
A pesar que compartía con Wayan su punto de vista, los días fueron pasando sin que Tecalco ni su gente hicieran acto de presencia. Durante una semana, solo conseguimos atisbar que nos espiaba cuando sentíamos su influjo al hacer el amor. Solo en esos momentos, experimentábamos retazos de ella al notar que alguien nos observaba en plan voyeur. Al contrario que yo, mi concubina estaba tranquila porque según ella, nuestra oponente se estaba convirtiendo en una olla a presión. ―Tecalco ignora todo lo relativo al sexo. Cuanto más nos espía, más necesita volver a sentir las mieles del placer― me […]