
Mis ensoñaciones se cortaron de cuajo cuando al aparcar el coche la descubrí llorando y mientras Lidia desaparecía hacia la casa, me quedé tratando de consolar a mi excompañera. Durante cerca de cinco minutos, no dejó de sollozar tapándose la cara con sus manos haciéndome temer por el resultado de esa noche. Sospechando que me iba a quedar a dos velas, le pedí que se tranquilizara al ver su angustia por si podía reconducir la velada y finalmente llevármela al huerto. -Yo no soy así- murmuró avergonzada al darse cuenta de su comportamiento y con tono angustiado, me rogó […]