
Soy un cerdo, un maldito degenerado, un ser despreciable. Un cobarde que si tuviera coraje, se descerrajaría un tiro en la boca para así olvidarse de lo que había hecho. Debía de estar en la cárcel, encerrado de por vida por gilipollas e incluso castrado. Me arrepiento de haberme dejado llevar por mi jodida bragueta pero lo peor es que ahora no soy más que una puta marioneta en manos de María, la mejor amiga de mi hija. Mi vergüenza no tiene límites, conozco a esa niña desde los seis años y no comprendo como pude caer tan bajo de […]