
Capítulo 11 Con Paula derrengada sobre un sofá, pregunté a Isabel qué había pensado hacer con ella y mi gordita, muerta de risa, comentó que llevárnosla a casa. La idea me resultó atrayente y a pesar de que no sabía cómo iban a reaccionar las dos hijas de mi jefe al saber que tenían competencia, accedí a que nos acompañara. Mis sospechas no tardaron en verse confirmadas cuando al llegar a la mansión esa noche, nos abrió la puerta Eva y en su cara descubrí el disgusto que la presencia de Paula le provocaba. No queriendo entrar al saco, obvié […]