
Al salir por una de las puertas laterales de la universidad note como los vigilantes comían con la mirada a Mili. Le lance una mirada agresiva al primero que atrape saboreando las curvas con las que yo había deleitado, el tipo bajo la vista y se hizo el desentendido. Su reacción me dio a entender que a mi casa no podríamos ir en transporte público. Seriamos la comidilla de todos los ojos masculinos y la envidia de los femeninos. Subimos a un taxi, en silencio. Ni bien me senté recibí un mensaje de Viviana: “No te desveles mucho, Te amo”. […]