Relato erótico: “Asalto a la casa de verano (2)” (POR BUENBATO)

Asalto a la casa de verano (2) – ¡No! – rogó Leonor, comprendiendo a qué se refería – ¡Por favor! ¡Ellas no! Pero el hombre no le prestó atención. Llamó a su secuaz, Lucas, y le ordenó que atara a la mujer. Leonor, en su desesperación, trató de salir corriendo de ahí, como último recurso para pedir ayuda. Pero, tan pronto como aceleró, cayó de culo al tropezarse con sus propias bragas, que aún seguían al nivel de sus pies. Lucas la alcanzó y la pateó, evitando que pudiera incorporarse de nuevo; la piso, manteniéndola boca abajo, mientras la esposaba […]

Relato erótico: “Asalto a la casa de verano (1)” (POR BUENBATO)

NOTA DEL AUTOR   Siempre he tenido la mala costumbre de dejar los relatos a medias. Ya sea por falta de tiempo, por la saturación de ideas para otros relatos o simplemente la falta de atención. Mi intención es que eso ya no suceda; creo que esta serie – que no espero que pase de las cinco partes – será la primera de muchas que escribiré con la firme intención de empezar-terminar. Es decir, no comenzar otra historia hasta que no termine otra.   Es obvio, lo sé, pero a veces se me han dificultado esa clase de cosas.   […]

Relato erótico: “Mi tia, el celador y yo” (POR WALUM)

Mi tia, el celador y yo. Con mis 18 años, era una chica excepcional, me gustaba que todos me miraran y debo admitir que tenia con que, mi altura 1.75 con mi cabellos rubios lacios, unos pechos muy erguidos medianos, una cintura estrechísima y mi cola bien paradita y menudita. No me podía quejar, llamaba mucho la atención. Esto sucedió en el transcurso del ciclo escolar, yo iba a un colegio normal, me divertía mucho hacia lo que quería, entre todo lo que hacia, me hacia muchos amigos, por ejemplo el celador del colegio, un tipo de unos 45 años, […]

¿Violación? o ¿Deseo?. Luna

Tu jefe te había dicho esa mañana, que había que llevar unos papeles a un inversor. No te extrañó en absoluto, era su costumbre el escaquearse de los marrones, y apuntarse sin ningún escrúpulo de los éxitos ajenos. Para ti, era casi una liberación, de esa forma no tenías que estar encerrada entre esas cuatro paredes, pero sobre todo te librabas de su permanente escutrinio. Por eso, cuando te dijo que había que llevárselos al Hotel María Isabel Sheraton, te alegraste, podrías aprovechar para comprarte unos trapos en Polanco y nadie se daría cuenta. Ya en el taxi, empezaste a […]