
CAPÍTULO 9, LES OFREZCO LA LIBERTAD Estaba terminando de vestirme cuando las dos morenitas se despertaron y al comprobar que se habían quedado dormidas, se levantaron de inmediato con cara de asustadas. Reconozco que me hizo gracia la vergüenza de esas niñas al saber que no solo no me habían ayudado a bañarme sino que en pocos minutos iba a bajar a desayunar y que no habían preparado nada. ―Perdón amo― repetían al unísono mientras se ponían la ropa. Mi esposa no pudo soportar la risa al verlas tan preocupadas y tratando de tranquilizarlas, les dijo que ella se había […]