
No soy muy buena conduciendo pero es un miedo que sé que se vence con práctica. Cuando mi hermano me prestó su coche para ir al supermercado, manejé tanto la ida como la vuelta con el corazón en la garganta. Fueron, básicamente, las seis cuadras más largas de mi vida. Puede sonar ridículo, contraproducente en extremo, pero estaba charlando con mi novio por el móvil mediante el “manos libres” porque en serio necesitaba comentarle a alguien de que fui capaz de conducir sola; lo veía ridículamente como una victoria merecedora de ser compartida. Aunque me arrepentí de haberlo hecho porque […]