La mañana siguiente me desperté por primera vez antes que ella. Mientras me despabilaba la observé descansar: tapada solo con una sabana, debajo de la cual vestía una remera holgada y una bombacha, su respiración pausada, cara serena, ojos cerrados, labios aún pintados de rosa. Un irresistible rosa brillante, que hizo que solo quisiera besarla, aún sabiendo que no me convenía.

El contacto de nuestras bocas terminó de levantar mi entrepierna. Analía gimió sin abrir los ojos. La destapé despacio y empecé a besarle el cuello. Después acaricié y apreté sus pechos. La chica de limpieza se desperezaba de a poco. Pude notar que su cuerpo despertó más rápido que su mente. Levanté la remera sin sacársela y fui lamiendola, recreándome en sus tetas y sus pezones. Analía se retorcía ante mis acciones. Antes de bajar su bombacha comprobé que su vagina ya estaba húmeda. El tacto de mis dedos a través de su ropa interior le robó el primer gemido largo de la mañana. Deslicé su prenda más intima por sus muslos y di los buenos días a su chochi. Empecé besándola con suavidad y lamiendo sus labios externos. Después introduje un dedo y la penetraba despacio. Analía parecía aún algo adormilada, pero es posible que solo estuviera actuando. Mantenía sus ojos cerrados, las manos casi quietas y las piernas flojas, permitiéndome moverla.

Con mi dedo cerrándose y abriéndose en su interior retomé las lamidas al exterior de su sexo. De a poco fui intercambiándolas con succiones en sus labios y su clítoris. Cuando empezó a mover su cadera agregué otro dedo a su interior. Todavía con los ojos cerrados la oía suspirar de placer y la ví agarrarse fuerte a las sabanas con sus dos manos. Sabiéndola ya despierta sorbí sus jugos y como pude acoplé mi lengua y mis labios a su clítoris, para empezar a succionarlo.

“Uf, que rico despertarse así bebé” me gritó sin moverse mientras seguía desayunando de su conchita. Sin dejar de gemir atrapó mi cabeza con sus dos piernas. Ya seguro de que tenía su total atención aumenté el ritmo de mis succiones. Mi cabeza pegada a su entrepierna avanzaba y retrocedía junto a sus caderas. Mis dedos quietos dentro de su vagina entraban y salían debido a estos movimientos. Los gemidos de Analía se hacían más entrecortados.

Cuando la sentí acercarse a su clímax la tome de la cintura con mis dos manos, dejándola quieta sobre el colchón. Después lamí su clítoris y empecé a succionarlo con todas mis fuerzas. Eso le hizo perder la cordura. Gritaba y se retorcía en forma violenta. Como pude seguí mordisqueando el centro de su placer.

Estuvo convulsionando entre gemidos cerca de dos minutos. Cuando empezó a calmarse dejé de chupar para dedicarme a lamerla y besarla. Aún sin mucha fuerza me acarició la cabeza y me pidió que me acurrucara con ella. Me acosté a su lado, apoyando mi paquete en su cola.

– En un fin de semana me diste la mejor cena, ducha y despertar de mi vida – dijo cuando terminó de reponerse – Estoy ansiosa por ver como me sorprendés el que viene.

– Todavía queda mucho de este para pensar en el que viene.

– Tenés razón – dijo buscando mi pene con su mano y girando para besarme – Por lo pronto 8 horas más guardándome tu lechita.

– No sé si aguante tanto – agarré uno de sus senos

– Si seguís así no – se levantó de un salto, saliendo de mi alcance – pero si hacemos otras cosas a lo mejor si.

– ¿Qué querés hacer?

– Ahora desayunar – como si verla preparar el desayuno fuera a distraerme – y después vemos.

Tal como había pensado, el desayuno fue una tortura. Ya que de todas formas me iba a pasar buena parte del día caliente quise saber qué tenía planeado para asegurarme que si aguantaba sería lo mejor de mi vida. Solo me dijo que iba a hacer algo especial y que sumado al echo de haber estado todo el día caliente mi corrida sería épica. Después agregó que si estaba dispuesto a seguir flagelándome podría satisfacer otra de sus fantasía de los últimos días.

Sin pensar con claridad nuevamente accedí a su pedido. Me dijo que se tardaría un tiempo en prepararse y que me fuera a vestir. Ni por un segundo se me ocurrió lo que había imaginado: Estaba desnuda sobre la mesa, con dulce de leche cubriendo sus pechos y su vagina. Tenía sobre su abdomen pan, queso y jamón. Entre sus dientes había una uva y a cada costado de su cuerpo un café con leche.

Me acerqué con dudas a ella. Primero mordí la media uva que no estaba en su boca. La besé con cuidado de no moverla. Después bajé a su cuello. Cuando estaba por alcanzar sus tetas me detuvo y me pidió que le preparara unas tostadas con lo que tenia encima. Saqué dulce de su pecho para ella y utilicé el de su entrepierna para mi. Verla comer acostada y con el cuerpo cubierto de distintos alimentos fue extraño. Luego de acabar el pan me pidió un sándwich. Antes que tomara el jamón y el queso me indicó que quería que lo hiciera con la boca. Como pude cumplí su pedido. Al levantar las fetas rozaba su ombligo. Cuando terminé con su pan decidí comer directo de sobre su piel. Ante cada bocado la besaba. Finalizado su desayuno había quedado con ganas de algo dulce. Primero limpié sus dos tetas y luego me dediqué a su vagina. Estuve lamiéndo cada centímetro. Cuando acabé llevó su mano con dulce de leche a entre sus nalgas. También higienicé toda su cola y por último lamí su ano. Solo me detuve cuando tuvo su segundo orgasmo de esa mañana.

Se levantó sonriendo. Tenia el cuerpo cubierto de restos de dulce de leche y pan. Sin dejar de mirarme se dirigió al baño. Instintivamente comencé a seguirla, pero me detuvo en cuanto notó mis intenciones. Mientras se bañaba y vestía limpié la mesa y dejé listo el almuerzo. Me llamó a la pieza cuando estaba finalizando. Al verla volví a quedarme con la boca abierta: Tenia puesta la remera animal print y el cullote negro. Sus tetas se marcaban perfectas en su prenda superior.

Al notar mi falta de reacción se acercó a mi y me comió la boca, terminando de despertar a mi aparato. Alternaba entre besos y suaves mordiscos a mis labios y cuello. A continuación me empujó sobre la cama. Apenas pude acomodarme cuando ya la tenía encima de mí. Tiró de mi pantalon bajándolo hasta mis tobillos y se sentó sobre mi erecto pene. Me agarró de las muñecas y empezó a balancearse, rozando su cola y su vagina con mi miembro. De a poco sus vaivenes fueron menos amplios y solo me tocaba con su húmeda concha. A pesar de estar separados por nuestra ropa interior podía sentir su sexo succionando al mío. Sin dejar de hacer eso se acercó a besarme. Tampoco soltaba mis manos.

– Tenías razón – dijo al separarse – es mucho mejor acostados.

Antes que pudiera responder volvió a llenar mi boca con su lengua. Una leve presión cuando intenté levantar los brazos me indicaron que estuviera quieto. A los pocos segundos comencé a sentir mi esperma haciendo fuerza para salir. Como pude me separé de Analía y le indiqué que estaba a punto. Dejó de moverse y llevó una mano adentro de su bombacha. Mirándome a los ojos y con su mano sobre mi pecho empezó a gemir. Después cerró los ojos y levantó su cabeza. Su dedo entraba y salía a toda velocidad de su ser, oyéndose leves chapoteos. Con los ojos cerrados selló también sus labios, sin por esto dejar de gemir. Finalmente abrió su boca y parpados y explotó en un intenso orgasmo.

Mientras se recuperaba se acostó a mi lado y acariciaba mi miembro. Cuando se ponía demasiado duro ralentizaba sus movimientos para después seguir rozándome o acariciar mis huevos. Yo me dejaba hacer. A pesar de la frustración por no acabar resultaba muy placentero.

Se aburrió del juego a los pocos minutos. Nos levantamos y comimos. Mi erección tardó unos minutos en desaparecer. Luego del almuerzo salimos a caminar. Volvimos a mi casa cuando ya se había cumplido el tiempo de mi prenda. Consciente de esto la besé demostrando mis intenciones, lo que hizo que volviera a calentarme.

– Si estás así por un día – dijo mientras me separaba sin dejar de reirse – no sé como vas a hacer cuando en la semana no nos veamos

– Me voy a matar a pajas – contesté volviendo a unir nuestros labios.

– Nada de pajas – me advirtió con un dedo en mi pecho – que te quiero bien llenito y caliente.

Queriendo deja la conversación para otro momento volví a besarla mientras apretaba sus tetas. Esta vez no me detuvo, con lo que empecé a desnudarla y besarle el cuello. Analía gemía mientras retrocedía hacia el dormitorio. Antes de cruzar la puerta su torso ya estaba sin ropa. Caminábamos besándonos. Sus manos sostenían mi cara y las mías su cola y su cintura, intentando bajar su pantalón. Pude hacerlo una vez que nos detuvimos al borde de la cama. Entonces me empujó sobre el colchón y se sentó sobre mis piernas. Mi erección tocaba su sexo a través de nuestras ropas. Tomó mi rostro con sus manos bien abiertas. La miraba respirando por mi boca mientras ambos gemíamos. Acercó sus labios a los míos y volvió a besarme, rozando mi pecho con sus senos desnudos, sonriéndome entre besos. Antes de forzarme a acostarme me sacó la remera.

Con mis piernas colgando fue besando y lamiendo mi cuerpo hasta arrodillarse al pie de la cama. Bajó despacio el pantalón y calzoncillo. Mi miembro, libre de presiones, se irguió todo lo que le era posible. Lo lamió y chupó suavemente. Después terminó de desvestirse y se subió gateando sobre mi. Me rozó con su vagina, haciéndome creer que iba a penetrarse, pero luego de mi gemido de gozo se dio vuelta dejándome su chochi a la altura de mi boca y su cola en mi nariz. Sin que llegara a reaccionar succionó todo mi miembro. La palpitación del mismo le hizo saber que estaba a punto. Antes de continuar me dijo con tranquilidad “comeme la cola bebé. Concentrate en eso así no acabas hasta que yo lo haga”.

Intenté con todas mis fuerzas complacer su pedido pero me era imposible fijar mi atención en otra cosa que su boca mimando a mi pene. Notando esto la chica de limpieza dejó de mamarme. Entonces si pude enfocarme en darle placer a su ano. Empecé besando sus cachetes y de a poco fui ingresando más entre sus nalgas. Cuando estuve totalmente embriagado por su aroma retomó sus lamidas y succiones en mi miembro. A pesar de la sorpresa no detuve mis caricias en su agujerito y le sumé un dedo penetrando su vagina. Recordando el placer que le había dado busqué conectar mi lengua y mi falange en su interior. Tuvo que separar su boca de mi tronco cuando logré hacerlo. Continué estimulándola de esta manera mientras la oía gemir más y más fuerte. Cuando creí que iba a correrse volvió a introducir mi pene entre sus labios, subiendo y bajando a toda velocidad. Sentía que iba a arrancarme la pija pero sun así no dejaba de ocuparme de ella. Cuando finalmente alcanzó el orgasmo volvió a alejarme sus labios. De todas formas saber que había acabado y escucharla gozar de esa manera hizo que mi cuerpo también transpasara su límite. Dejando de lamerla me dediqué a bufar de placer mientras mi pene expulsaba chorros y chorros de leche y yo trataba de recuperar el aire.

Nos recostamos abrazados mientras recuperábamos el aliento. Después se vistió y nos despedimos, dejándome solo y esperando con ansias el siguiente fin de semana.

El final y el epílogo de esta serie ya se encuentran disponibles en mi patreon 

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