
Al regresar a casa no hubo palabras entre los esposos y, por cierto, tampoco casi las hubo durante el resto del día. Lo que habían vivido era lo suficientemente impactante como para ameritar el silencio. Y a la noche, una vez más, vuelta al trabajo, al signo de interrogación que constituía cada noche en ese bar en donde nunca se sabía qué podía pasar. Fernando volvió a ser vestido como una chica para hacer de camarera puesto que ése era el rol que, ya de forma definitiva, Ofelia le había asignado. Incluso y […]