
Día tres.- Su recto, lleno de líquido, la despertó un par de veces durante la noche. Era algo a lo que no se acostumbraba. No era relativamente doloroso, solo molesto. Sentía la presión del agua sobre sus paredes intestinales, permanente, obsesiva. Soñó con ella, en supurantes y cortas pesadillas que le parecieron totalmente reales y que, finalmente, la despertaron en un completo estado de confusión. Cerca del amanecer, cuando posó sus manos sobre su vientre hinchado, el irresistible deseo de defecar parecía una sorda alarma antiaérea en su interior. Sentía todo su cuerpo crispado por no poder […]