
A media tarde de este viernes en la cabaña. Te quiero. Es todo cuanto ponía la carta que Frank me entregó dentro de un sobre sin abrir que llevaba mi nombre. Estaba escrita a mano y llegó tres semanas después de que Herman regresase a Francia, tras su última aparición en casa para anunciar su nuevo rango. Pero cuando él no estaba cerca, pensar con claridad era más fácil y tres semanas era demasiado tiempo como para hacerlo y no darse cuenta de que me gustaba demasiado, de que lo aquello solamente iba a acarrearme complicaciones, porque él era mi […]