos del automóvil y parecía algo importante, entre otras cosas porque me indicaba que detuviese inmediatamente el vehículo. ¡No me lo podía creer!. El coche estaba casi nuevo.
.-“Seguro que no es para tanto” pensé para mí, y me detuve a un lado en el arcén de la carretera a llamar a mi esposo, y tratar de averiguar de que podía tratarse. Comprobé que quedaba poca batería en el móvil cuando intenté realizar la primera llamada. No lo cogían.
.-“Maldita sea, porque no lo coge” pensaba cada vez que marcaba su número de teléfono. Lo intenté varias veces, hasta que un mensaje de que quedaba excasa batería apareció en mi pantalla. Decidí conservar la poca batería que quedaba a la espera de que mi esposo viese las llamadas perdidas, pues sabía que cuando aparecía el dichoso mensaje en la pantalla de mi móvil, realmente quedaba poco para que se apagase definitivamente.
No me quedaba otra que poner los dichosos triangulitos de señalización, pese a que hacía un tiempo que no pasaba nadie por allí. Luego me dispuse a leer el manual de instrucciones del coche por si podía solucionarlo yo misma.
“Luz de testigo del motor” ponía en las primeras páginas del librito según un dibujo explicativo, y al lado te remitía a otra página, la 223. Me dirigí a esa página con la esperanza de encontrar alguna solución. “¿Cómo actuar en caso de encenderse el testigo?” pude leer en el manual mientras me felicitaba por mi propia suerte, al parecer debían de indicar la solución a mi problema. “Detenga inmediatamente el vehículo y diríjase a su concesionario mercedes lo antes posible”.
Menuda desilusión, desde luego se notaba que ese tipo de manuales están hechos por tíos y para tíos, solo a un imbécil se le ocurriría escribir ese tipo de indicaciones.
.-“¿Dónde hay un concesionario mercedes abierto en domingo?, eh listillo” insulté mentalmente al guionista del manual maldiciendo mi mala suerte.
En esos instantes sonó el móvil, pude ver en la pantalla el número de mi esposo, me alegré de que hubiese visto mis llamadas perdidas y que me llamase, pero para mi desgracia antes de que pudiera descolgar el teléfono éste se apagó definitivamente, se había quedado sin batería, totalmente muerto.
.-“Mierda, esto no puede estar pasándome a mi. ¡Pero que mala suerte!. Esto no puede ser peor”, pensé para mí mientras trataba de buscar una solución. Mi marido se habría quedado preocupado. Pero no había forma de encender de nuevo el móvil.
Tras resignarme y comprobar que desde hacía un rato no pasaba nadie por esa carretera, al final, opté por cerrar el coche y andar hasta el pueblo más cercano tratando de buscar ayuda. No me quedaba otra alternativa. Aunque llevase puestas unas sandalias con medio tacón, no muy cómodas para andar, me decidí a caminar por el arcén de la carretera.
En un principio no pensaba que tuviese que caminar, pero las sandalias me quedaban bastante bien y conjuntaban, con el vestido blanco de tela liviana y fresquita, muy veraniego, que había elegido para conducir.
Llevaba tan sólo cinco minutos caminando, cuando pude ver una señal que indicaba un área de descanso de esas con mesas y árboles.
“Espero que pueda haber alguien, o al menos una fuente. Tengo sed “ pensé mientras aceleraba el paso con cierta esperanza.

Por suerte había un vehículo rojo bajo un árbol, aunque algo viejo, que se dejaba ver desde lo lejos. Creo que era un ford scort. Me dirigí hacia él con la esperanza de que hubiese alguien en su interior. Me alegré cuando advertí que había alguien dentro pese a tener los cristales traseros tintados, pues aprecié movimiento en su interior.
Los últimos metros me aproximé corriendo esperanzadora y golpeé con ímpetu el cristal trasero correspondiente al lado del piloto. Me arrepentí de inmediato…
.-“¡¡Me cagüen to!!” se escuchó una voz nada más golpear el cristal.
La puerta del coche se abrió de par en par y apareció un tipo con el torso descubierto, totalmente cubierto de tatuajes, blandiendo una navaja en una mano, mientras se acomodaba sus atributos masculinos en el interior de un viejo chándal con la otra mano.
Pude ver como en el interior del vehículo una chica se cubría los pechos rápidamente con una camiseta. Indudablemente les había interrumpido en plena faena. Yo al ver la navaja me asusté.
.-“Se puede saber ¿qué es lo que coño quieres princesa, como para interrumpirme?” dijo el tipo enfurecido mientras me repasaba de arriba abajo y me apuntaba con la navaja a cierta distancia entre ambos.
.-“Yo…, esto…, siento interrumpir…” dije muerta de miedo y de vergüenza, a la vez que no podía apartar la mirada de la navaja en su mano.
.-“Vamos, ¡habla!” me dijo bastante enojado. Esta vez pude fijarme en los tatuajes que decoraban su torso, apenas quedaba un trozo de su piel sin tintar. Me llamó la atención un Jesucristo crucificado que cruzaba su torso de brazo a brazo, y armándome de valor acerté a pronunciar…
.-“Esto verá…, el coche me ha dejado tirada a unos metros de aquí, tan sólo buscaba a alguien que pudiera echarme una mano” dije revolviendo mi pelo en evidente estado de nerviosismo.
.-“¿Quién es esta Johnny?” escuché la voz femenina del otro lado del coche.
.-“Tranquila Chony” tan solo es una niña a la que la ha dejado tirada el buga, dijo el personajillo ahora más relajado.
.-“Pues que llame a la grúa y nos deje en paz” dijo la acompañante femenina a la vez que salía del otro lado del vehículo y se ajustaba una minifalda de leopardo. Por un momento pensé que era una puta de esas de carretera, luego supuse que era la pareja del tipo que todavía blandía la navaja en mano.
.-“Esto veras…, me he quedado sin batería en el móvil, y no veo forma de cargarlo, si pudierais dejarme el móvil, yo…, os lo agradecería muchísimo” dije tratando de explicar la situación.
.-“¿¿Tenemos cara de tener saldo en el móvil??” dijo el tipo algo mosqueado por mi petición. Estaba claro que no tenían dinero ni para recargar el móvil. Preferí no hurgar en la llaga.
.- ¿Qué piensas hacer Johnny?” preguntó la chica mirando expectante a su amante desde el otro lado del coche. El tipo me repaso de nuevo de arriba abajo con los ojos abiertos como platos, esta vez me hizo sentir incómoda.
.-“Voy a ver de que se trata” dijo el tipo como si fuese el jefe de una banda.
.-“Toma las llaves del coche y vete a casa del Jeque a descargar, sino he aparecido en un tiempo vente a buscarme” pronunció a la vez que le tiraba a la chica un manojo de llaves sacado de un bolsillo de su chándal.
.-“¡Vamos!, llévame hasta tu coche” me dijo mientras guardaba la navaja en un bolsillo y se ponía una camiseta de esas fosforito.
Yo comencé a caminar. En un principio traté de situarme a su lado con la intención de entablar una conversación con él, sobretodo tratar de averiguar si debía temer algo cuando viese que el coche era un mercedes, temí que en vez de ayudarme quisiese robarme.
.-“Siento mucho las molestias” dije una vez emprendida la marcha y tratando de ser amable.
.-“No te preocupes muñeca” dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.
.-“Ya sabes, me dirigía a la playa, estaba de paso, y siempre tiene que ocurrir estas cosas cuando menos te lo esperas…Tú ¿eres de por aquí?” le pregunté tratando de obtener información y de averiguar sus intenciones. El tipo se echó a reír.
.-“Ja, ja…, sí, llevo un tiempo viviendo por aquí, la gente me conoce bien” dijo con cierta ironía. Y luego continuó diciendo…

.-“Tranquila muñeca, antes era mecánico, me gustan los coches, te echaré una mano” y dicho esto se encendió un cigarrillo. Sus palabras me tranquilizaron.
.-“¿A qué te dedicas ahora?” quise preguntarle para romper el hielo al hilo de lo anterior. De nuevo se echó a reír.
.-“¿De verás quieres saberlo?” yo asentí con la mirada.
.-“Me caes bien preciosa, verás…, me dedico a hacer chapuzas, ya sabes una cosa por aquí, otra por allá. Lo que surja” dijo dando una profunda calada al cigarrillo y haciéndose el interesante, como tratando de impresionarme.
.-“¿Y tú, muñeca?, ¿a qué te dedicas?” dijo repasándome una vez más con la mirada. Esta vez pude advertir que mi vestido blanco se transparentaba al trasluz del sol de mediodía, y que mi figura se adivinaba a través de la fina tela del vestido.
Yo también presté atención a su cuerpo. Estaba bastante delgado, con el pelo a media melena algo dejado, y grasiento. No podía evitar fijarme en sus tatuajes.
.-“Soy enfermera” pronuncié sabiendo que las profesiones sanitarias son muy respetadas por este tipo de personajes. Ya casi habíamos llegado, se podía ver el mercedes al final de una larga recta.
.-“Mira aquel es el coche” dije señalando el vehículo de mi esposo.
A pesar de su aspecto tenía cierto matiz en su mirada que me decía que no era tan mal tipo como aparentaba. Seguramente su aspecto estaba desencadenado por la mala suerte en su vida. Por un momento me dio pena. Me fijé mejor en su cara, y seguramente bien arreglado hasta podría resultar atractivo. Tenía un no sé qué en la mirada que lo hacía tremendamente masculino y varonil. Me dio algo de lástima.
.-“Vaya, vaya, con la enfermerita. Menudo buga. ¿Es tuyo?” preguntó algo incrédulo.
.-“En realidad es de mi esposo” dije ya casi a la altura del coche.
.-“¿Y a que se dedica tu esposo? Si puede saberse”. Preguntó muy cerca del vehículo.
.-“Oh!!, es abogado” dije tratando de impresionarlo. No sé porqué me salió la vena clasista, como diciéndole entre líneas “te falta mucho como para optar a una chica de mi clase”. Aunque yo realmente no suelo comportarme de esa manera, surgió como un instinto de defensa para mi, el marcar bien las diferencias. Él hizo un gesto de desaprobación. Pero enseguida, su rostro se transformó como el de un niño, cuando presioné el mando del coche, y este se abrió con el característico “bip, bip” y las luces intermitentes. Abrió la puerta, se sentó en la posición del conductor, y acariciando el volante como si estuviese soñando despierto dijo:
.-“Siéntate aquí y sigue las instrucciones que te diga” pronunció al tiempo que abría el capó y se dirigía al motor. Yo hice cuanto me ordenó, me senté en el asiento del conductor y esperé a que me realizase sus indicaciones. Él desapareció un rato tras el capó del coche hurgando en el motor.
.-“Pisa el embrague varias veces” escuché su voz oculta tras el capó del coche. Y así lo hice, hasta que al poco tiempo apareció junto a mi posición.
.-“Hagamos un trato” dijo acercándose hasta mi ventanilla.
.-“¿El qué?” dije yo algo sorprendida.
.-“Si logro que arranques el coche y funcione, me dejarás dar una vuelta para probarlo” dijo con media sonrisa en su cara.
.-“Esta bien, me parece justo” dije con relativo entusiasmo de poder reanudar mi viaje.
.-“OK, dale al contacto” gritó al tiempo que bajaba el capó sonriente. Yo introduje la llave del vehículo y pulsé el botón de start del motor. El coche arrancó a la primera y ningún testigo de emergencia se iluminaba en el cuadro de mandos. Parecía que el problema se había solucionado. Me alegré de poder reanudar la marcha. El tipo se acercó hasta mi lado y abriendo la puerta dijo:
.-“Lo prometido es deuda”. Por mi parte preferí cambiarme de asiento saltando por encima del brazo central, que abandonar el vehículo encendido. El tipo se sentó en el asiento del piloto y se puso en marcha picando rueda, tratando de impresionarme.
Al poco rato ya no me fijaba por dónde circulaba, de hecho me pareció que pasamos por el mismo cruce un par de veces, tan sólo quería que aquel tipo disfrutase sus minutos de gloria y luego me dejase continuar mi viaje.

El tipo estaba como un chico con juguete nuevo. Se le veía feliz. Seguramente sería la única vez en su vida que podría conducir un coche de esa gama. Había gasolina de sobra y tiempo, a pesar de que ya llegaría seguramente de noche a mi destino. Por unos momentos, mientras me hablaba de caballos, potencia y velocidad, me sentí como un hada madrina que satisface los deseos de aquel pobre diablo.
De repente escuché una sirena que se aproximaba por la parte trasera del vehículo. Miré por mi retrovisor. ¡Mierda! era un coche de policía que se dirigía hasta nosotros. Miré el cuenta kilómetros del coche y para mi consuelo el tal Johnny apenas superaba el límite de velocidad permitido de la carretera. Si era por nuestra causa por la que el coche de policía se aproximaba, como mucho sería una pequeña multa que podría justificar ante mi marido.
Mis temores se hicieron realidad cuando el coche patrulla nos alcanzó e hizo señas a mi acompañante para que detuviera el coche unos metros más adelante, dónde aguardaban otros dos coches patrulla.
Nos obligaron a detener el vehículo, al tiempo que un guardia civil con una barriga prominente, calvo y aspecto descuidado para ser un agente de la autoridad, se dirigía hasta nuestro coche. El agente golpeó el cristal del conductor con los nudillos. Johhny bajó la ventanilla.
.-“Buenas noches sargento Ruipérez” dijo mi acompañante con cierto temor en sus palabras. Deduje que se conocían.
.-“Me cago en la leche Johnny, ¿a quién has robado este coche?. ¿Acaso has dado algún golpe importante sin que yo me entere?, Y ¿quién es la furcia que te acompaña esta vez?” dijo escupiendo el palillo que tenía entre los dientes al suelo.
.-“¡Oiga agente un respeto. No le consiento que me hable de ese modo!!” grité desde mi posición. Johnny me hizo gestos para que me calmase. Me dí cuenta, que por algún extraño motivo que no acertaba a comprender, estabamos rodeados por agentes de la guardia civil. Mis palabras enojaron evidentemente al agente de la autoridad. Aunque, en realidad fueron un pretexto para sus intenciones.
.-“Dime Johnny…., ¿dónde está escondida?. Con este coche el envío debe ser grande ¿eh?” dijo el agente que parecía al mando mientras hacía señales para que otro agente, escoltado por un perro pastor alemán, se acercase hasta donde estaba el auto. Luego con tono autoritario dijo:
.-“Haced el favor de bajar del coche” dijo al tiempo que abría la puerta del conductor y le hacía señas a mi acompañante para que abandonase el vehículo. Otro agente abría mi puerta de par en par y me ofrecía amablemente bajar del auto. Yo obedecí como una autómata sin reaccionar, ni entender lo que estaba sucediendo.
Todo ocurrió muy deprisa, nada más bajar del vehículo pude ver como el perro policía husmeaba por todo el interior y los asientos hasta detenerse ladrando señalando el salpicadero del coche. Casi a la vez, y totalmente resignado por los acontecimientos, pude ver al tal Johnny al otro lado del coche con las manos apoyadas sobre el techo, en evidente postura de detención y registro.
A lo que quise reaccionar, un agente me retorcía el brazo por detrás de mi espalda sujetándome por la muñeca, y apoyando mi cuerpo también contra el coche, a la vez que separaba mis piernas con sus botas.
Los golpes en los tobillos para separarme las piernas, aparte de dolor me hicieron reaccionar.
.-“¡¡¡Pero que coño se han creído!!!. ¡¡Oiga!! no tienen ningún derecho” comencé a gritar sobretodo mirando hacia el agente gordinflón que parecía estar al mando. Este pareció enfurecerse ante mis gritos. Pude ver como se aproximaba a la espalda del tal Jonnhy que continuaba inmóvil contra el vehículo con las piernas separadas, como si estuviese acostumbrado a este tipo de vejaciones, y le decía…
.-“Menuda putilla te has echado esta vez, eh Johnny…, pero dile que se calle o la reviento” le susurró en la nuca a la vez que le daba un pequeño estirón de oreja a mi ocasional acompañante, sometiéndole en señal de autoridad
.-“Será mejor que te calles” me dijo el tal Johnny agachando la cabeza resignado.
Ahora, aquel hombre que horas antes parecía que se iba a comer el mundo, se resignaba a que pisasen sus derechos como ciudadano totalmente humillado. Yo no estaba dispuesta a soportar esa situación.
El otro agente alertado por los ladridos del perro, abrió la guantera de mi coche. Encontró unas jeringuillas y unos botes de diazepan líquido. Los había cogido del hospital porque los necesitaba para mi suegra, llevaba muchos, lo suficiente como para pasar los quince días de vacaciones sin comprar en la farmacia. No venían en caja ni había prospecto, eran tan sólo los botes de medicina. El agente entregó un botecito a su superior, quien mostrándoselo al tal Johnny le preguntó:

.-“¿Qué coño es esto Johnny?”. Johnny se encogió de hombros y dijo su verdad.
.-“No tengo ni idea agente” y nada más decir estas palabras el guardia civil le propinó un porrazo en los riñones que le hicieron ver las estrellas a mi desgraciado compañero. Yo no pude evitar gritar de pánico ante lo que veía.
.-“Dios mío!!” se me escapó por la boca tras un agudo chillido, a la vez que el agente a mi espalda me elevaba el brazo hasta mis homoplatos retorciéndome de dolor, y me empujaba apretándome aún más contra la chapa del coche para que cerrase la boca. El jefe del grupo me lanzó una mirada con la que me fulminó.
.-“Te he preguntado que es esto” volvió a preguntarle a Johnny el guardia al mando.
.-“No lo sé, se lo juro” volvió a repetir Johnny, al tiempo que recibía un nuevo porrazo en el otro costado que le hacía retorcerse de dolor. Yo volví a gritar inevitablemente.
.-“Socorro” se me escapó esta vez totalmente horrorizada. La mirada del superior se cruzó con la mía por encima del techo del coche. No olvidaré jamas la forma en que me miró mientras rodeaba el coche y se aproximaba cargado de furia hasta dónde yo estaba. Pude fijarme que llevaba barba de varios días y unos dientes amarillentos que destacaban en su asquerosa sonrisa.
Perdí su mirada cuando se situó justo detrás de mí. Pude sentir como el agente que antes me retenía, ahora me liberaba el brazo, su jefe se apresuró a situarse en mi espalda. Lo tenía tan pegado a mi cuerpo que podía sentir su barriga en mi espalda, y su aliento en mi nuca. Olía a alcohol.
.-“¿Quién es la puta que te acompaña Johnny?, ¿para quién trabaja?” preguntó al tiempo que me tocaba el culo descaradamente.
.-“¡Oiga!, no le consiento de ninguna manera que me trate de esta forma. ¡Conozco mis derechos!” le espeté en la cara mientras trataba de girarme y escapar de allí.
Aquel agente al mando, barrigón y calvo que olía a alcohol, me lo impidió volviéndome a colocar contra el coche. Me empujó con todo el peso de su cuerpo. Esta vez pude notar como restregaba claramente su entrepierna por mi culo. Aquello me dió verdadero asco. Estaba aplastada por su cuerpo contra el coche. De repente pude notar como oprimía mi rostro con su fuerza, contra la chapa del coche, y con su asqueroso aliento clavado en la nuca me susurró en mi oreja.
.-“¿Cuanto le cobras a este desgraciado so puta?” pronunció muy bajito sus palabras mientras me tocaba el culo, de tal forma que posiblemente solo pudimos oírlo él, yo, y el pobre Johnny que observaba al otro lado del coche. Yo me quedé paralizada por unos segundos, estaba totalmente consternada por lo que estaba sucediendo. A la vez que un sentimiento de profunda tristeza se apoderó de mi cuerpo. Nunca antes me había sentido así, y menos cuando pude escuchar como el asqueroso agente se cuadró solemnemente hacia el compañero de su derecha, y en voz alta y nítida para que lo escuchase todo el mundo dijo:
“Por la presente, Cabo Ramírez, le informo que de conformidad con el artículo 25.1 de la Ley Orgánica 1/92 sobre Protección de la Seguridad Ciudadana, y dadas las pruebas encontradas en el vehículo de la sospechosa, procedemos a su detención y registro, y conforme a la legislación vigente, a su ingreso en prisión hasta pasar a disposición judicial, para que así conste en su informe, lo que comunico a los efectos oportunos” y nada más pronunciar estas  palabras pude escuchar un click en mi espalda, que retenía mis muñecas esposadas.
Estaba apoyada contra el coche, por primera vez pude percatarme del frió de la chapa del vehículo en mi pecho, pues estos se erizaron al notar el contacto, y en parte también debido al miedo que comenzaba a apoderarse de mi cuerpo.
Tenía al maldito agente Ruipérez detrás de mí dispuesto a cachearme. Lo tenía tan pegado a mi espalda que podía oler su asqueroso aliento a alcohol. Comenzaron a temblarme las piernas.
Procedió removiendo mis cabellos en busca de no sé qué, ante la atenta mirada del resto de agentes que permanecían inmóviles. Se regocijó despeinándome, sabía que yo ya no me sentiría tan segura de mi misma con el pelo revuelto. Incluso me dio algún que otro tirón de pelo, como si supiese que esos pequeños detalles me hacían perder fuerza y orgullo.
.-“No” pronuncié llena de angustia. No acababa de asimilar lo que estaba pasando.
Simuló mirar por mis orejas, pero era otra excusa para propinarme algún que otro tirón de orejas y hacerme daño. Luego, introdujo un par de dedos en mi boca, los introdujo hasta la campanilla provocándome arcadas.
.-“Cough, cough” tosí al sentir mi boca liberada.
El muy cabrón sabía perfectamente que todos esos detalles minaban mi resistencia, como si ya lo hubiese comprobado con anterioridad en otras mujeres. Luego simuló rebuscar bajo mis axilas, pero se trataba tan sólo de un pretexto para introducir su asquerosa mano entre la tela de mi vestido y mi sujetador, y sobarme las tetas a conciencia.
.-“No, por favor” comencé a suplicar en voz baja. Me sentía ultrajada. Esposada con las manos a la espalda como estaba contra el vehículo, ¿qué otra cosa podía hacer?.
Luego, el muy cerdo procedió a sobarme las tetas por encima de la tela del vestido. Amasó mis pechos a su antojo cuanto quiso. Estaba claro que estaba disfrutando humillándome de esa manera delante de sus compañeros.

.-“No puede, por favor, hagan algo, por favor” sollozaba a media voz, tratando de despertar la conciencia del resto de agentes.
En varias ocasiones  puso la palma de su mano bajo mis pechos tratando de adivinar su tamaño. Los sopesó un par de veces. Aquello terminó por derrumbarme y comencé a llorar.
.-“No por favor, no lo haga” suplicaba una vez más entre lágrimas contenidas.
.-“Que tetas más blanditas tiene la muy puta” pronunció mientras miraba a Johnny que no apartaba la mirada al otro lado del coche.
Llegó a pellizcarme un par de veces en mis pechos retorciéndome de dolor. No sé cuanto tiempo estuvo disfrutando de sobar mis tetas, pero me pareció una eternidad. Cuando se cansó de ellas, continuó deslizando sus manos por mi cintura levantando levemente la tela del vestido, hasta detenerse en mis caderas. Luego me sobó el culo, me pellizcó unas cuantas veces. Lo sobó cuanto quiso. Incluso refrotó su paquete por mis cachetes unas cuantas veces. Y lo que más asco me dio, fue comprobar que el muy cerdo la tenía completamente dura. Estaba claramente excitado.
Pude sentir como recorrió mis piernas por encima de la tela del vestido por ambos laterales a la vez, semiarrodillándose a mi espalda, hasta llegar al final de mi falda. Para luego meter las manos por debajo de mi falda acariciando de nuevo mis piernas, pero esta vez sintiendo el contacto de sus ásperas manos en mi piel, y arremolinando mi falda en mi espalda. Yo a esas alturas no paraba de llorar en silencio. Se me escapó alguna lágrima ahogada.
Para mi vergüenza, mi culo quedó totalmente descubierto a la vista del resto de agentes debido al tanga que llevaba puesto. Yo estaba totalmente paralizada sollozando sin acabar de creer lo que me estaba sucediendo. Antes de que pudiera decir nada noté una cachetada que seguramente enrojeció mi culito. Luego pude escuchar las risas del resto de agentes. A esas alturas el rimel de mis ojos se habría corrido por mis mejillas confiriéndome un aspecto que debía de ser patético.
.-“Menudo culito más rico tiene la muy puta, seguro que disfruta cuando se la clavan por el culo” dijo en alto para regocijo de sus espectadores. Luego escuché mas risas.
.-“Splash!!!” otra cachetada resonó en mi piel. Aquello me hizo reaccionar, traté de defenderme, me giré y quise propinarle un rodillazo en sus partes.
Mi intento por lastimarlo fracasó, y antes de que pudiera hacer nada, el agente a su lado, a modo de guardaespaldas, me sujetó por un brazo, mientras su jefe le ordenaba enfadado mi ingreso en prisión ante mi sorpresa. Ocurrió todo muy rápido.
.-“¡¡¡Llevátela!!!” indicó a su compañero  al tiempo que levantaba la mano conteniéndose de darme un bofetón.
Sin acabar de creer lo que estaba sucediendo me introdujeron en los asientos traseros de un coche patrulla.
Durante el trayecto, poco a poco fui asimilando lo sucedido, pasé de sentirme humillada y consternada, a sentir una rabia e indignación creciente. Estaba llena de ira. Dejé de llorar para volver a gritar.
.-“¡¡Se están equivocando!!. ¡¡Menudo paquete les van a meter a todos!!” y muchas otras cosas por el estilo que chillaba una y otra vez detrás de las mamparas, a los agentes que conducían el vehículo de camino a no sé dónde.
Poco pude ver del acuartelamiento en el que entramos, pues accedimos por una puerta de garaje, y todo estaba bastante oscuro. Además, nada más abandonar el vehículo me pusieron una capucha en la cabeza que me impidió ver nada más allá del garaje.
Sólo sé que recorrí unos cuantos metros andando y que bajé unas cuantas escaleras, hasta que me quitaron de nuevo la capucha. Estaba en un cuarto pequeño, bien iluminado, y  rectangular, en el que tan sólo había una mesa alargada en el centro. Me dolió un poco la luz. Yo me encontraba en un extremo de la estancia, y al otro lado de la mesa, había una puerta por la que desaparecieron los agentes que me habían llevado hasta allí, después de liberarme de las esposas. Colgado en esa misma pared opuesta había un reloj de agujas que marcaba algo más de las siete de la tarde.
.-“¿Cómo ha pasado el tiempo?” pensé algo aturdida, cómo si eso fuese lo más importante en ese momento, mientras trataba de aliviar con mis manos el dolor en mis muñecas producido por la marca de las esposas .
Al poco rato de permanecer allí en píe en aquel cuarto, apareció el desagradable agente Ruipérez con un portafolios y una bandeja de plástico. Depositó ambas cosas encima de la mesa al otro lado de donde yo me encontraba, y sentándose en una silla dijo:
.-“Esta bien señorita Sara, vengo a informarle de los cargos que se han presentado contra usted…” no pude dejarle acabar su frase, me salió de lo más profundo:
.-“¡¡Pero que coño esta diciendo!!” grité con toda la rabia de mi cuerpo. Él; muy impasible; como saboreando su tiempo, me dijo:
.-“Le aconsejo que se calme y escuche atentamente los cargos” dijo imperturbable ante mis palabras.
.-“Por la presente le informo que se han presentado contra usted los cargos de tráfico de estupefacientes y de prostitución…”, yo no podía creer lo acababa de escuchar.
.-“¿Pero qué esta diciendo?, todo esto es una tontería” dije sin dar crédito a lo que estaba escuchando…
.-“¡No tienen ninguna prueba!” terminé gritando airadamente.
.-“Cálmese señorita, así no conseguirá nada” y continúo diciendo…
.-“Quiero recordarle que se han hallado estupefacientes en el vehículo en el que se encontraba, además…” de nuevo no pude más que interrumpirle…
.-“Ya se lo dije a los agentes en el coche de camino hasta aquí, soy enfermera, y las sustancias encontradas en la guantera del vehículo son medicamentos para mi suegra” dije tratando de hacerle entender lo sucedido.
.-“Además…” continúo diciendo con voz solemne como si no hubiese escuchado mis explicaciones.
.-“Además poseemos la declaración jurada del señor Raimundo Jiménez Gabarre, alias Johnny, en la que testifica que las sustancias encontradas son de su propiedad, y que además usted le ofreció sus servicios, lo que constituye un claro hecho delictivo” concluyó su frase.
.-“¡Qué cabrón!” me salió del alma golpeando la mesa con la palma de mi mano, al entender que mi virtual acompañante había salvado su culo firmando la declaración que seguramente el asqueroso agente Ruipérez le había dictado.

.-“Es todo mentira, mi marido es abogado, en cuanto me saque de aquí se le va a caer el pelo” grité una vez más encolerizada.
.-“Señorita Sara, le recuerdo que ha sido vista en compañía de un conocido traficante de drogas y proxeneta de la zona, que se han hallado estupefacientes en el vehículo en el que se encontraban circulando, y del que todavía queda esclarecer la propiedad, y que existe una declaración jurada de su acompañante en la que se la acusa expresamente de prostitución, por todo ello, le comunico que pasará a nuestras dependencias hasta disposición judicial” dijo mientras tiraba desde el extremo de su mesa el informe para que pudiera ojearlo.
Comencé a leer los cargos que se me imputaban en el maldito expediente, estaba redactado meticulosamente, para que efectivamente todo pareciese un delito de cara a un juicio de faltas. En esos momentos pensé en mi marido.
.-“Quiero hacer una llamada” dije depositando el informe encima de la mesa y mirando desafiante al maldito agente Ruipérez, orgullosa de que mi marido sabría como sacarme de allí, y de que lograría que inhabilitaran de por vida a ese estúpido agente.
.-“Todo a su debido tiempo” dijo como si nada le inmutase, y esta vez arrojó la bandeja de plástico hasta mi posición.
.-“De conformidad con el protocolo vigente en caso de detención por los cargos que se le imputan, le comunico que debe depositar sus objetos personales en esa bandeja. Debo informarle también que la presente actuación está siendo grabada conforme a procedimiento, por lo que le ruego pronuncié alto y claro los objetos que vaya depositando en la bandeja” dijo girándose hacia el reloj de la pared detrás suyo, dando a entender que había una cámara grabando. Luego permaneció en silencio deleitándose en el miedo que comenzaba a inundar mi cuerpo al empezar a entender que todo eso iba muy en serio.
Comencé por quitarme los pendientes, luego el colgante, más tarde la pulsera y finalmente el reloj, mientras los describía al dejarlos en la bandeja. Lo hice despacio, tratando de pensar en una forma de salir de allí, pero solo podía pensar en la llamada a mi esposo. Aunque quise evitarlo a toda costa, se hizo evidente que me temblaban las manos mientras me despojaba de mis objetos personales. A esas alturas estaba echa un manojo de nervios. Era evidente que me iban a detener y que iba ir al calabozo.
.-“Un reloj de oro rosa marca Guess” concluí enseñando el reloj a la cámara, dejando así todos mis objetos en la bandeja. El agente Ruipérez me miró de arriba abajo saboreando el momento y dijo:
.-“Los zapatos, si son de tacón también deben dejarse en la bandeja” pronunció impasible. Yo mirándolo a los ojos me quité los zapatos lentamente hasta dejarlos en la maldita bandeja.
.-“Si el sujetador lleva aros debe depositarse también en la bandeja” dijo observando mi reacción.
.-“Oiga no creo que …” y antes de que pudiera terminar mi frase me interrumpió:
.-“Según el protocolo de actuación en estos casos debemos evitar que pueda lastimarse con cualquier objeto con el que ingrese en nuestras dependencias” y luego se hizo un silencio en la sala.
Estaba claro que el muy cerdo estaba disfrutando. Yo lo miré desafiante a los ojos. Me sostuvo todo el tiempo la mirada. Por suerte pude quitarme el sujetador sin quitarme el vestido. Logré sacar mi prenda por las aberturas de las axilas del vestido, y lo deposité en la bandeja junto al resto de objetos. Pude apreciar como se fijaba en los motivos de encaje de la prenda al dejarla en la bandeja.
Se quedó un tiempo observándome al otro lado de la mesa, regocijándose en la escena, y admirando mi cuerpo. Luego, con una sonrisa en la boca dijo:
.-“Señorita, Sara Goza, de conformidad con el artículo 163 de la Ley de Ejecución Penal, y dado los cargos que se le imputan, le informo que se procederá al registro “Habeas corpus” por el personal facultativo correspondiente, en este caso la matrona oficial al cargo” dijo al tiempo que apoyaba la espalda contra la pared del fondo en el que se encontraban el reloj y la puerta de acceso. Fingió abrir la puerta y salir del cuarto, al tiempo que entregaba la bandeja a otro compañero y se quedaba apoyado contra la pared, bajo el maldito reloj. Estaba claro que no quería salir en el encuadre de la cámara que grababa cuanto acontecía en la sala.
Al mismo tiempo entró en la sala una mujer gorda con el uniforme de la guardia civil y una bata blanca por encima.
Yo no entendía nada de lo que estaba pasando. El maldito agente Ruipérez permanecía ahora pegado inmóvil a la pared, ocultándose definitivamente del encuadre de la cámara de seguridad oculta en el reloj, mientras la supuesta matrona avanzaba hasta mi posición ajustándose unos guantes de latex en sus manos.
Pude fijarme mejor en ella cuando se situó a mi lado, la verdad es que era una tipeja gorda y fea, se había dejado con los años. Yo no acababa de entender su presencia en la sala, pero cuando terminó de ajustarse los guantes  dijo:
.-“Según le habrá informado mi compañero, estoy aquí para proceder a un exámen tocoginecológico de su cuerpo debido a los cargos que se le imputan. Le ruego que se desnude” yo me quedé helada, sobretodo cuando pude observar que el agente Ruipérez sacaba un móvil de su bolsillo y procedía a grabar lo que ocurría en la sala.
Estaba claro que sabía que desde esa posición no podía grabarlo la cámara. El muy cerdo pretendía grabar como me desnudaba ante él. Yo por mi parte quise tomarme mi tiempo antes de hacer nada. Sabía que debía mostrarme cauta y tratar de ser más lista que aquel agente gordinflón y descuidado. Debía recopilar cuantas pruebas fueran necesarias para incriminar semejante abuso de autoridad.
.-“¿Está disfrutando?” pregunté en voz alta mirando al asqueroso agente Ruipérez, tratando de que me respondiese el muy estúpido, y demostrando así que permanecía en la sala violando la supuesta ley de enjuiciamiento. Él, por su parte, permanecía inmóvil y en meticuloso silencio. Fue su compañera y cómplice quien salió en su ayuda.
.-“Señorita, es mi trabajo” dijo como si no hubiera nadie más en la sala. Y antes de que pudiera decir nada más, la muy bruja pronunció como con voz maternal:
.-“Quiero recordarle que negarse al registro es interpretado como obstrucción a la autoridad, lo que constituye un hecho delictivo añadido, penalizado directamente con la cárcel” pronunció esta vez tratando de aconsejarme que no ofreciese resistencia y me desnudase. Yo no podía creer lo que estaba sucediendo, miré desconcertada a la supuesta matrona, y ella asintió con la cabeza como aconsejándome que me decidiese por hacer lo correcto.
No me lo podía creer. No sé porque lo hice. Comencé por quitarme los tirantes del vestido, aguanté la tela con mis manos sobre mis pechos antes de mostrarlos. Una vez más quise mirar a la cara del hijo de puta que me grababa sin perder detalle y relamiéndose. Me armé de rabia y valor y al fin dejé caer mi vestido. Al haber entregado mi sujetador con anterioridad, quedé tan solo con mi tanga en medio de aquella sala, con el vestido que yacía a mis píes.
¡¡Dios mio, que vergüenza!!, en mi vida me había sentido tan mal, sin embargo no quise darle la satisfacción de llorar ni mostrarme débil. Lo que no pude evitar fue tratar de cubrirme los pechos con las manos. Pero lo peor aún no había llegado, trataba de cubrirme como podía cuando escuche a la matrona decir en voz alta y seca:
.-“Le he pedido que se desnude completamente” dijo en un tono serio y amenazador. Yo la miré desconcertada. Ella ante mi pasividad gritó esta vez…
.-“¿Acaso tengo que repetírselo?. He dicho que se desnude” dijo mirándome a los ojos desde mi lateral. Yo quise fulminarla con la mirada, creo que nunca he mirado con tanta rabia a otra persona, como la miré a ella en ese momento. Y a pesar de mi rabia y  mi ira, no me quedó más remedio que despojarme de mi prenda más íntima. Deslicé mi tanguita por mis piernas con ambas manos a la vez hasta deshacerme de ellas, primero un pie y luego el otro, dejándolo caer en el suelo sobre mi vestido.
Ahora estaba muerta de vergüenza tratando de tapar como podía mi rasurado pubis y mis pechos. Me lo había afeitado para sorpresa de mi marido. Ya me lo había afeitado en otras ocasiones, aunque no muchas, siempre que quería sorprender a mi esposo con motivo de algo especial, y para mi desgracia, ahora debía mostrar mi desnudez en tan humillante situación.
No me atreví a levantar la mirada del suelo, ni a apartar mis manos de mi pubis. No era capaz de mirar a la cara del asqueroso tipo que ocultaba su presencia en aquella estancia.
La matrona, tras alguna reticencia por mi parte, me hizo extender los brazos, primero hacia delante y luego en cruz. Mi pubis quedó expuesto y ahora sí, pude comprobar como el maldito agente realizaba un zoom con su cámara a esa parte de mi cuerpo. En esos momentos pensé que podría llegar a matarlo con mis propias manos de la rabia contenida. Pero debía esperar. Era mi única salida, esperar a que todo pasase y proceder posteriormente a mi venganza. La inhabilitación sería poco para ese capullo.
Mientras, la sanitaria realizó un raspado en la uñas, y luego procedió a mirarme en la boca con una pequeña linterna. Todo bajo la atenta  mirada del agente Ruipérez, que al otro lado de la sala, no paraba de grabarlo todo con su móvil.
El momento más temido llegó cuando observé como la matrona extraía una crema lubricante del bolsillo de su bata y procedía a untársela sobre el latex de sus dedos. Yo permanecí inmóvil, pero mi mirada reflejó terror, sobretodo cuando la escuché pronunciar:
.-“Le aconsejo que apoye los brazos sobre la mesa y separe las piernas” dijo al tiempo que se situaba detrás mío.
Yo hice lo que me aconsejó, apoye mis antebrazos sobre la mesa de la sala, puse mi culo en pompa, y separé mis piernas. Mis pechos colgaban ante la atenta mirada del agente Ruipérez, al que pude ver tocándose en sus partes por encima del pantalón del uniforme. Agaché la cabeza entre mis brazos y cerré los ojos con fuerza rezando para que todo aquello terminase cuanto antes. Además, seguramente que así, mi pelo taparía en parte mi cuerpo ante las cámaras

Estaba totalmente concentrada y muerta de miedo. Pude sentir el latex de una de las manos de la matrona posarse en mi culo, y acto seguido unos dedos que trataban de abrirse camino entre mis labios vaginales para penetrarme en lo más íntimo de mi cuerpo.
A pesar del gel lubricante, aquello me dolió. Ahogué mi grito como pude, aunque seguramente quedaría grabado para deleite de los presentes. Pude sentir como la matrona movía los dedos en mi interior rozando por todas y cada una de las paredes de mi vagina. Yo trataba de morderme los labios tratando de no emitir ningún sonido.
Al fin pude notar como sus dedos abandonaban mi interior. Resoplé aliviada. Traté de incorporarme, pero la voz de la mujer, gorda y fea, que había explorado mi interior me dijo:
.-“Le ruego que no se incorpore, aún no hemos concluido” dijo al tiempo que se quitaba el guante impregnado de mis fluidos y se ajustaba otro guante en esa misma mano.
.-“¿Cómo que aún no hemos terminado?” pregunté aturdida alzando la cabeza en la misma posición, sin imaginarme lo que iba a suceder a continuación.
.-“Debo proceder a la exploración anal” dijo la muy cerda como si nada, y procediendo de nuevo al ritual de lubricar sus dedos con el gel de su bata, se situó de nuevo detrás de mí. No me dió tiempo a replicar más.
.-“aaaAAAH!!” chillé en que pude notar como uno de sus dedos me abría el esfínter. Me dolió realmente, lo hizo sin ningún tipo de consideración. A propósito. Yo me retorcía de dolor cuando pude notar que un segundo dedo se abría paso. Inevitablemente unas lágrimas brotaron de mis ojos.
.-“Noooh, noooh, eso noooh,” gritaba mientras procedía con la exploración. Pero la matrona me sujetaba con una mano mientras procedía con la otra.
Por suerte no duró mucho, aunque a mí me había parecido una eternidad. No tuve valor para mirar al agente Ruipérez, pues había evidenciado que era virgen por el ano. Permanecí un rato como encogida sobre la mesa, tratando de ocultar como podía mis pechos y mi pubis, hasta que la muy cerda dijo:
.-“Hemos terminado, puede vestirse. Mis compañeros acudirán para llevarla hasta las dependencias de detenidos” y dicho esto se quitó los guantes de latex que tiró a una papelera y procedió a abandonar la sala. El agente Ruipérez salió con ella.
Al quedarme sola rompí a llorar como una niña. Toda mi rabia explotó en un llanto seco y desesperado. Procedí a vestirme con torpeza, casi no atinaba a ponerme mi tanga ni el ridículo vestido. Sólo pensaba en salir de allí como fuese, pensé en salir corriendo y un montón de tonterías, hasta que una pareja de agentes entró en la sala y cogiéndome cada uno por un brazo me llevaron hasta una pequeña celda.
Poco recuerdo del trayecto desde la sala hasta la celda, estaba como conmocionada por los acontecimientos. Tan sólo que bajé unas escaleras hasta un sótano y que me dejaron en el interior de una pequeña estancia rodeada por tres paredes y una reja, con un pequeño camastro a un lado.
No pude dejar de llorar acurrucada sobre un extremo del camastro y me quede dormida. Caí totalmente agotada y exhausta por los acontecimientos.
Cuando desperté no tenía noción de cuanto tiempo había transcurrido. Poco a poco, comencé a asimilar lo que me había sucedido, y en que estado me encontraba. Pensé en mi marido, tenía derecho a una llamada y quería hacerla. Quería que me sacase de allí cuanto antes. Quería terminar con aquella pesadilla. Conforme el cuerpo se fue despertando y mi cabeza daba vueltas, me entraron ganas de orinar. No veía dónde hacerlo en aquella celda, así que comencé a gritar…
.-“Agente, agente, tengo ganas de orinar, por favor, tengo ganas de orinar” grité una vez tras otra durante bastante tiempo. A poco me lo hago encima. Hasta que al fin, pude escuchar como se abría la puerta del pasillo que accedía a las celdas. Para mi desgracia apareció el malnacido del agente Ruipérez.
.-“Vaya, vaya, así que la putilla tiene ganas de mear. Ven te acompañaré” dijo al tiempo que abría mi celda, y me giraba sobre mi cuerpo empujándome contra una de las paredes para proceder a esposarme las manos a la espalda. Una vez me tuvo esposada contra la reja, me dió un pequeño pellizco en el culo y me dijo:
.-“Me muero de ganas por ver de nuevo ese coñito tan rico que tienes” me susurró en la oreja apestando a alcohol. Luego, me condujo por un pasillo en el que pude ver un reloj de pared marcando las 23:00 horas.
.-“Mi marido estará preocupado” pensé, y mientras caminaba por el pasillo sujeta del brazo delante del agente Ruipérez, le pregunté:
.-“¿Puedo hacer una llamada?” le pregunté sin girarme si quiera. Pero no escuché ninguna respuesta por su parte.
Al fin llegamos hasta los servicios, había varios retretes separados por finos paneles de madera, pero sin puertas. El agente Ruipérez me llevó hasta el último de ellos y me preguntó:
.-“¿Así que quieres hacer la maldita llamada?” preguntó al tiempo que me daba media vuelta para desposarme y que pudiera hacer mis necesidades en su presencia. Yo volví a girarme para mirarlo a los ojos suplicante. Una vez estuve frente a frente me dijo:
.-“Veis demasiadas películas, dime, ¿por qué iba a dejarte hacer una llamada?” me preguntó al tiempo que se relamía.
.-“Es mi derecho” dije bajando la cabeza. El se rió de manera muy fingida.
.-“Mira preciosa, se te ha asignado un abogado de oficio, él te informará y defenderá, pero hoy es domingo, así que tendrás que esperar hasta mañana, seguramente tendrás un juicio rápido en el que abogado y fiscal te recomendarán firmar un acuerdo de culpabilidad. ¿Dime por que iba a dejarte hacer la llamada?” repitió la pregunta. Esta vez permanecí en silencio.
.-“¿Acaso tienes algo que ofrecerme?” dijo acariciando un mechón de mi pelo. Yo continuaba en silencio aterrorizada.
.-“Para ser una puta de carretera estas realmente buena” dijo al tiempo que deslizaba su mano de mi pelo hasta mi pecho. Mi silencio lo envalentonó a continuar con sus caricias. Yo me retiré un poco hacia atrás impidiendo que continuase. Me miró fijamente y me dijo…
.-“Hagamos un trato, dame tu tanga y te prometo que podrás hacer la maldita llamada” dijo expectante a mi reacción
-“¿Me dejará llamar?” le pregunté totalmente nerviosa.
.-“Pues claro mujer, sólo tienes que ser un poco amable conmigo” dijo al tiempo que me arrinconaba frente a frente contra la pared del habitáculo, y deslizaba su mano por el interior de mis piernas hasta acariciar mi pubis subiéndome las faldas del vestido.
Yo sujetaba su mano con mis manos, sin llegar a impedirle que lograse acariciar mi depilado pubis, pero poniéndole toda la resistencia que podía. El, por su parte, se abalanzó sobre mi con todo su peso, y empezó a besarme por el cuello mientras me acariciaba.
.-“¡Vamos!, dame tus braguitas” me decía mientras me acariciaba el interior de mis muslos a la altura de mi tanga y me besaba por todo el escote.
.-“¡Esta bien!” dije tratando de apartarlo. Y antes de que pudiera hacer nada por impedirlo se arrodilló enfrente mío, y deslizando sus manos por mis piernas bajo la tela del vestido, alcanzó los laterales de mi prenda más intima, tirando de ella hacia abajo y arrastrando mi tanga desde mi cintura hasta mis pies. Luego se incorporó con mi tanga estrujado en su mano, lo esnifó comprobando mi aroma de mujer, y con mucho mimo lo guardó en un bolsillo de su uniforme. Luego dijo…
.-“Está bien, dime el maldito número de teléfono, veré lo que puedo hacer” dijo al tiempo que sacaba un boli y una libreta de uno de sus bolsillos.
Yo le dije el número al que quería llamar, que era el móvil de mi esposo, mientras él lo anotaba en una hoja. Cuando lo apuntó me dijo:
.-“Haz lo que tengas que hacer, voy marcando el número que me has dicho, y cuando vuelva por ti podrás hablar. ¿Esta bien así?” preguntó esperando mi aprobación. Yo afirmé con la cabeza. Desapareció cerrando la puerta de los servicios con llave.
Sentí alivio al poder orinar y quedarme sola por unos momentos aunque fuera en esos servicios. Pude comprobar que estaban limpios. Cuando terminé tuve que esperar a que me abriesen la puerta, de hecho golpeé la puerta varias veces comprobando que estaba cerrada.
Tras escuchar el sonido de la cerradura, señal de que abrían la puerta, apareció de nuevo el agente Ruipérez quien procedió a esposarme de nuevo a la espalda.
.-“Tu marido está al otro lado del teléfono” dijo mientras me conducía por un interminable pasillo, y al final del cual se podía ver un antiquísimo aparato de teléfono de esos de pared, estaba descolgado. Me alegré de poder hablar al fin con mi marido.
Sin ninguna prisa el agente Ruipérez me desposó, yo lo miré a los ojos como indicándole que la conversación era privada, pero para mi sorpresa, cuando fui a coger el aparato y hablar con mi esposo, el maldito agente pulsó el botón que colgaba la llamada y ponía fin a la comunicación.

.-“¿Pero que hace?” pregunté sorprendida.
.-“¿Teníamos un trato?” volví a preguntar inocentemente.
.-“Mira, preciosa, tu llamada ya se ha realizado. Siento decirte que tu marido ha sido muy amable con la encuesta de satisfacción de su compañía de móvil, que el cree que acabamos de realizarle. Lo que importa es que a efectos legales consta una llamada desde esta comisaría a un teléfono de un familiar tuyo directo. Ante el juez ya has ejercido tus derechos, nosotros hemos cumplido con la ley. Ahora vuelve a la celda y espera a que llegue tu abogado de oficio” y dicho esto volvió a esposarme con las manos a la espalda dirigiéndome de nuevo a la celda.
.-“Maldito hijo de puta, teníamos un trato” grité ante semejante tomadura de pelo. Pero lo único que conseguí a cambio, fue un bofetón con el que me cruzo la cara. El tortazo hizo que enmudeciese hasta encerrarme de nuevo en la celda.
El tiempo transcurrió sin que nada pudiese escuchar o advertir en la celda. Al final caí adormilada sobre el oxidado camastro, pensando una y otra forma de salir de allí.
El sonido de la cerradura me despertó. De nuevo entró el agente Ruipérez en la celda quien hizo el ritual de esposarme de nuevo, con la clara intención de trasladarme a otro lugar.
Otra vez por el pasillo con el reloj de pared, pude apreciar como marcaba las dos de la madrugada.
.-¡Dios mío cuanto tiempo llevo encerrada en este maldito lugar!” pensé al ser consciente de la hora, y me dí cuenta del cansancio acumulado en mi cuerpo. Sólo deseaba que esa pesadilla terminase cuanto antes.
El agente Ruipérez me introdujo ahora en una sala algo más mugrienta y oscura que la primera, pude advertir que las paredes estaban como acolchadas, y que en la sala tan sólo había dos sillas algo viejas y anticuadas, y una mesa alargada muy similar a la que había en la otra sala de interrogatorios. Me hizo indicaciones para que me sentase en una de las sillas, con las manos todavía esposadas a la espalda. El permaneció en pie detrás de mi.
.-“¿Sabe como llamamos a esta sala?” me preguntó. Obviamente yo no conocía la absurda respuesta, me encogí de hombros.
.-“Es la sala de los locos” dijo ante mi pasividad.
.-“La llamamos así porque cuando detenemos a un tarado, no dejan de chillar y de darse golpes contra la pared, prefieren que los tengamos que custodiar en un hospital a tener que estar encerrados en una celda. Tenemos que evitar a toda costa que se lastimen, y por eso las paredes están acolchadas” dijo sentándose ahora en la otra silla enfrente mío.
.-“Por supuesto las paredes están también insonorizadas” me dijo, yo no entendía porque me contaba todas esas cosas.
.-“¿Sabes porque te he traído aquí?” me preguntó.
.-“No” respondí queriendo saber el motivo.
.-“Necesitaba un poco de intimidad, un sitio en el que poder hablar sin que nadie nos escuche” dijo mirándome fijamente a los ojos. Yo permanecía totalmente callada dejándole hablar.
.-“Sabes,… he estado investigando un poco por mi cuenta, ya sabes…, tu abogado defensor siempre hace algunas preguntas de oficio, pura rutina. El caso es que ambos tenemos un problema….” lo notaba algo nervioso. Pero continuó explicándose…
.-“El caso…, el caso es que he estado investigando tu DNI, la matrícula del coche, y algunos datos más, y efectivamente me consta que eres enfermera, que el vehículo figura a nombre de tu marido, y que me temo se ha producido una grave equivocación….” yo al escuchar estas palabras respiré aliviada, al fín terminaría todo aquello y podría regresar a casa. Esperaba que me quitase las esposas y me dejase marchar cuanto antes al darse cuenta del agravio cometido. Pero para mi sorpresa se hizo un silencio incómodo que no lograba entender.
.-“¿A qué está esperando para liberarme entonces?” pregunté poniéndome en pie esperando que me quitase las esposas y me dejase marchar.
.-“Ese es el problema” dijo haciéndome gestos para que me volviese a sentar, aunque yo preferí permanecer en pie.
.-“No puedo dejarte marchar así” dijo incorporándose y poniéndose también en pie. Luego continuó diciendo…
.-“Mira, si te dejo marchar ahora, en que le cuentes lo ocurrido a tu marido tengo mis días contados”, su rostro se oscureció, y luego continuó diciendo…
.-“A mi favor tengo que te sorprendimos con abundante diazepan en la guantera del coche, una sustancia que el fiscal se encargará de explicarle al juez, que mezclada con alcohol produce efectos psicóticos. Se vende con frecuencia en las discotecas, además la cantidad intervenida es bastante considerable, y para tu desgracia no llevabas receta, lo que demuestra que las sustrajiste del hospital en el que trabajas, y que no te deja muy bien parada que digamos. Supongo que te costará una discusión explicarle a tu marido que hacías con el tal Johnny dando vueltas en su coche, un conocido proxeneta y traficante de la zona. Es cierto que su declaración me facilitará la labor de tratar de involucrarte en una red de traficantes, además he cambiado tu reloj de marca por otro falso y un montón de tonterías más por el estilo, pero aún con todo….” hizo una pausa para mirarme a los ojos.
Adivinó que mis ojos encerraban una alegría contenida, conocedora de que mi marido sabría darle otra vuelta de tuerca a todos esos argumentos y poner las cosas en su sitio. Por eso quiso hacer la pausa.
.-“Pero aún con todo…, no me parece suficiente como para salvar mi culo de todo este embrollo” dijo algo nervioso y agitado.
.-“No, nada de eso va a ocurrir, si me deja marchar prometo olvidarlo todo y no decir nada” dije tratando de engañarlo. El me miró fijamente a los ojos.
Luego me propinó un bofetón en la cara del que a poco me caigo. Me quedé completamente aturdida por su reacción.
.-“¡¿Te crees que soy idiota?!” gritó bastante enojado. Y dicho esto sacó su móvil del bolsillo.
.-“¿Qué crees que pasará cuando toda la adjudicatura vea estas imágenes?” dijo reproduciendo el vídeo grabado en el que se procedía a mi registro corporal. Yo puse cara de pánico al recordar lo sucedido, no había contemplado esa posibilidad.
.-“¿Sabes lo que creo que sucederá en que este vídeo circule por internet?” dijo mirando mi aterrorizada cara.
.-“Tu marido será el hazme reír de la abogacía, y me gustaría ver la cara que ponen algunos de tus compañeros de trabajo cuando lo vean, ya sabes que siempre hay un imbécil en estos casos…” dijo observando mi reacción.
Yo la verdad no había pensado en todo eso, y lo cierto es que la idea me aterrorizaba más que cualquier otra cosa.
.-“Y qué es lo que propones?” dije tratando de buscar una salida consensuada.
.-“Mira…, no pienso jugármela legalmente contra tu marido, es bastante bueno por cierto, así que necesito otro tipo de pruebas para salvar mi culo” dijo sin esclarecer nada aún por su parte.
.-“¿Y?” dije tratando de terminar con eso cuanto antes.
.-“Debo tener algún arma lo suficientemente poderosa como para que no se te ocurra abrir la boca” dijo observándome de arriba abajo mientras se acercaba a mi invadiendo mi espacio personal.
.-“No, no entiendo” tartamudeé muerta de miedo. El recogió mi pelo en una coleta con una sola mano y tirando de mi hacia el suelo, obligándome a arrodillarme a sus pies debido al dolor, dijo…
.-“Mira preciosa, desde el primer momento en el que te ví me entraron ganas de metértela por esa boquita de zorra que tienes. Siempre me he tirado a las novias del Johnny y de verdad que me alegré mucho cuando te ví con él. Menuda putilla tan rica pensé. Tú sólo haz bien tu trabajo y te dejaré marchar”, dijo al tiempo que se bajaba la cremallera de su pantalón, mientras me retenía sujeta por el cabello arrodillada a sus pies.

Yo lo miré horrorizada. No me podía creer lo que estaba viendo. Estaba como paralizada, en shock, no reaccionaba ante lo que estaba sucediendo.
.-“Hay dos formas de hacer esto…” me dijo al tiempo que rebuscaba entre su bragueta. Yo continuaba aturdida y arrodillada, sin reaccionar ni ofrecer mucha resistencia.
.-“Por las buenas o por las malas, tú eliges” dijo al tiempo que se sacaba su miembro del pantalón, y restregaba a la fuerza mi cara por su entrepierna.
Un olor asquerosamente fuerte y nauseabundo despertó mis sentidos. Su polla se mostraba flácida ante mis ojos. Él restregó su miembro por mi cara al tiempo que me dijo…
.-“Vamos putilla comienza. Conmigo no tienes porque hacerte la estrecha. Sabes que no tienes otra alternativa, disfrutala” decía al tiempo que con una mano me retenía por el pelo y hacía fuerza para refrotarme su polla por toda mi cara, y con la otra mano me daba pequeñas bofetadas a uno y otro lado de mi cara.
Yo por mi parte no podía oponer resistencia significativa. Sin duda aquel tipo era mucho más fuerte que yo. Permanecía arrodillada con las manos esposadas a la espalda, sin poder resistirme de otra manera que tratando de mantener mis labios cerrados, mientras el movía mi cabeza tirando del pelo a su antojo. Las bofetadas en la cara comenzaron a ser más fuertes, me hacían daño.
.-“Vamos puta abre esa boquita de zorra que tienes” dijo mirándome a los ojos mientras sujetaba mi cara presionando en ambas mejillas con su mano para que separase mis labios. Pero yo no abría la boca por nada del mundo.
Entonces, procedió a taparme la boca y la nariz con su enorme mano, dificultando que pudiese respirar, a poco me ahoga, fue en el momento justo en el que comenzaba a faltarme el aire cuando me liberó. Yo abrí la boca instintivamente para poder respirar, y él aprovechó el preciso instante para introducirme su miembro en la boca.
Lo hizo sin compasión alguna, y una vez logró su objetivo, retuvo mi cabeza con las dos manos y comenzó a follarme la boca. Yo apenas podía respirar y cuando lo hacía, el nauseabundo olor de sus partes me provocaba unas inevitables arcadas que a poco me hacen vomitar.
Para colmo tampoco podía tragar saliva y babeaba incontrolablemente. Creí morirme de asco, máxime cuando pude comprobar que su miembro crecía y se endurecía en el interior de mi boca. Pero nada podía hacer en las manos de ese bestia.
Yo era como un saco de patatas en sus manos. Quise morirme cuando comprobé que sacaba su móvil del bolsillo y comenzaba a grabarme mientras me forzaba por la boca.
Debido a que ahora me retenía tan sólo con una mano, pude levantarme en un momento en el que concentrado como estaba en su faena se descuidó. Logré propinarle un rodillazo en sus partes, y correr hasta la puerta.
.-“¡Socorro, socorro!” grité en que alcancé la puerta. Pero nada ocurría del otro lado.
Por su parte el agente Ruipérez se recuperaba del dolor que le propiné en sus huevos, y acercándose lentamente hacia mí me dijo:
.-“Ya te he dicho que esta sala está insonorizada, y que nadie acudirá en tu ayuda. Sólo tienes que ser un poco amable conmigo y te dejaré machar. Depende de ti.” dijo al tiempo que se meneaba su polla mientras se acercaba.
.-“No por favor, no me hagas daño” comencé a llorar.
.-“Tranquila putita, tan sólo quiero que me la chupes un rato, seguro que sabes hacerlo muy bien, y te dejaré marchar” dijo al tiempo que se aproximaba. Yo temía que me lastimase cuando de nuevo me agarró por el pelo.
.-“Esta bien, esta bien, pero no me hagas daño” dije totalmente temerosa de sus intenciones.
No sé por que lo hice, supongo que el pánico a lo que pudiera hacerme ese bruto era mayor que mi raciocinio, pero yo misma me arrodillé y me introduje su miembro en la boca con la clara intención de acabar con todo ello cuanto antes. Pensé que saldría de allí si lograba que se corriese cuanto antes.
Así que aprisioné su asqueroso miembro entre los labios de mi boca y comencé a chupársela lo mejor que supe. Creo que se notó que no era una práctica que realizase a menudo en mi intimidad, lo que terminó por excitar aún más a esa bestia.
Primero me lo introduje en la boca, movía mi cabeza arriba y abajo a lo largo de su miembro. Después me la sacaba de la boca para recorrerla en toda su longitud con mi lengua. He de reconocer que por un momento me pareció de mayor tamaño que la de mi marido. Luego aprisionaba los pliegues de su prepucio entre mis labios arrancándole gemidos de placer.
.-“Uuuhmmm, pero que bien lo haces” comenzó a decir el muy hijo de puta disfrutando como un cerdo.
.-“Quiero ver como sacas la lengua y me le chupas” dijo al tiempo que levanté la mirada por un instante y pude comprobar que lo estaba grabando todo con su móvil. Yo tan solo quería que se corriese de una maldita vez para escapar de allí.
El muy cerdo comenzó a acariciarme el pelo con un mano, mientras yo permanecía arrodillada a sus pies con las manos esposadas a la espalda en plena faena.
No se conformó con acariciarme el pelo, y bajo su mano acariciándome el cuello hasta deslizar el tirante de mi vestido a un lado de mi hombro, desnudando un pecho para deleite de su vista, que se apresuró a acariciar.
.-“Qué tetas más blanditas tienes” dijo al tiempo que deslizaba el otro tirante de mi vestido por el hombro y desnudaba mis pechos por completo ante su vista grabándolo todo.
Se quedó un rato observando mis pechos desnudos, hasta que me obligó a detener mi felación. Depositó el móvil encima de la mesa de tal forma que continuaba grabando lo que sucedía, y estrujando mis pechos entre sus dos manos, procedió a introducirme su polla por el canalillo entre mis tetas.
Yo contemplaba atónita como la punta de su polla asomaba entre mis pechos golpeando casi mi barbilla.
.-“Oh Dios, que ricas. Tienes unas tetas muy suaves, princesa” decía mientras movía su culo delante de mis ojos.
.-“Vamos cabrón, correte” dije llena de ira al verme utilizada a su antojo. El continuaba estrujando mis pechos con sus manos y moviendo su cadera con su miembro aprisionado entre mis tetas.
.-“Eso es cabrón, correte, correte venga” le gritaba al verlo próximo a su eyaculación.
Se detuvo por un momento, sorprendido por mis palabras.
.-“Joder, a ver si lo estas disfrutando y todo” dijo al tiempo que me incorporaba y me colocaba de espaldas al borde de la mesa. Yo no entendía porque se había parado y me sentaba ahora sobre la mesa. No era ese tipo de reacción lo que quise provocar con mis palabras.
Separó mis piernas y se abalanzó sobre mi cuerpo directo a lamer mis pechos. Primero succionó mis pezones con fuerza llenándome de saliva mis aureolas. Luego jugueteó con su lengua mientras los estrujaba a su antojo. He de reconocer que yo tengo los pechos muy sensibles, y que su brusquedad me arrancó un ahogado grito que él interpretó como un gemido.
.-“Te gusta ¿eh?, ya sabía yo que eras una zorra” dijo al tiempo que ahora sus manos acariciaban mis piernas por la parte exterior mientras su cabeza permanecía hundida entre mis pechos. Yo abrí los ojos para poder contemplar su ridícula calva moverse bajo mis ojos.
De repente una de sus manos comenzó a recorrer el interior de mis muslos en busca de mis intimidades.
.-“No” dije tratando de detener el avance de su mano, presionando con mis piernas alrededor de su cadera y reteniéndola como podía con mis propias manos.
.-“Seguro que no quieres que compruebe lo mojada que estas, ¿verdad puta?” dijo al tiempo que me miraba a los ojos y su mano avanzaba hasta alcanzar mis intimidades. Yo me temí lo peor. Traté de revolverme con fuerza, y durante el forcejeo caí tumbada boca arriba en la mesa, aprisionando mis manos entre mi espalda y el conglomerado. Su cuerpo separaba mis piernas, y sus manos arremolinaban mi vestido en la cintura desnudando mi pubis ante su vista. Se le caía la baba al contemplar mi cuerpo.
.-“Que buena estas pedazo de zorra” pronunció sin quitarme la vista de encima.
Muy a mi pesar hundió su cara entre mis piernas y comenzó a darme pequeños besitos en mi pubis, justo en la zona en la que debían hallarse mis recién afeitados pelillos. Yo reaccioné y comencé a revolverme como una yegua por domar. El me retenía con sus manos rodeando mi cintura, hasta que pude sentir su lengua recorriendo mis labios vaginales de arriba abajo.
Al sentir por primera vez en mi vida semejante caricia me quedé inmóvil, expectante. Un segundo lengüetazo terminó por separar definitivamente mis labios vaginales y se entretuvo en los pliegues superiores buscando mi clítoris. Yo cerré los ojos abandonada y pude notar su lengua describiendo círculos en la zona superior donde concluyen mis labios mayores. Al fin pudo lamer mi clítoris. Esta vez no pude evitar emitir un tímido gemido de satisfacción.
.-“Uuuhmmm” se escapó de mis labios ante aquella maniobra desconocida para mi.
.-“Ya sabía yo que te gustaría. Seguro que el imbécil de tu marido no te lo ha comido como es debido” dijo al tiempo que volvía a hundir su cabeza entre mis piernas. No quise reconocerlo pero aquel cabronazo tenía razón. Estaba logrando que me excitase aunque me horrorizaba el hecho de pensarlo. Además el también lo estaba notando.
.-“¡Pero si te estas mojando como una guarrilla!” escuché mientras aprisionaba su calva entre mis piernas.
Desperté de mis pensamientos cuando pude notar como uno de sus dedos se abría camino entre mis labios vaginales penetrándome. Su dedo me pareció enorme, pues pude notar como separaba las paredes vaginales en mi interior. Algo me dolió.
.-“Aaayhh” grité esta vez.
Un segundo dedo se abrió camino en mi interior mientras el se incorporaba y contemplaba con excitación mi mueca de dolor. Comenzó a mover sus dedos dentro y fuera a un ritmo frenético.
.-“No para, por favor” grité mientras trataba de aguantarme el dolor y de incorporarme. Pero el me impedía que pudiese levantarme, a la vez que continuaba moviendo sus dedos con más ímpetu.
.-“No, para por favor, me haces daño, para” gritaba yo mientras trataba de impedir el frenético  movimiento de sus dedos en mi interior. Pero para mi desgracia mientras con una mano me penetraba, con la otra comenzó a pellizcarme los pezones. Creí morir de dolor.
.-“NooooOOOh, NOOHHH” gritaba yo ahora desesperada.
.-“Parare si me pides que te la meta” dijo observando mi reacción.
.-“¡¡¿¿Qué???!!!” grité yo sin imaginarme lo que pretendía.
.-“Quiero oir como suplicas que te la meta” dijo al tiempo que agarraba uno de mis pezones y tiraba de él hacia arriba. Yo creí que alcanzaba las estrellas de dolor.
.-“Noooh” grité muerta de miedo al pensar por vez primera que quisiese violarme. Comenzó a golpearme los pechos. Eran como bofetadas en la base de mis tetas, a una y otra alternativamente.
.-“Quiero que me pidas que te folle” dijo volviendo a los pellizcos.
.-“Noooh” volvía gritar una vez más. Y de nuevo se dedicó a torturar mis pechos, los cuales creí que me iban a estallar de dolor.
.-“Esta bien” dije muerta de dolor.
.-“Esta bien ¿Qué?” dijo él al tiempo que me pellizcaba esta vez en mis labios vaginales retorciéndome de dolor.
.-“Esta bien quiero que me folles” dije tratando de que parase en mi tortura, no podía creer lo que acababa de decir.

El por su parte me ayudo para que mis pies se apoyasen encima de la mesa, me acomodó con los talones de los pies sobre la mesa próximos a los cachetes de mi culo, con las piernas bien abiertas y mis intimidades expuestas ante su vista. Luego cogió el móvil y enfocando a mi cara volvió a decirme…
.-“Pídemelo otra vez” dijo al tiempo que enfocaba mi cara con su móvil en una mano y con la otra me pellizcaba algo más suave que antes en mis labios vaginales.  Yo muerta de pánico por el dolor que me había provocado antes dije presa de terror:
.-“Métemela” susurré ante la cámara.
.-“Dilo otra vez” dijo al tiempo que me pellizcaba de nuevo en mis labios vaginales retorciéndome de dolor y enfocaba sólo la parte de mi cara.
.-“Por favor, fóllame” dije suplicante porque cesara el dolor.
.-“Así me gusta, pero quiero que te la metas tu misma, como la puta que eres” dijo al tiempo que enfocaba con su móvil a mis intimidades. Esta vez me pellizcó de nuevo en los pezones, siempre fuera de cámara, para que no tuviese la menor duda de que sería capaz de provocarme más dolor.
Si hay algo que no soporto es el dolor, por eso cogí su polla entre mis manos y la guié hasta la entrada de mis labios vaginales. Por un momento se me ocurrió la extraña idea de que si refrotaba su miembro entre mis labios vaginales y lograba excitarlo, a lo mejor se corría sin llegar a penetrarme. Para su sorpresa así lo hice. El no paraba de grabarlo con la cámara totalmente excitado, hasta que se cansó del juego, y dejando el móvil a un lado, dijo:
.-“Creo que ya estas preparada” y dicho esto apartó mis manos, guió su polla hasta la entrada de mis labios vaginales, y de un solo golpe de riñón empujó hasta el fondo sin compasión.
.-“aaaAAAHHH” grité al sentir como me penetraba.
Creí rasgarme por dentro. Me dolió, me dolió mucho. No pude evitar comenzar a llorar de nuevo. Fui consciente de que me estaba follando. Su cuerpo cayó sobre el mío, abalanzándose de nuevo sobre mis pechos. Yo trataba de arañarlo en su espalda, pero aquello no lograba más que excitar aún más a esa bestia.
El muy cerdo se movía deprisa y con fuerza, con cada embestida parecía que pretendía llegar a lo más profundo de mi ser. Creo que caí conmocionada del dolor y de pensar que estaba siendo forzada sin mi consentimiento. Así que apenas ofrecía resistencia. Mi violador se dio cuenta, y era como si mi pasividad no le excitase. Por eso, antes de que pudiera darme cuenta se salió de mi, y volteándome sobre la mesa, me acomodó boca abajo a su antojo, tiró de mis piernas hasta situar mi culito en el extremo de la mesa, y permanecer así  totalmente expuesta a su merced.
Pude notar como escupía sobre mi culito, y extendía su saliva sobre mi esfínter. Estaba claro lo que iba a suceder, pero yo estaba tan conmocionada que no hice nada por impedirlo. Luego aproximó su capullo hasta mi ano y comenzó a presionar para que este se abriese camino.
.-“aaaAAAGGGGHHHH” un chillido desgarrador salió de mi boca al notar que su punta había dilatado mi esfínter y comenzaba a abrirse camino.
Pude notar como sacaba su prepucio de mi ano para repetir de nuevo la operación.
.-“aaaaaAAAAAAAAGGGGGHHHH” de nuevo un chillido aún más fuerte surgió de mi boca, al notar que esta vez su polla se abría camino en mis entrañas y lograba avanzar.
De un nuevo golpe de riñón me la clavó hasta el fondo. Pude notar como sus huevos golpeaban en mis nalgas.
.-“Uuhmmm, que culito más estrecho tienes putita” dijo mientras se recostaba sobre mi espalda y disfrutaba el momento. Yo por mi parte trataba de morderme los labios y de no chillar para su satisfacción.
.-“Quiero que sepas que es el culito más rico que me he follado nunca” me susurró en el cuello. Yo cerré los ojos tratando de que todo acabase de una vez.
.-“Seguro que más de un juez, o algún abogado compañero de tu marido se hace una paja si ven este video” dijo al tiempo que se incorporaba lo suficiente para coger de nuevo su móvil y grabar como estaba siendo sodomizada.
.-“Yo desde luego pienso hacérmelas cada vez que lo vea” decía martilleando mi conciencia. Y acto seguido me propinó un manotazo sobre una de mis nalgas que seguro se enrojeció. Yo no podía soportar más dolor.
.-“Aaayh” grité sorprendida por su manotazo. Y acto seguido me dio otra cachetada en mis nalgas.
.-“aaagggH” chillé de nuevo. Y ahora se sucedieron varias nalgadas seguidas cuyo dolor traté de sobrellevar lo mejor que pude.
Por suerte unos bufidos de mi violador indicaban que estaba a punto de correrse y de que terminaría aquel tormento.
.-“Oh siiH, me corroooOOh. Me corro putaaaaaaAAAH” pude escuchar que gritaba al tiempo que notaba como sacaba su  polla de mi interior y se corría sobre mi espalda.
El asqueroso agente Ruipérez permaneció un tiempo recostado sobre mi espalda descansando. Un sepulcral silencio contrastaba con los chillidos de hace unos momentos. Luego con total normalidad sacó un pañuelo de su bolsillo y me limpió los restos de su semen en mi espalda.
Yo ni podía ni quería incorporarme, preferí permanecer tumbada boca abajo sobre la mesa a la espera de lo que hacía mi violador. Pude escuchar como se subía los pantalones, se abrochaba la cremallera, sacaba unas llaves y procedía a liberarme las manos a la espalda.
Antes de abandonar la sala dijo:
.-“Puedes irte, dejaré abierta la puerta de emergencia de aquí al lado para que nadie te vea salir. Tu bolso y algunos de los objetos personales están en el contenedor de basura que tienes justo enfrente al salir a la calle. Por mi parte romperé tu expediente, no quedará ninguna prueba de que has estado en esta comisaría. Ah, tu colgante y tu reloj han servido para comprar el silencio del Johnny. Olvídate, de pensar que puede testificar a tu favor. Si se te ocurre contar algo de esto a tu marido, o te atreves a denunciarme, créeme cuando te digo que difundiré el video por toda la adjudicatura del país, de tal forma que tu marido sea incapaz de ejercer de nuevo. Lo mejor será que lo olvides todo, de lo contrario tu pesadilla no habrá hecho más que empezar” Y dicho esto abandonó la sala dando un pequeño portazo.
Rompí a llorar en que abandonó la sala pensando en cuanto me había dicho. A duras penas pude cubrirme con el vestido cuando salí corriendo de aquella sala. La puerta que conducía al interior del resto de la comisaría estaba cerrada, por el contrario la puerta que daba a la calle vía salida de emergencia estaba abierta.
Rebusqué entre la basura del contenedor que había en la calle y encontré mi bolso y mis zapatos. Me dí cuenta que en esa misma explanada, en una zona oscura y poco iluminada estaba el mercedes de mi esposo. Me subí en el y abandoné aquella casa de los horrores cuanto antes. Pude cambiarme de ropa y arreglarme un poco antes de llegar hasta el pueblo en el que estaba mi familia. Nunca le conté nada de lo sucedido a mi esposo. Acude todas las mañanas a ejercer su profesión con el orgullo característico.
Desde entonces, siempre navego por Internet con temor a encontrar un video en el que yo sea la protagonista


Recordar visitar mi blog:

 
o escribirme a la dirección de correo:
 
Gracias a todos los que dejéis un comentario o una invitación.
 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *