
Tercera Estrofa Elena llegó a la oficina aun con una sensación rara recorriendo su cuerpo. Julia le estaba esperando. Antes de darle la agenda del día le recordó que su vuelo para Chicago salía en poco más de veinticuatro horas. Se sentó tras su escritorio y con un gesto invitó a Julia a retirarse. Justo antes de que la joven abandonase el despacho, llevada por impulso, le preguntó: —A propósito. ¿Qué tal está tu hijo? —dijo Elena fingiendo interés por la respuesta. —Oh, bien señora presidenta. Crece muy rápido. —dijo Julia . —Me alegro. Debe ser un chico muy duro. […]