
La joven Julia venía atravesando los vacíos pasillos de su colegio religioso, abrazando con fuerza contra su pecho, un oso de peluche. Mientras recorría, la leve brisa hacía levantar más su mínima falda y revelaba a los pasillos, sus dorados muslos y largas piernas. La colegiala Julia, de lisos pelos negros y ojos azules que contrastaban con su pequeño cuerpo brillante y que vivía con su padrastro, por que a sus padres, los perdió en un accidente de tránsito. Y si las desdichas que mencioné no les son suficientes, su padrastro no es sino el director en aquel lugar. Y […]