
CAPÍTULO 7. MARÍA ME ENTREGA A LA PEQUEÑA AUNG. Cómo no podía soportar la idea de no haber sabido que mi esposa albergaba en su interior una sumisa, intenté que una copa me diera la tranquilidad que me faltaba. Y bajando al salón, fui al mini bar y me puse un whisky. Para mi desgracia ese licor que tanto me gustaba, en aquella ocasión me resultó amargo. «¿Por qué nunca me habló de ello?», me pregunté y revisando nuestra vida en común, traté de hallar algún indicio que me hubiera pasado inadvertido y que a la vista de lo sucedido […]