
9 Pasadas las cuatro de la tarde llegamos a la finca, donde preocupado descubrí la presencia de dos camionetas negras aparcadas en su puerta. No tuve que exprimirme mucho el cerebro para saber que eran miembros del gobierno y que nos harían preguntas. Repasando con las tres mujeres nuestra versión, me bajé del todoterreno. Los cinco forasteros, tres uniformados y dos de paisano con pinta de gringos se acercaron a nosotros y me preguntaron si era el dueño de la casa. Sacando mi pasaporte, me presenté como Miguel Parejo, el propietario. Viendo mis papeles en orden, les pidieron a las […]