
Sábado 4 de mayo Me despiertan los movimientos de Mila. Está amaneciendo. La claridad se cuela por los ventanales. El cielo de color azul oscuro, limpio y diáfano augura un buen día. Marga se ha desplazado al otro lado y están besándose y acariciándose. Las observo. Me gusta verlas, encendidas, los ojos brillantes, los carnosos labios hinchados y rojos por los continuos roces, las lenguas lamiendo sin descanso, la boca, las mejillas. Se mordisquean el cuello y las orejas. Runrunean como dos gatas. Mila me da la espalda, acaricio su hombro desnudo. Se gira, me mira y me acaricia la […]