
Corría el año setecientos veintitantos. España estaba bajo dominio árabe, aunque en el norte, al pie de los Pirineos, era algo que parecía muy lejano. La zona fronteriza entre el dominio árabe y los pequeños condados de los pequeños valles de la vertiente sur, apoyados por el Rey de Francia para mantener a raya a los musulmanes, se entretenían en pequeñas escaramuzas. Ahora atacaban los cristianos porque faltaba comida en sus valles, luego atacaban los árabes en represalia y para conseguir mujeres. Don Teodomiro era uno de esos condes que, a sus 50 años. había heredado el título a la […]