
Uno, dos, tres, cuatro y media de la noche… tuve que contar los palillos del reloj del fondo para saber qué hora era, definitivamente el alcohol hacía estragos en mi cabeza. Miré hacia el montón de gente que bailaba en la pista, estaba esperando en la barra a Sebastián, a su novia, a su hermana y Andrés, nuestro compañero en la universidad. Aparecieron entre el tumulto, apenas los reconocí entre mis ojos entrecerrados, el humo pesado que hacía transpirar las paredes y las cervezas que hacían de las suyas en mi cuerpo. Sebastián venía tomándole de la mano a […]