
Pocas horas después, el sonido de una melodía me despertó y al abrir los ojos, me topé con Elizabeth a mi lado. Avergonzada al ser descubierta velándome mientras cantaba, calló. Pero entonces le pedí que siguiera, reconociendo mi sorpresa de que tuviera una voz tan formidable. -Tu pecosa tiene muchos dones que todavía no conoces- susurró deslizándose por mi cuerpo mientras retomaba la canción. Increíblemente, mi vetusta anatomía se reactivó al sentir que agarrando mi pene como si fuera un micrófono la traviesa pelirroja comenzaba a menearlo. – ¿Entre ellos no estará el ser maga? – riendo […]