
Eran las once de la noche de un viernes cuando escuché a Sultán. El perro iba a despertar a toda la urbanización con sus ladridos. “Seguramente debe de haber pillado a un gato”, pensé al levantarme del sofá donde estaba viendo la televisión. Al abrir la puerta, el frío de la noche me golpeó la cara, y para colmo, llovía a mares, por lo que volví a entrar para ponerme un abrigo. Enfundado en el anorak empecé a buscar al animal por el jardín, disgustado por salir a esa horas y encima tener que empaparme. Al irme acercando me di […]