
7 Al día siguiente, fui a despedirme de mi superior en la calle Vitrubio. Como buen amigo y mejor jefe, el general Terán me felicitó por el nombramiento y se puso a mis órdenes para que su sección colaborase conmigo en todo. Cuando obvió que su rango era superior al mío, comprendí que al aceptar el puesto prácticamente dejaba el ejército, aunque nominalmente siguiera en él. «Ya no me ve como un soldado», concluí. Con esa perturbadora idea rondando en mi cerebro, fui uno a uno a decir adiós a mis antiguos compañeros. Mientras la mayoría mostraron su […]