
4. Nada más probar los platos que habían preparado, comprendí que además de estar buenas y ser muy putas, esas dos mujeres me iban a conquistar por el estómago. -¡Coño! ¡Está cojonudo!- exclamé impresionado. Azucena que había llevado el peso de la cocina, sonrió al escuchar mi exabrupto y mirando a su hija, la ordenó que sirviera el vino. La joven obedeció al instante y descorchó un reserva, para acto seguido airearlo en un decantador de cristal que tenían preparado. Tras unos minutos en lo que se mantuvo oxigenando, lo probé y confirmé que ese tinto podía competir de tú […]