
Justo el día en que John cumplía seis meses y viendo la velocidad inusitada con la que crecía, decidí probar la chalupa. Como era demasiado grande para moverla a remos, le coloqué un mástil, una vela y un timón. Tras lo cual, llamando a Viernes, pregunté si quería acompañarme a probarla. Su prudencia me hizo ver que no debía y que prefería quedarse cuidando de nuestro retoño mientras no estuviésemos seguro de su desempeño. Asumiendo sus reparos, me fui sólo y satisfecho confirmé que no solo se desenvolvía con soltura en el mar, sino que era una embarcación digna del […]